[11] DESPUÉS DE LA TORMENTA

Tras dormir poco la noche anterior, June logró descansar profundamente sin despertarse. Cuando abrió los ojos, la casa estaba sumida en un silencio extraño, interrumpido solo por el sonido del agua goteando desde una esquina del techo con goteras.

Tomó su teléfono, con la intención de escribirle a Pope y Kiara para preguntarles cómo habían pasado la noche. Sin embargo, al encenderlo, notó que no había servicio.

Con un suspiro resignado, se puso ropa limpia antes de salir de la habitación, chocando contra un cuerpo sólido. Unas manos firmes atraparon sus brazos antes de que perdiera el equilibrio. Levantó la mirada y se encontró con John B, sonriéndole con esa expresión despreocupada que parecía tan suya, vestido solo con un par de pantalones cortos.

—Vaya, buenos días.

—Buenos días —respondió June—. ¿Ya revisaste los daños?

—No —John B le hizo un gesto con la cabeza—. ¿Quieres venir?

Ella asintió, y juntos se dirigieron hacia la sala de estar, donde JJ estaba durmiendo boca abajo en uno de los viejos sofás, claramente sin intención de despertarse.

John B le dio una palmadita en la espalda mientras pasaba junto a él—. Oye, JJ, ¿has estado afuera?

—Tengo polio. No puedo caminar —respondió JJ.

—Qué dramático —murmuró June mientras seguía a John B.

JJ gimió, tratando de levantarse del sofá—. ¡Escuché eso!

John B salió al porche, June siguiéndolo, mientras evaluaba los estragos que el huracán Agatha había dejado a su paso.

El patio trasero era un caos: el gran árbol que antes dominaba el centro estaba completamente destrozado, con ramas dispersas por todas partes. Escombros se acumulaban alrededor, y las palmeras cercanas a la casa lucían despojadas, sus troncos desnudos como recordatorio de la fuerza del viento.

—Cielos —John B miró alrededor del patio trasero, con las manos en la cabeza—. Eso no es bueno.

—Esto es un desastre —murmuró June.

—¿Agatha trabajó? —la voz de su hermano llegó desde el porche.

John B asintió—. Sí, así es.

June se giró para mirar a JJ, y lo encontró bebiendo una cerveza—. ¿En serio, JJ? ¿A esta hora?

—Oye, solo Dios puede juzgarme —respondió, encogiéndose de hombros con una sonrisa despreocupada.

John B se acercó al bote que usaban con frecuencia, apodado HMS Pogue. Era un bote pequeño pero eficiente, con espacio suficiente para que el grupo de amigos se sintiera cómodo sin demasiado lujo. June había pasado muchos veranos a bordo junto a sus amigos, navegando por los canales, pescando o simplemente tomando el sol mientras las olas mecían suavemente el bote.

Lo siguió, parándose junto al bote mientras veía como John B se subía y suspiraba. Estaba cubierto de ramas, algunas enredadas entre las cuerdas y otras atrapadas en la pequeña cabina.

—¿Qué piensas? —preguntó.

—Que el aluvión de la tormenta empujó a todos los cangrejos al pantano —respondió John B, quitando una rama que estaba en el suelo—. Las corvinas perseguirán cangrejos.

JJ, que se había acercado a su hermana, preguntó—: ¿Y servicios sociales? ¿No era hoy?

—No, no se subirán a un ferry —respondió John B—. Vamos, piénsenlo. Dios nos dice que pesquemos.

—Bueno —JJ se estiró—, si es lo que Dios quiere, ¿quiénes somos nosotros para negárselo?

June negó con la cabeza, esbozando una sonrisa mientras veía a John B bajar del bote y dirigirse de vuelta al Chateau, probablemente para cambiarse antes de partir. JJ lo siguió para hacer lo mismo, ya que ambos estaban sin remera y solo llevaban unos pantalones cortos.

Aprovechando que los chicos se estaban cambiando, June agarró su celular, notando una tenue barra de señal y enviando rápidamente un mensaje a Pope y Kiara, avisándoles que pasarían a buscarlos pronto.

Una vez que estuvieron listos, sacaron el HMS Pogue al agua con algo de esfuerzo y finalmente emprendieron el viaje. June se acomodó en la parte delantera, escuchando el rugido del motor mientras John B se alejaba de la casa en dirección a los muelles.

Mientras navegaban y observaban lo que había dejado el huracán Agatha, JJ dijo—: Espero que el barco de Guffy no se haya hundido. No tiene seguro.

—Sí —respondió John B, observando a una mujer que sacaba ramas de su barco—. ¡Hola, señorita Amy! ¿Lo lograron?

—Todavía aquí —respondió Amy.

JJ rió con aire de suficiencia—. Me miró totalmente.

—Lo vi —dijo John B.

June puso los ojos en blanco y murmuró—: En tus sueños, JJ.

—Oh, créeme —respondió JJ con una sonrisa traviesa—, en mis sueños hay mucho más que miradas.

—¿En serio? —June frunció el ceño—. Eso es asqueroso.

John B suspiró—. Miren este lugar.

Había daños por la tormenta dondequiera que miraran, barcos apilados y completamente destrozados, pedazos de debris en el mar, los muelles llenos de ramas y partes de árboles, el lugar era un desastre.

JJ silbó—. Agatha, ¿qué hiciste?

—Es una mujer loca —comentó John B.

—Es dura amigo.

—Nos pasaremos el verano limpiando —añadió June.

JJ suspiró—. Es mi pesadilla.

—Miren a quién tenemos aquí —exclamó John B mientras desaceleraba el bote.

Pope se encontraba en el pequeño muelle de la tienda de su padre, rociando el embarcadero. La tienda había sufrido exactamente los mismos daños que el resto del lugar. June vio una madera gigante pintada con las palabras: ¡ADELANTE, AGGIE, PERRA!, y rió suavemente.

John B fingió estar hablando a través de un megáfono—. Tenemos una reunión de seguridad. Asistencia obligatoria.

—No puedo, papá me tiene encerrado —suspiró Pope.

—Vamos, viejo —dijo JJ, haciendo un ruido estático—. Tu papá es un cobarde. Cambio.

Heyward se paró a unos metros de su hijo—. Oí eso, bastardo.

—Necesitamos a su hijo —June sonrió inocentemente.

—Oh, no —Heyward negó con la cabeza—. Esa sonrisa puede funcionar con Pope, pero no conmigo.

June se sonrojó mientras veía cómo su hermano reprimía una risa. John B dijo—: Son las reglas.

—Sí. Después de un huracán, día libre —añadió JJ.

—¿Quién diablos inventó eso? —preguntó Heyward.

—El pentágono. Tenemos autorización —JJ comenzó a hurgar en sus bolsillos—. Tengo tarjeta.

Heyward negó con la cabeza—. ¿Crees que soy estúpido?

Cuando Pope vio que el HMS Pogue estaba frente a él, se giró para mirar a su padre—. Lo haré mañana. Lo prometo. Mañana.

—No. Diablos, no —dijo Heyward—. Lo harás ahora.

—Sube al bote —le susurró John B a Pope.

JJ asintió—. Huye, hermano.

June le sonrió mientras decía—: Es ahora o nunca.

Pope tiró la manguera con la que estaba rociando el embarcadero y saltó justo a tiempo, aterrizando cerca de June. Ella lo ayudó a enderezarse y vio como su padre se ponía rojo de la frustración.

—¡Trae tu trasero aquí!

—¿Cómo se siente? —preguntó JJ, palmeando la espalda de su amigo.

Pope lo ignoró, mirando a John B—. ¡Vamos! —luego se giró para mirar a su padre—. Prometo que lo haré mañana.

John B saludó a Heyward mientras JJ jugaba con una soga que había encontrado. June negó con la cabeza divertida mientras se alejaban.

—Cuando vuelvas, limpiarás camarones.

—Te quiero, papá.

—Y pescado —continuó Heyward—. ¡Limpiarás tu cuarto sucio!

—¡Lo traeremos entero, lo prometo! —gritó June.

—¡Y no me gustan tus amigos!

JJ rió, soltando la soga y sentándose en el medio del bote—. Qué mentiroso.

Una vez que estuvieron fuera del alcance de los gritos de Heyward, John B comenzó a navegar el bote hacia Figure Eight para recoger a Kiara. June se acomodó en la parte delantera nuevamente, dejando que sus pies colgaran del bote. Pope se sentó junto a ella, sonriéndole.

—¿Cómo estuvo anoche? —preguntó.

—Bastante bien —respondió June—. No escuché mucho, estaba completamente desmayada.

Pope rió—. Me alegra oír eso. Sino me sentiría bastante mal.

—¿Por qué? —June entrecerró los ojos.

—No sé —Pope murmuró—, no me gusta saber que la estas pasando mal y no poder hacer nada para ayudarte.

June chocó su hombro contra el de Pope, mirando hacia el otro costado para que no notara sus mejillas sonrojadas—. Eso es dulce.

Pope soltó una risa suave—. Bueno, me importas más de lo que debería.

June giró la cabeza rápidamente hacia él, pero Pope ya estaba mirando al horizonte, como si las palabras se hubieran escapado sin permiso.

—¿Más de lo que deberías? —preguntó con un tono ligero, pero sus ojos buscaban algo más en su expresión.

—Olvídalo —dijo él, agitando una mano, fingiendo que no era importante—. Ya sabes, me preocupo por todos en el grupo.

June lo observó por un momento más, antes de sonreír para sí misma. No iba a presionarlo.

—Eres un buen amigo, Pope.

—Sí, un buen amigo —repitió él, pero algo en su voz hizo que June se detuviera. No sonaba del todo convencido, como si tratara de convencerse a sí mismo más que a ella.

June no dijo nada, pero esa pequeña grieta en sus palabras quedó flotando entre ellos, revelando más de lo que ambos estaban dispuestos a admitir.

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