Maldiciones.
Cuando finalmente termino de procesar aquellas palabras volvió a sentarse sobre la piel de oso polar para poder escuchar lo que la anciana tenia que decir. Aquella mujer se puso de pie y avanzo a la entrada de su choza para cerrarla, evitando así que los fisgones se enteraran.
—Mira pequeña esto fue lo que ocurrió, cuando te caíste al agua congelada que supongo lo recuerdas, las Diosas Aunra y Pinga se juntaron para salvar tu vida, sigo sin entender porque...en fin ellas tenían encerrados los poderes de Sedna, la diosa del mar y te los otorgaron a ti para salvarte, hay otro chico como tu llamado Carter, pero el tiene los poderes de Amarok, el espíritu del lobo. En fin cuando te dieron esos poderes te volviste una especie de deidad para nosotros, aun sigues siendo una humana pero...usas agua y hielo ¿Entiendes? Esos dos elementos los podrás usar a voluntad, pero...con un precio a pagar y ese es que toda la gente que te ama o alguna vez te amo no podrá verte jamas, si estas frente a ellos no te verán, no los podrás tocar, incluso si la maldición es muy potente ni si quiera te recordaran, pero lo dudo, ahora seras un fantasma para ellos porque creen que estas muerta. Solo así podrás permanecer con tus poderes pero si no estas dispuesta simplemente morirás y ellos se olvidaran de ti, así que tu decide. Otra condición para permanecer con ellos es que deberás proteger a todo el pueblo de los Inuit de cualquier amenaza. Ahora ¿Que dices? ¿Aceptas?.—La chica simplemente asintió ante lo que le había dicho.
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