11.- A las doce
Mis manos se aferraron con fuerza a la pecera que portaba en mi regazo, y viendo hacia el retrovisor, le lancé una mirada furtiva a mi papá quien conducía, íbamos camino a la casa de campo de el señor Orochimaru y el camino era terrible despeñadero, le había insistido a mi madre que llevara con nosotros a “Tsuki” ya que no quería dejarla en casa, mi mascota la cual tenía un fuerte vínculo a mi rara relación con Mitsuki, no por nada compartían nombre. Miré la pecera, pude apreciar como reptaba por el tronco de la ambientación que tenía y sacaba su lengua a cada segundo comprobando de esa forma su ubicación, parecía ansiosa, lo suponía, yo estaba igual, era un lugar que conocía y a la vez no, un campo de extenso tamaño donde no se podía divisar gran cosa, habíamos viajado unas dos horas quizá cuando mi papá por fin aparcó el auto y señaló a la lejanía.
—¡Ahí está! —Avisó mi progenitor y sacó las llaves para poder abrir las puertas. —Bajen sus cosas, debemos aprovechar el día al máximo.
—Cariño no olvides cerrar bien tu ventana, no sabemos si hay más personas aquí. —Advirtió mi madre siendo la primera en salir y abrir la puerta del lado de mi hermana.
—Te preocupas demasiado Hinata ¡Confía en mí! —No mamá. No confíes en él, te hizo dos hijos, casi pierde el brazo y se duerme con facilidad en las citas.
Siempre me pregunté, aunque no quiero admitirlo que me gustaría saber cómo se enamoró mamá de mi padre, es decir si yo fuera mujer lo que menos querría es un hombre así, mi mamá tiene gustos raros. Pero en fin, dudo que se hayan enamorado mediante un animalito, o en la infancia, quizá algún día me atreva a preguntarles.
Bajé con la pecera y para mi sorpresa alguien me cerró la puerta evitándole la molestia de intentar hacerlo con las manos totalmente llenas.
—Mitsuki —Saludé animoso, a esas alturas ya no me importaba ocultar el gusto que me daba verlo siempre y más si llegaba de esa forma tan caballerosa que creí había perdido.
—Buenos días Boruto, déjame ayudarte —Con una sonrisa posó sus manos sobre las mías que sostenían el lugar de mi pequeña Tsuki y de igual forma sonreí.
—G-Gracias —Murmuré, pasaría un día completo con él, no podía estar más feliz un treinta y uno de diciembre.
(…)
Orochimaru de manera educada nos dio de almorzar, mi mamá le había ayudado en colocar la mesa y papá se la había pasado todo el rato hablando con dicho señor en la cocina mientras preparaba la comida. Nos sentamos en la mesa y esperamos a que todos se sentaran para comenzar a comer como ya estamos acostumbrados a hacer. Esta vez sí me senté a lado de Mitsuki, sin importar qué.
—Mitsuki ¿Por qué no llevas a Himawari y Boruto a buscar animalitos? —Cuestionó Orochimaru.
—¡Sí! —Gritó mi hermanita y al igual que ella reí, a todos lados donde íbamos, acostumbraba a llevar a mi hermana conmigo, nos divertíamos muchísimo y la quería demasiado, pero, hoy era diferente, hoy quería saciar mis deseos egoístas y eso implicaba tener para mí solo a Mitsuki, sin tener que compartir momentos con alguien más o tener que cuidar de mi hermana menor, suena horrible, lo sé, la culpa me come de forma infinita cada vez que pienso que estoy siendo idiota al preferir a alguien que me gusta por encima de mi hermana.
—Pero tú estás enferma hija, no creo que te haga bien correr con el aire frío —Dijo mi madre y suspire internamente.
—Pero mamá, sólo es gripe —Demandó mi hermana poniendo su típica carita con la cual consigue todo lo que quiere, es hora de intervenir.
—Himawari —Llamé haciendo que volteara y sonreí —Mitsuki y yo somos temibles hombres que necesitamos de tiempos de ¡Machos! —Alcé mis brazos mostrando mis inexistentes músculos. —Hablaremos de muchachas y cosas que los hombres como nosotros hablamos —Me crucé de brazos, cerré mis ojos y mi sonrisa se agrandó. —Además dudo que te guste atrapar ranas babosas y pegajosas.
—¡Boruto! Eso es asqueroso —Con reproche mi hermana imitó el sonido de regurgitación y volteó a ver a mi madre. —Ya no quiero ir. —¡Bien! Mejor para mí, todo había funcionado, el problema estaba que no sabía que en estos tiempos aun hubiera gente que se divirtiera cazando ranas o buscando insectos como parecía que Mitsuki disfrutaba. Me giré a verle y me guiñó el ojo de forma discreta, suponía que sabía a qué me refería tras montar toda esa farsa de “cosas de hombres”, dudo que más hombres se besen a espalda de sus padres excusándose en que hacen actividades masculinas, pero en fin.
(…)
—Espera —Llamé fijándome donde pisaba, la nieve estaba derretida y causaba un lodazal en aquella zona boscosa ya alejada de el campo abierto de antes. —¿Qué se supone que haremos? —Tomé un palo, lo suficientemente grande como para que me ayudara a mover las hojas del suelo y tantear qué tanta profundidad de lodo había por donde pisaba, mis zapatos estaban hechos un desastre.
—En este lugar hay ranas —Habló Mitsuki quien parecía ir con tal tranquilidad que me hacía sentir inexperto. —Me gusta venir a verlas porque tienen unos colores muy raros —Me daba tanta ternura, hablaba casi como un niño pequeño y mi corazón se encogía de amor. —Pero no las vayas a tocar, casi todas son venenosas.
—Está muy húmedo aquí —Arquee mis cejas, había pequeños arroyos, varios troncos tirados y podía oír movimientos provenir supongo de todos los animales que existían en ese ecosistema.
—Casi siempre está húmedo aquí, es parte de su hábitat. Sin humedad no habría ranas aquí.
—¿Y hay serpientes? —Pregunté con curiosidad.
—Mmh… Supongo que sí, realmente no he visto ninguna, venía muy poco aquí —Se giró para verme y sonreí. —Cuidado donde pisas o te ensuciarás.
—… —Mis ojos viajaron al suelo y pude ver lo sucios que estaban mis zapatos, sentía los dedos helar, no era nada cálido y el ambiente tampoco me parecía grato, de no ser por estar con Mitsuki, seguro estaría de quejica todo el transcurso del tour por ese nuevo lugar que desconocía. —De haber sabido me habría traído unas botas esp… —Alcé mi rostro topándome con Mitsuki quien estaba enfrente de mí.
—Te ayudaré entonces —Me tomó de las manos y me liberó de esa trampa de lodo, no necesitaba su ayuda, pero tampoco la iba a negar.
—En caminar sí por favor, pareces menos sucio que yo y eso que vas enfrente —Demandé y le miré en espera de que él hiciera lo mismo.
—Costumbre, supongo —Sus manos se entrelazaron con las mías, lo pude sentir y pegó su frente con la mía, la seriedad dominó mis sentimientos de forma interna y a Mitsuki de forma externa, pude ver como su sonrisa desaparecía con brevedad y se dedicaba a ver mis ojos. —¿Estas son cosas de hombres, Boruto? —Cuestionó y mis mejillas se sonrojaron.
—N-No preguntes… Cosas incómodas Mitsuki —Aparté la mirada avergonzado y él me tomó del mentón obligándome a verle a los ojos de nuevo, maldita sea, había olvidado lo incómodamente directo que podía ser Mitsuki en esta clase de cosas.
—Qué bueno que no trajimos a Himawari —Ladeó su rostro y junto sus labios con los míos en un corto beso antes de sonreír. —¿Puedo besarte?
—Ya lo hiciste, sólo haz que dure —Reclamé zafándome de el agarre que tenía sobre mis manos tan sólo para enroscar mis brazos en su cuello y apegarme más a él. Sí, disfrutáramos del momento juntos.
(…)
Me separé de sus labios en cuanto el oxígeno me hizo falta y aparte su mano de mi pierna, en mi vida había terminado entre besos y momentos tan precoces como los que estaba viviendo en ese momento, no sé cuándo fue que acabamos sentados en el tronco más cercano y a pesar de estar húmedo ahí estuvimos, nos besábamos, algún que otro toque subido de tono pero en realidad no creíamos pasar más allá de eso, aun no éramos nada siquiera.
—Me dio sed —Murmuré aun sosteniendo esa mano que recién había apartado y miré jadeante a quien al parecer también le hacía falta aliento. Los labios de Mitsuki al igual que sus mejillas estaban rojos, me daban una vista bastante adorable de su imagen y podía jurar que casi lloro de lo hermoso que está.
—Creo que es hora de regresar a casa o pensarán mal de nosotros.
—¿Pensar mal? ¡¿Qué no nos miras?! Seguro damos pena —Me levanté sacudiendo mis prendas y extendí mi mano. —Pero tienes razón, es mejor que regresemos antes de cualquier malentendido bien entendido.
Fue así como nuestra pequeña tarde pasó, regresamos a casa, comimos, contamos lo que hicimos a base de pequeñas mentiras por ocultar la intimidad que tuvimos y reímos, Orochimaru era una persona amigable a pesar de su aspecto que no daba confianza alguna, papá hablaba mil y un cosas y mamá se unía a la plática, muy pocas veces mi madre hablaba tan fluidamente con las amistades de mi padre, incluso tratándose de Sasuke, casi ni se dirigían la palabra, era como si entre ellos existiera alguna clase de malentendido que los hacía no llevarse del todo bien, sin embargo, con el papá de Mitsuki todo era distinto, y para bien de ambos, o quizá nada más mío, el resto del día mamá mantuvo a Himawari pegada a ella con tal de dejarnos a Mitsuki y a mí solos.
Al final del día, para cerrar este año, salimos al pórtico, mis familiares se mantenían corriendo de un lado a otro con luces de bengala encendidas, en cuanto a mí, tirado en ese piso de madera disfrutaba de la brisa que corría y enrollado en una manta esperaba a que Mitsuki dejara de correr en conjunto con mi hermana. No había reprochado, era simple disfraz para no parecer tontos enamorados todo el rato. Lo que no esperaba es que el señor Orochimaru fuese a sentarse a lado de mí.
—Me alegra saber que mi hijo haya conseguido amigos tras conocerte —Me dijo y su voz me estremeció, había sido tan repentino que sentí como si hubiera descubierto exactamente todo lo que estuvimos haciendo en el día el albino y yo.
—B-Bueno, ser amigo de Mitsuki no me cuesta nada —Reí incómodo viendo hacia el cielo.
—¿Amigo? Tú no eres su amigo. —Alcé mis dos cejas y voltee a verle, me sentí decepcionado pero él parecía estar de lo más seguro de lo que hablaba, miraba al cielo con una sonrisa y no entendía porque de repente tan hiriente comentario. Se levantó de donde estaba y sin mirarme comenzó a caminar hasta detenerse un par de centímetros adelante. —En mis tiempos se les llamaba novios pero si es tu forma de decirme que mi hijo es un tonto que aun no te reconoce qué bueno que me dices, para regañarle. —Mi cara se coloró por completo y no pude evitar fruncir las cejas ¡Vaya hombre! ¿Cómo se atrevía a sacar tan apresuradas conclusiones? O es acaso que ¿Mitsuki le cuenta todo? Podía, era más factible esa opción. Es decir sólo eran ellos dos contra un mundo completo, quizá el señor Orochimaru ya estaba bien informado de lo que le gustaba o no a su hijo y no lo culpaba. Pero, agradezco que hubiera sido él quien se me acercara a hablarme con es confianza, quizá ya me sentía como su yerno auténtico y con orgullo me sentía bien de alardear la buena relación que tendría con mi suegro a partir de ahora.
Reí y hundí mi mentón sobre mis rodillas, estaba solo de nuevo y estaba feliz, feliz de pasar un año nuevo con las personas que amo y me rodean, Mitsuki, me hiciste ver que lo más valioso de mi vida no está a la vuelta de la esquina sino en el techo que comparto a diario, es algo bueno, agradable.
—Once con cincuenta y ocho —Se acercó a mí de frente y pude salirme de mis pensamientos tan sólo por eso. —Ya casi es año nuevo. —Tomó asiento a lado mío y se acurrucó dándome a entender que ese año lo acabaría e iniciaría conmigo, me alegraba saber eso.
—Fue un gran año, sobretodo este diciembre —Dije seguro de mis palabras mientras sonreía.
—Boruto —Tras el llamado de Mitsuki, voltee a verle y me crucé con su dorada y brillante mirada. —Me gustaría que este año tenga la oportunidad de seguir compartiendo buenos momentos contigo, me la he pasado tan bien que creo no necesito de nada más. —Su mirada se dirigió al cielo, ¿Acaso era algo de genética? Su padre miró con esa misma sonrisa hacia la noche, como si le estuviera prometiendo a la luna algo pero ¿Qué?
“Once con cincuenta y nueve”.
—Yo también quiero estar contigo el siguiente año supongo —Dije y apoyé mi cabeza sobre su hombro. —Gracias a ti le agarré el gusto al animal que más le temía.
—¿Te asustaban las serpientes? Ah dolor —Rió con suavidad.
—¿Dolor?
—Casi todo conmigo tiene que ver con serpientes.
—Eres como una serpiente de nieve.
—¿Eso existe? —Alcé la vista y le miré con una sonrisa.
Doce de media noche.
—Bueno, es una nueva especie y sólo hay una en el mundo.
Su vista se dirigió a todos lados, suponía que comprobaba que no hubiera nadie y tras ver que los adultos y mi hermana seguían correteando un poco alejados de donde estábamos además de estar oscuro, me tomó de las mejillas, sabía bien en qué iba a terminar este cliché romántico y ¿Saben? No me importa porque iba a ser feliz con mi amor de infancia, el amor más puro que puede sentir el corazón.
Mis labios se unieron con los de Mitsuki en un beso efímero, romántico, expresivo y libre de culpa porque era el fin e inicio de algo que sabía iba a perdurar.
—Feliz año nuevo, Boruto. —Sonreí ante sus palabras y ambos nos abrazamos con ternura.
La historia apenas iba a comenzar.
Fin
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