Once

Jungkook miró enternecido las sonrosadas mejillas del menor, así como también sus labios rosaditos y sus lindos ojitos cafés.

Se encontraban sentados frente a frente, bajo los bonitos árboles de cerezos los cuales comenzaban a florecer a los principios de la primavera.

Los mofletitos de Jimin se abultaban cada vez más a causa de los alimentos que ingería en ese momento; pastel de arroz.

Habían pasado algunos días desde que Jungkook le había obsequiado tal chocolate y se le hizo imposible no volver a traerle variados aperitivos hechos por su mami.

Una sonrisa se talló en los abultados labios de Jimin al sentir la intensa pero agradable mirada de su amigo en él, causando que sus mejillas se sonrojaran.

—¡Eres tan adorable! —chilló Jungkook. Es que el menor se veía tan adorable de esa forma, tanto así que causaba una sensación realmente satisfactoria en el estómago del más mayor.

Jungkook no pudo resistirlo más, se acercó a Jimin lo más que se le permitió y plantó un dulce beso en su mejilla, sintiendo un intenso hormigueo en sus belfos al separarse.

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