10.- ¿Y dónde está Mario?
Subieron por una torre hasta el techo. Llegaron a una zona plana y amplia.
—¿Un helipuerto?— reconoció Samus.
—¿Heliqué?— dijo Link.
Peach se bajó de Link para dirigirse a un extraño vehículo, como una taza en la que cabían cuatro o cinco personas, con cara de payaso pintada y una hélice en un extremo, a modo de corbata.
—A Mario no le gusta usar este payasocóptero, se marea con las alturas, pero siempre he querido pilotarlo.
—¿Payasoqué?— repitió Link.
—¿Es un vehículo?— supuso Samus— ¿Cómo vuela?
Peach se subió, apretó un botón y la hélice comenzó a andar. Contenta de que le resultara, dio aplausos de aprobación.
—¡Qué bien! ¡Vengan, yo los llevaré a mi reino!
Link y Samus se miraron, se encogieron de hombros y se dirigieron al vehículo volador de Bowser. Luego de que se subieron, Peach apretó unos botones para elevarse y comenzar a andar. A pesar de su tamaño y su extraña forma, el payasocóptero voló rápidamente por el cielo, más rápido que un caballo.
Vieron el castillo alejarse y perderse en el horizonte. Vieron los lagos y ríos de lava dar paso a tierra yerma y gris, donde se enfrentaron Link y Samus.
—Ay, gracias por rescatarme. Llevaba casi una semana ahí— dijo Peach, mientras pilotaba.
—¡¿Una semana en esa jaula?!— saltó Samus.
—No, solo me llevaba allá para molestarme. Generalmente me pasaba en una habitación yo sola— explicó la princesa.
—Aún me llama la atención que estos secuestros sean algo normal— comentó Link— ¿Qué sucede con las defensas de su reino?
—¿Defensas?— repitió Peach.
—Sus soldados, su castillo, el terreno donde reside ¿Qué es lo que está fallando, que facilita a ese rey Bowser raptarla una y otra vez?
—¿Soldados? Oh, los toads. No son tan fuertes como los koopa... ya los verán.
—Yo vengo de allá. Confirmo que no están hechos para la batalla— dijo Samus— recuerda que este mundo se rige por leyes distintas.
Peach se giró a verlos.
—¿Este mundo?
—Venimos de otros mundos— indicó Samus— otras realidades.
—Oh... eso explica su ropa.
—¿Tú no vienes de otro mundo, también?— le preguntó el caballero.
—¿Qué?
—Eres claramente humana, a diferencia de los súbditos de Bowser y los toads de tu reino. De donde yo vengo, todos se ven como nosotros: somos homo sapiens.
—¿Homo qué?— Peach se tapó los labios con una mano — No, no me gustan las chicas de esa forma, lo siento.
—Homo sapiens, el nombre de nuestra especie...— Samus agachó la cabeza— no importa. Seres humanos, es lo que quise decir.
—¿Seres humanos?— repitieron Peach y Link, sin saber de qué hablaba.
—Me rindo.
La princesa y el capitán se miraron. Esta le sonrió, divertida. Él sonrió también. Entonces se mostró el pecho y le indicó el símbolo del círculo cruzado. Peach se puso roja y se tapó la cara con las manos, pero no los ojos.
—Samus y yo hemos sido marcados por alguna especie de monstruo que puede meterse en nuestros sueños— indicó— nos puso este símbolo. Creemos que hay otros como nosotros ¿Usted no ha visto esta marca en otro lado?
—No me molestaría verlo otra vez— comentó mordiéndose un labio.
—¿Eh?
—¡Ah! ¡D-digo...— se tapó toda la cara, más roja— ¡N-no! ¡No lo he visto!... lo siento.
—Está bien— dijo Link.
—¿Qué hay de este tal Mario?— inquirió Samus.
—¿Mario? Sí, es el fontanero del castillo. Él es quien siempre me rescata cuando Bowser me rapta— comentó Peach— aún no puedo creer que me dejara ahí tanto tiempo ¿Qué podría tenerlo tan ocupado?
—Ah, yo también escuché algo así, de los koopas— comentó Link— que Mario era un abusón que iba a darles una paliza cada cierto tiempo. Ahora tiene más sentido; les daba una paliza porque ellos se interponían en su camino cuando iba a rescatar a la princesa.
—¿Por qué preguntas por él? ¿También te rapta alguien en tu mundo?— supuso Peach.
—No. Es solo que parece una de las personas más hábiles para el combate de los alrededores. Después de todo, ha vencido a Bowser una y otra vez él solo— explicó Samus.
—¿A qué vas?— quiso saber Link.
—Es una hipóte... una especulación— indicó el cazarrecompensas— como han podido ver, yo tengo un gran poder para el combate. Luego de pelear contra y junto a ti, sé que tú también puedes defenderte bastante bien— le dijo a Link— si Mario fuera otro de los marcados, entonces es posible que a él también lo hayan enviado a un mundo distinto al suyo.
—¡Y por eso no está aquí!— exclamó Link— ¡Bien pensado, Samus!
—¿Entonces Mario está en otro mundo?— concluyó Peach.
—Es una buena posibilidad— indicó Samus.
—Pero nosotros viajamos a este mundo a través de una bola con este símbolo— recordó Link— la tuya también estaba rodeada de monstruos de cristal violeta ¿No?
—Así es. Tal parece que esas bolas son el origen de los monstruos— dijo Samus.
—¡Oh, no! ¡¿Monstruos?!— exclamó Peach.
—¿Sabes si este Mario fue a investigar apariciones de monstruos, antes de desaparecer?— inquirió Samus.
Peach se llevó un dedo a sus carnosos labios.
—No me han informado de nada por el estilo, aunque he pasado una semana encerrada. Quizás mis sirvientes sepan algo.
—Y nosotros tenemos que descansar— dictó Samus— si vamos a luchar contra monstruos, no podemos andar faltos de sueño.
Link asintió. Quería regresar a Hyrule cuanto antes, pero no podría proteger a nadie si moría en el camino por falta de sueño. Él lo sabía bien.
.
Cuando aterrizaron, un gran número de toads corrieron a refugiarse.
—¡Es Bowser!— gritaban.
—¡Viene a destruirnos!— escucharon a otros.
Entonces Peach aterrizó y se bajó. Los toads se detuvieron, se dieron la vuelta y la encontraron ahí.
—¡Princesa!— exclamaron varios.
Volvieron sobre sus pasos rápidamente para ir a su encuentro. Al verlos acercarse, Link pudo apreciar que los toads eran gentecita que le llegaba como a la cintura, y eso que él nunca fue un sujeto alto. Le llamó la atención que todos llevaban ropa azul y un sombrero blanco de pintas rojas que asemejaba a un hongo.
—Ahora entiendo lo de las pocas defensas— pensó.
—¡Princesa, estuvo mucho tiempo con Bowser!— dijo uno de los toads.
—¿Dónde está Mario?
—¿Por qué viene sobre el payasocóptero?
—¿Quiénes son ellos dos?
—Son los héroes que me rescataron de Bowser— los presentó Peach— Samus y Link.
—¡Princesa! ¡Princesa!— se acercó gritando uno de los toad.
A diferencia de todos los otros, este llevaba un bigote blanco, ropa de anciano y su sombrero tenía puntitos color café.
—¡Toadsworth, me alegra verte!
—¡Princesa! ¡Estaba tan preocupado! ¡Mario no aparecía!— entonces se dirigió a Samus— Noble caballero, usted ha rescatado a nuestra princesa y salvado nuestro reino. Permítanos agradecerle con uno de nues...
—Oh, pero Link también me salvó— lo interrumpió Peach, mientras señalaba al capitán.
—¡Oh, otro héroe! Entonces...
—¿Por qué no mejor los hacemos pasar al castillo?— continuó Peach— Link, Samus, vengan conmigo. Descansemos esta noche, luego podremos meditar sobre los asuntos que los trajeron aquí.
—Me parece bien— dijo Samus.
—Sí, a mí igual— dijo Link.
Listos para descansar, ingresaron al castillo junto con Peach y varios otros toads.
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