O1. destiny is a tricky shit





SLOW MOTION;
a barry allen fanfiction
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₊ʿ⧺ 01.- ❝ destiny is a tricky shit










LA MÚSICA RESONÓ CON FUERZA LOGRANDO QUE sus oídos zumbaran con potencia, dando por resultado que ella despertara, y de paso de un horrible humor.

Daba igual que hora fuera, nunca era grato despertarse con un ruido como ese, más aún cuando una chirriante voz pronunciaba la letra, siguiendo la melodiosa voz del cantante auténtico.

Cuando abrió sus ojos y fue consciente de donde se encontraba, comprendió porque su cuerpo dolía tanto, y era comprensible teniendo en cuenta que la superficie en donde se encontraba recostada no se trataba de su propia cama.

Llevó una mano a su cabeza, sintiendo un fuerte dolor abarcar la zona, recordándole así la cantidad ridícula de alcohol que había bebido la noche anterior. Este no había sido el suficiente como para hacerle perder el control de si misma, pero si el suficiente para permitirle tomar el valor de poder hacer lo que debía hacer.

No le pagaban lo suficiente como para tener que pretender querer tener sexo con alguien e irse a casa con tal persona. Así que su método consistía en el simple movimiento de beber demasiado, y así su acompañante ya no recordaría la razón de porque habían terminado en su apartamento. Eso le llevaría a ceder brevemente al sueño, ante lo cual terminaba permitiéndole a la rubia comenzar a indagar entre sus cosas con un tiempo suficiente hasta que su acompañante decidiera despertar otra vez para seguir bebiendo.

Nadine esperaba que eso demostrara lo buena detective que era. Porque sin dudas tenía mucha ética.

Se colocó en pie, procurando no despertar al hombre a su lado. Tomó sus cosas y rápidamente comenzó a caminar en puntitas fuera de la habitación.

Al salir del apartamento se calzó en sus tacones, y colgó su bolsa sobre su hombro. Allí en el pasillo del edificio pudo comprobar que la fuerte música provenía del apartamento vecino, el cual quedaba justo a un lado de la habitación en la que había despertado.

Se dirigió al elevador, y una vez dentro, se observó frente al espejo, considerando en silencio que su aspecto no era tan deplorable a como había llegado a lucir en otras ocasiones. Ante ese pensamiento simplemente se limitó a intentar arreglar su cabello, su vestimenta y se colocó unos lentes de sol, y en lo que el elevador terminaba de bajar plantas hasta llegar al lobby, tomó su celular en sus manos, comenzando a revisar las fotografías que obtuvo.

El caso en el que trabajaba era absurdamente básico y fácil. Y es que la habían contratado para averiguar las condiciones en las que se encontraba aquel apartamento. Aparentemente el hombre con quien compartió una siesta en el sofá, tenía un roomie con bastante dinero que se encontraba de viaje. Su cliente no confiaba demasiado en su roomie y sospechaba que podía estar robando cosas de gran valor que se encontraban en el apartamento.

A Nadine se le habían hecho entrega de imágenes referenciales a objetos que se encontraban en el interior del hogar, y los lugares específicos en donde se encontraban. Así que luego de que el hombre cayera dormido, Nadine había indagado por la estancia.

Efectivamente todo lo de gran valor ya no se encontraba allí. Así que seguramente muy pronto alguien se iba a quedar en la calle. Pero ese no era su problema.

Pensando en su éxito con sabor a fracaso, mientras caminaba por las calles de Central City, no pudo evitar desviarse al más profundo análisis en el cual aceptaba las ridiculeces que hacía por dinero. Y es que cuando comenzó como detective privada ingenuamente creyó que tendría casos más interesantes, sin embargo, estos siempre rondaban dentro del mismo círculo. Infidelidades, robos pequeños.

Así era siempre, pero de todas formas, una parte de ella le decía que debía estar agradecida por el simple hecho de tener trabajo, aún este no la hiciera sentir plena y satisfecha.

Su vida se sentía como un verdadero chiste.

Rompiendo el hilo de lo que parecía ser el comienzo de una crisis de identidad, Nadine se dió cuenta de que ya había llegado a su hogar, y al entrar tras abrir la puerta principal, no tardó en notar que el lugar se encontraba completamente vacío. Pronto recordó que Huxley se estaba quedando en casa de un amigo debido a que Kian estaba metido día y noche en los Laboratorios STAR, sobretodo ahora que estos serían inaugurados, y también debido a que ella por su parte, se la pasaba trabajando, ya fuera como detective, fotógrafa e incluso a veces de barista en Jitters.

Con un suspiro casi agobiado cayendo de entre sus labios, subió las escaleras, hasta llegar a su habitación. Una vez allí lanzó sus cosas sobre la cama y se dirigió al baño.

Su cuerpo pedía a gritos ser higienizado, así que una vez el agua tomó la temperatura correcta, se metió bajo la lluvia artificial, pensando en como una vez terminara su ducha simplemente se arrojaría a su cama en busca de descanso.









PARA SU MALA SUERTE, NO HUBO SIESTA. Y es que una vez salió de la ducha recibió una llamada a su celular en la cual solicitaban de sus servicios.

Tal parecía ser que aquella mañana un tiroteo se llevó a cabo en el banco central de la ciudad, dejando como lamentable resultado a una persona muerta. Con esto el Pictures News estaba en busca de un nuevo artículo, por lo que, necesitaban buenas imágenes de la escena del crimen. Y porque no, también información extra de lo sucedido, cosa por lo cual Nadine recibía un pago extra.

Desde la banda de seguridad que indicaba el perímetro, Nadine tomó un par de fotografías. Por siguiente, dió una vuelta a los alrededores y en el momento en que vió que los policías tenían su atención puesta en otra cosa, se escabulló, sumergiéndose en el perímetro delimitado.

—El cajero identificó a Clyde Mardon como el tirador —escuchó decir a uno de los detectives a medida que se acercaba.

Eso solo dejaba en claro que los hermanos Mardon estaban de vuelta en la ciudad. Lo cuál significaba que no tan solo los robos aumentarían, si no que, también las muertes de inocentes irían en incidencia. Y es que a aquellos hermanos no les temblaba la mano a la hora de disparar contra aquel que se cruzara en su camino impidiendo sus objetivos. Incluso si era un cruce de mero error.

—Asaltaron el banco, tiraron las cámaras, y al escapar asesinaron al guardia de seguridad —informó el detective Joe West.

—Pobre hombre —murmuró la rubia.

No podía imaginarse lo que debía sentir la familia del aquel hombre. El dolor que debía significar el saber que ya no volvería a casa como todos los días. Ante eso, sacudió su cabeza intentando despejar sus pensamientos. Y es que no le gustaba pensar ni hablar de la muerte, más allá de lo superficial que conllevaba el significado de la palabra.

Observó de vuelta a su cámara, observando la galería de fotos en esta. Por lo menos cinco imágenes de la escena se mostraban allí, perturbando el respeto que sabía merecía no tan solo aquel hombre, si no también su familia.

Dejando fluir un suspiro, presionó el botón en mente, borrando de golpe aquellas imágenes. Y es que una parte de ella no podía dejar de pensar en como sus ideales y valores estaban siendo masacrados simplemente por un poco de dinero.

Y joder, claro que necesitaba el dinero, pero ya no sabía si realmente lo valía, si acosta de conseguirlo tenía que meterse en problemas e irrespetar a gente que lamentablemente terminó siendo un daño colateral en los crímenes de la ciudad.

Frustrada consigo misma, se apoyó en la pared más cercana, la cual resultó ser parte del banco. Aquel día estaba teniendo una muy frustrante serie de realizaciones, en las cuales efectivamente se convencía de que no tenía ni jodida idea de que era lo que estaba haciendo con su vida.

Ejercía en un rubro que le gustaba, pero no de la forma en que le complacía. Se sentía insatisfecha y vacía. Siempre estaba exponiéndose a convivir con personas que eran una completa basura, lo cual apenas le permitía ver a su hermano menor, y lo que también la mantenía ganando dinero a base de destruir familias por adulteros —a pesar de que aquel que engañaba a su esposa si mereciera todo lo peor que pudiera suceder—.

Ya nada parecía suficiente. Aunque, si era honesta, nunca fue suficiente, simplemente era una necesidad que debía ser cumplida y en su momento se obligó a convencerse de eso.

—¿Escabulléndote por fotos otra vez? ¿Alguna vez conseguirás un trabajo de verdad?

Una mueca de molestia se implantó en el rostro de la rubia al reconocer aquella voz. Su mirada no tardó en alzarse, y frente a ella logró ver a un castaño ya bastante conocido. Este se encontraba observándole con clara cara de pocos amigos dejando en claro como siempre que ese gesto era lo único en lo que coincidían.

—Vete al demonio, Allen —masculló enderezando su postura, mientras acomodaba la correa de su cámara en su cuello.

El forense blanqueó su mirada, acomodando la correa de su maletín sobre su hombro, no tardando en ver como la rubia, le daba la espalda, dispuesta a comenzar a alejarse.

—Solo si tú vas primero, Holloway —respondió, sin pelos en la lengua.

Barry Allen la mayor parte de su día a día era un adorable nerd con modales de caballero. Pero desde que su camino se cruzó con el de Nadine Holloway, comenzó a salir a flote su personalidad mortificada y fastidiosa.

Con esas palabras de intercambio, cada uno tomó su camino correspondiente, perdiéndose por las calles de Central City para continuar con sus días, el cual sin duda no iba bien para ninguno de los dos.

No mucho más tarde, Nadine se encontraba abriendo la puerta de su hogar. Sus pies se arrastraron por el piso de madera, rechinando de una forma horrible ante el contacto de este con sus botas de estilo militar.

Dejó la cámara y su bolsa sobre la mesa, sin si quiera detener el andar de sus pies. Cruzó por el comedor hasta que finalmente llegó a la sala de estar, y allí se arrojó boca a bajo en el sofá, ahogando un grito de total desesperación.

¿Es que acaso estaba en la crisis de lo 20? ¿Eso acaso existía? Siempre había escuchado hablar de la crisis de los 40, pero nunca escuchó de la existencia de una crisis a los 20.

Un lloriqueo sin lágrimas escapó de sus labios, frustrada porque aparentemente ni eso lograba hacer correctamente. Sabía que nunca fue una persona que con facilidad lloraba, pero también sabía que soltar un par de lágrimas no dañaba ni volvía más débil a nadie.

—¡Agh! —se quejó.

Unos pasos se oyeron, haciendo eco en el lugar, sin embargo a pesar de eso, el ruido parecía no provenir de aquella planta, si no de la planta de arriba. Pronto estos pasos resonaron por las escaleras.

—¿Vita?

—Estoy aquí —respondió con voz lastimera.

—¿Qué ocurre? —preguntó Kian, apareciendo por la sala mientras acomodaba una corbata en su cuello.

—Estoy teniendo una crisis —informó sin emociones, tomando asiento en el sofá.

Su cabello había caído sobre su rostro debido al brusco movimiento para sentarse. Con el ceño fruncido, se dispuso a soplar, en un ridículo intento de despejar los rubios mechones que estorbaban su visión, y que también producían picazón en su rostro. Al no lograrlo, la desesperación tomó posesión de su cuerpo, y de forma brusca, removió del cabello lanzando jalones de lado a lado.

—¿Una cris...? ¡Ugh! ¡Estúpida corbata! —Kian se distrajo con el retazo de tela en sus manos y masculló por lo bajo.

Aparentemente su hermano, tenía su atención dirigida en otro sentido. Y sabía que no era intencional, así que no le tomó mucha importancia al poco interés que este ponía en su crisis.

—Ven aquí —indicó la rubia.

Kian, bufó y se dejó caer a un lado de su hermana en el sofá, con sus manos cayendo a sus costados en absoluto rendimiento ante la batalla con su corbata.

—No sé que demonios. Siempre anudo mis corbatas perfectamente —se quejoneó.

—Estás nervioso, Ryder —señaló Vita.

Sus manos guiaban los perfectos movimientos necesarios para hacer el nudo de aquella corbata. Lo hacía con tranquilidad, sin prestar demasiada atención a la impaciencia que embargaba a su hermano, y es que de ser otra, aquello ya hubiera activado su nerviosismo, y dos personas nerviosas e impacientes nunca significaba algo bueno. Lo sabía por experiencia.

—Sí, eso debe ser.

—Claro que es eso —remarcó Nadine, con una sonrisa divertida en sus labios.

—Lo siento, Vita. ¿Qué decías? —mencionó, recordando la conversación que llevaba con su hermana antes de la crisis de la corbata.

—No es nada —murmuró encogiéndose de hombros—. Solo, estoy teniendo una pequeña crisis.

—¿Debería preocuparme? —cuestionó, inevitablemente con un atisbo de preocupación creciendo en el reflejo de su mirada.

—No... no lo sé —sinceró—. Pero, eso no es lo importante.

Terminó de acomodar la corbata en el cuello de su hermano, de paso acomodando el cuello de la camisa, y alisando de los bordes de esta.

—Hoy es tú gran día —indicó orgullosa—. Finalmente después de todo lo que has trabajado.

Kian dejó fluir un suspiro, intentando mantenerse en calma.

—¿Cómo te sientes? Además de nervioso.

El castaño abrió su boca para hablar, sin embargo, cerró de esta, pensando en que responder.

—Emocionado, supongo.

—¿Supones? —cuestionó Vita.

—Sabes que cuando estoy nervioso no sé descubrir como me siento más allá de eso —protestó.

—Claro, lo siento.

Vita dejó caer un suspiro y de paso, seguido, tiró de sus hombros hacia adelante, mientras frotaba las palmas de sus manos contra sus jeans de mezclilla.

Kian le observó durante unos segundos, guardando silencio, permitiendo que las respiraciones de ambos fueran lo único que corrompía el silencio que les rodeaba. El castaño podía notar lo ofuscada que parecía sentirse su hermana, y aquello le preocupaba, porque era sumamente extraño el hecho de que aquel sentimiento dictaminara en Vita.

—Si lo necesitas, incluso ahora mismo, estoy aquí para escucharte Vita —pronunció—. La inauguración de STAR Labs puede irse al demonio.

Nadine frunció su ceño, sin embargo, tal gesto no tardó en desvanecerse en cuanto su mirada se estrelló contra los ojos preocupados de su hermano mayor.

No tardó en negar, en reiterados movimientos de agitación de su cabeza.

—Puede esperar. No es tan importante.

—Eres mi hermanita menor, y todo lo que te afecte es importante para mí.

—Lo sé, y te adoro por eso Ry, pero esta es tú noche, y yo tengo mucho que pensar antes de dejar ir algo que no conozco con certeza —estiró su extremidad superior, palmeando el brazo de su hermano con la palma de su mano.

—¿Estás segura? —cuestionó con inseguridad.

—Muy segura —acordó asintiendo—. Ahora, ve a terminar de arreglarte. Debes marcharte.

Kian asintió en silencio.

—Yo estaré allí más tarde, y llevaré a Hux. Tomaré un par de fotografías porque este gran día debe ser enmarcado en grande.

El científico dejó escapar un par de risitas mientras asentía. Se colocó de pie y dió la vuelta al sofá para encaminarse escaleras arriba. Sin embargo, a medio camino, retrocedió los pasos avanzados, e impulsándose por sobre el sofá, se inclinó sobre la espalda de su hermanita, dejando un beso sobre su cabello.

—Te quiero, Vi.

La rubia, dejó escapar una sonrisa, sintiendo la calidez de tales palabras y tal gesto, abrazarla. Aquello le hizo saber que sin importar las crisis existenciales que tuviera, su hermano siempre estaría ahí para ella, aún así no supiera de que constaban estas.

—Y yo te quiero a ti, Ry —hizo saber.









—ME DUELEN LOS PIES —se quejó el pequeño rubio.

Sus pies se arrastraban por el suelo, en torpes pasos, mientras su hermana mayor tiraba de él, obligándole a caminar.

—Vamos, Hux. Solo hemos caminado un par de cuadras.

—Eso no me hace sentir menos cansado —expuso.

Vita blanqueó su mirada, optando por ignorar las quejas de su hermano. En otra ocasión, o en años anteriores se hubiera inclinado por alzarlo y cargarlo, pero teniendo en cuenta que Huxley era casi de su tamaño aquella opción ya no era elegible.

Pronto llegaron a los exteriores de STAR Labs, en dónde pudieron ver tumultos de personas y es que muchos de los presentes allí se encontraban protestando, claramente en contra del suceso que en minutos se llevaría a cabo. El resto que se encontraba presente eran absolutos fanáticos de la ciencia, o fieles seguidores de Harrison Wells, quien resultaba ser el jefe de su hermano mayor.

Y claro, luego estaban ella y Huxley, quienes estaban allí netamente para apoyar a Ryder, porque Nadine por su parte, no tenía ni la más mínima idea respecto a conocimientos que se relacionaran con la ciencia.

La rubia golpeteó con su pie, impaciente, sin saber exactamente como hacerse paso por entre la multitud para así llegar hasta al frente, y es que para su mala suerte desde su lugar apenas y lograba llegar a ver algo.

—Vamos, Vi —Huxley tiró de ella—. Ryder debe vernos en el frente.

Nadine se dejó jalar por él, intentando evitar llegar a golpear o estrellarse con alguien, cosa que a su hermano menor poco y nada le importaba.

—¡Oye niño! —protestó alguien.

Vita suspiró, y se volteó a observar a la persona propietaria de la protesta.

—¡Lo siento! —se disculpó, notando a la chica morena que había sido empujada por su hermano.

Tras esquivar a decenas de personas, finalmente lograron llegar hasta el frente. Al observar al podio, Vita y Huxley no tardaron en divisar a Ryder. Este se encontraba de pie. A un lado de él se encontraba una chica de cabello castaño rojizo a quien Nadine reconoció como Caitlin Snow, quien solía ser nombrada frecuentemente por Ryder.

Pronto, el científico aclamado de la noche, subió al podio, y el lugar se cubrió de aplausos y aclamaciones en honor a él.

Vita alzó su cámara y posicionándola en un ángulo favorecedor, sacó un par de fotos a su hermano.

—Gracias —la voz de Harrison Wells resonó por los altavoces—. Mi nombre es Harrison Wells...

—¿Ese zopenco es Harrison Wells? —cuestionó Huxley para nada impresionado.

Nadine dejó caer una suave carcajada, y una vez más las protestas de quienes se encontraban atrás se escucharon.

—Lo siento —se disculpó la rubia.

De un segundo a otro, todo pasó de ser risas y sonrisas de orgullo a un completo caos. Y no se debía precisamente a la torrencial lluvia que parecía cubrir a Central City por completo.

Unas alarmas de emergencia horriblemente ruidosas comenzaron a resonar por todo el lugar alertando así a todos los presentes allí quienes no hacían más que intercambiar miradas sin comprender que era lo que sucedía y sin saber que demonios significaba aquel abrumador pitido.

—¿Qué está pasando? —cuestionó Huxley, mientras sostenía su paraguas con fuerza.

—No lo sé.

La gente a su alrededor comenzó a alterarse, y pronto todos largaron a correr, huyendo, lo cual sin dudas despertó la preocupación máxima de ambos hermanos.

—Ryder —susurró Nadine para si misma.

La rubia se abalanzó a las puertas de las instalaciones, sin embargo, antes de que si quiera pudiera entrar, unos gigantes guardias del tamaño de unos gorilas, le detuvieron el paso.

—Señorita, no puede entrar —le hizo saber uno.

—Debe evacuar ya —informó el otro.

—Mi hermano está dentro —indicó.

A pesar de eso el par de guardias negaron. Vita insistió, como era natural en su instinto, pero a pesar de su palabras y exclamaciones, estos escoltaron de ambos hermanos lejos, incluso si la rubia seguía pataleando y gritando que debía ver a su hermano.

Un bufido de frustración escapó de sus labios, mientras movía su húmedo cabello lejos de su vista. Huxley a su lado, se aferró a su mano con fuerzas, y al observarle, Vita pudo notar la preocupación y terror en su mirada.

—Hey, no pasa nada, Zain —le dió un apretón en un hombro—. Tranquillo.

Se apresuró a sacar su celular de su bolsa, y con sus dedos resbalando por la pantalla, con torpeza marcó el número de su hermano mayor.

Este no respondió a la primera llamada, y tampoco lo hizo a la segunda. Pero como dicen por ahí, la tercera es la vencida, porque a esa llamada, Kian respondió al tercer tono.

—¡Vita! ¡No puedo hablar ahora! —le informó su hermano.

Su voz se escuchaba agitada, y tenía sentido teniendo en cuenta que Ryder se encontraba corriendo por todos los laboratorios.

—¿Qué está pasando, Ry? —cuestionó con rapidez—. Intenté entrar pero no me lo permitieron, y...

—¿¡Estás afuera!? —exclamó exaltado.

—Sí, intenté...

—¡Deben irse a casa ahora mismo, Vita!

—Pero...

—Sé que lo tuyo no es seguir las reglas, pero por una vez en tu vida, hazlo —pidió alterado.

—Me estás asustando, Ry —hizo saber con tono bajo, para no alterar a Huxley.

—Solo váyanse, ¿Sí? —pidió—. Todo estará bien. Lo prometo.

Vita sabía que mentía. Conocía lo suficiente a su hermano como para reconocer el tono de voz que utilizaba cuando lo hacía, y esta vez la mentira estaba presa de pánico.

—Ten cuidado, por favor —rogó ella, en un aún bajo tono de voz.

—Siempre.

Y entonces la llamada finalizó, dejándole un sabor de boca amargo a la rubia, junto al presentimiento de que nada estaría bien.

—¿Vita?

—Vamos, debemos ir a casa.

—¿Qué hay de Kian? —cuestionó oponiendo resistencia a caminar.

—Va a estar bien. Él está allí adentro resguardado —le aseguró con suavidad—. Vamos.

Huxley opuso un tanto de resistencia, manteniendo sus pies plantados al asfalto lo más que pudo, pero tras un par de segundos que se sintieron como minutos, cedió. Nadine, tiró de su mano con fuerza, mientras movía sus pies con rapidez, intentando llegar lo antes posible a la plaza en donde habían aparcado el vehículo.

Pero fue muy tarde. Un estruendo resonó por todo el lugar, y al voltear, Vita y Huxley pudieron ver una energía de color rojiza erosionar desde el techo de los laborales. Dicha energía no tardó en comenzar a expandirse, y ante ello Zian largó a correr, jalando de su hermana para que esta reaccionara. Entre tropezones a velocidad intentaron alejarse, pero Nadine sabía que no lo lograrían, mucho menos cuando Huxley tropezó con los cordones de sus zapatillas lo que le hizo golpear fuertemente en el suelo.

En un movimiento, la rubia tiró de él ayudándole a colocarse de pie, y con rapidez empujó de su hermano, logrando que este cayera en el interior del recibidor de un edificio. Y antes de poder hacer lo mismo consigo misma, la onda de materia la golpeó.

Su cuerpo voló por los aires, mientras un último suspiro caía por sus labios y entonces junto al ruido del estruendo, Vita cayó al suelo tras haber atravesado el tronco de un gigantesco árbol.

—¡Vita!





































HI THERE

¡ya tenemos el primer capítulo de esta nueva historia! no les voy a mentir, siento que este capítulo quedó medio desastre, pero fue lo mejor que logré por más modificaciones que le hice.

pueden ver por ahí una pequeña introducción a quien es Nadine, y también una pequeña introducción a la relación que tiene con Barry, a quien tiene la mala suerte —o buena— de conocer.

aún así, hay mucho por saber —o eso creo.


¡nos vemos por ahí!




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