[05] ENTREGAS
Como John B era quien había manejado, no tuvo otra opción que dejarlos en la tienda de Heyward para que pudieran recoger la camioneta del padre de Pope. No fue un trayecto muy largo, ya que la tienda era una de las primeras en el centro del Corte.
Conducir por unos 10 minutos fue suficiente para llegar, tiempo que aprovecharon para relajarse un poco tras la frenética escapatoria de la casa, donde el guardia de seguridad los había perseguido casi hasta atraparlos.
Cuando John B aparcó junto a la tienda, Pope bajó y le ofreció la mano a June para ayudarla a salir―. Bueno, es hora de hacer estas entregas. ¿Estás lista?
June tomó su mano y salió, parándose junto a él―. Lista. ¿Crees que darán una buena propina?
―Eso espero ―dijo Pope.
Kie, que se encontraba en el asiento delantero, se volteó para saludarlos―. ¡Buena suerte, tortolitos!
―¿Tortolitos? ―JJ lanzó una mirada incrédula hacia Kiara―. ¿Qué demonios, Kie?
―Oh, vamos, JJ ―respondió Kiara, divertida―. Estoy bromeando, ya me conoces.
Pope, incómodo al notar como la mirada de JJ se enfocaba en él, tragó saliva―. Sí, solo... solo somos amigos.
―Hmm, solo amigos ―murmuró John B con un dejo sarcástico.
JJ chasqueó los dedos, sin apartar la vista de Pope―. Más te vale, Pope.
June puso los ojos en blanco antes de intervenir―. Está bien, JJ, relájate. Ya sabemos que eres un hermano sobreprotector.
Pope levantó las manos, intentando calmar el ambiente―. Ella estará bien. Prometo traerla de vuelta en una pieza.
―Será mejor que lo hagas ―dijo JJ―. O...
Se pasó el dedo por la garganta, un gesto claro que sugería que, literalmente, mataría a Pope si algo le pasaba a su hermana. June, sin embargo, se limitó a burlarse de él levantando su mano y mostrándole ambos dedos del medio.
Luego de que JJ respondiera de la misma manera, June se despidió de sus amigos. Una vez que vio la Twinkie desaparecer en la distancia, siguió a Pope al interior de la tienda. Allí, su padre ya había dejado la comida en bolsas apiladas sobre el mostrador. Las llevaron hacia la camioneta, y luego de cargarlas en el baúl, partieron hacia su destino.
Durante el camino hacia Figure Eight, un viaje de apenas 20 minutos desde El Corte, Pope miró a June y dijo―: Bueno... eso salió bien. Tu hermano es un verdadero encanto.
―A veces piensa que es mi guardaespaldas ―comentó ella, mirando a Pope.
―No sé de qué te protege ―dijo Pope, su mirada fija en la carretera―. Quiero decir, soy yo. Somos como mejores amigos.
―Sí, lo sé ―respondió June, hojeando los CD que su padre guardaba en la camioneta―. JJ confía en ti. Es solo que le gusta cuando te pones nervioso.
Pope asintió―. Supongo que tienes razón.
June le sonrió antes de preguntar―: Entonces, ¿dónde exactamente entregaremos esta comida?
―En el vecindario que está cerca del Country Club ―dijo Pope mientras daba vuelta por una calle muy transitada―. Es una casa grande. Mi padre dice que siempre piden muchas cosas.
―No me sorprende teniendo en cuenta el lugar en el que viven.
Dejó de hojear los CDs en cuanto encontró uno de sus favoritos: Wish, de The Cure. Al verlo, sonrió para sí misma, un poco sorprendida de que estuviera allí, ya que sabía que el padre de Pope era más fanático de Led Zeppelin.
Guardó el resto antes de girarse para ver a Pope―. Entonces, ya que tenemos el coche para nosotros solos...
Pope la miró y cuando vio el CD se rió ligeramente―. ¿Qué estás sugiriendo? ¿Un concierto?
―Me acabas de leer la mente ―dijo June, poniendo el CD en el estéreo y tocando el botón de reproducción.
―
Unos 15 minutos después de una sesión de karaoke en la camioneta del papá de Pope, entraron en un camino privado, lo que indicaba que ya casi estaban llegando a su destino. El sol ya estaba bajo en el cielo, pintando el horizonte de tonos naranjas y rosados. June miró por la ventana de Pope mientras él manejaba, pensando que era la vista perfecta en el momento justo.
―Bueno ―dijo Pope, girando para ver a June, quien miró hacia el frente lo más rápido posible―, creo que llegamos.
Entraron en el camino de entrada más grande que habían visto; era claro que era una familia adinerada. La casa era completamente diferente a la vieja y desgastada casa de June. Se erguía imponente, con su fachada de piedra natural brillando al sol. El jardín, lleno de árboles maduros y flores exóticas, rodeaba la casa y enmarcaba un camino de piedra hacia la puerta principal. A un lado, se encontraba un porche con columnas y un garaje de puertas de madera, justo fuera del cual había tres lujosos autos estacionados.
Pope apagó la camioneta, sacando a June de su ensoñación. Abrió la puerta para salir, y June lo siguió hasta la parte trasera para recoger las bolsas que debían entregar. Una vez que las acomodaron en sus manos, se giraron hacia la casa.
―¿Estás lista?
―Sí, capitán ―respondió June, observando la casa frente a ellos―. Vaya, este lugar es... increíble.
Pope silbó―. Deben tener un baño bañado en oro.
Le hizo un gesto a June para que lo siguiera, y ambos caminaron hacia la puerta. Allí, dejaron las bolsas, que a June le parecieron más pesadas de lo que esperaba, y Pope presionó el timbre.
Esperaron menos de un minuto antes de que una mujer abriera. Su cabello estaba perfectamente peinado, y llevaba un vestido que resaltaba su piel, haciéndola lucir impecable.
―¡Oh, por fin! Están aquí. La última entrega, gracias a Dios.
―Hola ―dijo Pope, agarrando las bolsas y entregándoselas a la mujer―. Lamento la demora, señora...
―Oh, soy la señora Reynolds ―la mujer le dio las gracias mientras las tomaba, y una vez que las metió dentro, se volvió hacia él―, pero puedes llamarme Mariah.
Pope sonrió―. Bueno, gracias por la paciencia, esperamos que lo disfrute.
La mujer tomó su cartera y sacó su billetera―. Muchas gracias ―les entregó el dinero―. Para ustedes.
Pope vio el billete que le había entregado, abriendo los ojos con sorpresa―. Creo que se confundió de billete ―dijo, tratando de devolverle el dinero―. Esto es demasiado.
Ella le hizo un gesto con la mano sin aceptar el dinero de vuelta―. No me confundí. Es lo menos que puedo hacer por entregarme esto con tan poca anticipación.
―Bueno, muchas gracias ―murmuró Pope, asintiendo con la cabeza.
Ella les sonrió, y luego de despedirse y desearles un buen viaje de regreso, cerró la puerta. El sol finalmente se hundió en el horizonte, y, mientras caminaban hacia la camioneta, June miró a Pope.
―Supongo que hay algunos Kooks que valen la pena.
―Sí, un caso muy extraño teniendo en cuenta cómo son ―dijo Pope. Cuando llegaron a la camioneta, detuvo a June―. Oye, solo quería darte las gracias por venir conmigo.
―Por supuesto ―respondió June, poniendo su mano sobre el hombro de Pope―. Honestamente, disfruto de pasar tiempo contigo.
Pope sonrió, acercándose a June un poco más―. Yo también. Es... es agradable.
―Me alegra oírlo ―le devolvió la sonrisa, su mirada deteniéndose en su rostro un momento, justo antes de que su teléfono sonara, interrumpiéndolos. Cuando vio quién le mandaba mensajes, suspiró―. Será mejor que nos vayamos. JJ se está preguntando dónde estamos.
Él asintió en silencio, subió a la camioneta y esperó a que ella hiciera lo mismo. Cuando finalmente lo hizo y estuvieron listos, emprendieron el viaje de regreso a casa, con una extraña sensación latente entre ambos.
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