𝟬𝟭 ✷ WHITE LIES
▅▅ CAPÍTULO #1:
WHITE LIES ━━
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"Arrepentimiento sincero y la suerte del gato negro"
SEASON 1 ━━ CHAPTER 3
Habían muchas cosas por las cuales Ivette había pasado a sus diecinueve años de edad, empezando desde la accidentada separación de sus padres hace tres años atrás.
Lo que sucedió entre Camille Black y Hugh Spinster fue un amor efímero que terminó en un huracán que arrasó con todo lo que había a su alrededor, específicamente sobre sus hijas. Ivette llevaba a su hermana al patio trasero o a algún parque cercano para evitar que Hazel escuchara todas las maldiciones e insultos que sus padres lanzaban uno al otro pero muchas veces eso no podía evitarse, a veces se encerraban en la habitación más cercana y se cubrían las orejas hasta que dejaran de pelear o ellas se durmieran primero. Se había convertido en un círculo vicioso de todos los días pelearse durante las noches por casi un año, hasta que Hugh dio el primer paso.
El divorcio terminó —gracias al cielo— pero eso significó una pelea por la custodia de ambas niñas que aún eran menores de edad. El veredicto final fue que Ivette debía irse a vivir con su mamá mientras que Hazel se quedaría con su padre, y es así como las hermanas Spinster se separaron.
Camille, su madre, consumía todo lo que podía que diario. No tenía control alguno sobre el dinero que gastaba ni en qué lo gastaba. Andaba de fiesta noche tras noche dejando sola a su hija adolescente para que cuidase de ella misma y muchas veces, tratando de encontrar qué comer porque su madre desaparecía por días. Y ni hablar de los hombres que traía a casa para divertirse sin tener pudor que tenía a su hija al otro lado de la habitación.
Hombres menores y mayores que Camille, eso es lo que Ivy veía a diario durante el desayuno. Todos desfilaban hacia la puerta del apartamento y veían como la adolescente desayunaba en el comedor de un acomedido departamento frente a las playas de Los Ángeles, algunos tenían vergüenza al verla y recordar lo que había sucedido durante la noche mientras que otros simplemente ignoraban a la rubia y pasaban de largo.
Camille le decía a su hija que los hombres podrían ser utilizados como juguetes así como ellos también utilizaban a las mujeres. Tenía que aprender a cómo sobrevivir en mundo de hombres patanes que creían que con unos cuantos dólares en sus bolsillos podrían hacer lo que quisieran, y eso es lo que Ivy aprendió.
Hazel había regresado a Outer Banks luego de casi dos años estando encerrada en un internado juvenil en Nueva Zelanda al haberse metido en graves problemas. Ivy se encontraba mucho más feliz al tener a su hermana de vuelta y resultó conveniente su regreso para poder tener una excusa para sí misma y alejarse para siempre de Los Ángeles, el lugar que le había traído desgracia en cantidades gigantes y buscaba escapar de alguna manera.
Creía plenamente que se merecía un poco de felicidad y normalidad luego de la vida desenfrenada en la que vivió por casi dos años. Quería empezar de nuevo, y el lugar correcto era junto a las personas que podrían traerle estabilidad a su vida: su padre y su hermana menor.
Estaba de regreso a Outer Banks, el lugar donde se había criado y pasando gran parte de su vida. El cartel de "Paraíso en la Tierra" le da la bienvenida al que ella consideraba su hogar y el simple hecho de haber puesto un pie ahí fue suficiente para poder otorgarle una paz inmediata. Eso era lo que estuvo buscando durante los últimos años recorriendo incontables lugares en Los Ángeles, pasando de grupos de desconocidos en clubs nocturnos, probando nuevos sabores de alcohol o tragando pastillas de diferentes colores, nada tuvo el mismo efecto que regresar a casa.
Mira su teléfono viendo la hora y que la batería estaba agotada. El huracán Agatha había impactado contra Outer Banks hace unos días y esa era la razón de que llegara tan tarde a casa al posponer su vuelo. Logró escribirle a su hermana avisándole que el avión había aterrizado pero eso era todo, en ese momento se encontraba en camino con un taxi que llevaba sus maletas y a ella en los asientos traseros.
—Gracias -Dice al pagar al taxista con unas cuantas monedas que sacó de los bolsillos de su chaqueta. La puerta principal de la gran casa blanca de dos niveles que se imponía frente a ella fueron abiertas para que una rubia saliera corriendo y no dudara en abrazarla, teniendo a penas tiempo de recibirla con los brazos abiertos–. Bien, llegas justo a tiempo para pagar el taxi.
Hazel ríe mientras mantiene sus brazos envolviendo a su hermana mayor.
—Cállate -Hazel se separa levemente de Ivy viendo a su alrededor la cantidad de maletas que tenía a su alrededor y las cuales el taxista tuvo la amabilidad de ayudar a bajar–. Puedo contar a simple vista de que hay más maletas que otras veces, ¿te estás mudando?
Sí, eso era lo que básicamente se encontraba haciendo pero tendría tiempo para poder contar la explicación de su repentina llegada y lo apresurada que se encontraba cuando supo que Hazel salió del internado.
—Es lo que quisieras -Le revuelve el cabello con una mano y una gran sonrisa evitando el tema–. Vamos, ayúdame con las maletas. Necesito cargar mi teléfono, sabes que mi vida depende de eso.
Hazel resopla ante la petición de su hermana pero decide no oponer resistencia así que agarra un par de maletas y cuando se dispone a ingresar a la casa, aparece una tercera silueta atravesando la puerta con una pequeña sonrisa. Ivy entrecierra sus ojos tratando de reconocerlo pero sonríe ampliamente al saber de quién se trataba.
—Hola, Jack -Ella sonríe moviendo su mano en señal de saludo.
Jack se acerca con sus labios extendiéndose ampliamente en una sonrisa y sus brazos se levantan con duda sin saber si debería abrazarla. Ivy rueda los ojos restándole importancia y se acerca a él abrazándolo, el chico sigue en duda pero le corresponde el gesto.
—Es bueno verte -Ivy se separa manteniendo una sonrisa que es correspondida por el adolescente–. Veo que has crecido bastante, eh.
—Solo me creció el cabello -Jack ríe levemente mientras toma algunas maletas de Ivy e ingresa a la casa siguiendo a Hazel, quien se había adelantado.
Siguió a los más jóvenes que se trataba de su hermana menor tomando la delantera con algunas maletas en manos mientras el hermanastro de ambas sostenía otra cantidad de maletas. Ivette miera en el interior notando que lo único que habían cambiado eran los almohadones que hacían juego en la sala principal de la enorme mansión donde residía la familia Spinster. Alza la cabeza viendo los techos altos y como había un balcón interno que permitía una vista perfecta a la sala, no puede evitar reproducir todos los recuerdos que tenía de ese lugar cuando era una niña y sus padres aún estaban juntos.
No había regresado a esa casa desde el último verano en el que Hazel aún se encontraba en Outer Banks y fue un gran abrazo para ella ver que todo se mantenía igual, reforzando el sentimiento de estar en su hogar y no en un frío apartamento solitario.
—¡Oh Dios mío, Ivy! -Escucha la voz de su madrastra seguida de su menuda figura levantándose del sofá con una enorme sonrisa desbordando alegría y se vio demostrada en su fuerte abrazo–. Me alegro que estés de regreso, cariño -Comenta mientras acaricia su espalda por encima de la tela de su top y luego se separa para mirarla con los ojos verdes brillantes de emoción–. ¿Acaso te cortaste el cabello? Me encanta.
—Gracias, Eliza -Ivy extiende una sonrisa amable ante su cumplido–. Sí, me corté el cabello hace unas semanas -Asiente respondiendo a la obviedad. Las razones del corte de cabello eran múltiples pero todo se resumía a que simplemente lo quería y sobre todo, lo necesitaba–. ¿Mi padre? Pensé que estaría aquí.
—Sí, lo está, pero hace una hora llamaron los inversionistas japoneses así que está en una videollamada en su oficina -Responde Eliza mientras se aleja del abrazo de Ivette y regresa a sentarse en el extenso sofá blanco de la sala. Su delgada mano palmea el lado libre que tiene a su lado–. Ven, siéntate conmigo para ponernos al día, ¿o prefieres instalarte primero en tu habitación? Hice que limpiaran bien la habitación donde te quedarás ya que no solemos utilizar a menudo los espacios para invitados pero es provisional, cariño, tendrás tu propia habitación cuando vengas aquí...
—No, está bien -Ivette niega de inmediato interrumpiéndola–. Esa habitación está perfecta, no hay necesidad de cambiar nada más. Además, todas las habitaciones de esta casa son iguales.
—Mi punto era que tengas una habitación propia con todo lo que necesites o quieras para cuando regreses a quedarte como en esta ocasión -Explica suavemente mientras su brazo se extiende en el respaldar del sofá–. Es para una mejor comodidad a la próxima vez que vengas a visitarnos y no acepto una negación como respuesta, ya está dicho -Levanta su dedo índice señalándola de manera amenazante en broma–. La próxima vez que regreses, tendrás tu habitación propia. Es más, puedes ir dándole tu toque personal estos días.
Aún recordaba el día que Hazel la llamó totalmente enloquecida la noche en la que Hugh Spinster había pactado una cena con su hija, su nueva pareja y el hijo de ella. La cena era sencilla en casa cinco meses después del divorcio con Camille Black, Hugh decidió que era momento de darse una oportunidad de conocer a alguien aunque realmente solo se dio la oportunidad de permitir que Eliza ingresara a su vida como algo mucho más que su simple secretaria. Hazel enloqueció esa noche en la que su padre se la presentó como su pareja y asumió múltiples cosas en su cabeza sobre aquello, arruinando la cena al fugarse de casa bastante enojada y con un torbellino de emociones.
Ivy se encontraba en casa sumergida en soledad absoluta mientras su madre reía fuerte manteniendo una conversación melosa con el chico que conoció esa noche. La videollamada de Hazel le llegó por sorpresa pero eran solamente gritos y quejas por parte de la adolescente quien maldecía a su padre y a su vida por los constantes cambios, que solamente quería algo de paz y no estaba dispuesta a permitir que personas nuevas ingresen a su vida de la noche a la mañana.
La entendía, claro que sí y pensó que probablemente Hazel se hubiera vuelto aún más loca si tan solo tendría la mala dicha de vivir con su madre que traía a desconocidos al departamento con los cuales acostarse y así era el circulo vicioso cada noche.
Pero a pesar del rechazo inicial de su hermana menor hacia Eliza y Jack, Ivy se tomó el tiempo o al menos les otorgó la posibilidad de conocerlos luego de que su padre insistiera que se diera un fin de semana para viajar a Outer Banks. Admite que esos tres días fueron buenos y les agradó bastante aunque Hazel se encontraba echando humos y para ese entonces ya hizo amigos del lado sur de la isla con los cuales pasaba todo el día solo para no tener que verse obligada a convivir con Eliza y Jack.
—Lo intentaré pero no te prometo nada -Eliza extiende su sonrisa más cómo si pudiera ser posible mientras asiente ante la aceptación renuente de Ivette–. Subiré un rato a mi habitación a cargar mi teléfono y bajaré.
—Estás en tu casa, cariño.
Ivette sube las escaleras de la casa con dirección a donde se encontraba las habitaciones de los miembros de la familia y un par de habitaciones de invitados donde ella se quedaría. En el camino ve a Jack y Hazel discutiendo, saliendo de la habitación donde dejaron las maletas de Ivy a su llegada. Ella ríe levemente al verlos pelear y como Jack se defendía diciendo que no había tocado nada pero Hazel insistía en que lo había visto.
Era agradable ver que ya se llevaban mejor y eso probablemente se deba a la ausencia de Hazel por un buen tiempo en el que pudo recapacitar o pensar mejor en cómo estaba viviendo su vida. Tendría una conversación con ella y poder fortalecer aún más su relación con ella ahora que estarían bajo el mismo techo.
Quería ayudar a su hermana menor y lo haría, habían pasado muchas cosas por ella que mantuvo en silencio durante todo este tiempo y aunque Ivette se encontraba igual o más perdida que ella, su mano nunca dejaría de estar extendida para salvarla de las aguas turbulentas que la vida les había dado desde que su familia se fragmentó.
—¿Acaso escuché el zumbido de la voz de mi princesa mayor? -La voz del patriarca de la familia resonó en la casa mientras Ivette bajaba las escaleras luego de haber subido a su habitación a dejar cargando su teléfono como prometió. Una sonrisa se extendió en los labios de Ivette mientras su padre salía de su estudio con los brazos extendidos–. Dios, si es ella.
—Papá -Saluda antes de acercarse y abrazarlo siendo correspondido de la misma manera por él. Hugh la abraza con fuerza mientras apoya su mejilla contra la cabellera rubia de su hija mayor.
—Ya te extrañábamos por aquí. Yo te extrañé -Murmura antes de separarse y dejar un beso en su frente mirándola de frente–. ¿Cómo estás? Imagino que Agatha te trajo problemas y por eso tuviste el retraso con tu vuelo.
—Sí, debí imaginarlo -Rodea sus hombros con un brazo mientras la encamina hacia la sala donde Eliza seguía en el mismo lugar leyendo una revista y Jack estaba en otro sillón con su teléfono. Hugh se sentó al lado de su esposa mientras que Ivette se sentó en el sillón individual cerca–. ¿Ya le avisaste a tu madre que llegaste? No quiero que entre en algún brote psicótico o de pánico y haga explotar mi teléfono con llamadas.
Mira el pequeño reloj negro que rodeaba su muñeca derecha viendo la hora que marcaba apenas las tres de la tarde. Su madre a esa hora se encontraba recuperándose de una resaca o aún estaba durmiendo así que mandarle un mensaje en ese momento era completamente inútil.
—Sí, lo hice -Miente fácilmente mirando a su padre, quien asiente de acuerdo y algo aliviado de no tener que lidiar con Camille.
Escucha pasos apresurados antes de que su padre pudiera abrir la boca para decir algo. Hazel aparece de alguna parte de la casa viéndose apurada mientras sus manos sostenían su teléfono y luego el tintineo de las llaves.
—¿A dónde vas, Hazel? -Llama su padre desde la sala viendo como la chica se encaminaba hacia la salida principal de la casa.
—Mis amigos me llamaron, tengo que ir a hacer algo súper urgente pero regreso pronto -Responde Hazel mientras se da un tiempo para girar hacia su padre y responderle mirándolo a la cara aunque Ivette notaba que sucedía algo más debido a su manera apresurada por irse.
—Pero tu hermana acaba de llegar. No la vemos hace dos años.
—Prometo que no demoraré mucho -Dice mientras retrocede hacia la salida y abre la puerta antes de que su padre pudiera seguir hablando en un intento de poder detenerla–. ¡Los quiero!
Hazel desapareció cerrando la puerta detrás suyo y luego se escuchó el motor de un auto encender a las afueras, probablemente tratándose de su antiguo Jeep que su padre le había regalado antes de que se fuera al internado. Hugh resopla con fuerza como si se estuviera dando por vencido a intentar controlar a Hazel o hacer el intento de que la adolescente pudiera ser un poco más racional sin necesidad de gritarle o castigarle.
Ivette veía el esfuerzo de su padre, sabía que realmente lo estaba intentando pero Hazel era... demasiado Hazel, no existía oportunidad de poder frenarla.
—Tranquilo, papá. No me molesta que se vaya con sus amigos -Ivette dice intentando apaciguar las cosas y que su padre deje de verse estresado–. Además, me alegra mucho que esté retomando su vida normal por aquí luego de su larga ausencia. Se lo merece.
—Tal vez, pero estos días está abusando de ese mérito ganado -Contesta Hugh con un notable fastidio en su voz. No era mucho de su agrado que Hazel cruzara la isla para poder juntarse con los Pogues porque decía que era peligroso y también suelen meterse en incontables problemas.
—Está con sus amigos, Hugh. Deja que la chica se divierta un poco -Eliza dice con suavidad tratando de tranquilizarlo por su lado y apoyando a Ivette. Su mano se extendió hacia Hugh por encima del respaldar y acarició su cabello con suavidad–. Ya no existe ninguna amenaza para ella allá afuera y lo sabes.
Tenía razón. El peligro que amenazaba a Hazel desapareció para siempre mientras ella se encontraba en el internado y eso fue como un relajante para Hugh que lo aceptó a regañadientes pero su preocupación era superficial, casi invisible al saber que Eliza estaba en lo correcto.
—Bien -Exhala mientras pasa una mano por su cabello–. ¿Dónde estábamos? -Piensa un momento y su rostro se ilumina al recordarlo–. Cierto, cuéntanos sobre cómo te va en Los Ángeles.
Ivy mintió.
Mintió la gran mayoría de las cosas que les contó pero la otra parte fue sincera. No les habló sobre los constantes novios de su madre o al menos de que en estas últimas semanas era mucho más frecuente que antes. No les habló sobre que llegaba ebria más a menudo y unos días antes de regresar a Outer Banks, ella descubrió un frasco de pastillas que su madre estaba tomando y era un tipo de droga. No les contó sobre las drogas que ella estuvo probando en las fiestas con sus amigos todo este tiempo ni la cantidad de chicos con los que se involucró por una noche. Mucho menos les habló sobre la manera en cómo conseguía dinero para poder subsistir y también ahorrar para estudiar algo decente ya que su madre se gastaba todo el dinero en fiestas, drogas y alcohol.
No les contó sobre la mentira que ella era y la otra versión que mostraba en redes sociales detrás de una peluca y una pantalla.
Sería repugnante y vergonzoso tener que contar lo que hacía para obtener dinero, que cualquier gramo de aprecio propio había desaparecido y que estaba tan embarrada de todo que por más que intentó dejarlo por varios meses, no podía abandonarlo con tanta facilidad.
Fue una lucha constante consigo mismo y solo el miedo pudo ser suficiente influencia en ella para poder abandonar toda esa vida de mierda que tenía en Los Ángeles para poder desintoxicarse y, con suerte, hallarse a sí misma e iniciar una vida nueva junto a las personas que realmente se preocupaban por ella.
Subió a desempacar sus cosas viendo que su teléfono se encontraba plagado de mensajes de personas con las que solo habló alguna que otra vez en su vida y también a aquellos que consideró amigos durante toda su vida antes de mudarse. Todos ellos ya sabían de su regreso y no le sorprendía en lo absoluto, las voces corren rápido en Outer Banks y precisamente ella no era alguien vista con frecuencia así que el anuncio de su regreso no se haría esperar.
Después de todo, tenía una reputación entre los kook y que tal vez, había extrañado y le gustaría recuperar para sentirse normal después de tantos años.
"¡Ivy! Soy Giselle, por si tal vez no tenías mi número
o no me recuerdas. Te hemos extrañado mucho.
¿Sabes que llegaste en el momento correcto?
Hoy tendremos una fiesta y estaría súper genial
que vengas con nosotros como los viejos tiempos"
Solo bastó ese mensaje de uno de los tantos números que le habían escrito y una pequeña plática consigo misma para poder convencerse de que necesitaba esa fiesta, necesitaba regresar a su vida en Figure Eight y ser simplemente Ivy Spinster, nadie más.
Desempacó lo que pudo de sus maletas antes de sacar el conjunto perfecto para asistir a la fiesta en el primer segundo que Giselle le mandó un mensaje con la dirección de la casa. Su reflejo mostraba a Ivy con un vestido blanco de seda que apenas cubría lo necesario dejando a la exposición el bikini gris que llevaba debajo. Peinó su cabello rubio que en ese momento llegaba por debajo de sus hombros en ondulaciones naturales y se miró al espejo para comprobar su aspecto, dándose una pequeña ayuda con maquillaje básico.
El rostro de sorpresa que se vio reflejado en su padre cuando la vio bajar las escaleras y darle aviso que saldría, fue todo un poema. No esperaba que Ivy saliera de fiesta tan pronto pero de alguna manera le agradaba que ella pudiera relacionarse nuevamente con el que siempre fue su entorno y ver que se sentía cómoda ahí después de todo y el tiempo que estuvo alejada de casa. No dijo nada más que tuviera cuidado y que si necesitaba cualquier cosa que no dudara en llamarlo sin importar la hora que sea.
Y con esas palabras de preocupación que no escuchaba nunca, ella abandonó la casa subiéndose al auto de Giselle que la estaba esperando afuera junto a otras chicas que en algún momento de la escuela fueron cercanas a Ivy.
La noche se cernía sobre la isla cuando las chicas llegaron a la casa donde se veía a muchas personas subiendo y bajando las escaleras así como abarrotando los balcones, el bullicio de la música se mezclaba con todas las voces que hablaban al mismo tiempo y lo único que coincidían era que todos son de Figure Eight, el ambiente que siempre ofrecía ese tipo de fiestas exclusivas para los jóvenes de ese lado aunque fue sorpresa para Ivy notar que se mezclaban entre los más grandes como ella y otros más jóvenes que aún estaban yendo a la escuela, probablemente compañeros de Hazel.
Todo el camino fue lleno de preguntas sobre lo mismo relacionado a su vida en Los Ángeles y donde las respuestas eran las mismas mentiras pero con menos detalles a pesar que las chicas insistían en saber más. Ivy no les daba el gusto, cambiaba de conversación o simplemente decía que su vida no allá no era tan interesante como todos creían.
—Mierda, realmente ella está aquí.
—Se ve más hermosa, ¿no?
—Había olvidado cómo se veía.
Los susurros entre hombres y mujeres se hacían presentes mientras ella subía las escaleras para adentrarse más a la fiesta abriéndose paso entre las personas que la miraban sorprendidos por su repentina llegada y el hecho de tenerla de regreso a las fiestas cómo era de costumbre antes. Ella siempre fue el foco de atención en las fiestas, haciendo o diciendo algo que diera que hablar en los días posteriores cómo haber bailado sobre la mesa mientras bebía una botella de Vodka o el rumor de haberse desnudado por haber perdido una apuesta. Todo aquello venía con Ivy Spinster, ahora su llegada a Outer Banks era lo que daría mucho que hablar.
Saludaba a algunas personas que conocía vagamente pero ellos si la conocían perfectamente... o al menos eso es lo que todos creen.
—¿Eres tú, Ivy Spinster? -Escucha la voz familiar de alguien y gira de inmediato.
—Hola, Kelce -Ella sonríe al ver al chico, quién sonríe abiertamente y se acerca dándole un corto abrazo.
—Parece que Agatha golpeó fuerte para traer a la sirena perdida desde Los Ángeles, ¿no? -Kelce se separa sacándole una pequeña risa a la chica por su comentario juguetón–. Es casi irreal verte por aquí, ¿cómo está todo en LA? ¿Ya te cansaste de volver locos a los surfistas y turistas?
—Dios, veo que no cambiaste ni un poco, ¿no?
Kelce ríe ante su pregunta retórica y le da un sorbo al vaso rojo que lleva en la mano.
—Vamos a conseguirte una bebida para que te aclimates a este lado del país, solo por si tal vez lo hayas olvidado -Le guiña un ojo mientras le indica con un movimiento de cabeza que lo siguiera.
Kelce no era precisamente un amigo muy cercano pero coincidieron muchas veces en diferentes fiestas además de que tenían amigos en común y era de las personas más agradables que conoce. Lo sigue hacia la cocina esquivando a algunas personas, el chico deja su vaso a un lado mientras se mueve para agarrar un vaso nuevo y llenarlo de alcohol antes de ofrecérselo hacia la chica con una reverencia exagerada que le hizo reír.
—¿Es algo solo por vacaciones o piensas quedarte en tu trono? -Pregunta Kelce luego de que Ivy aceptara el vaso rojo con lo que parecía ser cerveza.
—No lo sé, aún tengo que pensarlo -Respondió a su pregunta aunque la decisión estaba tomada desde que puso un pie en el avión. Le dio un sorbo a la bebida dejando que el sabor de la cerveza inundara su paladar–. Pero eres la décima persona en los últimos cinco minutos que me pregunta lo mismo, felicidades.
—No me culpes por ser un poco curioso -Kelce responde con una pequeña sonrisa–. Además, solo quería saber si tendría que contarte los próximos planes para este verano o simplemente desearte un buen viaje de regreso a LA.
—Sí, seguro -Tararea con una desconfianza juguetona que solo aligera más el ambiente seguido de una corta risa por parte del moreno dándole otro sorbo a su propia bebida.
Varias personas se abrieron paso o se alejaron a un lado cuando una nueva persona llegó a la fiesta. Ivy se giró al escuchar algunas voces y saludos hacia quien hasta ese momento parecía ser un desconocido para ella pero cuando rodeó la cocina siguiendo su camino notó que se trataba de alguien que conocía y tal vez no pensaba volver a ver.
Rafe chocó manos y palmeó algunos hombros con las personas que lo recibían en la fiesta cómo si de una celebridad se tratara cuando en realidad solo era un chico problemático y popular en la isla por la importancia del significado de su apellido pero también pone la diversión en las fiestas al ser quien consigue la droga. Habían muchas razones por las cuales todo el mundo lo conocía empezando por su familia pero, ¿él cómo individual? Solo por su excesivo descontrol en fiestas, drogas, alcohol y alguno que otro escándalo con las chicas que consigue en una noche.
El equivalente de Ivy pero siendo un imbécil total y con un récord de acostones mientras que ella prefería mantenerse al margen de ese tipo de rumores y cuentos. Los chicos de Figure Eight y El Corte la deseaban por supuesto pero, ¿alguno de ellos la tuvo realmente? Nunca. Esa era única diferencia entre Rafe e Ivy porque en el resto eran bastante similares.
Desvía un momento su mirada hacia la cocina viendo a Kelce saludándolo con un asentimiento de cabeza pero luego su atención cayó en la compañía de su amigo que estaba al lado sosteniendo un vaso rojo. Su reacción fue neutra por un momento antes de sonreír ampliamente como si se hubiera enterado de una buena noticia o tal vez el primer bloque de lo que pareciera ser un plan para un objetivo desconocido, sus intenciones no eran claras ante los ojos de Ivy y es que con Rafe Cameron nunca las cosas eran claras, no lograbas descifrarlo jamás porque era todo un enigma arraigado a lo inesperado y la impulsividad.
Ivy entrecierra levemente sus ojos tratando de averiguar el tipo de sonrisa que Rafe le dedicó pero el chico solo le guiña un ojo antes de seguir con su camino perdiéndose en alguna parte de la casa, dejándola confundida pero también con la sensación familiar de estar de regreso en casa con todo el paquete completo incluyendo los viejos hábitos y las emociones diarias, empezando con el hecho de cruzarse a Rafe en su camino.
¿Algo bueno o algo malo? Podrías ponerlo en manta de duda pero cuando se trataba de Rafe Cameron, siempre sería algo malo.
Terriblemente malo.
pay attention 'cause
५🦁★ ASLAN SPEAKS . . .
Un capítulo aburrido y largo para
poder introducirles de lleno parte
de la historia de Ivy y la familia
Spinster ya que aún hay muchas a
las cuales profundizar y son bien
heavys así que les pido discreción
desde ya para evitar incomodidad.
No se olviden de votar y comentar<3
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