Capítulo 5

Dylan

Me quedé con los demás escogiendo las variedades de tragos que nos daban, la verdad nunca pensé que existirían tantos y me impresionó tener que probar de todo un poco, por supuesto que esto no está autorizado por mi tutor temporal llamado Damián "él que no aguanta nada" y por los adultos de esta celebración.

Los demás sacaban tragos a escondidas, prácticamente llevaban una botella con alcohol escondida o uno que otro tenía un contacto para que le entregara ciertos tipos de beneficios.

—¿Quién se toma este? —preguntó una de las chicas del grupo—, yo digo que Dylan dé el primer paso ¿Qué opinan los demás?

—¡Dylan! ¡Dylan! —acepté con gusto el shot y lo moví para adivinar que era—, ¡Fondo, fondo!

—Bien, lo haré —reí y lo bebí con rapidez, me quemó la garganta al primer intento, quedé feliz.

—No creo que esté bien —se quejó Noah a mi lado—. Sabes que no podemos consumir esto y te haces el jodido rebelde.

—No te metas Noah.

—¿Por qué? Damián se va a molestar contigo y no quiero eso...

—Él es simplemente quien nos está ayudando, no te equivoques hermano —sus ojos demostraron tristeza—, ¿o se te olvida que nos va a entregar a una familia?

—Eres cruel.

—¿Yo? Digo la verdad, que le den... no quiero saber que vamos a tener nueva familia pasado mañana.

—Pero quizás él...

—No te ilusiones —di otro trago—, y no bebas que dos borrachos no hacen ninguno.

—Me siento mal Dylan —mi hermano menor colocó un puchero—, me duele mucho la cabeza.

—Duerme en ese sofá, no puedo hacer nada Noah.

—Mhm —caminó hacia donde le dije y allí se quedó con los ojos cerrados.

Cuando él se enfermaba y estábamos viviendo en ese lugar no teníamos como encontrar medicamentos o algo que nos ayudara, simplemente dejábamos que se nos pasara, una vez casi se muere Noah de una fiebre y nuestra tía no fue capaz de mover un dedo por nosotros, recuerdo que desesperado le dije al vecino quien nos ayudó con un par de medicamentos, era un anciano, hizo lo pudo y agradezco que lo haya salvado.

—¿Te unes? Vamos a ser otra ronda, además acaban de llegar Tyler y Blake, son muy buenos en esto.

—Claro Henry, ahora los sigo, deja que me tomo el último —estaba por llevarme el vaso a la boca y sentí una mano que me detuvo.

¿Qué carajos?

—¿Qué fue lo primero que te advertí, Dylan? —me congelé apenas escuché esa voz, Damián está frente a mi con una cara de pocos amigos.

Mierda. Creo que estoy frito.

Damián

La boda de Samantha es espectacular, me he divertido la gran parte de la noche y cuando supe que los chicos estaban adentro con mis sobrinos y familiares me sentí muy aliviado porque tenían a alguien con quien conversar. Por mientras me quedé hablando con mi hermana y bailando con ella.

—Te has lucido Sam, está genial.

—Gracias se cumplió mi sueño, siempre quise algo así —sonrió—, ¿y tus niños?

—¿Mis niños?

—Así es, ¿o no planeas quedártelos?

—Hmm, es difícil —suspiré caminando hacia el césped y Sam me siguió.

—¿Qué es exactamente lo difícil? Tengo 2 hijos, hermano, es un lío y una maravilla al mismo tiempo, no hay nada como ser madre o padre...

—¿Y si no soy lo suficientemente bueno?

—Lo serás si así lo quieres.

—Tengo miedo, Sam, nunca pensé en ser padre.

—Lo sé, si no quieres puedes seguir con tu plan que de todos modos está bueno, ayudarás a esos pequeños a encontrar a una familia y por fin serán felices, habrás hecho lo que pudiste.

—No —levantó una ceja confundida.

—¿No?

—Dejarlos con alguien... no puedo Sam, creo que me he encariñado esta semana con ellos, sé que es muy poco, que casi ni los he conocido...

—Tranquilo que no te juzgo —colocó una mano en mi hombro—. Quiero que sepas que la paternidad no es fácil Damián, sobre todo en la etapa en la que están Dylan y Noah, sin embargo, aprenderás con el tiempo, tendrás que educar, entregar cariño, diciplinar en ciertas ocasiones, pero lo principal es que los niños sean felices. Nadie le enseña a nadie a ser padre, sé que tu puedes ¿eh? Nunca dudes de que no puedes estar a cargo de un niño, miles de veces has cuidado a tus sobrinos.

—Fueron pocos días Sam, además se portan excelente.

—Eso lo dices ahora, porque Blake, tu princesilla, está por cumplir los 15 y no sabes lo difícil que ha sido esta etapa.

—Tenle paciencia.

—Lo mismo te digo a ti, siempre estaré por si necesitas ayuda —asentí.

—Gracias Sam.

—De nada hermanito.

—Una pregunta...

—Adelante, con confianza —sonrió.

—¿Cómo los castigas? Es que mierda, no puedo ponerle una mano encima a esas criaturas, son unos bebés para mí, les dije que le daría una que otra nalgada si se portaban mal pero no era enserio...

—Wow —carcajeó—, lo que mejor te funcione, claro. Sé que no eres capaz ni de matar a una mosca si quiera, pero si los azotes son con una advertencia está todo bien ¿sí? Yo a los míos les doy una que otra palmada y ya está, nunca más.

—¿Y no crees que son muy grandes para eso?

—Lo que mejor te funcione ¿mhm? Encontrarás el método tu solito Damián, si enviarlos a la esquina los hace pensar bien las cosas genial por ti, lo que sí, nunca dejes de consolarlo si es que le das una palmada, deben saber que estas ahí para ellos y que lo que haces es para que aprendan.

—Tranquila que lo sé, dudo que me hagan enojar mucho o se pongan en gran peligro como para recurrir a un castigo "mayor". Estoy seguro de que se comportarán.

—Ajá, como no conoces a los adolescentes.

—¿Tan difíciles son?

—Prepárate Damián —me dio dos palmaditas en el hombro—, bienvenido a la paternidad.

—Mierda Sam, me asustas.

—Firma esos papeles y conversamos —me guiñó el ojo y se fue a la pista de baile.

Me quedé pensando en todo lo que me dijo y creo que tiene razón, no soy experto en todo esto, si es que quiero darles una mejor vida a los chicos, entregarles todo lo que necesiten y estar para ellos en todo momento. Si bien no es una decisión a la ligera, estoy dispuesto a correr los riesgos y puedo ser un padre o hermano soltero, como ellos quieran considerarme si es que aceptan.

Quise ir a ver lo que estaban haciendo y en eso me entró una llamada de mi mejor amigo, Lee.

—Tengo buenas noticias —habló desde la otra línea—, conseguí a unos padres australianos que les encantaría adoptar a los menores y quieren verlos mañana mismo, son de una muy buena familia y se los llevarían a vivir en su país ¿Qué te parece, Damián?

¿Qué? No, definitivamente no, es muy lejos y nos los vería nunca. Tendrían miedo de irse solos a otro lugar con gente muy desconocida. Mi pecho comenzó a doler y algo muy en el fondo me dijo que es ahora o nunca, ¿Qué voy a hacer?

—Diles a los padres australianos que no están disponibles —dije decidido—, y que yo los voy a adoptar.

—Sabía que tomarías la mejor decisión... ¿Qué?

—Si, no puedo dejarlos ir, Lee. Creo que es momento de que reciban mucho amor, cariño y que alguien les enseñe como realmente es la vida.

—Un momento ¿Damián White de padre? Wow, no me lo esperaba amigo.

—Yo tampoco...

—Dios ¿estás seguro?

—Mas que seguro, Lee. Primero necesito preguntarles a ellos que les parece, si me quieren a mi como un posible padre o hermano. No pienso obligarlos a que me quieran.

—Créeme Damián, uno te quiere sin conocerte —me tranquilizó por la línea y me sacó una sonrisa—. No he conocido persona más amable que tú, eres el padre indicado para esos chicos.

—Espero que ellos también crean eso...

—Haremos los papeles apenas vuelvas, solo debes firmar e ir a conseguir esa firma de la actual tutora, quizás debamos ofrecerle dinero... sé que legalmente no es correcto, dudo que esa señora encuentre alguna forma.

—Lo sé, perdón por meterte en esto...

—No te preocupes, todo con tal de que esos niños no se vayan a un hogar de menores donde quien sabe qué les harán allá.

—Gracias Lee, por todo.

—Gracias a ti por darme un caso interesante y escúchame bien ¿seré el padrino?

—Claro —negué con la cabeza sonriendo—, y su niñera personal, te llamaré si necesito de tus servicios.

—Me encantaría.

—Amigo están por bailar un vals, te hablo luego.

—Tranquilo, ve, disfruta con Samantha y dile que ya quiero salir en grupo de nuevo, estoy seguro de que se divertirá.

—Ahora saldrá con su esposo ¿lo ves?

—Siempre será mi amor platónico —reímos otra vez más fuerte.

—Bien, bien. Nos vemos, Lee.

—Nos vemos.

Lee no vino a la fiesta únicamente porque tenía trabajo, estaba invitado por supuesto, si es mi mejor amigo y gran compañero de trabajo de Samantha. Además, estudiamos en la secundaria todos juntos solo que mi hermana mayor iba en dos cursos más arriba. Agradezco tenerlo en mi vida, es alguien de fiar totalmente, es como mi familia.

—No puedo creer que hayas hecho eso, Catherine —regañaron a una chica al lado mío y me causó curiosidad mientras pasaba—. Beber con esos chicos...

¿Cómo? ¿Beber con quienes? Dudo que Dylan y Noah estén involucrados ¿verdad? Se supone que les quedó bien claro la advertencia que les di antes de entrar a la boda.

Fue tanta la intriga que fui a verlos, crucé todo el patio intentando pensar en que ellos son muy bien portados que seguramente pensaron en hacer lo correcto y que no serian capaces de desobedecerme porque entienden la gravedad de la situación.

Todo eso se esfumó al ver mayor sonriendo de oreja a oreja con un shot de quien sabe que cosa en su mano a punto de beberlo. Se me salió lo sobreprotector y la molestia inmediata porque no dudé en acercarme.

—¿Qué fue lo primero que te advertí, Dylan? —dije con una voz muy autoritaria que me sorprendió, jamás he regañado a nadie tan molesto.

—Damián... —susurró muy sorprendido.

—Estas en graves problemas jovencito —el olor a alcohol se hizo presente—, ¿Cómo se te ocurre beber siendo menor de edad? ¿Sabes lo peligroso que es?

—¿Yo en problemas? —bufó—, por favor, si no tengo ningún tutor a quien darle explicaciones.

—¿Ninguno? —me molesté aún más—, pues ahora lo tienes Dylan. Te me vas levantando de ahí y caminas al auto.

—¿Ah? ¿Qué significa eso?

—Que te la ganarás a pulso si no me obedeces.

—¿Qué me ganaré? —estalló en carcajadas—, ¿Sabes lo gracioso que suena esa palabra?

—Andando.

Necesito reunir paciencia y calmarme, está borracho, es "normal" en adolescentes supongo, pero eso le cambiará mañana, no querrá volver a beber alcohol en su vida. Aún no decido que clase de castigo darle porque no sé lo que será apropiado para él sin embargo todo eso lo analizaré más tarde. Primero debo intentar que reaccione un poco y que se duerma para recuperar energías.

—¿Tu hermano? —me miró confundido.

—¿Noah? Ay... ¿Noah?

—Si, él —afirmé preocupado hasta que lo vi acostado en un sofá durmiendo—, ven conmigo Dylan.

Me acerqué al menor, tiene la cara rojísima como un tomate y eso está fuera de lo común, jamás ha estado así desde que llegó. Algo le pasa.

—Corazón —lo moví un poco para que despierte—, abre los ojos, debemos irnos.

—¿Mhm?

—Vamos al cuarto, pequeño. Es tarde ¿te duele algo? —le toqué la frente y noté que ardía en fiebre—, ¿Por qué no me dijiste que estabas así, Noah?

—Y-yo no quería molestarte —colocó un puchero y quiso llorar—, perdóname, Damián.

—Tranquilo, está todo bien.

Tendré que llevarlo al hospital, no lo puedo dejar aquí, además no poseo ningún tipo de medicamento en este lugar para dárselo y las farmacias están muy alejadas. No quiero correr riesgos, lamentablemente deberé llevarlo a urgencias.

—No se separen de mi ¿de acuerdo? —tomé la mano de cada uno y los llevé hacia el ascensor.

Al subir al cuarto le lavé la cara a Dylan y le di un vaso de agua que se bebió en unos cinco segundos, lo ayudé a cambiarse a pijama. No puedo creer que este jovencito crea que puede hacer lo que se le dé la gana solo porque aun no hay un papel firmado, definitivamente necesita conocer el mundo de las reglas y la obediencia.

—Te quedarás aquí ¿bueno? Acuéstate.

—Si, si —se lanzó a la cama y se tapó hasta el cuello.

—Mañana hablaremos —rodó los ojos y se durmió enseguida.

—Voy a colocarme pijama.

—Lo lamento Noah, iremos al hospital —decir esa palabra al parecer fue sentencia para él porque sus ojos se agrandaron y comenzó a llorar como si no hubiera un mañana.

—¡Bwaa si me porté bien!

—¿Cómo? —pregunté desentendido.

—¡Y-yo no quiero ir!

—No es un castigo, corazón —me dio ternura—, iremos porque estas malito y tu salud es muy importante para mí ¿estamos claros?

—Me da terror —admitió temblando.

—Yo estaré contigo —negó yéndose a la cama rápidamente con tal de zafarse de la situación—, Noah...

—Tengo mucho sueño, se me pasará, cuando vivía solo con Dylan en algún momento debía curarme.

Dios, ¿Qué infierno vivieron estos pequeños? No puedo ni imaginarlo y me molesta, ¿Cómo es posible que su propia tía no los ayudara ni cuando se encontraban enfermos? ¿Qué pasaba por su cabeza como para hacer tal cosa? Pobres, debían cuidarse siendo unos niños.

—Las cosas cambiaron Noah —no quiero decirle la sorpresa, pero necesito que deposite su confianza en mí—, planeo adoptarlos.

Su cara fue un real poema.

—¡¿Qué?! —chilló y saltó a mis brazos muy feliz—, ¡No puedo creerlo! ¡Gracias, Damián! ¡Ay estoy más que contento!

—Aww, cariño... —mis ojos se llenaron de lágrimas—, conmigo nada les faltará se los prometo. Intentaré ser el mejor.

—Ya lo eres —susurró abrazado a mí.

Me alegra oír esas palabras de su boca, me hacen sentir muy bien y creo que no estaba tan equivocado, por algo las cosas sucedieron así y aparecieron en mi camino. Creo en el destino y las casualidades de la vida. Ahora falta contárselo a Dylan el cual ronca en este momento.

—¿Crees que puedas confiar en mí? —se separó un poco y lloriqueó.

—Es que...

—No te soltaré la mano ¿mhm? —un poco indeciso aceptó.

—¿Y Dylan?

—No te preocupes por él, mi madre lo cuidará, ya viene por el ascensor.

—De acuerdo.

—Adelante mi pequeño valiente —le abrí la puerta del cuarto y mi madre estaba afuera—. Mira a quien tenemos aquí.

—Vayan con cuidado ¿si, Damián?

—Claro, lo cuidaré con mi vida —asintió aliviada—. Si Dylan despierta dile por favor que fuimos a urgencias.

—Estará en buenas manos.

Noah

No recuerdo lo que es ir al hospital, sin embargo, me aterra, ¿irónico, ¿no? Es que me han contado muchas cosas de ese horrible lugar, Dylan sobre todo veía películas de terror en su trabajo y me dejaba en la televisión mientras atendía a el pequeño negocio. Desde ahí les tuve un rechazo enorme.

Por otro lado, que Damián haya dicho que nos va a adoptar me sorprendió, el dolor de estomago por los nervios desaparecieron al pensar que él será mi nuevo... ¿papá? ¿Le gustará que le diga así? Estoy ansioso, nervioso y emocionado al mismo tiempo, ya quiero comenzar a vivir con él, como una verdadera familia que nunca he tenido. No sé lo que opinará Dylan, es muy negativo casi siempre y quizás no lo acepte, aunque sé que con el tiempo eso cambiará.

Llegamos a un lugar enorme, no decía hospital si no clínica y me dejó intrigado con lo bonita que se veía, de seguro es una pantalla para que creas que es un sueño hasta que entras, ¿Por qué Dylan debía beber y no venir? Me hubiera gustado contar con él para huir de aquí.

—¿Qué piensas, Noah? Tranquilo, nos demoraremos muy poco —dijo Damián mientras estacionaba el auto—, ¿preparado?

—No.

—Lo supuse —carcajeó—, recuerda, inhala y exhala.

—Lo hice —dije seguro y tragué saliva.

—Genial, ahora entremos que se nos hace tarde —salimos del auto y lo abracé muy fuerte.

—Ya corazón, olvida esos miedos que no te pasará nada mientras yo esté aquí contigo ¿bueno? Te protegeré.

—¿Me van a picar?

—No lo sé, sin embargo, no debes asustarte por eso, ni duelen.

—¡Mientes! ¡Dylan siempre dice que duele como el infierno!

—Lo dudo muchísimo, es un piquetito, no lo sientes.

—Ay...

—Esperemos una respuesta del medico primero ¿de acuerdo? —hice un ruidito afirmando y no dejé de abrazarlo incluso cuando entramos y se paró enfrente de recepción.

El olor aquí me marea, huele a medicina, a dolor. Aunque no sé si eso sea posible, prefiero guiarme por mi propia imaginación.

—Buenas tardes, el doctor William Harris ¿se encuentra? Tengo una cita con él.

—Si, de último minuto, pasé al segundo piso, al fondo y a la derecha. Lo llamarán cuando sea su turno.

—Gracias —oí a Damián y caminamos hacia las escaleras.

—¿Quién es ese doctor? —pregunté.

—Un amigo, no podía dar tu nombre aun porque en los registros no estás con mi apellido y aún no hemos hecho los papeles.

—Oh, si... —le seguí el paso y llegamos al pasillo—, es frio y feo por aquí.

—Un poco —me dio la razón—, aunque si piensas que estas en una aventura no es así, imagina que estas en una misión espía.

—Wow, ¡genial!

—Y no debes hacer ruido, camina en puntitas —le seguí la corriente y carcajeé—, cuando te llamen deberás analizar al médico y decidir si es una solución, tu misión es curar esa gripe que seguramente te dio ¿aceptas?

—¡Si!

—Perfecto, vamos a sentarnos —le hice caso y me quedé mirando a las personas de alrededor.

—¿Te has preguntado lo que es tener hijos, Damián? —lo miré a él.

—Buena pregunta, si, nunca llegué a ser padre la verdad. Tuve parejas, me concentré mucho en los proyectos que tenía por delante y si planeaba tener una familia algún día.

—Y si tuvieras hijos biológicos ¿los querrías más a ellos?

—¿Qué? No Noah, por supuesto que no. Ustedes siempre serán mi prioridad y si tuviera un hijo los amaría a todos por igual, no es lo mío hacer diferencias.

—Damián White —escuché su nombre y vi al médico mirarnos—, adelante.

—Te esperaré aquí —dije inteligentemente y sonrió.

—Olvídalo, Noah. Entraremos juntos.

El cuarto es lindo, tiene patitos pegados en la pared y parece muy de niños ¿será un pediatra? Maldición, tan pequeño no soy, mi hermano se burlaría de mi si le contara esto que me está pasando.

—Tu debes ser Noah —me dio la mano y se la acepté—. Cuéntenme, ¿Qué tienes?

—Creo que debe ser una gripe —respondió por mi Damián.

—¿Cuándo pensabas contarme que eres padre?

—Pronto, Will. Lo siento, te lo contaré con lujos y detalles luego.

—Veamos que tiene tu pequeño, ¿edad?

—Catorce años —susurré.

—Bien, ¿alergias?

—Ninguna.

Siguió haciéndome otro par de preguntas y yo las contesté bien, creí que solo sería eso, pero me equivoqué.

—Ve a sentarte a la camilla Noah ¿bueno?

—¿No me dará algún medicamento rápido y ya?

—Calma, allá voy —sonrió y con la cabeza hizo un gesto para que fuera a hacer lo que me dijo.

Me subí y Damián se quedó al lado mío repitiendo que yo podía hacerlo, que era muy valiente y estaba muy orgulloso de mi.

—Abre grande —sacó un palito y encendió una linterna, miró mi garganta y me dio una arcada—, una vez más Noah, lo estás haciendo perfecto.

—Me da asco... —me quejé—, el palito de madera es asqueroso.

—Coopera un poquito, corazón.

—Bien.

Revisó otra vez y luego sacó un estetoscopio, tuve que levantarme la camiseta para que pudiera escuchar atentamente.

—Voy a colocar este termómetro en tu brazo ¿bueno? Esperaremos alrededor de unos 2 minutos.

—¿No me dolerá?

—No —me tranquilizó—, nada de nada.

—Okay.

Me distraje mientras Damián conversaba con el doctor Will, me fijé en la cinta de patitos, luego en la camilla, después los muebles y me causó curiosidad lo que tenían dentro ¿será que hay muchos dulces por si me comporto bien? Es primera vez que vengo al médico desde que tengo memoria, no sé lo que me espera.

—Si, tienes una gripe Noah —asentí como si entendiera lo que me estaba diciendo—, aplicaré un medicamento vía intramuscular, muy rápido ¿está bien?

—Ajá —dije sin saber.

¿Será un jarabe delicioso?

—Baja un poco tu pantalón ¿mhm? —quedé mirando a Damián y se me erizó la piel—, calma.

—¿Q-Que es intramuscular?

—Un piquetito en la nalga, corazón —negué con la cabeza repetidas veces aterrado.

Damián

William me hizo un gran favor al pasar a Noah, menos mal tenia guardado su contacto en caso de emergencias como esta. Me ayudó mucho aceptando, justo estaba de turno y tenia horas disponibles. Es un pediatra excelente, más de una vez trató a mis sobrinos y se mejoraron muy rápido.

Ahora tengo a un pequeño llorando a mares sin soltarme en lo absoluto porque le tendrán que aplicar una inyección, sabía que esto pasaría, es la forma más efectiva y rápida para que su fiebre baje. Como enfermero entiendo este tipo de procedimientos sin embargo nunca me había afectado tanto ver a alguien tan asustado como a Noah, me duele a mí.

—No... Damián —su voz entrecortada me partió el corazón y lo peor es que no puedo hacer nada más para ayudarlo. Debe estar aquí por su propio bien.

—Cariño, tú cierra tus ojos ¿mhm? —le hablé dulce y su labio tembló.

—No quiero, yo pensé que me darían un jarabe... —lloriqueó abrazándome muy fuerte y temblando.

—No te dolerá, será un piquete muy chiquito, ni sabrás cuándo ocurra —mentí sabiendo que me arrepentiría después.

En realidad, depende de cada persona, no a todos nos duele colocarnos una inyección, todos los umbrales del dolor cambian, lo que si es que la probabilidad de que lo sientas es altísima y aquí estoy intentando convencerme de que no será así con este pequeño.

—¡Bwaa, no! —lloró con fuerza y trató de refugiarse aún más en mi camisa.

—Noah, tranquilo ¿bueno? Te prometo que serán dos segundos.

—Yo nunca me he puesto una inyección Damián —confesó entre lágrimas y mocos—, m-me iba cuando debía ir en la escuela. Me han dicho que duele mucho...

—No es cierto, corazón —le limpié las lágrimas de a poco y dejé un beso en su frente—. Depende de cada persona, nunca lo sabrás si no lo intentas, no puedes quedarte con las experiencias de otros y no la tuya.

—Pero yo no quiero vivirlo... jamás.

—En algún momento pasará —coloqué una mueca al ver sus ojitos rojos—, este pequeño piquete es para que ya no tengas fiebre Noah.

—A mí no me molesta, Damián por favor vámonos... —siguió quejándose y aumentando su llanto por lo que le di caricias en la cabeza mientras veía como William preparaba la inyección al frente. De por si la aguja es larga y grande, era esperable al igual que el medicamento que usarán.

—Nos iremos ¿ya? No sigas llorando Noah.

—Bien... —intentó calmarse.

—Sin embargo, será luego del piquete.

Me siento un monstruo en este momento por ser el motivo de esas lágrimas, si no lo cuido yo no lo hará nadie, es mi deber curarlo y es muy difícil ser fuerte.

Aquí vamos de nuevo.

Comenzó casi a gritar porque se le quería acercar el médico, pataleó con su vida y lamentablemente tuve que intervenir. Esto es algo que me pasa a diario y lidiar con eso sigue siendo difícil para mí porque al fin y al cabo son pequeños muy asustados, por eso es su reacción.

—Calma, corazón —le tomé ambas manos—, ¿recuerdas que yo no te dejaría solo?

—¡Bwaa, Damián!

—¿Quieres seguir teniendo fiebre, amor? —negó sollozando—, ¿Y seguir sintiéndote mal?

Volvió a negar entendiendo mi punto.

—Correcto ¿no verdad? Entonces vamos a hacerle caso al médico quién te está esperando únicamente a ti y bajarás tu pantalón para que te aplique ese piquetito ¿estamos?

—No.

Joder, ¿Qué tan difícil puede ser convencerlo?

—Noah... —lo dije con un tono de advertencia—, ¿estamos?

—N-no...

—Traerán a enfermeros o posiblemente te dejen internado y allí no será solo un piquetito —me sentí pésimo al intentar "asustarlo" con aquello solo para que se dejara de una vez.

Se volteó aun dando hipidos y yo lo ayudé con la parte de descubrir un poco la zona de la inyección, con gusto se la aplicaría yo, intentaría ser lo más suave posible y delicado con tal de que a mi niño no le duela sin embargo no sé cómo será el médico y espero que lo trate con amor.

—Relajado Noah, mira hacia allá —el menor no quiso voltear el rostro—, si no lo haces le diré a tu padre que la aplique ¿mhm?

—Él... —se calló de inmediato—, ¡Que lo haga papá!

¿Papá?

Me quedé sin palabras.

—No Will, no quiero aplicarle la inyección —levanté las manos y me entregó la jeringa.

—Tú niño te prefiere a ti.

—Hum...

—Hazlo tú, y más te vale que seas suave —entrecerré los ojos y asintió.

—Respira profundo —le di caricias en el cabello—, lo estás haciendo excelente, ¿sabías que eres un chico muy muy valiente?

—¿Lo soy? —Will le pasó el algodón por la nalga y luego colocó la jeringa en posición.

—Por supuesto.

—Ay no... —se desesperó y le colocó la inyección—, ¡No, me duele mucho!

Dios, aguanta Damián, puedes hacerlo.

—¡Bwaa nooo! —se quejó sollozando muy fuerte—, ¡Damián, dile que ya no!

—Falta muy poco —le di besos en la cabeza hasta que terminó de introducir todo el medicamento—. Ya está, terminaron Noah, ya pasó.

—¡Me dolió muchísimo!

—Lo sé, lo sé —ayudé a subirle todo y lo levanté de la camilla con mucho cuidado—, ya no vas a tener fiebre ¿mhm?

—Lamento que te doliera Noah —dijo el médico—. Terminamos, no te preocupes. Y Damián...

Le coloqué total atención mientras consolaba al menor.

—¿Si, William?

—Noah no tiene registro de vacunas, ninguna —me preocupé porque es grave—, deberías llevarlo a una cita médica y ponerlo al día. Según el sistema desde los ocho años que no recibe las que le faltan. Y como me comentaste que son dos, es lo recomendable que les indiquen todo.

—Gracias Will, le agendaré una hora.

—Yo con gusto los atendería y no eres de Miami...

—Si, en mi ciudad tendré suficiente tiempo para arreglar aquello, te pasaste Will, gracias por todo menos por dejarlo llorando —sonrió—. Nos vemos pronto.

—Cuando vuelvas a Miami me dices y salimos a comer algo.

—Claro, nos vemos —caminé con el menor hacia la puerta y salimos al pasillo—. ¿Ves que no era tan terrible?

—¡No quiero volver nunca más! —dio hipidos.

—Shh, ahora a la casa, corazón.

Si le digo que la cita médica la pienso sacar apenas me den la custodia formaría un gran drama aquí. Primero debo ver como Dylan se comporta en estas situaciones, creo que él será un poco más pacifico y no le da tanto miedo, pero por lo que sé y hablamos en la mañana, a los dos le aterra así que vaya reto para mí.

Mañana nos vamos y en la tarde firmaré. Ruego al universo a que su tía acceda y me entregué a los niños porque si es así, tengo dos pasajes que sacar para Vancouver, Canadá.

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