10 Valentía

Me encontraba en la oficina del tío Moe, él estaba sentado frente a mi mirándome a la cara, con una mirada bastante penetrante y juzgante, sus ojos reptilianos me miraban con frialdad

—Estoy listo Anon, ahora por favor explícame, porque literalmente le confesaste amor a mi prácticamente sobrina Fang, cuando hace poco me dijiste que estabas saliendo con mi hijo y no solo eso, las otras chicas con las que hablaste te coquetearon de forma que es imposible pensar otra cosa que no sea algo muy directo... Dímelo... que me detiene de hacerte dormir con los peces por jugar con los sentimientos de mi sobrina y mi hijo...—

Él estaba hablando enserio...

Suspire —Antes que nada, viendo la oportunidad me gustaría hablar de un problema del que me di cuenta más o menos a mitad de camino de este embrollo, créame es necesario para dar mis argumentos de lo que voy a decir... nunca eh tenido la oportunidad de hablar de un Dino tan sabio como usted sobre este tema... y diré algunas cosas crudas y espero que por favor que me responda con crudeza de ser necesario es muy importante esto...—

Moe sin dejar de mirarme a los ojos dijo —tenemos toda la noche Anon...—

Me rasque el cuello —antes que nada entiéndame, yo crecí en Rock Bottom una comunidad de humanos muy cerrada, durante toda mi vida solo conviví con humanos, menos del 1 por ciento de la población ahí eran Dinos, jamás interactúe con uno... odio Rock Bottom y espero jamás volver a pisar ese horrible lugar, fui criado por estándares totalmente humanos en un entorno humano, para mi venir aquí ha sido una experiencia, yo conviví con los dinos sin problemas pero cometí un grave error... juzgue y medí a los dinos bajo estándares humanos...

Moe se rasco la barbilla —eso suena interesante quiero ver a donde llegas con eso...—

Asentí —jamás los vi como algo diferente a los humanos, por su forma de ser y hablar incluso algunos eran igual de imbéciles... pero con el tiempo fui notando algunas diferencias... por mi egoísmo no les di importancia y seguí igual...—

—Luego empezó este embrollo, en un ataque de ira después de tener unas semanas malas, porque Fang y Trish estaban insoportables y Naomi me regañara por supuestamente destruir su plan... me la folle... bien duro y con odio... a pesar de que en ese entonces era un virgen... estaba dispuesto a destruir todo por la ira... pero para mi sorpresa... ella lo disfruto mucho... demasiado... pero yo no mucho, ahí me di cuenta de la primera diferencia... el aguante, los humanos somos superiores en ello a los dinos por un margen ampliamente ridículo, incluso en el sexo...—

Moe me miro enojado y se trono los puños.

—En ese momento empecé a dudar y me di cuenta de muchas cosas... los dinos eran diferentes a los humanos físicamente hablando... suena estúpidamente obvio, pero apenas me di cuenta... como actuaban igual que los humanos, pensé en ponerlos bajos los mismos estándares...—

Suspire cansado al ver que Moe se enojó un poco más.

—Desde ahí comencé a ver ciertas diferencias con los Dinos... son más solitarios e individualistas que los humanos... incluso son más egoístas, y son más emocionalmente frágiles... investigue un poco y era verdad, los dinos a ser físicamente fuertes por naturaleza... sus emociones y sentimientos son más frágiles, los dinos son más emocionalmente inestables que los humanos... Fang y Trish fueron quienes me hicieron darme cuenta de ello, los dinos tienen más problemas controlando sus emociones que los humanos...—

Moe arqueo una ceja y me siguió mirando, pero de forma más suave —Entiendo tu punto, y si tienes razón, cuando viajé por el mundo y conocí tanto dinos como humanos era verdad los humanos solían ser muy diferentes entre sí, pero nunca perdían la compostura, en cambio los Dinos o era muy fácilmente manejables o unos hijos de perra no había punto medio.... Pero ¿a qué quieres llegar?

Tome aire —Desde que llegue a pesar de ser un jodido perdedor egoísta... sin quererlo estuve ayudando a muchos de mis amigos Dinos... Fang con sus problemas existenciales, Stella con sus hobbies raros, Rosa... ella esta bien Rosa es el ser vivo más fuerte emocionalmente que conozco a pesar de ser dino... Trish... que es incapaz de detener su extraño odio extremo que me tiene, Naomi con la soledad que la consumía por dentro y Sage... con toda la mierda que tuvo que sufrir y lo terriblemente dependiente que se volvió de mi sin que me diera cuenta... y ahí esta problema, debido a que sin querer comencé a darle orden y estabilidad a la vida de todos ellos... se volvieron dependientes de mi a niveles peligrosos, y solo encontré una forma de afrontarlo... amor y sexo... no pude encontrar otra respuesta, sin querer me forme un harem de dinos, inestables mentales, dependientes de mi a nivel físico y emocional... y todo eso lo hice sin querer realmente... pero así ocurrió y lo acepte... porque las aprecio y las amo... incluido Sage... y si ya supe lo de que es un hombre trans, y créame suegro, que nunca lo llame de forma femenina ni a la hora de la verdad, prefiero arrancarme la lengua que herir la seguridad que él a construido con sangre sudor y lágrimas, por algo que aunque suene insignificante como llamarlo por el genero incorrecto sin querer, realmente lo podría destrozar...—

Me dolió la garganta de todo lo que hable.

El tío Moe me miro asombrado pero aun juzgándome —No eres un perdedor Anon... o al menos ya no, si lo que me dices es verdad entonces aunque sea incorrecto estas logrando algo bueno, aunque me duela admitirlo intentar separarte de mí Bambino solo le causaría dolor y por lo que dices él ya lo sabe y estos son otros tiempos, los jóvenes y sus treinta mil géneros y todo eso me supera... no estoy enojado Anon, solo quería saber el contexto de todo esto, y dios... intentar mantener a 6 felices me suena a una labor titánica, tan solo el pobre de mi amigo Ripley que fue super domado por una sola mujer. —

—oh... cuando lo conocí pensé que él era alguien del tipo jefe de casa...—

Mo rio pues, aunque no lo creas Samantha lo tiene bien agarrado de la correa, por cierto ¿ya conociste a Ripley? —

Asenti y le explique lo del asaltante, lo que ocurrió y la gran coincidencia de todo.

Moe sonrió —bueno chico con eso sé que mi Bambino está en buenas manos, pero te lo advierto si lo haces llorar te mandare a dormir con los peces ¿entiendes?

Asentí con miedo...

El miro el reloj —Es algo tarde puedes quedarte a dormir dudo mucho que Sage se oponga, Sage se que escuchaste todo, lleva a Anon a tu habitación y descansen y nada de cosas morbosas, mientras vivas en mi techo le tendrás respeto a mi hogar, y eso se los digo a los dos ¿capichie?

Sage abrió la puerta avergonzado y asintió, me jalo del brazo y me llevo a su cuarto.

Mientras subíamos Sage me dijo algo ofendido—No me importa si por accidente me llamas en femenino... nos yo tan débil Anon. —

El domingo se tuvo que cancelar la lección didáctica en casa de Misty ya que Nomi tuvo un problema en casa que se negó a decir cuál era y decidí pasar tiempo con Sage, mejorando los proyectos de recetas que estábamos haciendo desde hace tiempo todo el día.

Lunes.

Me encontraba en el auditorio, con Rosa a mi derecha y Stella a mi izquierda. Ambas me tomaban de las manos, muy felices, en ese momento, la realidad me golpeó con fuerza: habían llegado las temidas semanas de exámenes de cierre de semestre. En dos semanas se acababa el período, y esa certeza hizo que todos nos pusiéramos serios. Nadie quería reprobar ni ir a cursos de verano, mucho menos yo.

Así que me dediqué por completo a estudiar. Pasé cada minuto libre con la nariz entre los libros, incluso durante las horas muertas en Moe's Pizza. Sage también estaba ahí, ayudándome a repasar mientras atendíamos. Nunca en mi vida había estado tan concentrado; no podía permitirme decepcionar a las chicas.

Martes.

Estaba en el mostrador de Moe's, cumpliendo con mi turno. De todos los trabajos que había ahí, el de atender a los clientes era el más agobiante y aburrido. No me gustaba tener que interactuar con ellos... en realidad, odiaba hacerlo.

Y, como de costumbre, ahí estaba él de nuevo: un pequeño triceratops púrpura que rondaba por la entrada todos los días, mirándose con ganas de pizza. Llevaba ropa que le daba un aire de pandillero, y no podía evitar pensar que probablemente no tenía para comprarse una pizza. Eso me hizo sentir lástima. Maldita sea, yo también había estado del otro lado alguna vez.

Decidí hacer algo bueno por él. Salí del establecimiento y le hablé: —Chico, te he visto aquí todos los días. Adelante, te regalo una rebanada. No seas tímido.

El chico me miró con disgusto y soltó: —¿Acaso parezco un pordiosero que necesita caridad, trigga? ¿O eres uno de esos raros como Schneider?

Me quedé helado por un momento, olvidando lo orgullosos que son los triggas Su actitud me recordó un poco a Trish, y sabía exactamente cómo manejar eso.

—Mira, te propongo un trato —dije, manteniendo la calma—. Hay un par de mesas que necesito que alguien limpie. Si haces un buen trabajo, te doy la rebanada. ¿Qué dices?

El chico pareció debatirse internamente por un rato, con una mezcla de orgullo y hambre luchando en su interior. Finalmente, me miró y dijo: —Más te vale que esté buena, trigga.

Sonreí. Sabía que aceptaría.

Cumplí con mi trato y el niño se llevó la rebanada de pizza corriendo

Miércoles, de nuevo en el mostrador por la poca gente, casi nadie venia los miércoles, y vi al niño triceratops de nuevo.

Este entro y tal como acordamos, el limpio las mesas, y lo hizo bien fue diligente, le di la rebanada de pizza vegana y se tomo su tiempo, se la comió muy lentamente, como si quisiera disfrutar cada segundo... y cuando se la termino solo me dio una mirada que no pude distinguir muy bien sus sentimientos y se fue... la rebanada la termine pagando yo de mi bolsillo.


Otra vez en el mostrador, viendo el reloj pasar lento. Los miércoles no venía casi nadie, así que estaba preparado para otro día aburrido. Y entonces lo vi: el niño triceratops, nuevamente frente al local. Suspiré, sabiendo que había comenzado algo con él y que debía continuar. Se me ocurrió algo rápido para mantenerlo ocupado.

—Oye, ¿te interesa barrer la fachada y echarle agua al árbol de enfrente? —le ofrecí.

El chico aceptó sin dudarlo. Cuando terminó, le di otra rebanada de pizza. Igual que antes, la comió despacio, tomándose su tiempo. Antes de irse, por fin habló.

—Mi nombre es Railey —dijo, y se marchó.

El tío Moe me llamó a su oficina. Sabía que había notado lo que estaba haciendo con el chico. Me preparé para recibir un regaño, pero lo que me dijo me sorprendió.

—He visto lo que has estado haciendo con ese bambino... No te voy a regañar, en realidad llevaba tiempo observándolo. Eres el único de mis empleados que ha mostrado compasión. Estoy seguro de que Sage también lo haría, pero nunca lo pongo en el mostrador, ya sabes que es peor que tú para tratar con la gente.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Moe continuó:

—Hace muchos años, cuando abrí mi franquicia, solía hacer cosas similares. Ayudaba a chicos necesitados de vez en cuando. Hice cosas de las que me arrepiento en mi juventud, y siempre estoy buscando redención. Algunos de esos chicos ahora son mis empleados; a otros les fue mejor en la vida.

Me miró con seriedad y añadió:

—Te recomiendo que intentes un enfoque diferente con este chico. Es diligente, pero está a una mala decisión de irse por el camino equivocado. Los jóvenes son muy susceptibles a los impulsos, sean buenos o malos. Por eso sigue volviendo aquí. Te lo digo por experiencia, genero.

Sus palabras me hicieron recordar una de las pocas cosas buenas de mi infancia con mi padre. Cuando sacaba buenas notas, siempre me recompensaba con dulces o alguna fritura. Tal vez podría hacer algo así por Railey, algo que signifique un cambio positivo en su vida.

Quizás, en lugar de solo darle pizza, podría ofrecerle algo más significativo. Una oportunidad.

Jueves

Cuando Railey volvió al local, no había nada que hacer. Le dije que no tenía trabajo para él ese día, y pude ver cómo su expresión cambiaba al instante, mostrando una tristeza que no podía ocultar. Me pregunté qué tan mal debía estar viviendo este chico para que una simple rebanada de pizza fuera lo único que lo mantuviera volviendo. Justo cuando estaba a punto de irse, lo detuve.

—Imagino que vas a la escuela, ¿no? —le pregunté, tratando de iniciar una conversación.

Railey frunció el ceño, claramente molesto por mi pregunta.

—Obvio, trigga, aunque la odio. Mi mamá me obliga a ir, pero siento que es una pérdida de tiempo —contestó, con un tono de frustración.

Sus palabras hicieron que me rascara la barbilla, curioso por entender más. Sabía que este chico no era del tipo que simplemente odiaba la escuela sin razón. Había algo más profundo detrás de esa actitud.

—¿Y qué te hace pensar que es una pérdida de tiempo? —pregunté con sinceridad, tratando de evitar sonar como los adultos que lo regañaban constantemente.

Railey se encogió de hombros, con una mezcla de desdén y resignación en su rostro.

—De nada sirve que te lo diga. Siempre que le explico a un adulto por qué odio la escuela, o me regañan, o me sueltan el mismo consejo estúpido de siempre: 'La educación es lo más importante', 'Tienes que estudiar para tener un futuro', blah, blah, blah... —respondió con un tono cansado.

Sabía exactamente a lo que se refería. Me vi reflejado en él, recordando cómo en mi propia infancia sentía que nadie realmente escuchaba mis problemas. Sólo me sermoneaban. Así que, decidí hacerle una oferta que no pudiera rechazar.

—Ven, siéntate un rato. Cuéntame por qué odias tanto la escuela. Te prometo que no te voy a soltar ningún consejo cursi ni te voy a regañar. De verdad, chico. Desahógate, estoy aquí para escucharte.

Railey me miró como si no creyera que realmente lo dejaría hablar sin juzgarlo. Pero tras pensarlo por unos segundos, se sentó a regañadientes en una de las mesas y comenzó a hablar con más honestidad de la que esperaba.

—La escuela a la que voy es una... —soltó, y me di cuenta de que estaba a punto de dejar salir todo lo que llevaba dentro. Lo alenté con un suspiro.

—Vamos, dilo con confianza. No te preocupes por las palabras fuertes, no soy de esos adultos que te regañan por ser sincero. Yo también odiaba la escuela, créeme.

Railey me miró, sorprendido por mi respuesta, y luego continuó con una intensidad que me partió el alma.

—Es una mierda, man... Los maestros siempre están regañándome. Me dicen que soy un 'trigga sin futuro', que voy a terminar trabajando en un Dinodonald's o, si tengo suerte, moriré a manos de algún pandillero en cualquier callejón. Claro, no lo dicen así de literal, pero lo puedo ver en sus caras... Nadie en ese lugar cree en mí. Y tienen razón —soltó una risa amarga—, mis notas son una basura. No sé para qué perder el tiempo con todo eso. Lo más seguro es que termine siendo un gánster de poca monta o algo así, porque es lo mejor que puedo aspirar. Eso es lo que todos piensan, y creo que ya me lo he creído yo también...

Me quedé mirándolo, sintiendo un nudo en el estómago. Este chico no debía tener más de doce años, y ya había interiorizado un futuro tan oscuro y limitado que me hizo preguntarme cómo había llegado a este punto. Sus palabras no eran las de alguien de su edad. Eran las de alguien que ya estaba empezando a perder la fe en todo, en sí mismo, en los demás, en el mundo.

Sentí una mezcla de tristeza y rabia, porque no podía creer que alguien tan joven ya tuviera una visión tan devastadora de la vida. Este niño había sido dejado a su suerte, etiquetado por todos a su alrededor como un fracaso antes de que siquiera tuviera la oportunidad de demostrar lo contrario. Y lo peor de todo es que él había comenzado a creerlo... jamás en mi vida me había sentido con tanta empatía, me vi reflejado en él en casi todo sentido.

—Mira, Railey, no te voy a decir que las cosas pueden mejorar de la noche a la mañana o que la vida es un camino de rosas —comencé, observando cómo su mirada se endurecía, como si esperara escuchar las mismas palabras vacías que le repetían constantemente—. Pero si crees que esos imbéciles tienen razón, entonces así será. Te voy a decir algo —me incliné un poco hacia él, intentando captar toda su atención—. ¿Qué te parece más satisfactorio? ¿Darles la razón a esos hijos de puta, o demostrarles en su cara que se equivocaron?

Railey bajó la vista al suelo, sumido en sus pensamientos. Pude notar cómo procesaba mis palabras, y sin querer, me vino a la mente mi propio padre. Qué no daría yo por restregarle en la cara que tengo seis novias que me aman, un trabajo en el que puedo destacarme y un futuro brillante en la cocina si sigo esforzándome. Pero no le di tiempo a Railey de responder, no quería que se quedara en la duda.

—Les arde más lo segundo, créeme. Y te aseguro que les dolerá hasta el alma. —Le serví una rebanada de pizza vegana mientras mantenía mi sonrisa confiada—. Considéralo un adelanto para nuestro próximo trato.

Railey levantó la vista, un tanto curioso, pero aún con escepticismo en los ojos.

—Sé que esta semana son los exámenes finales. Así que escucha bien: si me traes, aunque sea exámenes con un 8, te daré una rebanada de pizza durante cada día una semana entera. ¿Tienes hermanos o hermanas? —pregunté, esperando engancharlo aún más.

Él asintió brevemente, un destello de interés cruzando por su rostro.

—Si me traes puros 10 —proseguí—, aparte de eso, te daré una pizza entera por mi cuenta. Pero tendrás que hacerme un juramento de hombre de que lo vas a intentar. —Extendí mi mano hacia él, sellando nuestra promesa con un gesto que sabía que valoraría—. Piensa en esto no sólo como una bofetada a tus maestros, sino como una forma de hacer sonreír a tus hermanos, llevándoles una pizza que te ganaste con tu propio esfuerzo. Así demostrarás que vales más de lo que ellos creen.

Railey me miró fijamente durante un segundo, sin decir una palabra. Luego, sin dudarlo, estrechó mi mano con firmeza. Su mirada ya no reflejaba la misma tristeza resignada de antes, sino algo distinto: determinación. Se comió la rebanada de pizza en silencio, como si estuviera procesando cada una de mis palabras, y después se levantó para irse.

Tenemos un trato, Railey —le dije mientras lo veía alejarse, sintiendo que algo había cambiado en el ambiente.

El asintió y apretó los puños —Sera mejor que lo cumplas Mous.— y se fue de ahí.

Me di cuenta que mi gafete tenia mi nombre escrito como A. Mous... no me había dado cuenta que el apellido fue lo que se escribió y no mi nombre... pero me daba igual.

Antes de cerrar el día, le pregunté a Moe si la próxima semana podía quedarme de nuevo en el mostrador. Sabía que Railey volvería, y esta vez estaba seguro de que traería algo más que frustración. Moe aceptó, dándome una sonrisa cómplice, como si supiera que todo esto era más grande que una simple pizza. Era una oportunidad. Una oportunidad para alguien que la necesitaba.

Sábado.

Decidí que era hora de visitar la casa de Misty por primera vez. Sentía curiosidad por conocer su espacio y, además, necesitaba ayuda con algunas materias que se me estaban complicando. Sabía que Misty había sido docente hace unos años, así que confiaba en que sería una excelente guía. Toqué el timbre y, en cuestión de segundos, me recibió con una gran sonrisa en su rostro, esa que siempre tenía cuando nos veíamos.

—Pasa, cariño —me dijo, haciéndome sentir bienvenido al instante.

Entré y me relajé un poco. Aunque sabía que ella aceptaría ayudarme, también era consciente de que no me saldría gratis.

Durante las primeras dos horas, Misty fue severa en algunos puntos, señalando mis errores sin rodeos, pero también se tomó el tiempo de explicarme con paciencia en las áreas donde veía que necesitaba más apoyo, amable, pero estricta.

Para hacer un poco más amena la sesión, había llevado algunos ingredientes y, como parte de mi pago por su ayuda, me ofrecí a cocinar para los dos. Puse todo mi esfuerzo en el platillo, queriendo impresionar a Misty.

Era la primera vez que cocinaba la primera vez que lo hacía exclusivamente para una de mis novias de forma individual, sin contar a Sage. Cuando le serví, ella lo probó con curiosidad y, a medida que comía, su expresión cambió a una de pura satisfacción.

—Estuvo delicioso, muchas gracias, cariño, algún día serás un excelente marido —me dijo con una sonrisa agradecida, genuinamente complacida con la comida.

Sentí un poco de ñañaras por la palabra Marido.Durante las siguientes dos horas, continuamos estudiando hasta que ella decidió que habíamos trabajado lo suficiente.

—Es suficiente por hoy —dijo, estirándose con gracia—. Exigirle de más al cerebro puede ser contraproducente.

Me quedé sentado un momento, sintiendo una ligera culpabilidad por toda la ayuda que me había dado y sin haberle ofrecido algo más que comida a cambio. Me rasqué la mejilla, pensativo.

—Me siento un poco mal por todo lo que me ayudaste... y que no pueda compensarte de alguna manera. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? —le pregunté, genuinamente deseando agradecerle de alguna forma.

Ella se quedó pensativa por un minuto, y luego me miró con esa expresión traviesa y seductora que conocía tan bien, con su tono lleno de intención.

—Quédate conmigo esta noche —me dijo suavemente, pero con esa familiar seguridad que siempre tenía cuando deseaba algo.

La oferta me tomó por sorpresa, aunque, para ser honesto, no era algo que me molestara en lo más mínimo. Miré mi reloj: apenas eran las 4 de la tarde. Sonreí, sintiendo que esto era un doble premio.

—Por supuesto —respondí—, aunque... lo siento como un premio doble. —

Ella rió ligeramente, y su risa siempre me desarmaba.

—Siempre tan cautivador, cariño —respondió, su voz tan suave y reconfortante como siempre.

Estaba claro que iba a ser una tarde mucho más interesante de lo que había planeado.

Unos minutos después, estábamos acomodados en el amplio sofá de Misty, su calidez familiar envolviéndonos mientras me recostaba y la sostenía suavemente por la cadera. Ella apoyaba su cabeza sobre mi hombro, y juntos veíamos una película de hace veinte años, aunque, para ser sincero, no le estaba prestando mucha atención.

Mi mente se perdía en susurros de pensamientos, en las miles de preguntas que quería hacerle. Había tantas cosas que aún no sabía sobre Misty... tal vez algunas no necesitaban respuesta, pero mi deseo de conocerla más, de explorar su pasado y sus historias, me consumía.

Sin embargo, mientras disfrutaba de su compañía, una imagen se coló en mi cabeza: Railey. Ese chico me tenía dándole vueltas a muchas cosas.

No era solo su situación, sino también todo lo que había dicho sobre la escuela y los maestros. Necesitaba una opinión de alguien que realmente entendiera lo que significaba estar en su posición, y Misty, con su experiencia como docente, era la persona perfecta para preguntarle.

—Misty... para ti, ¿qué es ser un mal maestro? —pregunté, rompiendo el silencio cómodo que habíamos mantenido.

Ella me miró sorprendida, quizás no esperando una pregunta tan profunda en ese momento, pero luego se quedó pensativa. Observé cómo su mirada se desviaba, buscando una respuesta genuina.

—Para mí, un mal maestro es aquel que no le tiene fe a sus alumnos, aquel que se rinde sin siquiera intentarlo —respondió finalmente, su voz cargada de una sabiduría que solo se obtiene con años de experiencia—. ¿Y para ti?

Respiré hondo antes de responder, sabiendo que lo que tenía que decir resonaría con todo lo que había estado procesando en los últimos días.

—Lo mismo que acabas de decir... verás... —comencé, antes de explicarle la situación de Railey, las palabras que había compartido conmigo y cómo me había impactado su visión tan sombría del futuro. Mientras hablaba, vi cómo el rostro de Misty pasaba de la sorpresa a una expresión de indignación, su disgusto palpable.

—Esos infelices son escoria que no merecen ser llamados docentes —dijo con una voz cargada de rabia contenida, sus palabras casi temblando por la furia.

Asentí en silencio. —Es verdad... y pensar que, como adultos, sin siquiera darnos cuenta, podemos destruir los sueños de un niño con solo decir una palabra equivocada.

Misty se acurrucó un poco más contra mí, aunque su piel era fría por ser un reptil el sentimiento de seguridad.

—Es lo que tiene ser adulto, Anon. Así es la vida —murmuró, su voz suave pero llena de peso.

Sus palabras quedaron flotando en el aire, y aunque sabía que tenía razón, no podía dejar de pensar en cómo cada uno de nosotros tenía el poder de influir, para bien o para mal, en las vidas que tocamos. Y en ese momento, más que nunca, sentí la responsabilidad de ser alguien que no solo escuchara, sino que hiciera la diferencia para Railey.

Decidí ser honesto, aunque me sentía un poco vulnerable al hacerlo, tomando algo de valentía, después de pensar en como Railey decidió enfrentar las cosas de frente a pesar de ser un niño.

—Misty, quiero conocerte más. —Me separé ligeramente y la miré a los ojos, intentando ser lo más sincero posible—. No sé mucho de ti, y me siento mal por eso. No tienes que decirme nada si no quieres, pero... en serio, quiero conocerte más, porque también eres mi novia.

Sus ojos me miraron con una sorpresa que no esperaba, un destello de incredulidad que la hizo quedarse en silencio por un momento antes de hablar.

—¿Anon...? ¿En serio me consideras tu novia? —preguntó, su voz suave, como si todavía procesara lo que acababa de escuchar.

Asentí con firmeza, sin dudarlo. —Claro que sí, Misty. Incluso si me doblas la edad.

Ella levantó una ceja, su tono cambiando a uno un poco más inseguro. —¿Incluso si no soy atractiva?

Parpadeé, sorprendido por la pregunta, y luego me eché a reír suavemente. —Eso último lo dices en broma, ¿verdad?

Pero para mi sorpresa, Misty negó con la cabeza, manteniendo esa expresión seria que me desconcertaba un poco. Me rasqué la mejilla, tratando de ordenar mis pensamientos.

—Desde mi perspectiva, usted es muy hermosa —dije con convicción—. Tal vez no conozco los estándares exactos de los dinos, pero para mí lo es. Su mirada, llena de lujuria contenida... —sentí que sus mejillas se sonrojaban un poco mientras hablaba—. Su cabello color plata, sus ojos ámbar, tan profundos... llenos de un amor que aún no ha sido completamente entregado. Todo eso me resulta hermoso y sensual, Misty.

Ella se puso visiblemente roja, y antes de que pudiera reaccionar, hundió su rostro contra mi pecho, como si intentara esconderse de lo que acababa de escuchar. Últimamente parece que me estoy pasando un poco con el encanto, o al menos eso parecía.

—Qué cosas dices, Anon —murmuró contra mi pecho, su voz amortiguada por la cercanía—. Mira que hacer latir el corazón de esta mujer mayor así...

La rodeé con mis brazos, sosteniéndola con cariño. Estoy siendo totalmente honesto con usted. No estoy mintiendo ni endulzando mis palabras solo porque sí. De verdad creo en lo que dije, y de verdad quiero conocerla mejor, no solo como pareja, sino como persona. —

Misty permaneció en silencio un momento más antes de corresponder mi abrazo, envolviéndome con sus brazos con una calidez reconfortante.

—Está bien... —susurró, su voz suave pero cargada de emociones.

Ella se acomodó en mis piernas, recargando su cabeza contra mi hombro. Sentí el peso de su cuerpo, pero también el peso de las palabras que iba a soltar. Parecía estar buscando el valor para hablar, y cuando lo hizo, su tono era vulnerable, distinto al que estaba acostumbrado.

—Yo nunca fui popular... —empezó, su voz suave—. A decir verdad, lamento haberte mentido, eso de que soy una experta y todo eso... son solo mentiras. Quería que me desearas.

Sentí un nudo en el estómago mientras la escuchaba. Nunca la había visto tan frágil. Misty tomó un respiro profundo antes de continuar, como si estuviera sacando recuerdos que había mantenido ocultos durante mucho tiempo.

—Para los estándares dino, soy fea, siempre lo he sido. —Su confesión me dejó sorprendido. Nunca la había percibido así—. Tuve problemas con eso desde la niñez. Tampoco tengo familia, crecí en un orfanato toda mi vida. Desde joven era la que cuidaba a todos los niños... por eso quise ser docente. Me esforcé mucho y entré a una buena universidad. Ahí conocí a Spears y Fang. Aún soy amiga de ellos y nos juntamos de vez en cuando... pero, en fin. —Se acurrucó más contra mí, buscando refugio en la cercanía.

Podía sentir cómo su voz se llenaba de tristeza mientras relataba su pasado, como si estuviera reviviendo el dolor que la había acompañado durante tantos años.

—Tenía una autoestima muy baja y me dejé seducir por palabras bonitas de un compañero de clases humano. En ese entonces, no sabía lo de la regla de oro que te mencioné la otra vez... —Noté cómo su respiración se aceleraba al recordar esos momentos—. En una fiesta, terminé en la cama con él. Al final, resultó que solo lo hizo por una apuesta, y fui humillada públicamente.

Sus palabras me dejaron sin aliento. Pude sentir su dolor como si fuera mío. Misty había sufrido más de lo que imaginaba. Pero no había terminado.

—Aunque no me di por vencida en el amor... la experiencia sexual con un humano arruinó mi vida sexual. —Las lágrimas empezaron a correr por su rostro, y sentí una presión en el pecho al verla tan rota—. Intenté tener dos relaciones serias después, pero fracasaron. No me sentía sexualmente satisfecha, y he estado los últimos 15 años pudriéndome aquí, en mi soledad.

Misty ya no pudo contener el llanto, y sin pensarlo, la envolví con mis brazos. Era lo único que podía hacer en ese momento, mostrarle que no estaba sola.

—Mi corazón no aguantaría otro amor fallido... —dijo entre sollozos, su voz quebrada—. No me des esperanzas, Anon... aunque creo que ya es tarde.

Sentí cómo su desesperanza me atravesaba el alma, pero no iba a permitir que ella siguiera sintiéndose así. Con delicadeza, tomé su mentón y la besé en los labios, un beso suave, pero cargado de todas las emociones que no podía poner en palabras. Cuando nos separamos, mantuve mi mano en su mejilla, acariciándola con ternura.

—Me prometí a mí mismo que no volvería a dar un paso atrás —dije con firmeza, mirándola directamente a los ojos—. Y eso incluye mi decisión de amarlas a todas. Tú formas parte de ese grupo, Misty. Ya te dije lo que siento. Te amo, Misty Roberts, y te prometo que no volverás a estar sola.

Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas, pero algo había cambiado. No era solo tristeza lo que veía en ellos, sino también una chispa de esperanza. Una esperanza que me comprometí a no dejar apagar.

Ella entre lagrimas asintió, y usando todas mis fuerzas la cargue hasta su habitación a estilo nupcial, donde la deje en la cama, y me desnude solo quedando en mis boxers.

Ella iba a desvestirse, pero un solo gesto de mi mano fue suficiente, me acerque a ella y pase mi mano lentamente desde la parte baja de su estomago hasta su mentón y le di pequeños besos en el cuello y ella dijo aguantando la exitacion —Mis escamas... ya no son tan suaves como las de una dino joven... —

tome una de sus manos y le di besitos —eso te hace especial, me gusta la textura de tus escamas, se sienten tan bien... use el dorso de su mano para acariciar mi mejilla.

Ella sonrojada dijo —Mi cuerpo...

La interrumpí y complete su oración —Es endemoniadamente sexy tanto que afrodina estaría avergonzada, le quite la falda y rompí sus medias, posteriormente mentí mi rostro para probar su delicioso néctar.

Durante unos segundos, probe cada milímetro de su néctar de amor, y me separe con una pequeña mordida una parte de los labios vaginales.

Me acerque para mirarla a la cara.

Ella sin poderse contener empujo su cara a mi rostro y e beso con una pasión completamente desenfrenada, como si quisiera poseer por completo todo mi ser.

—Anon... cariño... mi amor, ¿Por qué me provocas esto? —

Me acerque a su oído y susurre —Quiero oírte gritar mi nombre, quiero que olvides a ese humano estúpido que te lastimo, quiero ser el único humano que habite tu mente, ahora y para siempre.

Ella se mordió los labios.

Le arranqué la camisa y moví su sostén para abajo para probar sus senos, ella algo incomoda se lo desabrocho y lo lanzó a no sé dónde.

Me encontraba sobre ella, y la tome de su mejilla, su rostro avergonzado y lleno de lujuria, me éxito muchísimo —Misty... serias mi mujer. —

Ella me atrapo con sus piernas Ahora y para siempre mi amor Ella me apretó con sus piernas, forzando que la penetrara... la sensación... era muy buena, sus pliegues me apretaban tanto, deseosa de no dejarme ir por nada del mundo, mientras empujaba mi pene dentro de ella, la besaba y con mis manos apretaba sus pechos, pellizcaba sus pezones de vez en cuando, causándole gemidos que me llenaban de satisfacción.

Cambiamos de posición un minuto después, ella se sentó en mis piernas, de espalda y se acomodo para engullir mi miembro con su feminidad, en la posición de vaquera invertida y así lo hizo, la vista era maravillosa —Incluso tu espalda es hermosa Misty... sentí como mi miembro fue apretado por un momento, ella disfruto del cumplido.

Sus nalgas rebotaban contra mi cadera provocando un sonido obsceno y deleitable.

Tome sus nalgas con mis manos y las apriete...

Ella me hizo una mirada maliciosa, sabia que era lo que quería solo con eso.

Le di una nalgada que trono algo fuerte y ella soltó un gemido y luego otra... Usted ha sido una maestra mala señorita Roberts, mire que seducir a su alumno y cogérselo, como una ramera barata y sin condón ¿acaso no tiene vergüenza? —

Ella gimió —Lo siento mucho Joven Mous, es solo que esta mujer lleva tantos años hambrienta de una buena verga.

Le di otra nalgada —Usted es una golfa... me moví un poco y la jale del pelo, no muy fuerte y acerque su cara a la mía —Mire que mirarme el bulto durante las clases, como toda una ramera ansiosa de mi verga humana.

Ella suplico —Perdóneme Joven Mous, es solo que esta vieja cachonda llevaba tanto tiempo deseando que un humano grande y fuerte me rompiera el útero a empujones...

La empuje y ella quedo en cuatro, con una gran vista de todo su ser, que se me quedo grabado en mis retinas, posicione mi miembro en su flor le dije —Pues entonces eso es lo que tendrá — metí mi miembro en ella nuevamente.

Como un maldito simio salvaje comencé mis embestidas con fuerza, mientras ella no paraba de Gemir mi nombre y luego dijo —Jódete Jared, por fin puedo olvidarte maldito bastardo, ahora un verdadero hombre me está haciendo su mujer- —

Aunque era incomodo, sabía que ella necesitaba su catarsis.

Cambiamos a una última posición al ver que ella estaba llegando al límite.

Me senté y ella me siguió, sentándose en mi miembro quedándonos mirando frente a frente, ella me atrapo con sus piernas nuevamente, esta vez era yo quien estaba haciendo los movimientos finales.

Ella me abrazo y entre suplicas y lágrimas me dijo —Te amo, Anon... te putas amo tanto por dios... por favor te lo suplico no me abandones... no como ese infeliz y mis otros dos exes... no quiero morir sola...

Correspondí el abrazo —Jamás mi amor, estaremos juntos ahora y para siempre, tras unas cuantas embestidas mi ansiado orgasmo llego y pinte su interior de blanco, mientras ella gritaba mi nombre...—

Mi miembro se convulsionaba soltando carga tras carga, llevaba buen rato necesitando venirme al menos una vez...

Ambos quedamos exhaustos, ella estaba acostada sombre mí, mientras mi esperma salía de su vagina.

Tras un par de minutos me di cuentas... me vine dentro de ella...

Ella me leyó al instante y dijo —Tome la píldora antes de que vinieras... aunque aun así los embarazos humanos/dino son menos frecuentes... digamos que hay 100 veces menos probabilidades de éxito, que entre humano y humana, y dino y dina.

Aquello me puso algo triste —Aunque eso era antes, recientemente los casos de híbridos son mucho mayores, aun me quedan al menos 10 años de fertilidad... se que suena egoísta, pero...

Acaricie su cabeza —Claro Misty, algún día... ella sonrió y se quedó dormida siendo arrullada por los latidos de mi corazón, mientras me abrazaba.

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