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NO CONFÍES EN LOS
NORMIS
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         Eternity volvió a insertarse a las aburridas clases al ya no tener permiso de seguir cazando al monstruo. Sin embargo, había adoptado un nuevo hábito después de la conversación que había tenido con Wednesday.

        —Me gusta que ya no la ignores, pero tampoco me parece sano que la espíes en cada momento—se queja Lioel.

        Ambos vampiros están en la mesa que les "pertenece" a los de su especie. No obstante, no solamente están tomando de su deliciosa sangre, sino que tienen sus ojos, tras las gafas de sol, puestos en la silueta de Wednesday.

        —Tengo que ver que no cometa ninguna estupidez—se excusa la castaña.

        —Si, claro—responde con ironía y falsa comprensión—. Me voy. No pienso seguir haciendo esto.

        Eternity lo deja ir. Ya bastante tuvo Lioel con la semana anterior de tomar el papel de niñera con Wednesday.

         La vampiresa la sigue por los pasillos. No le importa si la descubre, pues no se esconde como alguien sospechoso lo haría.

         Ambas llegan a la biblioteca de la academia.

         Eternity sigue teniendo su vaso de sangre en mano cuando Wednesday se adelanta a buscar entre los libros.

         La vampiresa puede ver cómo, literalmente, una mano, cortada de la muñeca, también rebusca entre los libros. Pronto llega un recuerda a ella sobre Lioel contándole que había una cosa que acompañaba a Wednesday, a lo que atribuyó que la mano era el famoso "Dedos".

         El aroma que detecta la nariz agudizada de Eternity hace que se ponga alerta y salga de zona de confort para pararse al lado de la humana.

         —No suelo encontrar alumnos aquí buscando libros de verdad.

          De las gradas baja Marilyn, pasando su mirar de Wednesday a Eternity. La última la mira con hostilidad y aborrecimiento. La castaña da entender que, si se sigue acercando, sacará los colmillos.

         —La mayoría viene a besarse—continua Marilyn, parando a una distancia prudente.

         —Vi sin querer a dos vampiros chocando colmillos—respondió Wednesday, a lo que Eternity sonrió con diversión—. No puedo borrarlo—murmuró mientras que su vista sin querer iba dirigida hacia la vampiresa de ojos verdes.

         —¿Les ayudo a encontrar algo?—cambió de tema Marilyn.

         Eternity detuvo la mano de Wednesday antes de que sacara el dibujo.

         —Estamos perfectamente bien—se apresuró a decir la castaña—. Ya no íbamos—mostró una sonrisa forzada.

         Agarró a Wednesday del brazo y la jaló para que empezara a caminar hacia la salida.

         —¿Qué haces?—cuestionó la vidente confundida cuando perdieron de vista a la normi.

         —Escúchame, Adams—paró la castaña cuando ambas ya se encontraban a las afueras de la biblioteca—. Jamás, pero JAMÁS confíes en los normis.

         —¿Por qué tanto odio hacia ellos?—cuestionó Wednesday sin poder callarlo.

         Eternity se quedó retraída, lo suficientemente reservada como para comentar su pasado a su compañera. No respondió ni se despidió. Solo camino lejos de Wednesday sin saber que su evasión solo haría aumentar mucho más su curiosidad en la vidente.

         Al día siguiente, Wednesday decidió participar en la Copa Edgar Allan Poe, pues mientras buscaba información en la habitación de Rowan y Xavier había escuchado como Bianca blasfemaba en su contra, importándole muy poco si Xavier se sentía atraída por ella. Su orgullo y ego habían sido heridos.

         Wednesday se sintió con mucho más humor cuando vio como Eternity miraba a su dirección. Pero su entusiasmo no se hizo notar, pues su cara seria seguía igual como siempre; sin embargo, un brillo diferente había adoptado sus ojos oscuros.

         La carrera empezó y Lioel era el que se encontraba más emocionado de todos los alumnos.

         —Ojalá sea Wednesday que haga que Brianda pierda—deseó con anhelación el pelinegro. No teniendo el favoritismo hacia la sirena de tez morena.

         Por otro lado, Eternity solo se limita a observar, importándole muy poco quien ganara la Copa, aunque dentro suyo deseaba que fuera su compañera.

         Abre sus sentidos para captar cualquier amenaza, pero no percibe nada fuera de lo normal. Mientras tanto, sigue el rastró de olor de Wednesday desde su lugar sin saber que aquel sentimiento de anhelo crece y se eleva con cada bocada de aire que aspira del aroma de su compañera.

         Como un destello fugaz Eternity sonreí cuando ve la canoa de los Gatos Negros atacar contra los Escarabajos de Oro, pero pronto elimina aquella sonrisa cuando ve que los ojos curiosos de la profesora Marilyn están sobre ella.

          —¡Nity!—exclama Lioel cuando la escucha sisear—Carajo—murmura cuando ve que su amiga se encuentra mostrando los colmillos a la maestra normi. Con rapidez, el pelinegra tapa la boca de la castaña con su mano y sonríe en modo de disculpa hacia la profesora de botánica—. ¡Eternity!—exclama nuevamente cuando la vampiresa se ha desecho de su agarre. Felizmente no ha ido a atacar a la profesora, sino que se ha retirado del campeonato para ir directo hacia el bosque.

         Wednesday buscó respuesta en la mirada de Lioel cuando no divisó a la castaña por ningún lado cuando tocó tierra. El rizado negó con la cabeza, como si no tuviera caso en explicar el comportamiento de la vampiresa.

         La pelinegra se sintió decepcionada al no encontrarla, fue como una punzada en su corazón que decidió ignorar cuando los brazos de Enid rodearon su cuerpo para abrazarla y agradecerle que habían vencido por primera vez a los Escarabajos de Oro.

         Nevermore seguía siendo un enigma para Wednesday. Eternity Abney seguía siendo un enigma para ella casi de igual modo que el caso incompleto sin resolver que la implicaba. Donde las preguntas superan con creces las respuestas. Pero a veces... las respuestas estaban enfrente de tus narices.

         Por eso se dirigió, con mochila en mano, hacia la estatua de Edgar Allan Poe en medio de la silenciosa noche. Donde tuvo que resolver el fácil acertijo que le abriría las puertas a un túnel oscuro y extraño que la jalaría inconscientemente hacia adentro.

       —Lo has descubierto—el corazón de la pequeña Addams palpitó con fuerza dentro de su pecho. No por el simple hecho de que no haya sentido la presencia de otra persona en ese lugar, sino porque la acaramelada voz que le hablaba era de ella.

          Sus miradas se entrelazan como hilos dorados cuando decidió voltear a verla, tejiendo secretos en la brisa del aire que la vidente no comprendía.

          —¿Qué haces afuera de tu habitación a estas horas?—la voz de la castaña la hizo volver a entrar en razón. Sus ojos verdes eran demasiado felinos como para engatusarla y hacerla entrar en transe.

         —Busco—fue lo único que respondió antes de ingresar al túnel oscuro.

         Los retratos de personas le dieron la bienvenida con forme bajaba las escaleras en espiral. Atrás de ella, Eternity la seguía con un par de pasos de diferencia, lo bastante lejos de ella como para que sintiera la incomodidad de su separación.

         —¿Quiénes son ellos?—preguntó la castaña cuando ella se quedó viendo por mucho tiempo un cuadro en particular.

         —Mis padres.

         —Te pareces mucho a tu madre—no tuvo que dirigir la linterna al rosto de Eternity para ver la sonrisa socarrona que se extendía en su rostro.

         —No vuelvas a decir eso.

         —¿Por qué? ¿Pondrás una estaca en mi corazón?—su voz detonaba cierta ironía. Eso le agradó. Le movió algo dentro de ella.

         —Podría.

         —De eso no lo dudo, Addams.

         Wednesday negó con la cabeza sin importancia y volvió a caminar por los pasillos oscuros para dirigirse hacia la biblioteca de libros de tomos oscuros. Abrió el primero y deslizó las páginas hasta encontrar la página faltante del libro.

         —¿Abney?—para cuando se dio la vuelta, la vampiresa había desparecido de su lado.

         Levantó la linterna y buscó por los alrededores. No gritó cuando la encontró, solo juntó sus cejas en confusión al no entender porque Eternity levantaba con una fuerza asombrante a aquella sirena del cuello, reconocía que la sirena era una de las amigas de Bianca.

         —¿Abney?—la llamó, pero ella no se volteó hacia ella, sino hacia los alrededores, como si pudiera ver o percibir que las asechaban.

         —Vamos, pececitos. Salgan de las sombras.

         Y entonces Wednsday pudo ver como personas con rostros tapados con capuchas ocurras emergían de las lugares oscuros.

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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Dios! Hace tiempo que no escribía para esta ffc :(

Prometo actualizar seguido

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