—Mhh ¡hmm!— sus besos estaban muy subidos de tono. Ese simplemente momento en la tarde bastó para que la noche se llenara de ese ambiente cálido que los quemaba por dentro. Se despojaron de sus ropas admirando la desnudes de el otro. Se tocaron como si fueran la cosa más impresionante de el mundo, tanto que incluso cuando estaban por llegar a la parte definitiva; meliodas no dejaba de apretar sus enormes pechos y besarla —Meliodas por favor...hazlo ya—la escucho susurrar con su respiración agitada 

—Te amo— juntaron sus frentes con cariño, meliodas e sostuvo las manos sobre la cabeza y luego entró de una estocada. El grito que ella soltó fue suficiente para que el blondo gruñera, ella no era virgen y eso se lo había contado por lo que no tendría que preocuparse en lastimarla. Amenos que se lo diera claro —Ah...estás tan estrecha—murmuro entre jadeos. Ver su sonrojo, escuchar sus jadeos, sentir la unión de sus sexo hacia esa noche la más maravillosa