37. "S" de secreto o de Snap
"S''
(Bueno mi nombre real es Paloma...)
Escucho que tocar el timbre y corro a abrir, esperando que sea quien me ayudará con mi cirugía.
—Hola, Paloma... ¿prefieres que te llame Oma, o Snap? —Judith ladea la cabeza y frunce los labios. Su voz suena aguda y afectuosa, y el toque de sarcasmo le aporta un bonito tono.
Abro la boca de golpe al verla en el umbral. Abre los ojos impresionada y al mismo tiempo, intento disimular con maestría.
Veo como estudia las pecas salpicadas en mi rostro. Debo de decir que aún siguen siendo impresionantes, con mi cabello perfecto rojizo y esos ojos que no dejan de verla. Su expresión dice: 'Es justo donde te quería tener.'
Todo ocurre tan rápido que ni siquiera puedo procesarlo. Tengo la mente fría y solamente puedo hacer una cosa.
Pero lo primero que ella hace es golpearme. Deam me detiene y yo solo sé reírme.
—¿Te ríes cuando tú hermano acaba de morir? —me hace la pregunta aún sabiendo la respuesta. —Era tu hermano y lo mataste. No se supone que lo amabas y él a ti.
Le dedico una media sonrisa, alzando una ceja.
—Seguramente desde el infierno me habrá perdonado por haberlo matado, el amor lo perdona todo, ¿no?
—Eres una maldita enferma.
Yo sólo la fusilo con la mirada.
—Vas a pudrirte al lugar que perteneces —me sisea, viéndome a la cara. —Y no habrá ni un solo día en que no pienses en lo que has hecho. Vas a pudrirte en ese centro psiquiátrico y yo voy a hacer tus días negros, Paloma.
—Inténtalo, si puedes —mi sonrisa estira mis labios cerrados. —No hay mucha diferencia entre las dos. Jude, recuerda eso: "El afecto es el mayor obstáculo en el camino al éxito. Cuando más afectuoso seamos, menos éxito tendremos." —cruzo los brazos sobre el pecho. —Tan solo mira a tu alrededor. Los controla el afecto. Thiago se atrevió a cometer delitos por mí. Salomón un perdedor que no dejó de intentar ayudar a su amada loca a pesar de tener prohibido acercarse a ella —ella miro directamente a los ojos con rabia. —El afecto los controla a todos, pero ¿quién tuvo un buen final?
—¿Y yo?, ¿alguna vez me amaste? —en realidad no le importa la respuesta solo quiere saber si alguna vez hubo algo en mi corazón. —Soy yo la excepción, ¿no?
—Te amé. Pero para mí son vestigios del pasado —mi mirada está ida. —Eres la única a quién amé en la vida. Y a su vez eres mi mayor equivocación.
Con esta respuesta me alejo hasta el sofá, sabiendo que no hay salida. Escucho sus pasos detrás de mí.
Cuando ves a un loco serio es mejor ponerle una camisa de fuerzas, porque ya ha pedido la razón.
Ese es el último mensaje de mi hermano, pero que sabe de locura si aún no ha entrado a mi mundo.
¿Por qué ser diferente es considerado locura?
Entonces, yo podría llamarlos locos a ellos por ser diferentes a mí, ¿no?
Queda para el futuro decidir si mi teoría contiene más delirio del que yo quisiera, o el delirio, más verdad de lo que otros hallan hoy creíble.
Siempre supe que volvería a ver a Judith. Llámalo intuición, pero sabía que esa niña fisgona de ojos saltones volvería a mí.
La brisa de la costa sopla contra mi vestido desde las ventanas abiertas y revuelve mi cabello. Cuatro par de ojos me miran mientras estoy sentada como prisionera, pero no me siento así.
Para ser sincera no esperaba ser encontrada tan rápido.
Había decidido tomarme un tiempo antes de reaparecer en la vida de Judith, incluso tenía pensado hacerme unas cuantas operaciones para transformar mi rostro. Algo para que no me reconociera.
Hace nueve años todo se desató después de aquella carta aunque tuvo su inicio desde que los ojos de Judith se encontraron con los de mi primo.
Resulta curioso el nombre Snap, ¿no?
Snap, Snap, Snap.
Una palabra, cuatro letras, tres consonantes y un vocal. Algo tan simple y sencillo de pronunciar, con bastante terror mezclado al escuchar.
Es hermoso, ¿no?
Desde pequeña el rojo siempre ha sido mi color favorito y no es por ser pelirroja. Es porque es el color de la sangre, no soy como los demás que les da miedo sino que me fascina el rojo intenso de la sangre; simplemente es un color vivo que me llama la atención y me hace sentir ese exquisito cotilleo en la punta de los dedos con solo verlo. Teñir el mundo de rojo sería fabuloso, espectacular.
Ojalá existiera en Facebook un club para las personas que aman la sangra para así juntarnos y compartir anécdotas interesante bañados en rojo.
Pero cambiando de tema, seguramente se preguntan, ¿por qué Snap?, ¿tiene que ver con unas fotos?, Pues sí y no.
¿Por qué Snap?
Bueno, siempre me ha gustado el deporte. Tenía una colección de pelotas con autógrafos que la mayoría de chicos se sorprendían al ver, como si la mujer y el deporte no se pudieran mezclar. A veces controlaba mi irritación para no poner los ojos en blanco al ver su expresión de sorpresa.
Idiotas. Como si no supieran que las mujeres nacemos para hacer el cielo caer mientras que ellos intentar alcanzarlo. Ejemplo: en un libro una chica acosa a un chico, es romántico, ella esta enamorada, cuando eres joven haces locuras por amor. En cambio, un chico acosa a una chica es un demente, pero si es guapo es un dios, me encanta.
Dentro del fútbol canadiense existe una área que se llama snap. Un snap (también conocido como hike o snapback), pase inicial o pase, que da comienzo a todas las jugadas desde la línea de scrimmage en el fútbol americano y fútbol canadiense.
El snap debe ser un movimiento rápido y fluido ejecutado con una o ambas manos del snapper.
Yo siempre quise ser rápida y fluida en mis golpes, no dejar rastros, sino que el miedo y la desesperación fuera el único resultado de mi presencia además, no fue mi culpa que ella desatará mi ira.
Le había dicho muy bien 'no te enamores de Salomón' porque era mía, en realidad era nuestra porque mi hermano estaba igual de perdido por ella. Pero qué hizo la muy estúpida, se enamoró y bueno, yo tenía que hacer algo para solucionarlo. No quería distracción en el camino, la quería solo para los dos. Así que tuve que golpear a Salomón con una piedra en la cabeza hasta hacerlo sangrar. Todo hubiera sido diferente si me hubiera hecho caso, yo no era así. Me entró la locura y lo golpeé por Judith, para que pudiéramos ser feliz y continuáramos con lo que teníamos. Pero entonces ella tan débil de mente se asustó al ver la sangre, me gritó monstruo y salió corriendo, impactándose con un auto que venía a toda velocidad sin darme tiempo a salvarla.
Estuve destrozada con el pensamiento de que había muerto por mi culpa y sabiendo que el único amor de mi vida en su último aliento me había llamado monstruo, pero mi hermano Thiago lo estaba más, nunca le dije la verdad de lo que pasó para que él no me odiará también.
Siempre fue el más débil de la familia por lo cual podía manipularlo a mi antojo, lo cual en cierto tiempo era divertido y agradable. Mi mellizo Thiao era la única persona además, de Judith con el cual me sentía identificada, verlo me recordaba a mí y a Judith, pero sabía que él estaba prohibido.
Para alejar aquellos pensamientos "impuros" de mí, me involucre con Deam, él era una oveja negra, pero todos pensaron erróneamente que era un lobo. Debajo de toda esa máscara de chico duro estaba alguien lastimado, roto y maravilloso, pero todos saben que pasa cuando una oveja se mete en la boca del lobo, sale herido o muerto ni más ni menos. Y yo nací siendo una cazadora, así que te lo puedes imaginar.
Luego entró Bryon tan tierno y manejable, fue muy divertido y entretenido estar con él mientras duró, pero no logró aplacar esa sensación de insatisfacción, creí que salir con él y Deam a la vez me calmaría esas ganas locas de arrastrarme hacia las tinieblas, pero seguía estando insaciable.
Jamás podrían llenar el vacío que me dejó ella. Luego de seis años de tanto sufrir por Judith descubrí que siempre me habían mentido. No había muerto en aquel accidente, ¡Estaba viva! Sin memoria, pero viva. Ese era un factor que yo iba a usar a mi favor. Pero tenía que aparecer la idiota de la novia de mi hermano a arruinar mis planes.
Cada vez que la recuerdo me dan ganas de revivirla solo para matarla de nuevo.
Ella era irritable, tenía una voz irritable, su presencia era irritable.
¡Todo en ella era irritable!, por Dios, que le había visto Thiago... ella me ponía los nervios de punta, hablaba peor que una radio. Así que cuando vi la oportunidad; la maté. Alguien tenía que callarla y como sabía que mi hermano no lo haría lo hice por él, debió de agradecerme por quitarle a esa fastidiosa del camino. Si María Clara no me hubiera irritado tanto mientras bajábamos las escaleras no hubiera tenido la tentación de empujarla y ahora estaría viva. Al final no fue mi culpa, la escalera me incitó a ello.
Pero mis queridos padres horrorizados, decidieron que me enviarían a un centro de salud mental, ja, como si hubiera necesitado ayuda, no estoy enferma. Solo fue un desliz. Un pequeño accidente.
Algo bastante insignificante.
Pero ellos no lo podían verlo así. Claro que no.
Me dijeron que le inventarían al mundo que había muerto, no dejaría que me encerraran de por vida en aquel maldito lugar, así que puse mi cerebro a caminar. Su idea fue una oportunidad perfecta para formar mi propio plan de fuga, Thiago me ayudó a crear mi propia muerte.
Para el mundo entero Paloma Duarte había muerto y nació Snap. Un cazador entre las sombras, un murmullo de voces en agonía, una brisa suave que acaricia el alma para dejarlos sin aliento.
Y está vez Judith Lima no se me escaparía.
Volvería a ser nuestra incluso si con eso hubiéramos tenido que arrastrarla al infierno, porque estábamos destinados a conocernos, y en el momento menos esperado me encontraba sumergida y llevada a un río desbocado de amarguras para esconderme entre sombras.
Porque yo Paloma Duarte nací para ser sombra.
La ilusión es uno de los artes más sutiles para el engaño y esa fue mi aliado.
Papá siempre me dijo que el tiempo siempre es escaso para los que lo necesitan, pero para los que aman dura para siempre. Entonces, para mí y Judith debería durar para siempre.
Por cierto, no tengo ningún reparo en admitir que, a diferencia de Salomón mi contribución personal en ese asunto fue nula, la decisión decisiva para todo lo trágico que sucedió fue de Judith, siempre me desobedeció cuando le advertía de no acercarse a él.
Pero bueno. En este caso sería culpa de los dos. De ella por fijarse en él y de él por darle pie. Y esto me lleva al recuerdo de aquel día.
El sol se reflejaba vigorosamente en aquel tarde de verano, así que cuando leí la carta pensé que tenía que buscar una solución para cortar todo de raíz.
Querida Oma:
No me importa lo que digas sobre Salomón. Será el niño que me dé mi primer beso, sinceramente te perdono por haber tirado mi carro al lago y jalarme tan fuerte del brazo, sé que fue un accidente al igual que cuando me hiciste chocar con la pared hace unos días.
Te diré como fue el beso.
Totalmente emocionada, Judith.
Querida Jude:
Realmente no sé que le ves a Salomón, es tan feo y odioso que me da pena decir que es mi primo.
Y me importa una mierda tu primer beso, pero debes saber que Salomón tiene aliento a sapo muerto y ni siquiera sabe besar. Y créeme, que solo te vas a ver como una niña tonta al besarlo.
Por cierto, fui yo quien quemó tu carro en la fiesta de mi primo la semana pasada. Espero que no lo hayas estado buscado por mucho tiempo. ¿Te duele? Te lo merecías por haberte ido a hablar con él cuando te advertí que no lo hicieras.
Efectivamente sé besar mejor que él además, ¡Es el beso francés!
Totalmente desilusionada, Paloma.
Judith arrugó mi nota e hizo una bola antes de tirarlo al suelo como si hubiera querido mostrar todo su irritación con aquel gesto mientras ponía los ojos en blanco para tomar su lápiz de color y empezar a dibujar de nuevo.
—Jude, ¿no crees que deberías ensayar antes? De esa manera, Salomón no se burlaría de ti por no saber nada. Soy más grande que tú y por ende ser más de chico que tú.
—¿En realidad tú lo crees? —soltó un profundo suspiro.
—Sí, así te digo lo que haces mal y puedes mejorar.
—Está bien —hizo una pausa. —¿De verdad quemaste mi carrito?
—Solo lo dije porque estaba molesta. Ven conmigo —le hice una seña para que me siguiera detrás del árbol.
Miré a todos los lados para asegurar que el entrometido de Carlos no venía y mucho menos el idiota de Salomón.
Nos detuvimos detrás del árbol.
—Entonces... —parecía muy nerviosa. —¿Qué hago?
—Bien, acércate más... —me puse delante de ella y me aseguré de que las puntas de nuestros zapatos se tocaran. Luego hice lo que veía siempre en las personas cuando besaban; porque en realidad tampoco sabía besar, pero tampoco se lo iba a decir.
Salomón no se llevará su primer beso.
Era mía.
Ella cerró los ojos y yo la tomé de las manos.
Cerré los ojos y me incliné hacia adelante, juntando nuestros labios y lo dejé así esperando que sucediera lo de la televisión, pero nada.
Pasando dos segundos al ver que no era como sucedía me aparte, sin embargo, el contacto de sus labios contra el mío había enviado emociones a través de mi cuerpo. Secretamente
blasfeme contra el cine, donde había aprendido a cerrar los ojos, a agarrar la
cabeza del otro con la mano, a mover la cara un poco hacia la izquierda, un
poco hacia la derecha, pero que no mostraba lo esencial, lo más importante.
Eran unos desgraciados mentirosos que merecen la muerte.
—¿Eso es todo? —dijo ella.
—Sí.
—¿Qué tal estuvo? —me espetó nerviosa.
—Ha sido todo normal. Me gustan tus labios son muy suaves —sus mejillas habían adquirido aquel tono tan precioso. —También me gusta cuando te sonrojas.
—No estoy sonrojada —mintió descaradamente cuando era obvio que ella podía sentir sus mejillas encendidas. —Nos vemos, me iré a encontrar con Salomón.
Ella empezó a correr para ir a recibir su primer beso. Me enoje, sentí mi sangre hervir de la ira y decidí seguirla.
No debí haber perdido la paciencia con lo de Salomón y actuar como una maníaca celosa solo provocó que lo golpeará hasta hacerlo sangrar.
Frunzo el ceño al pensar, ahora en lugar de sentir vergüenza o pudor porque Judith me encontrará tan rápido y haya descubierto mi pequeño secreto, siento una oleada de excitación al saber que me conoce tan bien.
Ella parece intuir que la estoy mirando así porque su mirada se vuelve en mi dirección y sus mejillas han adquirido un nuevo rubor, pero no se remota sorprendida. Sus ojos están feroces. Me contempla con una expresión similar a la mía, salvo que la suya no se lee deseo, sino enojo.
Nos parecemos mucho es como mirarse en un espejo; es justamente lo que me cautivo de ella al principio.
Además, hay que admitir que le da excepcionalmente bien poner cara de póker. Vuelvo la mirada a Bryon solo porque me veo obligada a ello. Tal vez porque se ha dado cuenta de mis pensamientos. A pesar de la dureza que intenta mostrar en su rostro, sus ojos aún muestran aquella admiración que siente por mí y finjo no darme cuenta.
Tengo que darle aquella falsa sensación de seguridad.
Si su corazón sigue flaqueando por mí y él sigue queriendo estar conmigo a pesar de todo puedo usar eso a mi favor.
Sólo muerta conseguirán llevarme a esa clínica y para evitar eso tengo que mover algunas fichas.
Siempre fui buena jugadora de ajedrez.
Y lo amé por ella.
—¿Cómo me localizaron?
—Digamos que Thiago no tiene mucha imaginación para las contraseñas —comenta Judith. —Y rastreamos sus correos.
Estoy de acuerdo. Mariposa no es la mejor clave del mundo.
Sin embargo, es muy significativo para él. Siempre decía que Judith era su mariposa.
—Me impresiona tu inteligencia.
—Supongo que de ti es muy halagador —resopla, poniendo los ojos en blanco.
Los demás me dirigen una mirada fría, parecen muy enfadados conmigo.
—¿Pueden dejarnos solos? —es la primera palabra que le sale a Bryon desde que me ha visto.
—¡No! —protesta la rubita y Deam.
Le lanzo una mirada de irritación a la porrista y ella me mira sin inmutarse.
Debí haberla torturado cuando tuve la oportunidad.
Bryon los ignora. Camina hacia mí y luego sigue de largo, obligándome a seguirlo. Nos conduce al pasillo y entra en la cocina.
—Bryon, yo...
—No te atrevas —me interrumpe como en los viejos tiempos, pero está vez es frío y yo estoy vulnerable, tratando de en una salida. —No te atrevas a mentirme de nuevo en la cara.
Yo levanto los hombros mientras camino más cerca y me detengo enfrente de donde está parado.
Su cuerpo responde con deseo por mi cercanía cuando trata de alejarse, lo bloqueo contra el mostrador, colocando una mano en cada lado de su borde mientras lo miro con una intención oculta.
—Dime una cosa —susurra. —¿Qué se siente jugar...?
Lo corto con un beso rápido y caliente, con una de mis manos cayendo hacia abajo hasta darle un apretón en el trasero.
Junta su cuerpo inferior contra el mío, dejando en claro su ardor por mí y que está duro como una roca por lo mucho que me desea, su lengua invade mi boca, mi lengua lucha por su dominio en una pelea mientras mi mano secretamente va a su bolsillo de atrás donde sé que siempre lleva una navaja.
Siempre tan predecible.
Sino fuera por el hecho de que Bryon y yo hemos estado juntos por un buen tiempo y lo conozco demasiado, creería que es muy dependiente a mí, pero no lo es. Probablemente podría decirle que no estoy enamorada de él, y él todavía iba a querer estar conmigo.
Supongo que tiene un don de enamorarse de las mujeres equivocadas.
—Intentar acostarte conmigo no hará que no te lleven al psiquiátrico —murmura contra mis labios. —Te dije que te amaba —la emoción se cuela en su voz.
—¿No te importa que me encierren en aquel lugar? —uso el chantaje emocional.
—Y tú qué dijiste; que no sentías nada por mí, aún así decidí quedarme contigo, pero no te conformaste con eso, tenías que destruirnos —continúa con su discurso. —Es cuando entendí la naturaleza de nuestra relación, así que no, Paloma. No me importa una mierda si te encierran de por vida en aquel lugar.
—Bryon...
—No vuelvas a pronunciar mi nombre jamás.
—Ella no es para ti.
—¿Tú sí?
—Por eso mismo lo digo. Mientras más hermosas, son más peligrosas —es obvio que iba a investigar con quién intenta remplazarme. Quién lo está curando de mí. Esa que parece estar tachando mi nombre en todas las plumas de Bryon para poner la suya. —¿Has visto la chispa en sus ojos? Si sigue creciendo causará un incendio... y tú te quemarás en ella.
Me quita del camino y va hacia la puerta. Entonces, se vuelve hacia mí y dice. —No intentes escapar el lugar está rodeado.
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