019
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BÉSAME
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Puso una mirada dura cuando vio como la mirada de aquel normi volvía hacia su compañera. ¿Qué mierda tenía ese castaño con Wednesday?
—¿Lo conoces?—le cuestionó en el momento en el que Tyler sintió su pesada mirada y se limitó a mirar hacia abajo mientras seguía su trabajo.
Ambas mujeres se encontraban en la cafetería del pueblo a petición de la vidente que deseaba tomar un vaso de expreso.
Eternity quiso darse una cachetada mentalmente. Era obvio que se conocían. Ambos habían ido al baile de Raven juntos. Pero de qué, ¿de qué se conocían?
Wednesday levantó su mirada del libro que estaba leyendo para ver a quien se refería su compañera.
—Ah, intentó ayudarme cuando trataba de escapar de la academia.
—¿Querías escapar de la academia?—los ojos esmeralda se posaron en la pelinegra.
—Si...—miró hacia la ventana, donde las personas caminaban sin temor am monstruo que acechaba—no me agradaba estar en un lugar donde mi madre con anterioridad había reinado.
—Mmm, ya veo.
—Pero me alegro de no haberme ido—Wednesday la contempló—. La vida es mucho más... divertida teniendo un monstruo al cual perseguir—guardó silencio unos segundos, poniendo su mano sobre la de Eternity—, teniendote a ti.
Las últimas palabras de Wednesday hicieron que Eternity se sonrojara ligeramente, un tinte de color rosado tiñendo sus mejillas pálidas. No estaba acostumbrada a recibir elogios tan directos desde hace décadas, y la sinceridad de las palabras de su compañera la conmovió profundamente pues sabía que ella no hablaba del amor de ese modo.
La castaña dejó caer su cabeza a la mesa y lo rodeó con sus brazos para tapar sus laterales antes de soltar un chillido de efusividad.
—¿Qué te sucede?—le preguntó Wednesday sin entender su comportamiento.
Eternity ladeó la cabeza para salir un poco del hueco que había creado para su cabeza antes de mirar a su compañera.
—Es que eres tan tierna que podría besarte.
El rostro de la vidente se llenó de sorpresa. Sus ojos se abrieron un poco más, y sus mejillas se tiñeron de un ligero rubor, una expresión de asombro y emoción que cruzó su rostro.
El comentario de Eternity había tomado a Wednesday por sorpresa, y su mente giraba mientras procesaba las palabras de su compañera. No esperaba una declaración tan directa.
—Hazlo—le dio permiso, girándose completamente a ella para que lo hiciera—. Bésame.
La vampiresa se despegó de la mesa para enderezarse en el asiento. Acarició con dulzura la mejilla de su acompañante, pero negó con una sonrisa diminuta en el rostro.
—Me temo que es algo que tampoco puedo hacer.
—¿Por qué no?—refutó, arrugando su entrecejo.
—Tus labios—la mirada verdosa se dirigió hacia ese lugar rosado—... son la llave del candado que resguarda un poder que no deseo poseer.
Inmediatamente, la mente de la vidente fue transportada en el momento exacto en el que Lioel le había contado el rechazo que Eternity tenía en cuanto al poder del fuego y todo lo que conllevaba. Lo entendió, pero no evitó que la desilusión se le instalara en el pecho. ¿Es acaso que nunca podrían unir sus labios?
—Ya veo...
—Lo siento.
—No tienes que disculparte.
—Tengo que hacerlo—insistió la castaña—, después de todo te tocó una compañera defectuosa—Wednesday negó.
—No existen personas defectuosas, Abney; solo seres únicos.
Eternity volvió a sonreír. La chica al lado suyo podía ser tan tierna a veces que le hacia temblar, pero tan impaciente y valiente al mismo tiempo que ocasiona que el corazón se le pare por un segundo.
Eternity había caído a los pies de Wednesday.
La castaña se despertó en la academia esa mañana con una aflicción que pesaba en su corazón.
Se levantó de la cama y no tuvo necesidad de ver el calendario para saber que ese día marcaba el aniversario de la muerte de su esposo e hijo, una herida antigua que nunca había sanado por completo.
Aunque el tiempo había pasado, el dolor seguía latente en su interior, y el recuerdo de ese trágico día la abrumaba.
Con una expresión sombría en el rostro, Eternity decidió pasar el día en soledad como siempre venía haciéndolo para honrar las memorias de sus seres queridos en el silencio del bosque. Era un ritual personal que había realizado año tras año, un acto de amor y remembranza que la ayudaba a mantener viva la memoria de los que había perdido.
La castaña no tuvo la necesidad de avisarle a Wednesday, Lioel o a Larissa sobre su paradero, debido a que con anterioridad había hablado con su compañera de esa fecha, y con su amigo y la directora ya sabían del tema delicado que la hacia alejarse.
Eternity caminó en silencio a través de los senderos del bosque, rodeada por la belleza natural que contrastaba con su pesar interno. Cada paso la acercaba más al lugar que había elegido para conmemorar el aniversario. El bosque, con su tranquilidad y misterio, parecía el escenario perfecto para recordar y reflexionar.
Finalmente, llegó a un claro donde un pequeño arroyo serpenteaba entre los árboles. Se detuvo allí, sintiendo la brisa en su cabello castaño y el susurro del agua que fluía. En ese lugar tranquilo y sereno, comenzó a recordar.
Cerró los ojos y evocó las imágenes de Joffrey y Kian, sus risas, sus abrazos, los momentos felices que habían compartido juntos. También recordó el día en que los había perdido, el dolor insoportable de su ausencia, y las lágrimas que había derramado en soledad.
—Estarías cumpliendo 77 años, mi niño—murmuró al cielo, sus ojos verdes reflejando el dolor que cargaban esas palabras—. Joffrey...—el nombre de su esposo salió en un susurro lastimero—. ¿Te acuerdas cuando hablamos sobre el tema de que tú en algún momento envejecerías y yo seguiría teniendo la misma apariencia?
«¿Cuándo dijiste que deseabas que no cerrara mi corazón cuando tú murieras y que le diera la oportunidad a otras personas para que me conocieran?
«¿Te acuerdas?
«Han pasado 71 años desde que te fuiste, Joffrey. Y todos estos años me has hecho falta. Pero he conocido a una persona maravillosa, Joff. Es única al igual como lo fuiste tú.
«Cumplí mi promesa de volver a abrir mi corazón, Joff. Me volví a enamorar como tú deseabas.
Eternity pasó las siguientes horas en silencio, compartiendo sus pensamientos y emociones con las sombras del bosque.
A medida que avanzaba el día, sentía que la tristeza se mezclaba con una sensación de paz y aceptación. Sabía que nunca dejaría de extrañar a sus seres queridos, pero también había aprendido a seguir adelante y a mantener viva su memoria de una manera que les honrara.
Pero aquel ambiente tranquilo donde sus pensamientos se dejaron fluir, se vio inquieto cuando Lioel interrumpió la serenidad del bosque.
—¿Qué sucede?—le cuestionó mientras el pelinegro se flexionaba para recuperar el aire perdido por la carrera.
—El alcalde fue arrollado por un coche—aspiró nuevamente—. Wednesday estaba ahí. La atraparon, pensaran que ella tuvo algo que ver.
Eternity se levantó de un salto del pasto. La preocupación se reflejó en sus ojos verdosos mientras procesaba la información. La idea de que alguien pudiera relacionar a Wednesday con el accidente era inquietante y amenazante.
—¿Dónde se encuentra?—le preguntó a su amigo.
—En el pueblo—Lioel se enderezó al ver que la castaña iba a empezar a correr—. Cerca de la cafetería.
—Te veo allá—el pelinegro asintió, sabiendo de antemano que su amiga lo superaba en velocidad.
Eternity estaba segura de que las circunstancias del accidente serían sospechosas, después de todo el problema abarcaba a su compañera, y el miedo a que Wednesday fuera injustamente implicada la llenó de ansiedad.
Ella conocía a su vidente y estaba segura de su inocencia, pues sabía que, si Wednesday planeaba matar a alguien, no dejaría ni una sola evidencia que la delatara, pero también sabía que en ocasiones la verdad podía ser distorsionada por las apariencias y las circunstancias, especialmente los normis eran expertos en ese ámbito.
Para cuando llegó al centro del pueblo, no se detuvo en ver a los paramédicos ni a los oficiales que rodeaban el lugar del intento de homicidio, sino que se dirigió de frente hacia la cafetería donde percibía el olor de su compañera.
—¡Addams!—la llamó cuando la vio ponerse de pie en la mesa que compartía con el alguacil.
—Creí que estarías conmemorando a tu familia—se acercó a ella y dejó que la mirada verdosa la inspeccionara—. Lioel te avisó, ¿no es así?—Eternity asintió.
—¿Todo bien con los normis?
—No me acusaran, si es eso lo que te preocupa—la vidente la guio hacia la salida.
—Eso es bueno—la castaña soltó un suspiro cuando ya salieron a la calle. A lo segundos Lioel apareció con la respiración entrecortada y sumamente cansado.
—Esto de ser el mensajero es horrible—se quejó el pelinegro—. ¿Al final se solucionó todo? ¿No habrá muertes hoy?
—No la inculparon, mocoso—Eternity resolvió los rulos negros de su amigo y Lioel aceptó gustoso ese mimo.
—¿Eso significa que me preocupe por gusto?—cuestionó el vampiro con los ojos de borreguito a medio morir.
—Así es—le respondió Wednesday—. Y andando, Lioel—jaló al pelinegro para que empezara a andar—, que tenemos que regresar a la academia.
Eternity arrugó la nariz con molestia.
—Seguro Larissa te regañara.
Y así fue. La directora no estuvo nada contenta con Wednesday.
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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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Ya, pero amo a Wednesday frustrada porque Eternity no va a poder besarla jamás
Yo digo que la bese sin importar el costo 😈 ¿Ustedes que opinan?
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● Kriss-sama
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