Capítulo 16

Damián

Esta noche será larga ¿Por qué lo digo? Pues he oído lloriqueos por más de cinco minutos desde ambos cuartos y no fue hace treinta segundos que los dejé porque ardían en fiebre y debía cambiar sus paños de la frente. Con unas ojeras y unos bostezos busqué en el cuarto dos toallas para que se dieran un baño más tarde, sudarán como nunca y me lo agradecerán. Son alrededor de las dos de la madrugada, estoy super cansado, no me puedo el cuerpo sin embargo debo estar ahí para los nenes.

Volví al segundo piso con "municiones" y entré al cuarto de Noah el cual quedaba primero. La lampara está encendida y tiene los ojos rojos de tanto llanto. Me da tristeza verlo así, me siento culpable porque yo los llevé por esas vacunas y a la vez me recuerdo que es por su salud.

—Ya campeón —le cambié el pañito—, ya pasará.

—Me duele mucho la cabeza y los bracitos y el cuerpo —sorbió su nariz—, no quiero más. Por favor, papá, haz que pare.

—Ay Noah, si pudiera hacerlo lo haría sin dudar... —se formó un nudo en mi garganta—. Calma, te prometo que mañana te sentirás mejor.

—No puedo dormir —lloriqueó en su almohada.

—Lo sé —le acaricié el cabello—, te dará sueño pronto. Iré a ver a tu hermano y vuelvo ¿sí?

—¡No te vayas! —me tomó la mano—, ¡Papi quédate!

—Hijo...

—¡Bwaa no! —esta vez comenzó a llorar nuevamente—, por favor...

No quiero dejarlo solo sin embargo Dylan también me necesita. Sigo sin poder dividirme. Necesito crear un plan inteligente que beneficie y queden contentos ambos. Lo único que se me ocurre ahora es juntarlos en mi cama o en la sala, pero es tarde y deben cerrar los ojos, aunque sea un par de minutos cosa que no han hecho.

—¿Vamos a mi cuarto? —le pregunté y asintió—, bien, andando cariño.

Caminamos juntos hacia la habitación de su hermano y este no dudó en acompañarnos. Se metieron bajo las sábanas mientras yo sacaba el termómetro y me aseguraba de dejarlo en cero para ver que tal estaban haciendo efecto los remedios caseros que implementé.

—No se tapen demasiado —dije viéndolos como dejaban las mantas hasta el cuello.

—No me importa, estoy temblando de frio —contestó el menor.

—Hacen veinte grados bajo cero —siguió el mayor—, joder.

—Su cuerpo está reaccionando a los componentes de la vacuna y es algo nuevo por eso tienen todos estos síntomas, pero si me desobedecen les aumentará la fiebre cosa que ninguno quiere —se mantuvieron en silencio—. Ahora descubran un poco uno de sus brazos para ver si bajó algo e irnos a dormir ¿sí?

—¡No! —se negaron los dos y quise llorar.

Así es, como padre que soy. Estoy agotado y lo único que necesito para recargar energías es pegar mi cabeza a una almohada hasta mañana. Se me hace imposible claro, con dos adolescentes sufriendo por primera vez efectos secundarios.

Me duele el cuello y la cabeza a niveles exagerados. Jamás había pasado por algo como esto y debo confesarlo, es agotador. Cuando Samantha me comentaba que no dormía ni con los niños siendo adolescentes no le creía porque siempre tuve la idea de que a esa edad ya son muchísimo más independientes, pero hay casos y casos como el de ahora lo cual se convierte en una excepción.

—Bien, me iré al sofá entonces —mentí—. Buenas noches niños.

—¡Nooo! —Noah lloró.

—¡Damián no te vayas! —oí a Dylan.

—Si no se dejan tomar la temperatura no tengo nada más que hacer ¿eh? —sin ganas de cooperar un poquito asintieron—. De acuerdo, así me gusta, será rapidísimo.

Fue una lucha, cuando digo algo como eso no miento, con Noah fue relativamente fácil ya que decidió aceptar mi propuesta. Lo contrario con su hermano mayor quien al querer separar un poco el brazo de su cuerpo sintió un dolor que según él "fue como si le quebraran un hueso del cuerpo" y eso que nunca se ha fracturado en su vida, imagínense.

—No, Damián —dijo Dylan llorando. Y eso me sorprendió porque no le gusta hacerlo frente a los demás por lo que me he dado cuenta.

—De acuerdo peque, no —me rendí—. Seguirás utilizando paños tibios te guste o no, ya te los has quitado más de dos veces y no creas que no me di cuenta.

—Eres malo —negué con la cabeza y le limpié el rostro con mi camiseta.

—Estoy preocupado, es todo —afirmé—. Y cansado...

—Se te nota —sorbió su nariz—, disculpa si soy una molestia.

Sollozó más fuerte y se me encogió el corazón. Le repetí tres veces seguidas que él no significaba ninguna molestia para mí, que las personas también se cansan, pero por la hora que es. Me entendió al parecer y nos quedamos hablando sobre las maravillas del universo, les interesa mucho el misterio, debo llevarlos a ver una película de ese estilo al cine, quedarían contentos.

Se les notaba el sueño a kilómetros porque cerraban sus ojos de vez en cuando así que me acosté a su lado y estiré un brazo para abrazarlos a los dos. Nos ganaba el sueño con cada minuto que pasaba.

—¿Has cambiado algo en tu vida papá? —preguntó Noah mirando el techo y yo con los ojos cerrados le respondí.

—¿A qué te refieres, uhm?

—A un cambio pequeño pero grande —elevé una ceja—, un cambio que para ti vale mucho, pero a la vez las personas lo encuentran insignificante, algo como...

—Las almohadas —finalicé la frase por él.

—¿Las almohadas?

—Si Noah, cuando vivía solo tenía una sola almohada en el sofá y en mi habitación, no necesitaba nada más que eso —susurré entre dormido—, pero cuando ustedes llegaron, el primer día quise comprar dos más y simbolizar que somos tres.

—A mí me pasó algo parecido —oí balbucear a Noah mientras su hermano dormía profundamente—. Compartí mi corazón, antes era para Dy y ahora también estas tú en él.

Después de eso lo oí suspirar y no pude con tanta ternura. Nunca había sido tan feliz en mi vida, la nueva compañía y responsabilidad me vino excelente, solo necesitan amor. Planeo darles lo mejor, lucharé cada día para que nunca más les falte nada. Siempre quise tener una familia y no puedo creerme aun que le he formado. Con ese sentimiento volví a cerrar los ojos y me dormí.

...

¿Dónde quedó mi responsabilidad? Ni yo lo sé, esto lo digo porque me olvidé de vigilarlos, sonó la alarma alrededor de las cinco de la madrugada y la apagué inconscientemente, me siento fatal. Lo bueno es que ambos siguen durmiendo, en sudor, pero descansan que es lo importante. Con cuidado me levanté y saqué ropa para darme una ducha rápida y comenzar el día a las siete de la mañana.

Hoy no planeo seguir mi rutina diaria de ejercicio, solo cuidar de los chicos a pesar de tener trabajo. Todo depende de cómo despierten y sus síntomas. Me llegaron dos mensajes al mismo tiempo apenas ingresé a mi celular, eran de Lee y Caleb preguntando por sus sobrinos, son unos tíos muy preocupados. Les respondí a ambos que estaban super, solo mimosos.

—Uhm —Dylan se movió en la cama—, ¿Damián?

—¿Qué tal amaneciste? —le pregunté dejando el celular de lado.

—Adolorido —se quejó—, ¿Qué hora es? ¿Por qué no traes pijama?

—Casi las siete y media, voy a preparar el desayuno para los dos. Tengo que ir a trabajar peque —su cara de decepción fue notoria—. Volveré temprano, almorzaremos juntos.

—No vayas —susurró con un pucherito.

—Vamos chiquito, arriba —me acerqué a él—, nada de estar triste ¿bueno? Te vas a ir a dar una ducha apenas termines el desayuno.

—Bien...

—Noah —desperté a su hermano quien se negaba a abrir los ojos—. Es de día, hay que levantarse.

—Nooo —lanzó patadas y carcajeamos los dos—, quiero dormir.

—Debes comer, alimentarte para estar grande y fuerte.

—Pues no tengo hambre, dile Dy —su hermano me miró y levanté una ceja.

—¿Tú no tienes hambre? ¿Y por qué alguien más debe decírmelo? —hay algo raro en esto, jamás me negaría una comida a comparación de su hermano mayor—. ¿Pasa algo?

—Haré una huelga —abrió un ojo—, de todo el día.

—¿Y eso sería por...?

—Porque no te quedarás con nosotros... —gruñó molesto—, no es justo. Te oí hablar.

—No es necesario no comer para que yo me quede, peque. Le comenté a tu hermano hace unos minutos, no tendré un día completo, será hasta las doce del día que trabajaré y podremos almorzar los tres juntos.

—Detesto esa idea.

—¿Cómo te sientes hoy? —le pregunté arreglándome los botones de la camisa.

—Muy mal —mintió con una sonrisa—, no puedo ni moverme.

—Oh pobre nene —carcajeó cuando le hice cosquillas—. ¿Ves lo mal que se siente tu hermanito, Dy?

—Si Damián, yo creo que deberías llevarlo al médico y así se le pasa.

—Con hermanos así para que quiero enemigos —dijo el menor y voltearon ambos los ojos.

—Muy bien, arriba. Último llamado para los dos.

Con esa orden me fui hacia la cocina e hice algo rápido, un jugo de fruta natural junto a un pan con huevo de proteína y aguacate de grasa saludable. Por lo general me encanta desayunar aquello sin embargo me gusta variar. En esta casa abunda la fruta y verdura, es lo que más tiene el refrigerador en el año. Ojalá los chicos se acostumbren a ese ritmo de comidas, aunque nunca la han rechazado abiertamente, aceptan lo que tengan en la mesa y aquello me hace sentir bien porque lo agradecen sin embargo me gustaría saber cuáles son sus gustos específicos ya que la idea es consentirlos en algunas ocasiones.

Oí pisadas en las escaleras, pero muy pronunciadas, eran fuertes y de "enojo" por lo que reprimí una sonrisa cuando los vi bajar.

—Siéntense, está listo.

—¿Podemos salir a pasear mientras tu no estes? —me sorprendió aquella pregunta.

—No jovencito, ustedes aun no conocen el barrio ni cómo llegar al centro, pronto les haré un recorrido por la ciudad y recién ahí podemos conversarlo.

—Pero podríamos descubrirlo...

—No Dylan, es peligroso y no me arriesgaré a que les pase algo —bufó y se comenzó a beber el jugo de frutas—. Lo digo para cuidarlos.

—Bien, ojalá lo muestres pronto y así salimos...

—Si peque, además recuerden que este fin de semana tenemos una salida con su tío Caleb, iremos a acampar al bosque —ambos se miraron al mismo tiempo—. ¿Les gusta la idea?

—¡Si, me encanta! —Noah saltó en su asiento.

—No soy muy amigo de la naturaleza... —susurró el mayor—, pero tampoco la odio.

—Será una muy buena experiencia, ya lo verán.

—Estaremos un día —les informé—, nos iremos el sábado por la tarde y volveremos el domingo a casa. Es el Parque Provincial Golden Ears, se van a divertir ya lo verán.

—Nunca he dormido en el piso.

—Noah no dormirás directamente en el suelo, tendrás un colchón inflable y muchas mantitas para que estes calientito.

—Eso me gusta más —le dio un mordisco a su pan.

—¿Y vendrán chicos de nuestra edad? Eso dijo el tío Caleb.

—Si Dylan, no se aburrirán con tanta gente allí. Habrá diversas actividades, Caleb se caracteriza por tener ser creativo, tendrán varios juegos con los que entretenerse —reí.

Logré que comieran lo suficiente y me despedí de ambos para ir a trabajar. De por si hoy hace un poco de frio y algo que me gusta mucho hacer en estos días es acostarme a ver películas sin embargo la responsabilidad llama. En el transcurso de cerrar el portón, advertirles que se comportaran bien y que se cuidaran, olvidé mi celular dentro de la casa por lo que rápidamente me bajé del auto a buscarlo. Tengo cosas importantes allí que me ayudan en lo laboral por lo que no podía dejarlo pasar.

Una de ellas es el calendario en donde me organizo semanalmente, son cosas que no puedo olvidar como por ejemplo ir a dejar el certificado médico al colegio de los chicos o hacer la compra del supermercado apenas salga del trabajo. Menos mal no tengo mascotas o también ocuparían gran parte de mi lista. Soy muy responsable y eso me lo han destacado varias personas.

Al poner un pie dentro de la casa, correr a la mesa y sacar lo que necesitaba oí hablar al mayor. No me detuve con la intención de ser chismoso fue solo porque se me desató el zapato.

—No tiene por qué enterarse Noah —me quedé quieto muy cerca de las escaleras guardando silencio absoluto—, podríamos salir y ver que tal es por aquí.

—Dy no es buena idea.

—Pero quiero ir a una tienda, no tengo mucho dinero, pero me aburriré todo este rato aquí. Además ¿desde cuando nos ha dado miedo irnos a cualquier lado?

—Podría ser peligroso...

—Lo dudo —aseguró—, llegaríamos incluso antes de Damián.

Me sentí mal por estar escuchando su conversación privada, pero al mismo tiempo me alivió saber que podía detener lo que estaban planeando, lamentablemente no los dejaré completarlo, es muy arriesgado dejarlos solos en un lugar que no conocen y me impresiona ver al mayor tan decidido a desobedecer una orden.

—Dylan Mikael —escuché un sonido ahogado por el susto, de seguro no se lo esperaba—. Baja.

—Demonios.

—¡Y deja esas expresiones para después! —le respondí un tanto molesto—. Te espero jovencito y no tengo mucho tiempo.

—Damián déjame explicarte... —se desesperó bajando los escalones.

—¿Planeabas desobedecer la orden de no salir? Al parecer no lo dejé muy claro —me crucé de brazos y estaba por salirle un puchero—. Me preguntaste si te daba permiso y ¿Qué fue lo que te dije?

—Uhm, que no —susurró.

—Correcto, y no te di más razones porque creí que era suficiente—suspiré—. Si no conoces el camino de vuelta a casa ¿Cómo planeas hacerlo? No tienes celular para comunicarte conmigo por emergencias en primer lugar.

—Pero lo podría recordar...

—Y si pasa algo en el centro, uno no conoce a quienes nos rodean —gruñó—. Y no Dylan, cambia esa cara porque sabes que tengo razón.

—Eres muy exagerado Damián, también necesito tomar aire.

—Y puedes hacerlo, jamás te he privado de algo así.

—No me estas dejando...

—Cuando digo que no es no y pobre de ti que se te ocurra ir cuando no lo tienes permitido —su labio tembló—, ¿Estamos de acuerdo?

—¿Me castigarías?

—La respuesta es obvia —su cara de enojo me demostró que no le gustó la respuesta—. Y en esta casa hay reglas y las debes cumplir, lo repito ¿Estamos, Dylan?

—¡Eres un pesado! —se volteó para irse.

—Dylan.

—¡Déjame, no quiero hablar contigo! —corrió escalones arriba y no pude perseguirlo porque estoy contra el tiempo.

Si voy tras él llegaría tarde al trabajo cosa que no me beneficia si he estado pidiendo permisos constantes por lo que preferí guardarme la conversación para más tarde.

—¡No te enojes peque, te quiero muchísimo no lo olvides! —no me respondió.

Salí con un sabor amargo en la boca y esta vez llevé mi celular en el bolsillo. Debo comprarles uno y eso lo tengo bien claro, más que por diversión es necesidad al tener que estar comunicado. Esta misma tarde cuando vaya a entregarle el papel de inasistencia de estos dos días al colegio pasaré por el centro comercial con esa única misión.

Dylan

No puedo creer que ahora tenga reglas de un crio como lo es seguir unas estúpidas ordenes de quedarse en casa cuando no quiero hacerlo. Sé que no corresponde estar gritándole a Damián, menos dejarlo hablando solo y no responderle su "te quiero" que fue lo que mas me dolió hacer. No acostumbro a recibir ese tipo de comentarios cariñosos, es amable de su parte comportarse así con nosotros.

—¿Lo ves? Te lo dije.

—Noah no ayudas, basta —me fui a buscar la consola de videojuegos.

—¿Vas a enseñarme a usarla? Ah, verdad que no sabes tampoco...

—Ja, muy chistoso —le saqué la lengua—, tengo leves conocimientos ¿recuerdas las salidas a la casa de Jeremiah? Me prestaba su mando y nos quedábamos un rato antes de hacer las tareas de la escuela. Es fácil.

—¡Yo pido la tele de abajo! —salió corriendo del cuarto.

—¡No es justo! —fui detrás queriendo ganarle—, ¡Yo la pedí ayer!

—¡Pues te jodes Dylan, me toca a mí!

Es un peleador y no lo demuestra frente a nadie, muy pocas veces Damián nos ha visto discutir, pero han existido ocasiones en las que nos han tenido que separar por idioteces que nos tomamos muy a lo personal. El día que nos encuentre así se infartará y peor aún, nos dejará un recuerdo para no volver a hacerlo es por eso por lo que planeo no seguirle el juego a mi hermanito menor cuando se enoje. La idea es dar una buena impresión, no quiero que se aburra tan pronto de los dos.

Pude conectar los cables a la corriente para luego configurar la televisión con la consola. Los gráficos de esos videojuegos son indescriptibles, amo que sea tan nítido y los personajes se vean de una manera tan realista. Escogimos uno de sobrevivencia al cual le dedicamos todo el tiempo del mundo.

—Son adictivos —advertí—, es mejor contar un par de minutos e irnos.

—¿Estas loco? Me quedo.

—Noah el reloj ha marcado ya una hora aquí sentados —le informé—, y Damián dijo que no nos quería metidos seis horas en esta cosa.

—Habló de los límites, si... —completó por mi—, ay, pero uno más, ándale Dy.

—Además ordenó que nos diéramos una ducha, a este ritmo llegará y nos verá aquí sentados in haber hecho nada.

—Estamos malitos ¿recuerdas? —se aprovechó—, le sacaré ventaja.

—Suenas como un mini yo —entrecerré los ojos—, bien, juguemos otro rato, ¿Qué podría pasar? No llegará antes de las doce.

—Estemos atentos.

—Tu serás el encargado de mirar el reloj, más te vale que no se te pase.

Nos metimos en la televisión literalmente, sentados en los cojines nos reíamos a carcajadas o gritábamos del enojo al perder un partido, las misiones eran buenas y al competir en equipos contrarios nos llamaba aun más la atención, decidimos jugar con una sola en dúos. Fue tanto el vicio que completamos la mitad y ganamos un récord.

Me paré una sola vez para ir al baño y al devolverme a sentarme para continuar, oímos un ruido afuera que nos alertó. Los controles volaron por los aires al mirarnos al mismo tiempo. Entramos en pánico porque pasaron alrededor de cinco horas de las cuales no nos percatamos y si mis instintos no me fallan es el auto de Damián.

—¡Quítalo, quítalo! —chilló Noah levantándose de ahí.

—No puedo, se trabó —dije de los nervios.

—¡Ya viene y no cumplimos nada Dy! —lloriqueó.

—Noah, no me pongas más histérico, cállate.

El picaporte se volteó y escondí rápidamente todo detrás de mi espalda, con el pie apreté el botón de apagado del control remoto y oculté la evidencia lanzándolo bajo el sofá.

—¿Chicos? ¿Qué hacen vestidos aun con pijama? —el rey de roma apareció con dos bolsas en sus manos y dejó las llaves del auto en la mesita—. Recuerdo haberles dicho que debían tomar una ducha ¿verdad?

—Si, pero nos sentíamos muy mal —Noah mintió y yo no supe que hacer.

—¿Es enserio? —su cara cambió a una de preocupación—, díganme de inmediato lo que les pasó, ¿Algún mareo, vómitos?

—Uhm si, mucho de eso —quise darle un codazo al menor por ser tan estúpido. Lo van a descubrir si yo no me uno a él.

—¿Dylan tú también? —asentí con culpa—. Dios mío, vayan a ducharse y bajan vestidos. Iremos a la clínica de urgencias, no son síntomas normales.

Quedé pálido, blanco como un papel. Esto está llegando demasiado lejos, pensé que su respuesta seria "vayan a descansar a su cama y yo les haré mimos" no un "veremos a un doctor". Me apresuré por decirle la verdad y Noah me suplicaba con la mirada que no lo hiciera.

Estoy entre la espada y la pared, no somos unos mentirosos, puede que digamos una que otra omisión de la verdad cuando realmente lo amerita la situación, pero nunca porque sea nuestra costumbre hacerlo. Esta vez es una pequeñez, sinceramente no quiero volver a ver médicos otra vez por lo que no me guardaré su secreto, si nos ganamos un par de palmadas podría soportarlo.

—Lo siento —susurré—, no puedo.

—Dy no seas así —sorbió su nariz.

—Somos irresponsables, hay que admitirlo —hablé demasiado alto y Damián paró por completo lo que estaba haciendo para prestarme la máxima atención.

—¿De qué hablas chiquito?

—No estamos enfermos, es solo que usamos nuestro regalo —confesé—, mas de lo que nos dijiste y se nos pasó la hora...

—¿Desde que yo me fui? Supongo que no —preguntó con una mano en la cintura y me quise encoger como un bebé—. ¿Y ese silencio? Niños no me digan...

Hizo una pausa. Se acercó a nosotros y con una sola señal nos hizo sentarnos en el sofá.

—Escúchenme bien ustedes dos ¿tendremos que repasar lo que significa la palabra limites? —negamos con la cabeza—, perfecto porque es lo primero que voy a aplicar el día de hoy. Cuando les entregué su nueva consola les dije que no estarían mas de una hora en la pantalla.

—Pero...

—Noah déjame terminar por favor—tragué saliva—. Comprendo que es nuevo para ustedes seguir ordenes, pero no lo dejaré pasar porque ambos estaban más que advertidos. Cinco horas no es menor, se despiden hasta el próximo lunes de esto.

—¡Papi no! —mi hermano se fue a sus brazos—, ¡Es el mejor juguete de la vida y ya nos lo quitas!

—Agradezcan que nos les estoy dando unas palmadas por desobedientes —lo veo muy capaz—. A la ducha muchachitos y bajan a comer.

—Yo paso —moví los pies esperando que Damián aceptara y ya.

—Noah ve tu primero, hablaré con tu hermano —este se fue más rápido que una estrella fugaz, como no si se salvó de una buena.

—Damián...

—Discutir está demás Dylan, comerás todas las comidas del día y eso no está a discusión. Te lo dije antes de venir aquí. No cambiaré de opinión.

—Pero yo no quiero.

—Debes alimentarte para estar saludable ¿estamos? —negué—, Dylan White no seas así, eres consciente de que tu cuerpo necesita ciertas vitaminas y minerales.

—Te equivocas —tomé un cojín y lo abracé.

—¿Por qué no quieres? —se tomó el tiempo de sentarse para escucharme, cada día me sorprende más—. Soy todo oídos.

—Vi que traías zapallo —confesé con las mejillas rojas.

—¿Tengo a un muchachito que no le gustan ese tipo de verduras? —asentí—, pero ni sabes que voy a cocinar, déjame sorprenderte. No elijas no comer, imagínate tengo una comida exquisita...

—Pero las odio —lloriqueé—, y tú tienes muchas de esas.

—Imposible que no puedas con ninguna —elevó una ceja—, y Dylan, el mismo médico me dijo antes de salir que debían comer más y alimentarse de manera adecuada. Tienen un peso más bajo del ideal.

—Me da igual —defendí mi postura, pero sin argumentos y eso provocó que no funcionara nada.

—Esa justificación me deja mucho que pensar y me da a entender que es una simple pataleta por querer llevarme la contraria —hizo una mueca y se levantó de ahí—, vas a comer lo que yo te deje en la mesa o tendremos problemas Dylan. No dejaré que expongas tu salud por capricho, si bien hoy puede haber algo que no te guste se debe agradecer y tal vez otro día puedas comer lo que te apetezca ¿bueno?

No le contesté, comprendo su punto y vale, tiene razón. El único motivo es que me acostumbré tanto tiempo a estar días sin probar un bocado que ya no me apetece ingerir algo y sé que no es saludable, me enfermaré a este ritmo, pero estoy molesto, nos quitó la consola de videojuegos, nos dejó sin diversión por un par de días, algo debo hacer para demostrar que no estoy de acuerdo con él ¿no? Podría decírselo, sin embargo, no serviría de nada. Si tal vez lo fastidio un poquito se de cuenta y nos libre de aquel castigo.

—No meteré ninguna jodida cucharada a mi boca —lo desafié con la mirada.

—Oh ya lo veremos jovencito, no te adelantes —contestó y se dirigió a la cocina para preparar la cena.

Apuesto que le ganaré, no puede ser tan insistente. Tampoco es como si me fuera a dar un par de palmadas porque me niego a hacer algo... ¿cierto?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top