6 El día de Naomi
Me voy a arrepentir de esto...
Era jueves. Llevaba un ramo de flores en las manos, uno que me costó conseguir tras revelarle ciertos secretos a Stella y Rosa.
Ese día, antes de la salida, me dirigí al club de jardinería con la esperanza de que Rosa tuviera algunas flores sobrantes. Hacía poco habían podado algunas plantas, y pensé que podría aprovecharlo.
Les dije que quería llevarle las flores a Naomi, que estaba en el hospital. Les expliqué lo que ocurrió el martes, cómo la encontré y la llevé a la enfermería. Aunque Stella y Rosa no se llevaban precisamente bien con Naomi, no le deseaban ningún mal.
—Oye, Anon, ¿por qué tanta preocupación por ella? —preguntó Stella, con una mirada de sospecha. —
Rosa añadió sin rodeos:
—Pensé que, de todos, tú eras el que peor se llevaba con ella. ¿Acaso pasó algo entre ustedes? —
Tragué saliva. Por qué soy tan malo mintiendo...
Stella se cruzó de brazos y lanzó una pregunta que me hizo sentir como un niño atrapado en una mentira:
¿Te la tiraste también, verdad? —
Una mirada fulminante de Rosa fue suficiente para que mi resistencia se desmoronara.
—Sí... —admití, derrotado—. —Pero déjenme explicarles.... —
Les conté todo, desde el principio hasta el final. Les di el contexto completo.
—Y me siento culpable porque creo que fui yo quien la llevó a la depresión... —añadí, con la voz quebrada.
Rosa y Stella se miraron entre ellas, como si compartieran una pregunta que ya conocían. Luego, al unísono, soltaron:
—¿Hay otra? —
Negué con la cabeza rápidamente.
—No, no. Solo ustedes dos, la señorita Roberts... y Naomi. Naomi fue la primera...—
La mirada de Stella reflejaba indignación, mientras que la de Rosa era más fría, más calculadora, como si estuviera evaluando hasta qué punto merecía su desprecio.
Sabía que este momento llegaría, pero no pensé que sería tan pronto, ni tan doloroso.
Rosa suspiró, rompiendo el tenso silencio.
—Mira, Anon... estamos molestas contigo. Pero si quieres nuestro perdón, vas a tener que compensarnos... ¿entendido? —
Stella asintió, aunque su tono seguía siendo seco:
—Está bien, aceptamos que nosotras dos juntas tal vez no podamos satisfacerte, pero tampoco te pases de la raya. —
—¿No deberían estar crucificándome ahora mismo? —pregunté, medio en broma, medio en serio.
Rosa me miró con una ceja levantada.
—No blasfemes, Anon. —
—Lo siento... —murmuré, sintiéndome aún más pequeño.
Stella me miró con frialdad.
—Mira, Anon, como dijiste la otra vez, estamos atadas a lo que traes entre las piernas, pero tienes que ponerte límites. Te dejaremos pasar lo de Naomi... solo porque fue la primera, y porque ella y Naser prácticamente están separados... además, según tú, a Naser parece no importarle y hasta te apoya... tch que Cuck susurro estela lo último.
Sentí que cada palabra de Stella me golpeaba, pero traté de mantener la compostura.
—¿Y qué quieren que haga? —pregunté, sabiendo que la respuesta no sería fácil.
Rosa me miró, su sonrisa tenía un toque de malicia que no había visto antes.
—Aún no te diremos, parte de tu castigo será que te tortures pensando en lo que querremos... —respondió con un tono que me hizo estremecer.
--
De regreso al presente, entraba al hospital con un ramo de rosas rojas en la mano. Las flores atraían muchas miradas curiosas; no había rosas más hermosas que las cultivadas por Rosa. Qué ironía, pensé, mientras avanzaba por el vestíbulo.
Me acerqué a la recepción y, con un nudo en la garganta, pregunté por Naomi Moretti. La recepcionista arqueó una ceja, mirándome con desconfianza, antes de fijarse en el ramo de rosas.
—Espere un momento... —dijo, y levantó el teléfono para hacer una llamada. ¿Estaría llamando a seguridad?
Mientras esperaba, mi mente no paraba de jugarme malas pasadas, imaginando todo tipo de escenarios. No puedo creer que esté aquí, pensé.
Pocos segundos después, una figura imponente apareció por uno de los pasillos. Era una parasaurio de color rosa magenta, con ropa intimidante y una chaqueta de cuero.
Su rostro era casi idéntico al de Naomi, pero su cuerpo era todo lo contrario; esta mujer era una fuerza de la naturaleza, una verdadera mole.
La recepcionista rompió el incómodo silencio.
—Este joven quiere ver a Naomi... —dijo, señalándome.
La mujer me miró de arriba abajo, evaluándome con ojos severos.
—¿Quién eres? —preguntó con una voz que hacía evidente que no confiaba en mí.
Suspiré, atormentado y algo asustado.
—Me llamo Anon, soy amigo de Naomi... vine a ver cómo estaba y a traerle estas flores—dije, tratando de mantener la voz firme, aunque mi corazón latía a toda velocidad.
El rostro de la parasaurio, que hasta ese momento me había parecido aterrador, cambió a uno más relajado, aunque seguía mostrando cierta desconfianza.
—Oh... —murmuró, como si conectara los puntos en su cabeza—. Eres el chico que la llevó a la enfermería, ¿verdad? El director Spears nos habló de ti. —
Asentí, aliviado de que no hubiera un malentendido... por ahora.
—Sí, fui yo... —agregué, intentando parecer más tranquilo.
Mia esbozó una leve sonrisa, pero antes de que pudiera avanzar, me detuvo con una mano en el hombro. Su agarre era firme, y de inmediato me tensé.
—Escucha bien —dijo, su voz se tornó grave, casi amenazante—. Está en el cuarto 123 BC. Pero antes de que te vayas... me llamo Mia, soy su hermana.
Su mirada se clavó en la mía, y por un segundo me sentí como si me estuvieran juzgando.
—Si le dices a Naomi que me viste por aquí, te juro que te asesino. ¿Ok?
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Su tono era frío, pero había algo en sus ojos que me decía que no estaba bromeando.
—O-ok... no le diré nada —respondí, casi tartamudeando.
Mia me soltó, pero su mirada seguía pesándome. No me moví de inmediato, como si mis piernas se hubieran congelado en el lugar.
—Bien. Ahora, una cosa más —dijo, suavizando un poco su expresión—. Si estás aquí para ayudar a Naomi, más te vale no empeorar las cosas. Ha pasado por suficiente, y no necesita a nadie más que venga a complicarle la vida. ¿Me entiendes? —
Tragué saliva, asintiendo con rapidez.
—Lo entiendo. Solo quiero verla, asegurarme de que está bien —dije, esperando que eso fuera suficiente.
Mia cruzó los brazos, aún evaluándome.
—Está bien. Te voy a dejar pasar, pero no me hagas arrepentirme de esto. Si veo que sales de ese cuarto y Naomi está peor... —dejó la amenaza colgando en el aire, pero no necesitaba terminarla. Su presencia ya lo decía todo.
—No haré nada malo, lo prometo —añadí, tratando de sonar convincente.
Mia me miró un momento más, antes de finalmente darme una ligera palmada en el hombro.
—Ve. Pero recuerda lo que te dije —recalcó.
Asentí una vez más, casi deseando salir corriendo, pero mantuve la calma. Me dirigí hacia el cuarto 123 BC, mientras las palabras de Mia resonaban en mi cabeza. La presión no podía ser mayor.
Entré al cuarto de Naomi después de tocar suavemente en la puerta. Al verla, me alivió que se veía mucho mejor que la última vez. Aunque seguía convaleciente, había algo de color en su rostro y sus ojos ya no reflejaban tanto cansancio.
—Hey, Anon. ¿Qué haces aquí? —me preguntó, sonriendo con sorpresa.
—Vine a ver cómo estabas —le respondí, tratando de sonar relajado—. Y te traje un regalo. Es de mi parte... y también de Rosa y Stella.
Le tendí el ramo de rosas y vi cómo sus ojos se iluminaban al recibirlo. Ella acarició los pétalos con delicadeza, sonriendo de una manera que no le había visto en mucho tiempo.
—Gracias, son preciosas —comentó, dejando escapar una suave risa.
Nos sentamos y charlamos un poco. Le puse al día sobre lo que había pasado en la escuela, las cosas triviales que habían sucedido durante su ausencia. Parecía más relajada mientras hablábamos, como si por un momento pudiera olvidarse de sus preocupaciones.
Un rato después, el silencio entre nosotros se hizo un poco más denso, como si algo no dicho flotara en el aire. Finalmente, respiré hondo y rompí el hielo.
—Oye, Naomi... sé que nuestra relación es complicada —dije, eligiendo cada palabra con cuidado—, pero... ¿quisieras salir conmigo el sábado? Solo una salida tranquila, nada serio. Creo que necesitas un respiro, y, bueno... quiero ayudarte. Me siento mal... siento que en parte es culpa mía que estés así.
Naomi me miró por un momento, su expresión era difícil de leer. Luego, una sonrisa algo irónica se dibujó en su rostro.
—Sí, la tienes —dijo con un toque de sinceridad—. Pero no es por lo que piensas.
Mi corazón se detuvo un segundo, mientras esperaba que continuara.
—Claro, me encantaría salir. De verdad necesito un respiro, tal como dices. Hoy me dan de alta, y me vendría bien distraerme un poco... —suspiró, y la sonrisa se desvaneció de su rostro, dejando tras de sí una tristeza que no podía ocultar.
—Oye, me preocupas —dije suavemente—. ¿Qué tienes?
Ella apartó la mirada, fijándose en la ventana con una expresión distante.
—Problemas familiares... —susurró, como si no quisiera decirlo en voz alta. Hubo una pausa tensa antes de que continuara—. Mis padres se fueron apenas supieron que no era nada grave. Ni siquiera se quedaron un rato para hablar conmigo. Y mi hermana...
Recordé lo que Mia me había dicho en la recepción.
—¿Tienes problemas con ella? —pregunté, sabiendo ya la respuesta, pero queriendo escucharla de Naomi.
Ella asintió, su mirada se endureció, y se dejó caer un poco en la cama como si las palabras le pesaran.
—Muchos, de hecho. Mia siempre me trató mal, como si me odiara. Desde pequeña me hacía sentir inferior... y no fue solo eso. Llegó a hacerme bullying en la escuela, ¿puedes creerlo? Mi propia hermana.
Me quedé en silencio, escuchando mientras ella continuaba. Era difícil imaginar que alguien de su propia familia pudiera hacerle eso.
—Por suerte —agregó, con una amargura que no intentó ocultar—, no la he visto en toda la semana, y eso que regreso de arrimada después de que la expulsaran de ST Hamonds, pero cada vez que lo pienso... me duele. Me pregunto qué hice para que me odie tanto.
Hubo un silencio incómodo después de eso, y sentí la necesidad de decir algo que pudiera reconfortarla.
—Naomi, lo siento... —dije en voz baja—. Nadie debería pasar por eso, mucho menos con alguien de su propia familia. Pero no estás sola, ¿sabes? Estoy aquí para ti... y aunque nuestra relación sea complicada, no quiero que pienses que no me importas. De verdad quiero ayudarte a salir adelante, no quiero que sigas sufriendo sola.
Ella me miró, sus ojos mostraban un destello de vulnerabilidad que pocas veces dejaba ver.
—Gracias, Anon... —dijo con una sonrisa triste—. No sé qué hubiera hecho si no hubieras estado aquí para ayudarme el martes. Y aunque no lo creas, aprecio mucho que me hayas traído esas flores, y que me estés dando un poco de esperanza ahora mismo.
Lo que Naomi me había contado sobre Mia contradecía totalmente lo que había visto cuando llegué.
Mia parecía estar genuinamente preocupada por ella, pero... no era mi asunto. No quería entrometerme más en ese lío familiar. Me levanté lentamente de la silla y le hablé con un tono suave, intentando ocultar mi preocupación.
—Te recomiendo que no asistas el viernes —dije, mirándola a los ojos—. Descansa, por favor. La escuela necesita a su presidenta sana... y yo también.
Naomi esbozó una pequeña sonrisa ante mi intento de ser protector, pero el cansancio aún se reflejaba en su rostro.
—Voy a ir a recogerte a las 12 el sábado, ¿cuál es tu dirección?
Ella suspiró, como si pensara en lo que le esperaba, y luego tomó un pequeño bloc de notas que tenía en la mesita de al lado. Sin decir una palabra, anotó su dirección y me la entregó. Mientras lo hacía, sus dedos rozaron los míos, y sentí la tensión que flotaba en el aire entre ambos.
—Nos vemos, Naomi... —dije, mientras guardaba el papel en mi bolsillo.
Sin pensarlo demasiado, me acerqué a ella. Lo que hice después fue algo que jamás me habría imaginado hacer antes, pero todo lo que había ocurrido en los últimos días, verla tan vulnerable, tan triste... me hizo reunir el valor que no sabía que tenía. Inclinándome suavemente, le di un beso en la frente, tratando de transmitirle algo de calma.
—Descansa —susurré, intentando que mi voz no temblara.
No pude ver la expresión de su rostro después de eso, pero lo que sí escuché fue el suave sonido de su cola golpeando el suelo. Ese sonido tan característico que Naomi hacía cuando estaba nerviosa o sorprendida. Un pequeño ruido que, en ese momento, me hizo sonreír, aunque no lo pudiera ver.
Mientras caminaba por el pasillo, vi de nuevo a Mia. Ella me observaba desde la distancia, y esta vez, en lugar de su mirada severa, me regaló una sonrisa extrañamente tranquila.
No estaba seguro de lo que significaba, pero decidí no pensar demasiado en ello. Simplemente le devolví un asentimiento y continué mi camino sin mirar atrás.
---
Al día siguiente, comencé a planear qué hacer para Naomi. La sensación de culpa seguía persiguiéndome, y esperaba que este pequeño gesto pudiera aliviarla, aunque fuera solo un poco. Sabía que no estaba siendo un santo con esto; no lo hacía por simple bondad, sino por la culpa que me carcomía.
Hubiera preferido evitar la situación por completo, pero a veces las cosas simplemente eran como eran.
Le pregunté a Naser si Naomi tenía algún amigo que no estuviera relacionado con él. Su respuesta fue desoladora: Naomi no tenía amigos.
Y yo que pensaba que mi vida era patética... Ahora todo tenía mucho más sentido. Esa soledad explicaba parte del por qué de su comportamiento y de lo mucho que había sufrido.
----
Finalmente, llegó el día de la cita. Fui a recogerla, vestido con mi mejor chaqueta verde. Aunque, para ser honesto, no se veía muy diferente de las otras chaquetas que tenía.
Cuando llegué a su casa, me di cuenta de lo diferente que era su estilo de vida comparado con el mío.
La casa era enorme, elegante, algo que gritaba "clase alta". La diferencia de clases se notaba con solo estar ahí, parado frente a esa imponente fachada.
Con un nudo en la garganta, la llamé por celular y esperé. Cinco minutos después, Naomi salió por la puerta principal.
Llevaba una camisa negra con bordes dorados, de estilo chino, y unos jeans de mezclilla normales. Me sorprendió lo simples que eran, sin estar rasgados o gastados como los que solían usar la mayoría.
Quizás era una tontería, pero me pareció raro. Pensé que el estilo desgastado era el estándar, tal vez es que realmente necesito salir más.
—Hola, Naomi. Te ves muy bien —dije, tratando de sonar relajado—. ¿Cómo sigues de salud?
Ella me miró con una expresión neutral, los brazos cruzados sobre el pecho.
—Solo fue agotamiento. Todo el mundo exageró demasiado, una simple siesta hubiera sido suficiente —respondió, algo molesta.
Suspiré, sintiendo la tensión en el aire. No quería presionarla más con el tema de su salud, así que cambié de tema rápidamente.
—Bueno, entonces dejémoslo así. Cambiemos de tema —le dije—. A ver, ¿a dónde te gustaría ir? Reservé en un restaurante para las 3, pero tenemos cuatro horas antes de eso. Es tu día, Naomi. Solo dime lo que te apetece hacer.
Naomi bajó la mirada, pensativa. Por un momento, parecía que no sabía qué responder. Finalmente, dijo en voz baja:
—Quizás... podríamos ir a ver una película.
Asentí de inmediato, tratando de animarla un poco.
—Perfecto. El cine está un poco lejos, así que podemos ir en autobús —dije, pensando en la mejor opción para desplazarnos.
Pero entonces, Naomi me miró, arqueando una ceja como si no pudiera creer lo que había dicho.
—¿Y si mejor vamos en mi auto? —preguntó, con un toque de incredulidad en la voz.
Parpadeé, algo sorprendido. Claro, tenía sentido que tuviera auto. ¿Cómo no lo había pensado antes? Pero aun así...
—¿Tienes auto? —pregunté, casi sintiéndome estúpido por hacerlo.
Naomi suspiró, claramente exasperada.
—Sí, Anon, tengo auto. No lo usaba porque Naser solía recogerme en todos lados, pero está por aquí... —dijo, señalando hacia el lado de la casa donde estaba aparcado.
Me quedé en silencio unos segundos antes de asentir.
Por supuesto que tenía auto. Era lógico, considerando su estilo de vida.
Me pregunté cuántas cosas más no sabía sobre ella, cuántos detalles había pasado por alto al asumir cosas.
—Bueno, entonces vayamos en tu auto —dije finalmente, con una sonrisa incómoda—. Seguro será más cómodo que el autobús.
Naomi me lanzó una última mirada, como si evaluara mi reacción, y luego asintió, caminando hacia su coche con pasos decididos.
El auto que Naomi conducía era un Beetle, pequeño pero elegante, de un suave color melocotón. Cuando llegué, lo había visto estacionado afuera de la casa, pero en ese momento no le presté demasiada atención.
Ahora que me encontraba dentro, tenía sentido que un auto así encajaria perfectamente con ella.
—Te gusta mucho ese color, ¿verdad? —le pregunté, notando cómo los tonos del auto resaltaban en contraste con bueno ella misma.
Naomi esbozó una pequeña sonrisa, algo rara en ella, pero que le iluminaba el rostro.
—Es el mejor color de todos. Es obvio —respondió con una leve diversión en su tono.
No pude evitar sonreír ante su comentario.
—Yo diría que el verde, pero bueno, cada quien sus gustos supongo. Igual, es un bonito color.
Ese intercambio ligero pareció relajarla un poco más. Naomi sonrió un poco más ampliamente, y luego puso en marcha el auto, sus manos firmes en el volante mientras el motor arrancaba suavemente.
Condujimos en silencio por unos minutos hasta que decidí romper el hielo, recordando lo que quería para ese día.
—Naomi, hoy solo quiero que nos relajemos, ¿ok? Nada de hablar sobre la escuela, ni problemas personales. Vamos a disfrutar del día, sin preocupaciones, solo nosotros. ¿Qué te parece? —intenté que mi tono fuera lo más relajado posible, buscando aliviar cualquier tensión entre nosotros.
Ella frenó en una señal de alto, mirándome de reojo mientras procesaba lo que acababa de decir.
—¿Ok? —respondió, algo insegura—. Aunque no tengo muchos temas de conversación fuera de eso... en mis citas con Naser solo hablábamos de la escuela... y de Fang.
Sentí un nudo en el estómago al escucharla.
¿Eso era lo que ella consideraba una cita? Era casi triste pensar en lo limitada que parecía haber sido su vida social y eso que soy yo... Anon.
—Dios, eso suena deprimente —dije, sin filtro, pero tratando de no sonar condescendiente—. ¿Entonces realmente había alguna diferencia entre esas citas y una charla cualquiera durante el almuerzo en la escuela? No soy un experto en citas, de hecho... creo que esta es mi primera cita oficial. Pero hasta yo sé que las citas son para desconectarse del mundo, para que ambos se diviertan y se olviden del resto.
Mis palabras parecieron calar profundo. Vi cómo su expresión cambiaba ligeramente, sintiéndose un poco miserable por lo primero que había dicho, sus ojos reflejando algo de tristeza.
Pero cuando escuchó la parte sobre que esta era mi primera cita, su rostro adoptó una expresión de sorpresa. Se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando lo que acababa de oír.
Noté que sus mejillas se sonrojaban ligeramente, algo que no había visto en ella antes.
—¿Es tu primera cita? —preguntó, mirándome con algo más de interés.
Suspiré, sintiéndome un poco avergonzado y vulnerable al confesarlo.
—Sí... técnicamente he tenido otras, pero ninguna oficial o formal, o al menos, nada que se sienta así —respondí con sinceridad, encogiéndome de hombros.
Naomi sonrió un poco más, y pude notar cómo se acomodaba los lentes con una mano, un gesto nervioso que me pareció curioso.
Luego, sin decir nada más, volvió a poner el auto en marcha. El ambiente en el coche era más ligero, casi cómodo, aunque sabía que aún quedaban muchos sentimientos sin resolver entre nosotros. Pero, por el momento, prefería disfrutar de esta pequeña tregua, este respiro del caos habitual.
Llegamos al estacionamiento del cine, y noté que Naomi parecía más animada mientras miraba la cartelera con atención. Sus ojos recorrían los títulos, claramente emocionada por la idea de poder elegir por sí misma.
—Yo pagaré todo —le dije con una sonrisa mientras comenzábamos a caminar hacia la entrada—. ¿Quieres palomitas o algo más?
Ella me miró con algo de desdén, como si lo que acababa de decir no fuera lo que esperaba escuchar.
—¿En serio, Anon? —preguntó, arqueando una ceja—. Pensé que yo pagaría todo, digo, sin ofender, pero sé que vives en SkinRaw y tienes algunos problemas económicos. Me sentiría mal si no pago yo.
Me llevé una mano a la frente, suspirando. Sabía que tenía razón, pero esto no era solo cuestión de dinero.
—Mira, Naomi, yo voy a pagar. No importan mis problemas económicos. Es una cuestión de orgullo. Quiero hacerlo yo, déjame pagarlo, y ya después veré cómo llego a fin de mes... ¿ok? No te preocupes por eso.
Naomi me miró con una mezcla de sorpresa y comprensión. Lentamente, puso su mano en el pecho, como si estuviera recordando algo que le tocaba más de lo que quería admitir, y luego suspiró, derrotada.
—Ok... te daré el gusto, Anon. Conozco bien lo que es tener el orgullo herido —dijo con una sonrisa triste.
Dios, creo que acababa de tocar una fibra sensible.
Me pregunté qué más había detrás de esa capa de fortaleza que mostraba al mundo. Decidí no presionar y cambié el tema rápidamente.
—¿Qué película te gustaría ver? —le pregunté, sonriendo para aliviar la tensión.
Naomi se sorprendió ante la pregunta, como si no estuviera acostumbrada a tener la oportunidad de elegir.
—Casi siempre veía las películas que Naser quería ver... él siempre las elegía.
Me costaba no hacer una mueca al escuchar su nombre. Naser, una vez más, demostrando lo poco que había valorado a Naomi en su relación. Era frustrante, pero no me sorprendía.
—Naomi, por favor, elige tú esta vez. Lo que realmente te apetezca ver —le dije, con suavidad—. No te preocupes por lo que yo quiera. No intentes adivinar mis gustos. Por ejemplo... —dije señalando un póster—. "Chimpancés alienígenas zombis lovecraftianos contra gorilas mechas espaciales V". Obviamente, quiero ver esa basura, pero no, hoy veremos algo que tú quieras.
Naomi soltó una risa inesperada, ligera pero auténtica.
—En cuanto vi ese póster, supe que era algo que querrías ver, no hace falta ser un genio para deducirlo.
Era bueno escucharla reír. Era una pequeña victoria, una señal de que el muro que había levantado estaba bajando, al menos un poco.
Naomi volvió a mirar la cartelera, con algo de nostalgia en los ojos.
—Las películas que siempre veíamos eran parodias románticas, o esas películas pretenciosas que parecen hechas para críticos —dijo con un suspiro—. Supongo que él pensaba que me gustaban.
Fruncí el ceño.
—¿Y se equivocaba? —le pregunté, curioso.
Ella negó con la cabeza.
—No del todo. Algunas de esas películas eran buenas, interesantes. Pero muchas eran demasiado aburridas, aunque fingía que me gustaban. Quiero decir, sus mensajes eran un desastre. Tenían esa pretensión de ser profundas, pero la mayoría no tenían nada que ver conmigo.
—Debe haber sido agotador fingir todo el tiempo —dije, en un tono suave pero comprensivo.
Naomi me miró, sorprendida de que lo hubiera comprendido tan rápido.
—Sí, lo era... —admitió en voz baja, como si nunca hubiera tenido a nadie con quien compartir ese sentimiento.
Me rasqué la cabeza, algo pensativo.
—Que ganen un Oscar no significa que sean las mejores, ya sabes...
Naomi asintió, compartiendo mi punto de vista.
—Concuerdo con eso... Aunque, debo admitir, esa película de los chimpancés alienígenas suena bastante entretenida.
Me giré hacia ella, casi en shock.
—¿Qué? ¿En serio? —pregunté, incrédulo.
Naomi me lanzó una sonrisa cómplice, levantando una ceja de manera juguetona.
—¿Y si la película que quiero ver es precisamente la que tú quieres ver? ¿Eso rompería las reglas de nuestra cita?
Era de esperarse de la chica más lista de la escuela. Siempre encontrando la manera de darle un giro inesperado a las cosas.
—Técnicamente... no —admití, encogiéndome de hombros.
Ella sonrió con más confianza.
—Entonces, veamos esa. Tengo curiosidad y, por un día, quiero salir de mi zona de confort. Como tú dices, Anon, hoy se trata de disfrutar, de relajarnos, sin complicaciones. Solo apaguemos el cerebro, ¿ok?
Solté una pequeña risa.
—Definitivamente, se nota que la película será malísima... Y, para ser honesto, eso es exactamente por lo que quería verla. Mira, sé que eres de las que analiza todo hasta el último detalle, pero para disfrutar de estas películas, tienes que verlas desde otro ángulo: lo malas que son, es lo que las hace geniales. ¿Alguna vez has visto algo así?
Naomi frunció el ceño ligeramente, confundida.
—A decir verdad, no. Siempre he visto películas serias o parodias muy conscientes de sí mismas. Pero lo que dices suena interesante... Será algo que los dos podríamos disfrutar, ¿no? Eres bueno para este tipo de cosas, Anon. Para encontrar lo divertido en lo que parece absurdo.
Me rasqué la cabeza, intentando restarle importancia a su cumplido.
—Bueno, siempre y cuando sean temas irrelevantes, nadie me gana... —dije con una sonrisa.
Naomi asintió, dejando escapar una pequeña risa mientras me miraba de reojo.
—Y no lo dudes. Eres un experto en irrelevancias —respondió en tono burlón, pero con cariño.
De repente, sentí su mano tomando mi brazo. Fue un gesto natural, sin pensarlo mucho, pero lleno de significado.
Naomi no era de las que solía mostrarse afectuosa, en todo el rato que la veía con Naser nunca vi que lo tomara del brazo, lo que hacía ese contacto mucho más especial. Sentí una especie de calor en el pecho, algo extraño, pero agradable.
Caminamos juntos hacia la fuente de sodas, donde compramos un gran combo de palomitas y bebidas. Ambos estábamos listos para adentrarnos en lo que seguramente sería una montaña rusa de ridículos efectos especiales y un guion absolutamente predecible.
Pero eso no importaba. Estábamos ahí para disfrutar, para dejar de lado las complicaciones.
Cuando entramos en la sala de cine, me di cuenta de que estaba prácticamente vacía.
Apenas había un par de personas dispersas en las filas más cercanas a la pantalla. No era de extrañar; no todos tienen ese gusto irónico por las películas absurdas, supongo. Pero eso lo hacía
aún mejor. La sala casi vacía le daba un toque más íntimo a la situación, como si fuera nuestro pequeño refugio para disfrutar del desastre cinematográfico que habíamos elegido.
—Bueno, parece que tendremos la sala para nosotros solos —dije, sonriendo.
Naomi se acomodó en su asiento, con una sonrisa que revelaba cierta emoción contenida.
—Es lo que necesitamos hoy. Algo solo para nosotros. Sin distracciones. —
Que Lista me la regreso con estilo.
---
Ella algo sorprendida cuando no sentamos dijo calmada y estirándose.
—Es la primera vez que veo un cine tan desierto... Literalmente somos los únicos aquí, sin contar al drogadicto del fondo a la derecha o el sujeto llorando del fondo de la izquierda—
Asentí, tomando asiento a mi lado con una ligera sonrisa.
—Esa es la magia de las películas malas o fracasadas. Muchas parejas aprovechan estas salas vacías para... bueno, ya sabes... Imagino que tú y Naser...
Antes de terminar la frase, Naomi soltó una carcajada exagerada, casi sorprendida por su propio humor.
—Le insistí algunas veces, pero siempre se echaba para atrás. No tenía el más mínimo sentido de la aventura.
Qué mierda de novio, pensé. Pero al parecer ella lo escucho.
—Eso no te lo discuto —respondió ella con una sonrisa, mientras ella tomaba algunas palomitas.
—¿Lo dije en voz alta? —pregunté, un poco avergonzado.
Ella asintió, riéndose de nuevo.
—Es un mal hábito tuyo, Anon.
Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia.
—Me ha ayudado y perjudicado por igual, supongo. A veces es mejor ser honesto... aunque sea sin querer.
La película comenzó, y no pasó mucho tiempo antes de que los chistes malísimos y los efectos especiales ridículamente exagerados hicieran su trabajo. Para mi sorpresa, Naomi no solo sonreía, sino que reía a carcajadas genuinas. No era una risa irónica, de esas que uno suelta para burlarse de lo mala que es una película. No, ella realmente lo estaba disfrutando.
—¿En serio? —susurré, apenas conteniendo mi propia risa.
Naomi apenas podía hablar entre risas.
—¡Es que... es tan absurdo! Los diálogos son tan obvios, pero no puedo evitarlo... me hacen reír de verdad.
Sonreí al verla disfrutar tanto. Había algo reconfortante en su risa, como si todas las tensiones de los días pasados desaparecieran por un momento.
Al parecer, su sentido del humor era mucho más simple de lo que había imaginado. Eso no me molestaba en absoluto, al contrario, me gustaba ver ese lado menos serio de Naomi. Era refrescante verla divertirse sin las preocupaciones habituales.
A los 30 minutos, Naomi ya casi no podía respirar de tanto reírse.
—¡Que paren, Anon, que paren! —decía entre risas descontroladas— ¡El perro pegamento casi me mata, por dios! Jajajaja.
No voy a mentir, verla así me hizo sentir bien, como si algo en esta cita estuviera funcionando de verdad. La película era un desastre, pero su risa genuina me hacía olvidar lo malísima que era.
Cuando llegó la escena final, con el típico momento post-créditos donde aparecían los "camarones espíritus malditos" y el clásico "Continuará...", no pude evitar suspirar.
—Qué bodrio... —murmuré para mí mismo—. Los chicos de 4Chan tenían razón, es tan mala que es buena.
Naomi todavía se estaba recuperando, soltando pequeñas carcajadas mientras salíamos de la sala. Era evidente que el humor blanco y absurdo le encantaba.
Ya sabía qué tipo de películas llevarla a ver la próxima vez. Y sí, ¡pensé en una próxima! Honestamente, no creí que llegaría a pensar eso tan pronto, pero lo cierto es que me estaba divirtiendo más de lo que había imaginado.
Al salir del cine, ella aún tenía los ojos brillando.
—¡Necesito ver las otras cuatro! —dijo emocionada—.
Me rasque la cabeza —Si quieres, podemos verlas otro día. Seguro las encuentro fácil o, si tienes Dinoflix, ahí están todas... podríamos verlas juntos en otra ocasión.
—Me encantaría...Naomi se rió de nuevo y me miró con esa expresión de pura felicidad que pocas veces había visto en ella.
—Si me da un ataque de risa, será tu culpa, Anon. —Se apoyó en mi hombro de manera juguetona—. Oh, hay una feria cerca. ¡Quiero ir!
Su entusiasmo era contagioso.
—A sus órdenes, my lady —respondí, haciendo una reverencia exagerada.
Mientras caminábamos hacia la feria, ella continuaba sosteniéndose de mi brazo, más relajada que nunca. Aunque sabía que esta cita no era convencional, algo en esa espontaneidad y ligereza hacía que todo fuera perfecto.
Al llegar, las luces de la feria iluminaban todo a nuestro alrededor. El ambiente era bullicioso, pero también acogedor, con el olor de las golosinas en el aire y los gritos emocionados de la gente en las atracciones.
—¿Qué quieres hacer primero? —pregunté, mirándola. Esta vez, era completamente su elección.
Naomi me arrastró con entusiasmo hacia la feria, casi sin darme tiempo a reaccionar. Las luces de colores iluminaban el cielo y el bullicio del lugar hacía que todo pareciera un poco surrealista. Pasamos un par de horas dando vueltas en diferentes juegos y atracciones.
A veces se veía seria, como si estuviera analizando cada detalle del lugar, pero luego, de la nada, se soltaba a reír con una frescura que hacía que yo también me relajara.
La vi disfrutar de cada momento, como si esa feria fuera una especie de escape de todo lo demás.
Llegamos a una de esas clásicas casetas donde tienes que lanzar pelotas para derribar botellas. No pude resistirme. Entre los premios, vi un peluche de Neptunia-chan, y lo quise desde el primer segundo. Siempre había sido fan de esos personajes, así que me concentré. Después de unos cuantos lanzamientos fallidos, finalmente logré derribar todas las botellas.
—¡Ahí está! —dije con una sonrisa triunfal, señalando el peluche.
Naomi, con una mezcla de sorpresa y emoción, me miró mientras el encargado del puesto me entregaba el premio.
—¡Wow, no pensé que fueras tan bueno en esto! —exclamó, con los ojos brillando de admiración.
Yo quería ese peluche para mí, pero antes de que pudiera decir algo, ella lo tomó entre sus manos con una sonrisa adorable. La forma en la que lo abrazó, con esos ojos llenos de felicidad, me dejó sin palabras. Lo había interpretado como si yo lo hubiera ganado para ella.
—¡Es tan lindo! ¡Gracias, Anon! —dijo, mirándome con una expresión que hacía imposible corregirla.
—Eh... de nada, supongo... —murmuré, sintiendo una ligera punzada de derrota interna, pero también algo cálido al verla tan contenta.
Mientras caminábamos, ella seguía abrazando el peluche con una sonrisa, y aunque originalmente lo quería para mí, verla así hizo que no me importara tanto. Al final, había valido la pena.
—Eres todo un caballero, Anon —bromeó, dándome un leve empujón en el hombro.
—lo sé Naomi —mentí de la manera más convincente posible, intentando recuperar algo de mi orgullo.
—Claro, claro... —rió, claramente no creyéndome ni por un segundo.
El resto del tiempo en la feria fue igual de divertido. Nos subimos a la rueda de la fortuna, compartimos un algodón de azúcar, y la tarde fue pasando sin que realmente me diera cuenta. Naomi se veía mucho más relajada, incluso alegre, y yo también me sentía diferente.
Aunque la cita había empezado como una especie de disculpa por todo lo que había pasado entre nosotros, ahora parecía que ambos nos estábamos divirtiendo de verdad, sin ningún tipo de presión.
Al final de la salida en la feria, mientras la acompañaba de vuelta a su auto, ambos estábamos un poco cansados, pero en el buen sentido. Naomi seguía abrazando el peluche con una sonrisa de satisfacción.
La cena era el plato fuerte de la cita, y hasta ahora todo había ido sorprendentemente bien. Al llegar al restaurante familiar, noté cómo los ojos de Naomi brillaban con una mezcla de curiosidad y satisfacción. Entramos sin decir mucho, y después de verificar mi reserva, nos condujeron a una mesa en un rincón tranquilo, lo cual me pareció perfecto para mantener el ambiente relajado que habíamos logrado durante todo el día.
Naomi se veía muy feliz, mucho más de lo que la había visto en todo este tiempo. Y antes de que pudiera pensar en algo para romper el silencio, ella habló con una sonrisa genuina.
—Esta es la mejor cita que he tenido en mi vida... la más genuina.
Ella tomo mi mano con las suyas.
La honestidad en sus palabras me desarmó un poco. Casi me sentí culpable, porque al principio, todo esto había sido impulsado por mi necesidad de aliviar la culpa que cargaba.
Pero ahora, escuchándola, me daba cuenta de que algo más se estaba formando entre nosotros.
—¿Alguna vez saliste con alguien más, aparte de Naser? —pregunté, tratando de mantener un tono casual, pero sin poder ocultar del todo mi curiosidad.
Naomi negó con la cabeza, y su rostro cambió a uno más sombrío, dejando caer una sombra de amargura en su expresión.
—No, solo con Naser... fue mi primer novio. Mis padres son muy selectivos con quién me dejan salir, y Naser fue el primero en pasar el filtro...—
Sentí una especie de alivio momentáneo al saber que no había más "exs" de los que preocuparme, pero ese alivio rápidamente se transformó en algo amargo me molestaba tanto pensar en eso, pero allí estaba, esa palabra flitro...
Antes de que pudiera decir algo, un mesero me hizo una señal para que me acercara.
—Dame un momento ya vuelvo— solté sus manos y me dirigí al empleado
Lo había olvidado, pero había planeado algo especial para esta parte de la cita, un pequeño detalle para sorprender a Naomi.
—Señor Mous, todo está listo. Solo díganos cuándo. —asintió el mesero con una ligera sonrisa.
—Gracias, denme un momento —respondí, aunque ahora que había llegado el momento, me sentía un poco nervioso.
Volví a mi asiento, tratando de no parecer demasiado tenso. Naomi me observaba con una expresión curiosa, claramente notando que algo estaba pasando.
—¿Todo bien? —preguntó, inclinando ligeramente la cabeza.
—Sí, todo bien... solo estaba pensando en algo —respondí, intentando sonar casual, pero ella seguía mirándome con esos ojos inquisitivos que hacían difícil ocultar cualquier cosa.
Tenía que encontrar la manera correcta de abordar lo que venía a continuación. La noche estaba yendo increíblemente bien, y no quería estropearlo con un gesto que pudiera sentirse fuera de lugar o presionarla.
Respiré hondo y sonreí, intentando calmar mi mente. Sabía que, si seguíamos como hasta ahora, todo saldría bien.
Otro mesero le susurro algo al oído y Anon asintió, levantándose de nuevo dejando a Naomi confundida.
Narrador
Naomi no esperaba nada de aquel día. Para ella, los cumpleaños siempre habían sido una fecha insignificante, un día más que sus padres consideraban irrelevante, una mera formalidad sin necesidad de celebración. Había aprendido a no esperar nada y, con el tiempo, dejó de anhelar lo que veía en las vidas de otras personas: las fiestas, los pasteles, la emoción. En secreto, siempre había envidiado a la gente común, aunque le costara admitirlo.
Mientras esos pensamientos revoloteaban en su mente, una voz interrumpió sus reflexiones.
—Feliz cumpleaños a ti... —cantó Anon con una sonrisa en los labios, sosteniendo un pastel de color naranja.
Naomi parpadeó, desconcertada, observando cómo varios empleados del restaurante se unían al coro improvisado, rodeándola con sonrisas cómplices.
—Feliz cumpleaños, Naomi... Feliz cumpleaños a ti... —finalizaron, mientras uno de ellos lanzaba confeti al aire.
El ambiente festivo contrastaba completamente con el vacío que Naomi siempre había sentido en sus cumpleaños. Por un segundo, no supo cómo reaccionar.
Observó el pastel que Anon le había traído, uno sencillo, con betún probablemente barato, algo que jamás hubiese tocado en su vida de lujos y perfección.
El mensaje "Feliz cumpleaños, Naomi" escrito torpemente sobre el pastel parecía destacar más que cualquier otro regalo que hubiera recibido jamás.
Y fue en ese momento que se rompió. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, primero en silencio, luego en un llanto profundo que sorprendió a todos los presentes.
El grupo de empleados que antes la rodeaba se quedó perplejo, sin saber si debían retirarse o permanecer allí. El más viejo de ellos se acercó a Anon y le susurró:
—Chico, creo que acabas de hacerle el día a tu novia—
Anon, aún con la mirada fija en Naomi, estaba desconcertado. Nunca había esperado que su pequeño gesto pudiera desencadenar algo tan intenso. Se inclinó hacia ella, preocupado.
—Naomi, ¿estás bien? —preguntó en voz baja, sin querer forzarla a hablar.
Naomi levantó una mano, deteniéndolo con un gesto firme.
—Solo cállate, Anon... No lo arruines... —dijo entre lágrimas, con la voz temblorosa pero firme. Respiró hondo, tratando de contener el mar de emociones que había desatado—. Dame un momento, por favor... lo estoy procesando.
Anon permaneció en silencio, dándole su espacio, mientras Naomi se sumergía en sus pensamientos. Jamás en su vida alguien le había hecho sentir algo tan real, tan lindo, tan genuino.
Ese pastel sencillo, esa canción desafinada, ese confeti barato... todo era perfecto, porque por primera vez en su vida, sentía que alguien realmente la veía, que le importaba a alguien más allá de las expectativas de sus padres, de su posición, de lo que debía ser.
Aquella sensación, por más abrumadora que fuera, era una que jamás había experimentado. No era tristeza, ni incomodidad... era felicidad. Una felicidad pura y tan sincera que apenas podía contenerse.
De regreso con Anon...
Después de todo lo sucedido, me acerqué al grupo de meseros y les di una gran propina, a pesar de que eso dejó mi billetera casi vacía. Me quedé en silencio por un momento, observando a Naomi mientras ella, aún con los ojos ligeramente hinchados por las lágrimas, le tomaba fotos al pastel. Capturó cada detalle: una foto del pastel solo, otra de ella junto al pastel, y una última de ambos, con su rostro sonriendo sinceramente.
Naomi suspiró mientras miraba el pastel.
—Quisiera congelarlo y que me durara para siempre... pero es estúpido y arruinaría por completo su propósito. —
Solté una risa ligera y bromeé:
—¿Quieres el paquete completo de cumpleaños —
Me acerqué lentamente, poniendo una mano sobre su cabeza. Ella se tensó de inmediato, sus ojos se abrieron como platos y tragó saliva, sorprendida.
—Sí... siempre qui...
Antes de que pudiera terminar su frase, la estrellé brutalmente contra el pastel, hundiendo su rostro en él sin ningún tipo de piedad.
El restaurante entero se quedó en silencio por unos segundos, los clientes y meseros observaban, incrédulos.
Pero lo que realmente los dejó boquiabiertos fue la explosión de risa que vino después. Naomi, con la cara completamente cubierta de pastel, se reía a carcajadas, incapaz de contenerse. Fue un sonido puro, genuino.
Saqué mi teléfono y le tomé algunas fotos con la cara llena de betún, su sonrisa iluminada por el momento.
—Voy a necesitar estas para el recuerdo, —dije riendo mientras le pasaba varias servilletas.
Le limpié el rostro con cuidado, quitando los restos de pastel de su cabello y su cara.
Varios comensales no pudieron evitar soltar un "ooooh" por lo tierno del momento. Había algo en la escena que parecía salir de una película romántica... pero esta era mucho más real.
Naomi, ya sin pastel en la cara, comenzó a comer lo que quedaba en su plato.
—¿Cómo supiste que el melocotón era mi favorito? —preguntó mientras mordía un pedazo del pastel.
—Le pregunté a Naser, —respondí.
Ella sonrió suavemente, con una mezcla de nostalgia y amargura.
—Al menos sabía algo verdadero sobre mí... —dijo mientras su expresión cambiaba a una más tranquila.
Nos comimos lo que quedaba del pastel. Sabía a cualquier otro pastel de cumpleaños, pero para Naomi, este era diferente.
—El mejor pastel que he comido en mi vida... —dijo, sonriendo, mientras miraba el plato vacío—. Algún día...
Le devolví la sonrisa.
—Si las cosas salen bien... tal vez el próximo año, —dije, sintiendo que la conexión entre nosotros se fortalecía.
Naomi se sonrojó al escuchar mis palabras, y, jugando nerviosamente con su cabello, respondió:
—Claro...
Ella se sentó a mi lado y se acorruco conmigo un momento... creo que me excedí con mis buenas acciones con ella, pero ya es tarde... me pregunto qué camino debería de seguir desde aquí... obviamente tengo que decirle lo de Misty, Stella y Rosa...
Salimos dl restaurant, ella sigue completamente pegada a mi mientras nos acercábamos a su auto y al final de la cita —No me quiero separar de ti hoy Anon. —
ok eso significas dos cosas hoy...
—Y esta oscureciendo, dije mientras veía el sol ya casi iinexistente.
Ella sin dejar de abrazarme dijo— No quiero que esta cita termine Anon... es el mejor día de mi vida, jamás me sentí tan apreciada, no sabes lo que esta pequeña fiesta de cumpleaños significo para mi... se lo que piensas que solo fue un pequeño gesto para subirme los ánimos... pero no lo es, Anon sé que eres malo para leer a la gente... aunque suene obsesivo, te estudie al milímetro cuando te transfirieron, hasta se lo de las fotos anime...—
Mierda, estaba enojado... bastante
—no le diré nadie, me sorprende de mí misma ¿sabes? —
Ambos subimos a su auto —Mira Anon... yo pensaba que nuestra relación era meramente física, y te seré sincera, dudo mucho que en esta vida pueda conseguir a otra pareja tan buena en aquel apartado... de hecho pensé en usarte como un escape, no tienes idea de cuanto estrés me sacaste la primera vez que ya sabes... y pensé agarrarte de ahí, digo este sujeto es un idiota, pero una máquina sexual, por Jesús raptor me llevaste a la inconciencia... —
—Pero la segunda vez fue la que me hizo darme cuenta de algo... extraño, me sentí mal... la razón por la que... la razón por la que me sentía mal, era porque me sentí indigna, suena ridículo lo sé, sentirme indigna del supuesto idiota, pito de caballo, abdominales de acero, cara de adonis..., que me cogió hasta la inconciencia 2 veces, me sentí como la mierda por no satisfacerte... mis más bajos instintos y mi orgullo como mujer fueron destruidos, pero no por egoísmo aunque suene increíble viniendo de mi... me sentí mal porque no te hice a ti experimentar ni una pisca del placer que tu provocaste en mi. —
—Y ahora me sales con la mejor puta cita que jamás tuve, el mejor cumpleaños de mi vida, y el gesto más dulce que jamás ha hecho alguien por mí en mi vida... ¿Por qué eres así Anon? Llegaste, poseíste mi cuerpo, mi orgullo, y ahora mi corazón...
Ella comenzó a llorar contra mi pecho —Y ahora me siento aún más indigna por dios, literalmente solo te eh causado molestias... sé que te sentiste humillado por la tarjeta de la cafetería y nunca tuve tiempo de disculparme... incluso te use para juntarte con Fang y alejarla de Naser... dios que soy un jodido monstruo, incluso le fui infiel a mi novio contigo... y posiblemente te cause angustia porque te conozco y sé que Naser es un buen amigo tuyo y me aproveche de tus bajos instintos... Y que mi relación con Naser estuviera en las últimas y pienso romper con él el lunes, no lo justifica...—
—No te merezco, carajo— dijo ella meintras hundia su cara en mi pecho con todas sus fuerzas.
Suspire algo incomodo, y pensé Tengo que destruir la figura idealizada que tiene de mi... es lo mejor para los dos, quizás esto nos regrese a la normalidad... es por el beneficio de ambos... aunque por dios... su vida es más triste de lo que creí.
Ella lloró más fuerte —No existe cosa que me digas que haga que mis sentimientos por ti se reduzcan Anon... a este punto todo mi ser me ruega por no separarme de ti... jamás.
—¿dije todo eso en voz alta — Dije molesto conmigo mismo.
Ella solo rodo los ojos molesta.
—Es una larga historia... después del sexo en el área del consejo estudiantil... Mi... la señorita Roberts se enteró de nuestro encuentro y tomo video...—
Naomi puso las manos en su boca aterrada.
—Ella me lo dijo y... no, no me chantajeo... yo intuía que ella por alguna razón llevaba un buen rato coqueteándome y ojeándome el bulto como se dice vulgarmente, y me la cogi... duro... en el salón de clases...—
Naomi estaba angustiada se le veía en la cara las cosas aprecian que se pondrían feas, pero —¿Ella si te hizo venir
¿Enserio eso es lo que le preocupa?... sí lo hizo... pero no te sientas mal, ella era una mujer con experiencia y casi la deje inconsciente al final, y se movía rico...—
Naomi deprimida dijo —¿yo no me muevo rico —
Oh por.... Naomi... al igual que yo eras principiante... ella nos saca mucho kilometraje que yo tenga entendido, no dudo que algún día llegues a su nivel...—
Ella suspiro, pero se le veía poco conforme
—Aquí va la bomba... después de mi encuentro... alguien más se enteró... mi amiga Stella y por consiguiente también Rosa, bien sabes que esas dos son uña y mugre y si, me las tire a las dos... al mismo tiempo en el departamento de Stella, y si entre las dos, pero ojo solo las dos juntas me hicieron venir... peo no te sientas mal porque en este caso eran dos... en desempeño les ganas fácilmente de forma individual siendo Honesto.
Naomi abrió los ojos como platos —oh...—
Ella se rasco la cabeza y luego se acomodó sus gafas —Es bueno saber eso, no se que me sorprende, este jodido efecto mariposa o que a pesar de saber esto, no cambio nada...
—¿Que —
Ella se encogió de hombros —No me molesta digo, yo sola de momento no puedo ni hacerte sentir un orgasmo... es una buena solución bastante práctica...—
Ella se acercó a mí y me volvió abrazar Dios enserio estoy bien putas loca por ti, para que ni esto me afecte... tengo el consuelo que soy la jodida Alpha... digo te desvirgue y también fui tu primera cita...—
Oh por el amor de Jesus Raptor en su cruz de piedra ella está loca... y gracias Jesus Raptor que estas en tu curz... ella eta loca...
Ella suspiro —Mira Anon hoy quiero pasar la noche contigo... pero no quiero acción, esta semana será dura y necesitó estar al 100 por ciento, y no quiero estar media semana con dolor de cadera... solo quiero acorrucarme y dormir a tu lado... esta noche no voy a poder dormir si no te siento... no te voy a obligar a dejar a las otras 3... y tengo el presentimiento de que vendrán más... pero no me jodas y ponte limites... ¿ok? Y soy tu novia oficial desde hoy ¿quedo claro? Me las arreglare con las otras 3 por mi cuenta y conociéndote...—
Ella comenzó a contar con sus dedos... y murmuro Están Fang... Sage... Trish... —
—¿Cómo que Sage... como que Trish Que paso que paso vamos ahí—
Ella me miro molesta —Tu y Sage tienen esta vibra homo erótica que se siente hasta la vía láctea.
Ofendido le apunte —Oye yo no soy...—
Ella me interrumpió ¿harías una excepción con él verdad —
Me toqué la cara y no pude responder...
Suspire —Trish no tiene sentido ella...—
Naomi rio con fuerza un momento — esa Trigga lleva todo el semestre pidiéndote pene a gritos... yo lo sé... Fang lo sabe... la única que no lo sabe o no lo quiere admitir es ella... hazle lo mismo que a mi en el gimnasio y la vas a tener a tu merced como la perra que es...—
Abrí los ojos como platos ¿De verdad lo crees Digo había ciertas pis...— sentí una epifanía —oh por dios tienes razón...—
Naomi asintió — Bueno vamos a mi casa que tengo sueñito y quiero dormir con el dulce de peluche más lindo y penudo del mundo...—
Suspire por el terrible chiste Vas a empezar a usar chistes vulgares conmigo ¿verdad? —
Ella rio y dio un aplauso —Solo cuando estemos a solas, tengo que encontrar formas de liberar estrés, y cuando estoy contigo... siento que puedo desatarme...—
Antes de que encendiera el auto le di un abrazo y un corto beso en los labios —Algún día espero que puedas mostrar esta cara al mundo sin miedo... sé que no puedes, pero me alegra que te sientas de esa forma conmigo. —
Ella correspondió el abrazo —Dios ya quiero ver la cara de Mia y mis padres cuando les diga que eres mi novio... lástima que mi papá están de viaje y mi madre en Europa, y no eh visto señales de Mia en un rato... porque tendrán que aceptarte... quieran o no...— lo último lo dijo con una mescla de amargura y determinación.
Me separe del abrazo — Recuérdame que estas loca cuando puedas...—
Ella rio — Por ti bobito...— ella toco mi labio con su dedo después de decir eso y posteriormente encendió el auto y fuimos rumbo a su casa...
Ambos llegamos, dejamos nuestras cosas, y nos fuimos directamente a su cuarto... era tal y como me lo imaginaba, lindo y con muchos libros.
Ella comenzó a desvestirse —Se que no haremos el delicioso acto del amor... pero quiero sentir cada fibra de tu cuerpo...—
Trague salva y sentí un cosquilleo en la espina dorsal... obedecí, me desnude rapidamente y me acosté junto a ella, inmediatamente rodeo todo su cuerpo con el mío , ella me abrazo y enredo su cola con mi pierna —Como adoro tu suave y al mismo tiempo firme y gorilesco cuerpo...—
Okey eso fue racista y gracioso...
—Naomi quisiera mantener al menos en la escuela nuestra relación de bajo perfil... de momento, bueno, solo que Fang no se enteré, estamos pasado por algo complicado y ella parece estar al borde de cometer una locura... el otro día hable con ella quería cortar todo contacto, pero se veía tan mal... y resulto que estaba enamorada de mí, pero no se me dio esa vibra de que si le decía que no, iba a cometer una locura, como no sé un tiroteo escolar o algo así...—
Naomi suspiro —No pienso ocultárselo a nadie Anon... por primera vez en mi vida quiero gritarle al mundo lo mucho que amo a mi poliamoroso novio simio pito de caballo...— ella tosió — no con esas palabras, pero se entiende... Déjame hablar con Fang...—
Algo en sus palabras me hizo sentir raro —ok lo dejo en tus manos...—
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top