9.- Asalto al Castillo de Bowser


—¡Ejército de Bowser, a ellos!— gritó Kamek.

Cientos de koopas echaron a correr hacia ellos, a la vez que Kamek se retiraba volando de vuelta a la altura del trono.

—¿Puedes con la mitad?— le preguntó Samus.

—Eh... seeeh...

Link pateó al primero para convertirlo en caparazón, bloqueó al segundo, pateó de nuevo al primero para enviarlo contra sus compañeros, sacó una bomba, la arrojó, bloqueó a otro, los golpeó con la parte plana de su espada y continuó peleando a través de las filas. En eso, uno le mordió el brazo, otro la pierna. Link se los quitó de encima, pero pronto se le abalanzaron más. Se los quitó girando con su espada.

Por su parte, Samus disparó misiles y bolas de energía, agarró a los enemigos con su látigo para arrojarlos a sus compañeros y golpeó con puños y patadas a los que se acercaban mucho. Los koopas lo mordieron también, pero con su armadura no sentía ni cosquillas.

Entre los dos avanzaron rápidamente, diezmando las fuerzas de Bowser. Cuando se fueron acercando al trono, Kamek alzó su cetro y, para sorpresa de ambos, generó a otro Kamek a su lado: un clon. Cada uno se dirigió con uno de los intrusos, les apuntaron con sus cetros y les lanzaron un chorro de llamas.

Link saltó para esquivarlo. Samus se convirtió en una bola de un metro de diámetro para rodar a toda prisa.

No tuvieron tiempo de descansar, puesto que ambos Kamek invocaron un proyectil cada uno, enorme y negro, con cara asesina, que aceleraron hacia ambos héroes.

—¡Tomen estos Bullet Bill y mueran!— exclamaron a coro.

Link miró arriba: notó que el cielo raso estaba cubierto de gruesas vigas de madera. Apuntó con su Hookshot, disparó y se enganchó a una, justo a tiempo para ser tirado y eludir al Bullet Bill por encima. Por su parte, Samus apuntó al que lo perseguía a él y le mandó un misil para hacerlo explotar.

Antes de dejarle tirar otro hechizo, Link cayó sobre el Kamek de su lado apuntándole con su espada. El koopa no tuvo tiempo de hacer nada; la espada se clavó en su pecho y entonces él se desvaneció. Link aterrizó junto al trono, sorprendido.

Por su parte, Samus le disparó una descarga de energía a su Kamek, lo cual lo tiró de su escoba al suelo. Intentó ponerse de pie y contraatacar, pero Link le pateó el cetro. Samus le apuntó con su cañón, Link con su espada.

Kamek había sido derrotado. Miró a ambos héroes, aún desconcertado.

—¿Dónde está la princesa Peach?— lo interrogó Samus.

El koopa bajó la mirada, lamentándose.

—En los calabozos, abajo— señaló una puerta por donde se veían escaleras que descendían— siempre la lleva ahí. Mario y Luigi podrían haberla encontrado sin necesidad de interrogarme.

—¿Luigi?— rescató Link.

—Luego le preguntaremos los detalles a la misma princesa. Ahora vamos a rescatarla— apremió Samus.

—¡Claro!

Ambos se dirigieron hacia donde Kamek les había dicho. No tenían manera de estar seguros de que les había dicho la verdad, pero no tenían muchas posibilidades en ese momento.

Descendieron por las escaleras varios pisos, hasta que se encontraron con una cámara alta, espaciosa y larga. Al piso de roca sólida lo rodeaban ríos de lava, en algunas zonas más gruesos que en otras. Había puentes conectando segmentos del suelo, como si fueran islitas.

Al final de la cueva, vieron un puente más grande y grueso, donde se alzaba una figura imponente. Desde ahí también oyeron voces.

Se apresuraron hacia allá.

—¿Dónde está ese Mario ahora?— se mofaba Bowser, mientras remecía una jaula colgada junto a él— ¡Anda, llámalo!

Dentro de la jaula se hallaba una muchacha, no mucho mayor que Link, de largo pelo rubio, vestido rosa chillón y grandes y expresivos ojos azules.

—Qué bonita— observó Link.

—Qué bonita— comentó Samus.

Link lo miró, pero prefirió no decir nada. Ambos se acercaron, la princesa Peach los miró con esperanza, pero Bowser se interpuso y se plantó usando todo el ancho del puente.

—Hasta aquí llegan, tontos extranjeros ¡¿Creen que pueden ganarle al gran rey Bowser?!

—¡No serás el primer dragón que haya vencido!— aseguró Link.

—Ni yo— agregó Samus.

—Valientes palabras ¡Pero no harán nada contra mí!

Bowser tomó una buena bocanada de aire y exhaló una llamarada. Link y Samus tuvieron que hacerse a un lado para evitar que les diera.

—¡El hacha!— exclamó Peach.

Ambos héroes se giraron y vieron que señalaba un hacha junto al puente, muy cerca de las cuerdas que lo sujetaban. Comprendieron a qué se refería, pero no pudieron reaccionar de inmediato.

—¡No podemos asesinarlo!— exclamó Link.

—¡Él resiste la lava! ¡Estará bien!— exclamó Peach.

Bowser se dio la vuelta, agarró el hacha, la arrancó y la arrojó a la lava.

—¡Ahora no podrán detenerme!— exclamó.

Link y Samus se miraron, no muy seguros.

—Si es resistente a la lava... supongo que está bien— dijo Link.

Bowser les lanzó llamas otra vez, que ambos héroes esquivaron. Entonces se reincorporaron y apuntaron a las cuerdas del otro lado del puente. Link le disparó una flecha a la de su lado, mientras que Samus disparó una bola de energía.

—¡¿Qué?!— exclamó Bowser.

En ese momento el puente cayó junto con él, directo a la lava. Bowser se hundió pesado a pesar de la viscosidad de la roca fundida.

—¡Nooooo!— gritó mientras desaparecía.

Los tres se lo quedaron mirando mientras descendía, hasta que ya no quedó nada de él. Link notó que no parecía quemarse, ni salía humo de su piel. Esto significaba que se mantenía entero debajo de la lava, incluso su pelo.

—Impresionante— pensó.

Luego miraron el camino destruido hacia la princesa. No podían atravesar, o al menos gente normal no podría. Por fortuna, ambos tenían herramientas especiales. Link sacó su Hookshot y Samus su látigo eléctrico, y ambos se balancearon hasta el otro extremo. Ahí, Samus rompió la jaula donde se encontraba Peach y la sacaron sin problemas.

—¡Ay, gracias! ¡Ustedes dos son mis héroes!— exclamó esta, mientras saltaba a abrazar a Link— ¡Llevaba mucho más tiempo del normal ahí! ¡Pensé que esta vez no volvería a salir!

—¿Esta vez?— repitió Link, aún estupefacto por el hecho de que los raptos fueran cosa frecuente.

Samus le dio un golpecito en el hombro.

—Digo... ¿Está bien, princesa? ¿Puede caminar?

—Sí, Bowser no me hizo nada, solo...— entonces se fijó mejor en Link. Abrió los ojos de par en par— digo... ¡Oh, estoy agotada! ¡Necesito que un fuerte caballero me cargue!

Se inclinó sobre él y se llevó un brazo a la frente como si fuera a desfallecer en cualquier momento. Link la sujetó y la levantó en sus brazos. Peach puso una mano sobre sus pectorales "para apoyarse".

—Gracias, nobles caballeros ¿A quiénes les debo mi gratitud?

—No agradezca hasta que estemos de vuelta en su reino, princesa— le espetó Link— Vamos, tenemos que regresar por el castillo ¿Me acompañas, Samus?

—Claro.

Se dieron vuelta hacia el espacio de lava donde antes había estado el puente. Podrían cruzar, con cierta dificultad ahora que cargaban con Peach. Por fortuna, esta les indicó un atajo por el otro lado. Se retiraron por ahí.

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