CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICUATRO
MATANDO DEMONIOS
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Había tres botes en el muelle. Adrian siguió a los Lightwood hasta subir a uno y solo medio escuchó cuando describieron el plan, ya que creía que el plan era muy obvio. El primer grupo de cazadores de sombras, el barco donde se encontraba Adrian, entraría a escondidas al barco de Valentine. Los otros dos grupos los seguirían después. Si alguien veía a Valentine, no dudarían en atacar.
Adrian tenía la terrible sensación de que Valentine no planeaba involucrarse en la batalla. Se mantendría fuera del camino, a salvo, y dejaría que sus seguidores y demonios lucharan por él. Podía ver criaturas merodeando por la parte superior del barco a medida que se acercaban.
El barco de Valentine estaba más lejos de lo que había pensado, y se hacía más y más grande a medida que se acercaban. Adrian estaba empezando a entender por qué Imogen pensó que esta pelea había terminado antes de que comenzara. Nunca había estado en una batalla tan grande, al igual que los adolescentes que se dirigían a pelear, así que Adrian nerviosamente jugueteó con su estela y se apoyó contra la barandilla a lo largo del costado del bote.
—¿Alec? —dijo por fin, girando la cabeza hacia donde estaba sentado Alec, tan tranquilo como siempre, haciendo algo con su arco que Adrian lo había visto hacer miles de veces antes, pero aún no sabía cómo se llamaba. Era horrible con los arcos, o con cualquier arma de largo alcance en general. Alec miró hacia arriba, frunciendo el ceño cuando notó que Adrian torcía su estela entre sus dedos—. ¿De casualidad no conoces la runa Intrépida? —todavía con el ceño fruncido, Alec se puso de pie y puso su arco en su espalda, acercándose y tomando suavemente la estela de Adrian.
—Solo la vi una vez —dijo, sonando como una disculpa—, y estaba un poco ansioso considerando que estaba dejando que ella lo probara en mí. Créeme, si lo recordara, estaría dibujándomela ahora mismo —Alec no parecía nervioso, sus manos estaban quietas; él no estaba inquieto. Por otra parte, las manos de Adrian tampoco temblaban. Fueron entrenados para ignorar sus nervios, lo que a Adrian le resultaba más difícil ahora que el barco de Valentine estaba a la vista. Al ver a Adrian mirar nerviosamente el barco, Alec suspiró y giró la estela para llamar su atención—. No juegues con esto cuando estás tan cerca de la barandilla. Lo último que necesitas es que lo dejes caer al agua —Adrian le frunció el ceño.
—Quiero creer que soy lo suficientemente hábil para no hacer eso —Alec rodó los ojos mientras Adrian apoyaba la cadera contra la barandilla—. Además, ¿cuándo he dejado caer un arma por accidente? Tú eres el torpe, no yo —la nariz de Alec se arrugó ante eso, y luego se inclinó hacia adelante, agarrando el brazo derecho de Adrian y estirándolo. Estaba sin runas, aparte de las permanentes. Nunca había dominado del todo dibujar runas con su mano izquierda, así que dejó que Alec lo hiciera ahora. Lo observó por un momento antes de que sus ojos fueran a la runa parabatai en el antebrazo derecho de Alec—. ¿Cómo está? ¿Sientes algo? —extendió la mano para tocar la runa para mostrarle a Alec a qué se refería. Alec hizo una pausa en su dibujo, frunciendo el ceño cada vez más, antes de dejar escapar un pequeño suspiro.
—Bueno, está vivo —dijo Alec, en voz baja. Adrian se lo imaginó. Si Jace hubiera muerto, Alec ni siquiera podría funcionar, y mucho menos hablar. Adrian nunca había sido testigo de que un parabatai perdiera su otra mitad, pero había leído sobre eso y escuchado las historias. Simplemente romper el vínculo parabatai, sin morir, era extraordinariamente doloroso y traumático. No quería pensar en lo que sucedería si Jace muriera—. Creo que está herido, pero no gravemente. Con suerte llegaremos pronto. Está tardando demasiado.
—¿En serio? Siento como si está yendo muy rápido —murmuró Adrian mientras Alec terminaba la última runa y le regresaba su estela. Adrian la guardó en la pequeña funda de su cinturón—. Sabes, en momentos así desearía tener mi propio parabatai.
—Pensé que te gustaba trabajar solo —dijo Alec, divertido.
—Sí, pero no cambia que los parabatai son más fuertes en batalla.
—Izzy y tú podrían haberlo hecho desde hace tiempo.
—Sí —dijo Adrian con un suspiro. Él e Isabelle trabajaban bien juntos. Habían discutido convertirse en parabatai antes, pero ninguno lo pensó con más claridad. La idea de estar tan íntimamente unido a alguien, de perder a esa otra persona y estar aún más destruido por él o ella de lo normal aterrorizaba a ambos—. Todavía podemos —miró a Isabelle, que estaba al otro lado del bote, mirando a los cazadores de sombras desconocidos a su alrededor con los ojos entrecerrados y las manos en las caderas. Adrian sonrió mirándola. Cuando volvió a mirar a Alec, vio que él lo estaba mirando de nuevo, solo que esta vez no apartó la mirada después de haber sido atrapado. La sonrisa de Adrian se hizo más amplia—. ¿Estás a punto de confesar algo, Alexander?
—No es una confesión muy profunda pero... —Alec se encogió de hombros y agachó la cabeza, llevando su mano hacia arriba para frotar su nuca. Sus mejillas se sonrojaron—. Cuando me preguntaste esta mañana por qué te besé de regreso te dije que no sabía por qué y... bueno, mentí. Lo siento —Adrian levantó las cejas, y automáticamente miró a su alrededor, su primera reacción fue asegurarse de que nadie pudiera escucharlos. Más específicamente, que Maryse y Robert no pudieran escucharlos. No era propio de Alec hablar de su sexualidad tan abiertamente, en especial rodeado de cazadores de sombras. Su segunda reacción fue mirar fijamente a Alec, al fin procesando lo que dijo. Alec hizo una mueca ante su mirada—. No mentí para lastimarte, solo creí que la verdad te dolería más.
—Alec —dijo Adrian, dando un paso adelante y bajando la voz—, dime la verdad rápido antes de que los demás empiecen a activar sus runas de audición. Nos estamos acercando al barco —Alec miró con cautela alrededor. Las personas comenzaban a prepararse, asegurándose de dibujar y activar sus runas y juntando sus armas. Todos habían bajado la voz o estaban en silencio. La única persona consciente de Alec y Adrian era Isabelle, quien apartó la mirada con el rostro sonrojado cuando ambos la atraparon.
—Traté de no besarte porque sabía que te enojarías si lo hacía —dijo Alec en un susurro apresurado—. Pero cuando me besaste, yo... dejé de pensar. Solo podía pensar en ti —esas parecían ser las únicas palabras que pudo pronunciar, lo que estaba bien. Las personas comenzaban a llevar sus estelas a sus cuellos, donde la runa permanente de audición estaba dibujada debajo de su oído. Robert y Maryse estaban más cerca.
Aunque no les prestaron atención a ellos, ya que parecían estar discutiendo acaloradamente. Alec se puso rígido, apretando los labios y dando un paso atrás, distanciándose. A Adrian no le gustó eso, así que dio un paso adelante y lanzó sus brazos alrededor de él, abrazándolo. Con lentitud, Alec regresó el abrazo, enredando los brazos en la cintura de Adrian. Nadie les daría más que una mirada ante su abrazo, sabían que eran cercanos.
—Gracias por decirme la verdad —susurró, aún abrazándolo. Los brazos de Alec apretaron su agarre—. Y yo también dejé de pensar en todo —cuando al fin se separaron, notó que el rostro de Alec estaba aún más sonrojado que antes y miraba al suelo. Aguantó una sonrisa. Estaba aliviado de que Isabelle se haya acercado, ya que era una distracción de la emoción creciente en su pecho. Isabelle le echó una mirada, y cuando miró a Alec, sonreía.
—¿De qué estaban hablando? —preguntó, jugueteando con su trenza. Alec rodó los ojos.
—De nada que te importe —dijo, haciendo que Isabelle frunciera el ceño y soltara su trenza, girando hacia Adrian, quien solo le sonrió. Los ojos de ella se entrecerraron.
—Vas a empezar a ponerte de su lado, ¿no? —se quejó Isabelle—. Es tan injusto. Fuiste mi respaldo cuando él estaba siendo un hermano mayor estereotípico, Dri —rodando los ojos, Adrian lanzó ambos brazos sobre sus hombros y la atrajo hacia su costado. Ella le sonrió—. Trata de no alejarte demasiado de mí, por cierto, tienes que cuidarme —Alec los miró y luego fingió rodar los ojos.
—¿Recuérdenme por qué no son parabatai? —fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta.
Finalmente habían llegado al barco de Valentine. Los otros dos barcos daban vueltas hacia el otro lado. Imogen, Maryse, Robert y los demás adultos empezaron a trepar por el costado del barco. Adrian, Alec e Isabelle fueron de los últimos en escalar.
Todo estaba en completo silencio mientras subían, los cazadores de sombras se estiraban para que todos pudieran saltar al mismo tiempo. Esto era más una emboscada que un ataque. Adrian descubrió que estaba contento de que fuera de noche, porque Alec e Isabelle se relajaron para mirar por el barandal.
Sosteniendo el barandal con una mano, Adrian alcanzó su estela y rápidamente activó las runas para aumentar su audición y su vista. Inmediatamente, su visión se agudizó, las sombras se iluminaron para que pudiera ver en la oscuridad. También se relajó, apretando la mandíbula cuando vio tanto a los miembros del Círculo como a los demonios merodeando por el barco.
Los miembros del Círculo parecían estar evitando a los demonios tanto como les era posible, y Adrian no los culpaba. Iban desde inofensivos hasta mortales, aunque se sintió aliviado al ver que la mayoría de ellos eran bastante fáciles de matar. Por supuesto que lo eran, Valentine no se arriesgaría a perder el control de demonios más fuertes cuando su plan se basaba en manipularlos. No antes de que el ritual estuviera completo.
Eso les facilitaría liberarlos. Los miembros del Círculo se alejarían lo más posible de los demonios y, durante la batalla, se distraerían. Como con Valentine, la orden directa era no dudar en atacar si algún miembro del Círculo lo hacía. Cualquier sobreviviente escaparía o sería llevado a Idris para que la Clave se ocupara. Aunque Adrian estaba listo para seguir órdenes, nunca había matado a un cazador de sombras. Imaginaba que no era diferente a matar a problemáticos subterráneos que mataban a personas inocentes por diversión. Los miembros del Círculo no eran muy diferentes solo por ser nefilim y tener runas en su piel.
Maryse fue la primera en avanzar, saltando hasta la plataforma con la misma gracia que los cazadores de sombras tenían. Mató a un demonio antes de que se dieran cuenta de lo que estaba pasando, y los cazadores de sombras comenzaron a saltar hasta la plataforma también, incluido Adrian, las cuchillas salieron de su eje justo cuando las enterró sobre lo que pensó que era el cuello de un demonio.
Isabelle tenía un cuchillo serafín en su mano derecha y estaba atacando con la izquierda, su látigo rodeaba el cuello de un miembro del Círculo, casi decapitando a la mujer. Maryse la derribó antes de que Adrian o Isabelle pudieran hacerlo, por lo que Adrian se dio la vuelta y se concentró en eliminar a tantos demonios como pudiera. Isabelle estaba justo a su lado. Habían perdido a Alec en el caos, pero no estaba preocupado. Probablemente había ido a buscar a Jace; siempre parecían saber dónde estaba el otro cuando estaban peleando.
—¡Agáchate, Adrian! —gritó Isabelle. El mencionado lo hizo de inmediato, observando su látigo volar por donde su cabeza había estado segundos atrás, enredándose en la pierna de un demonio que parecía tener alas. Adrian se puso de pie y giró su staff alrededor, cortando la cosa en tiras tan pronto como Isabelle la puso dentro de su alcance. El icor cayó sobre ellos, y el rubio maldijo de dolor cuando estuvo en contacto con su piel. Quemaba como ácido. Afortunadamente, no pareció derretir su traje. Aun así, no podrían continuar así si el icor seguía quemándolos—. Cúbreme —ordenó Isabelle, pensando lo mismo mientras buscaba a tientas con su estela. Derribó lo que parecía ser un demonio Oni mientras ella dibujaba una runa iratze desordenada en su pecho.
Tan pronto como terminó, comenzó a arremeter contra ellos con su látigo, cubriendo a Adrian mientras él hacía lo mismo. Inmediatamente, el dolor disminuyó y las marcas de quemaduras se desvanecieron como si nunca hubieran estado allí.
—¿Hay más de esas cosas voladoras? —preguntó Adrian, teniendo que levantar la voz. Los demás cazadores de sombras finalmente se habían unido a la batalla y lo único que se escuchaba era gritos de dolor y chillidos de demonios que lastimaban sus oídos.
—No veo ningu... ¡mierda!
Un demonio había saltado entre ellos, golpeando con sus garras a Isabelle, quien se echó hacia atrás justo a tiempo para evitar que le cortaran el cuello. El demonio era más grande que los otros que habían matado, por lo que Adrian torció su staff por la mitad, donde podían separarse, convirtiéndolo en dos espadas. Parecían agrandarse en sus manos, y cuando cortaron la espalda del demonio, quemó su piel.
Dejó escapar un rugido que pareció sacudir la plataforma, girando hacia Adrian y golpeándolo. Se agachó al mismo tiempo que Isabelle hacía su propio ataque. Fue así, de un lado a otro, hasta que ambos lograron asestar golpes alrededor de su cabeza cuando se agachó más cerca del suelo. No explotó en icor como el demonio alado, sino que se evaporó en humo oscuro.
—¿Era un demonio nuevo? —exclamó Isabelle, respirando pesadamente mientras daba la vuelta y atacaba a otro demonio Oni. Esas cosas explotaban en icor también, pero afortunadamente no quemaba.
—No impor... ¡Izzy!
No giró lo suficientemente rápido para evitar la espada del miembro del Círculo. Adrian arrojó la mitad de su staff y la hoja aterrizó en el hombro del miembro del Círculo. La punta había atravesado el hombro de Isabelle. Ella lo estaba agarrando, mirando al hombre mientras tiraba del extremo del staff fuera de su hombro y lo lanzaba. Adrian maldijo y sacó su espada de su espalda, girándola alrededor de su mano mientras daba un paso más cerca, planeando ayudar a Isabelle.
No parecía necesitarlo, lo cual estaba bien, porque otro miembro del Círculo decidió que era el momento de atacar a Adrian. No se había dado cuenta de que se habían alejado del lugar con la mayoría de los demonios hasta que miró a su alrededor y no vio nada más que cazadores de sombras peleando a su alrededor. Levantó su espada justo a tiempo para evitar que la punta de una espada lo apuñalara en el cuello. Empujando hacia atrás, balanceó la otra mitad restante de su staff, cortando el pecho del hombre. No había esperado dar un golpe tan fácilmente. Había asumido que los miembros del Círculo eran extremadamente hábiles.
Ahora, podía ver que estaban perdiendo. Un montón de ellos ya estaban muertos, y otros simplemente habían saltado al agua para alejarse nadando. Todos eran cazadores de sombras que se habían escondido después de que el Círculo se disolviera y parecía que no habían tomado armas desde entonces. Adrian se dio cuenta de que no eran más que una distracción. Morían por Valentine, pero a Valentine ni siquiera le importaba.
Adrian no se permitió pensar en eso. Los miembros del Círculo habían hecho cosas horribles.
Volvió a balancear su espada, tan fuerte que la propia espada del hombre voló de sus manos, pero eso no pareció aterrorizarlo, solo se disparó hacia adelante para luchar con sus manos. Adrian vio una fracción de la habilidad que había estado esperando. Levantó su espada de nuevo, listo para derribarlo y terminar con eso, cuando algo ardiente se envolvió alrededor de su muñeca y tiró de él hacia atrás.
Por un desconcertante momento, pensó que Isabelle lo había detenido, hasta que vio el tentáculo negro envuelto alrededor de su muñeca. Como la mayoría de los miembros del Círculo habían caído, los demonios finalmente se habían dispersado. Tenían más espacio ahora, y de repente el lado bueno no lo estaba haciendo tan bien.
Aterrizó sobre su espalda, su espada cayó de su mano cuando su hombro casi se dislocó. Todo lo que tenía ahora era la mitad del staff y el cuchillo serafín en su cadera. Ambos parecían muy pequeños en comparación. Palideció cuando vio un demonio Raum elevándose sobre él. Tenía ojos saltones negros y una boca circular. El sonido que pronunció hizo que Adrian rodara antes de que sus otros tentáculos pudieran agarrarlo.
Finalmente estaba empezando a sentir el dolor punzante alrededor de su muñeca y podía ver su sangre goteando. Agarrando su staff, cortó el tentáculo y retrocedió, teniendo que sacar el trozo de tentáculo de su muñeca. Se retorció y giró cuando cayó al suelo, dejando círculos en su piel donde sus ventosas se habían clavado. Ignoró el dolor en su muñeca y sacó su cuchillo serafín, nombrándolo rápidamente Michael. Afortunadamente, el demonio Raum tenía el tamaño de un humano, por lo que era relativamente fácil de matar, incluso si sus tentáculos hacían que la piel de Adrian se erizara.
Fue Maryse quien terminó ayudándolo, cortándole la espalda y distrayéndolo lo suficiente para que Adrian le diera el golpe final.
—Aquí estás —dijo Maryse, aliviada incluso si estaba cubierta de sangre de demonio y de nefilim. Tenía un largo corte por su mejilla. Ambos atacaron a un grupo de demonios Eidolon y, mientras lo hacían, Maryse habló—. Esto está convirtiéndose en un baño de sangre. Quiero que vuelvas a los botes lo más pronto posible, ¿entendido? —atacó a un Du'sien que estuvo a punto de atacar a Adrian por detrás, y luego a un Oni detrás de ella.
—¿Qué hay de Maia y Simon? ¿Y Valentine?
—Maia está bien, Lucien la llevó al barco —por primera vez, Adrian notó que los hombres lobos luchaban junto a ellos. La manada de Luke. El corazón de Adrian dio un vuelco cuando recordó a Oliver—. Sal de este barco, Adrian Dieudonne, ¿entendido? —sorprendido por su tono brusco, él asintió. Maryse devolvió el asentimiento—. Bien. Trataré de encontrar a los demás. Si los encuentras, llévalos contigo —Adrian volvió a asentir y luego ella desapareció.
Desesperado, Adrian miró por encima de la batalla, tratando de ver el destello de un látigo o una flecha. No vio nada, así que fue a hacer lo que le dijeron, luchando entre la multitud, asegurándose de interponerse en el camino de los demonios que eran más fáciles de matar.
Estaba casi al borde del barco, donde la barandilla parecía estar derritiéndose por el icor ácido, cuando algo lo golpeó y lo envió al suelo. Su cuchillo serafín voló de su mano y levantó la otra mitad de su staff justo a tiempo para evitar que unos dientes afilados descendieran sobre su cuello. Intentó sacárselo de encima, pero fue inútil.
Apartó los ojos de él por un segundo para buscar su cuchillo serafín cuando sintió el desgarre de garras en su estómago.
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SAM'S NOTE:
disculpen no haber actualizado :((( ya casi termina el segundo acto!!
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