[28] ENTREGAS 2.0

Despertarse en la habitación de Pope se sintió... extraño. Claro, June había dormido allí antes, pero siempre en compañía de uno de sus amigos o de su hermano. Nunca sola, y nunca como su novia. Ahora, la familiaridad del espacio se mezclaba con algo nuevo, una calidez que no había sentido antes.

El sonido de la alarma interrumpió el silencio, y ambos rieron suavemente mientras intentaban apagarla. Después de unos cuantos besos robados entre risas y miradas, se levantaron y comenzaron a prepararse para el día. Sus amigos estaban esperándolos, pero por un momento, June deseó poder quedarse allí un poco más, envuelta en la tranquilidad del momento.

Mientras bajaban las escaleras, el olor a tocino y huevos llenó sus fosas nasales, y su estómago gruñó en protesta.

—Bueno, buenos días a los dos —dijo una voz desde el comedor.

El señor Heyward estaba sentado en la mesa mientras la señora Heyward ponía los últimos platos. Los estaban mirando fijamente, y June sintió que sus mejillas se sonrojaban.

—Buenos días, señor y señora Heyward —murmuró June, con la voz entrecortada por los nervios.

—Oh, Dios, ¿cuántas veces te lo hemos dicho? Puedes llamarnos Cara y Bobby —dijo la madre de Pope.

Bobby, o Heyward como a June le gustaba llamarlo, asintió—. Sí, especialmente con lo que sea que esté pasando —hizo un gesto entre ellos—, allí.

—Está bien, papá —dijo Pope—. La vas a poner más nerviosa de lo que está.

—Lo siento —dijo Heyward, sonriéndole—. Está todo bien, June. Nos agradas, eres una buena chica. No como ese demonio de hermano que tienes.

June se rió—. Sí, me dicen eso a menudo.

—¿Quieren desayunar? —preguntó Cara, señalando la mesa.

—Nos llevaremos algo —respondió Pope—. De lo contrario, llegaremos tarde a casa de John B.

—Está bien —dijo Cara—. Les traeré algunas cosas.

Mientras su madre se dirigía a la cocina, Heyward dijo—: Pope, te necesito hoy para entregar algunas cosas tan pronto como termines con tus amigos.

—Está bien, papá —respondió Pope—. Aquí estaré.

—Te puedo acompañar —ofreció June—. Creo que formamos un buen equipo cuando se trata de entregas.

Pope sonrió y asintió mientras su madre se acercaba a ellos con dos tuppers en la mano. Después de agradecerle y despedirse de ellos, subieron a la camioneta de Heyward y se dirigieron hacia el Chateau.

Sus amigos ya los estaban esperando en el porche cuando llegaron. Pope aparcó la camioneta junto a la Twinkie y June se bajó, saludando a su hermano con un abrazo, para luego hacer lo mismo con Kiara y John B.

—Buenos días —dijo June mientras se sentaba en el sofá.

—Buenos días —dijo Kiara.

—Hola chicos —saludó Pope—. Y Kie.

John B enarcó una ceja—. Alguien está extremadamente feliz hoy —le lanzó una mirada sugerente a June—. ¿Por qué será?

June estaba a punto de contestar cuando JJ le puso la mano sobre la boca y dijo—: Oye, oye, tu hermano está presente. No quiero saberlo.

Le apartó la mano—. No pasó nada, idiota. Solo estoy feliz de verlos a todos.

—Aww, nos extrañó —dijo Kiara.

—Sí, claro —murmuró JJ.

—Oh, admítelo, hermanito —dijo June, envolviendo un brazo alrededor de la cintura de JJ—, tú también me extrañaste.

—Claro que no —respondió JJ. Hubo una pausa antes de que se girara para mirar a su hermana—. Bueno, tal vez un poco.

—Lo sabía —rió June.

—Bueno —dijo John B, poniéndose de pie—, ¿estamos listos para probar el dron?

Pope asintió—. Hagámoslo.

Fueron al embarcadero, Pope llevó el dron mientras lo inspeccionaba, probablemente tratando de descifrarlo. John B y Kiara se ofrecieron a ir bajo el agua para probarlo y el resto estuvo de acuerdo.

Pope les entregó el dron y observaron como sus amigos se sumergían bajo el agua con él. June se paró con su hermano al lado de Pope, viéndolo hacer su magia con la pequeña computadora que estaba conectada al dron.

—¿Qué es esto? —preguntó JJ mientras sus dedos se movían para presionar un botón.

—No lo toques —dijo Pope, apartando su mano de un golpe—. Intento descifrar esto.

John B apareció en la pantalla, golpeando la lente de la cámara y frotándose los dientes con el dedo como si estuviera limpiándose. Pope logró que el dron se moviera de un lado a otro y June sonrió al ver cómo pasaba entre sus amigos.

—Dios bendiga a los genios raros —dijo JJ—. En serio, viejo. ¿Cómo controlaríamos los drones sin ti?

—No lo haríamos —respondió June mientras veía como John B y Kiara emergían del agua.

—Es un vehículo operado a distancia —explicó Pope.

JJ se paró frente al agua—. Cállate. Es muy temprano para eso.

—Cuando tengamos el video del naufragio —dijo John B desde el agua—, lo llevaremos a un abogado y haremos un reclamo formal.

—Qué mentira tener que hacer eso —dijo JJ.

Pope se paró junto a JJ—. Bueno, hay una ley de salvamento marítimo. No puedes ir al fondo del océano y recoger cosas.

—Lo sé —dijo JJ—. Pero los abogados no son baratos.

—En cuanto vean el dinero, trabajarán gratis —murmuró John B.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó June.

John B la miró—. Mi papá lo dijo un millón de veces.

—Sí, es justo —dijo Kiara, acercándose a la escalera del embarcadero.

—Esta correa es muy larga —observó Pope—. Con mal clima, esta cosa se zarandearía.

—Luego iremos a la calma —dijo John B.

—¿Marea floja? —preguntó Kiara.

—Ahora debemos esperar el clima adecuado —dijo Pope.

June observó las nubes a su alrededor y suspiró—. Y, hoy, no es ese día.

John B nadó hacia donde estaban y subió por las escaleras, escurriendo el agua de sus pantalones—. Bueno, ¿deberíamos surfear?

Pope negó con la cabeza—. No puedo, mi papá necesita que haga unas entregas.

—Y yo me ofrecí a acompañarlo —añadió June.

—Bueno, donde caben dos, caben tres, ¿no? —preguntó JJ, parándose entre medio de ellos.

June rió—. Eso parece.

—Supongo que nos veremos más tarde —dijo Kiara, envolviendo una toalla en su cuerpo.

—Sí, eso parece —murmuró John B.

Llevaron todo al Chateau antes de que Pope, June y JJ se despidieran de sus amigos y subieran a la camioneta. June se sentó en la parte trasera mientras veía a su hermano discutiendo con su novio sobre cómo necesitaba relajarse y simplemente dejar que todo fluyera, algo más que común entre ellos.

Afortunadamente, el viaje no fue tan largo, y llegaron a la tienda de Heyward en menos de 15 minutos.

Estacionaron la camioneta y se bajaron, encontrando a Heyward en el muelle. JJ sonrió—. Tu persona favorita está aquí.

—Oh, June, finalmente —dijo Heyward, sonriéndole a JJ burlonamente.

—¡Oye! Eso no es justo —murmuró JJ, de pie junto a él—. Que salgan no cambia el hecho de que soy, y siempre seré, tu favorito de los amigos de tu hijo.

Heyward lo miró—. ¿Te golpeaste la cabeza? Nunca fuiste mi favorito.

—Oh, vamos, Bobby —dijo JJ, poniendo su brazo alrededor de su hombro—. No me mientas.

—No me llames así, mocoso  —dijo Heyward—. Es señor Heyward para ti.

June observó el intercambio con una sonrisa en el rostro; aunque Heyward nunca lo admitiría, tenía un lugar especial en su corazón para su hermano, que sabía cómo ganarse a la mayoría de la gente.

Cuando Heyward entró para buscar las bolsas que debían llevarse, Pope, June y JJ se subieron a su barco para esperarlo.

—Lleven esto a Figure Eight —dijo, entregándoles las bolsas—. Vuelvan aquí cuando terminen. Nada de pescar. Prometí que lo entregaría esta tarde.

JJ tomó dos bolsas mientras Pope dejaba algunas en el barco, definitivamente iba a ser una tarde ajetreada con todas las entregas que tenían que hacer.

—Los ricos no quieren esperarlos —añadió Heyward—. Vagos hijos de... —se detuvo cuando vio a June con los brazos extendidos, esperando para agarrar algunas bolsas—. June, gracias.

—Está bien, papá, lo entendemos —dijo Pope, encendiendo el motor.

Mientras se alejaban del muelle, JJ dijo—: Te veremos más tarde, Bobby.

—¡Te dije que no me llamaras así! —gritó Heyward, sacudiendo la cabeza con una sonrisa en el rostro.

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