♫ One shot ♫
Oc x Canon; one shot
➳ Bailemos lento, cariño, hoy quiero disfrutar este momento ➳
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El silencio dominó el salón en cuanto las melódicas notas se pausaron de pronto, cortando el buen ambiente que se creó. Aunque fuera una simple lección de danza, las buenas enseñanzas del maestro garantizaron habilidades a los que practicaban.
Pero uno no estaba en esa lista.
—Por el señor del inframundo Hades ¡no te está persiguiendo un autobús, Hagane! —regañó, tirando a la borda la antes paciencia bien forjada. Él tenía estoicismo para quien la merecía, y ese tonto sin dudas no cabía en el grupo.
Shouto debía cobrar por las clases y de propina pedir permiso para darle una paliza a Gingka.
—¿Ah? ¿Y ahora que hice? —se tuvo que apartar de su compañera (la cual no dejaba de reír desde los principios), frunciendo labios bastante confundido.
—Qué no hiciste ahora; sería la pregunta correcta —el peligris no hizo esperar una mueca torcida en furia—. A ver, muévete despacio, maldita sea. Tienes que ir con la música, no ir corriendo como si un loco te estuviera persiguiendo con un bate.
La música se detuvo a penas el ahora maestro, dio un suspiro a punto de explotar. Chris, el encargado del reproductor, entendió en ese silencioso pero chistoso suspiro que había un descanso, urgente.
—¡Tienen que estar bromeando! ¡¿Otra vez?! —lanzó la séptima queja Kyoya. A pesar de negarse mucho –demasiado- con las lecciones, solo cedió porque Madoka amenazó con no arreglar su bey, aunque aprendió rápido y a la primera— ¡Si alguien no le arranca las piernas y le pone unas nuevas, yo lo haré! —apuntó a su rival, recibiendo de él una expresión asustadiza.
—¿Crees que eres el único que quiere hacerlo? —la voz de Niimura cada vez perdía más humanidad, casi llegando a un punto de ultratumba. Una tontería más y Némesis se quedaría pequeño ante su rabia.
Cielos, sabía que sería difícil al principio pero Gingka era el peor soperutano que podía existir para el baile. ¡Ni siquiera sabía si sus pies le respondían o él no captaba las simples instrucciones! Y no quería ser su compañero de danza porque de tenerlo cerca le mordería la mano, ese cargo se lo dejó a Dareki (que igualmente no paraba de burlase).
—¿Cómo va? —inquirió en voz baja Ryo al abrir la puerta y meter la cabeza al salón. Habitación exclusivamente apartada para la clase de los bladers, ordenado por el director.
—Como el culo —pensó Jonathan recostado en la pared, disfrutando desde lejos de forma cínica la cómica escena. Le hubiera contestado él con esas mismas palabras de no ser porque Tsubasa se le adelantó, confirmando lo surrealista de aquello.
—Uy, me da dolor de cabeza con solo verlo... Y no sé quién está sufriendo más aquí, si Gingky —el hombre miró a los chicos en un grupo, aguantando los golpes de periódico que el joven instructor les patentaba— o el jovencito Niimura.
—Bueno, al menos solo falta uno por aprender... Ya todos aquí sabemos lo esencial —explicó Tsubasa sumando un poco de ánimos. Internamente no dejaba de reír.
Ryo aceptó la situación, dejando en las manos de algún dios a los chicos, para que no murieran por otro regaño de Shouto. En fin, la clase continuaba, pero esta vez dejarían al pelirrojo apartado para que pudiera ver los pasos. Las opciones se acotaban más, cada que ese chico perdía el hilo de la melodía.
Chris inició la música nuevamente, dejando que las parejas hicieran lo suyo, claro, bajo la mirada del maestro, quien pudo recuperar un poco de compostura viendo que sus esfuerzos en los demás sí pudieron llegar a algo.
—¿Es necesario bailar? —mentalizó el de bufanda, sentado como niño bueno alejado del grupito. Fue muy necio de su padre el haberse preocupado tanto por algo tan simple como lo es... Eso.
Es decir ¿qué haría su presencia en el día de la fiesta al no bailar? Él estaría tragando la mesa de bocadillos –quizás hasta pensaría en escaparse a un estadio-, fácilmente los otros podrían escuchar hasta músicas llaneras y a este no le importaría. Porque sí, aquello era solo por una fiesta en honor al aniversario de la WBBA, invitando a los bladers reconocidos e integrantes de la misma empresa. Eso de ser el ganador de Battle Bladers ya no le daba tantos ánimos como antes.
Según Hikaru, la celebración sería formal, algo educado por respeto a la asociación de hace años, aunque conociendo a todos de seguro que al final se transformaría en una discoteca en año nuevo. Eso no lo contradecía nadie.
Volviendo al caso, Ryo le pidió de rodillas que aprendiera al menos lo básico, para no quedar mal ante los invitados por si alguno quisiera pasar a la pista con él. ¡Fácilmente se podía negar y problema resuelto!
—Hey, caballo.
Gingka volvió al mundo tras saltar de su sitio, mirando a la dueña de la voz. Seguía atrapado en el salón y los demás no terminaban de bailar la pieza, qué mal.
—Dareki —dijo por fin en media sonrisa.
—¿Todo bien? —Ella le ofreció una botella con agua imitando su gesto con curiosidad— Bueno, eso me lo tienes que preguntar a mí... Me pisaste ochocientas veces.
—Ay, lo siento —rió él al pasarse una mano por detrás de su cabeza, recibiendo la botella. No negó que se sentía apenado por haberle hecho pasar un mal rato—. Estaba más atento a la mirada mortal de Shouto que a lo demás.
—¡Sip! ¡Así es él! —Dareki se dejó caer, sentándose en el suelo con piernas cruzadas y mirando a los últimos pasos de la danza. No tenía por qué seguir practicando, si era una experta en todo tipo de baile, igual que Jonathan— De todos modos, eres un desastre ¡tienes dos pies izquierdos!
—¿Qué? ¡No es mi culpa que sea tan difícil! ¡Hay muchos movimientos! —Finalizó en un puchero— mi vida no es esto, es el beyblade —explicó con orgullo.
—¡Pero hasta Kyoya lo hace mejor! Y eso que Madoka bailó con él, siendo una enana ¿Quieres quedarte como el que nunca aprendió?
Esa chica, sabía cuáles eran los puntos donde golpear. Conocía dónde debía presionar para provocar un derrumbe, así fue cómo conquistó el corazón del joven pegaso, de algún modo. Siendo ella tan expresiva y decidida, logró hacerlo caer, aunque fue lento el proceso. Poco a poco Gingka descubrió que el temblor de sus manos y el rubor inesperado fue obra de algo más que alguna enfermedad. Y si fuese el caso, estaría contagiado por el brillo de Dareki, de todos modos no quería admitir sentir "amor" por no estar del todo confiado.
Movía su mundo con cada parpadeo, lo pintaba con los colores del arcoíris al estar juntos, lo llevaba al cielo con cada mirada fugaz; y mil cosas que sin vacilar aceptaría revivirlas en bucle, una y otra vez, porque esas dulces sensaciones provocaban un huracán en su pecho. ¿Era amor? No lo es, ya que era algo más hermoso que esa sencilla descripción, pensaba muchas veces.
Lo más sorprendente era la atención que Dareki le prestaba a esas cosas, que era nula. Gingka podía decir cosas obviando sus sentimientos (sin darse cuenta desde luego), a lo que ella respondía con bromas o pasando del tema. Sus compañeros y medio mundo conocían el gusto de él hacia la chica, se podría decir que hasta Ryo le daba empujones a la relación, pero las indirectas tan directas no enviaban el mensaje como era a la pelinegra.
Dedicó la cara más adorable a la chica cuando arrugó la nariz, revelando el dolor que le había dado esas palabras. Esa altanera muchacha se la devolvería un día de estos.
—Ah... ¡N-No es mi problema! ¡Él eligió aceptar! —alegó más ofendido de lo que parecía cuando cruzó brazos y apartó la mirada. En el fondo lo tomó como un reto.
Dareki solo se dispuso a dedicarle unas carcajadas, mientras los del grupo se detenían y procedían a tomar sus cosas. Fue la señal de que la clase finalizó.
—Muy bien, todos están listos —indicó Shouto en voz alta—. Pueden irse, que pasen buenas tardes —le respondieron en una despedida rápida.
—¡Ya era hora! —Celebró Gingka estirándose, a unos pasos de salir tal cual cohete para comer sin permiso de nadie— Vayamos por unas hamburguesas.
—Todos excepto Hagane. Te quedas con ellos —señaló el joven maestro a sus dos mejores amigos, quienes apenas fruncieron las caras en confusión. Antes de ser disparado con quejas, levantó la mano en señal de silencio—. No me miren así, hoy es la fiesta y no ha aprendido nada esta semana... Depositen su queja en la oficina del director.
—¡Pero-
—¿Acaso no me escucharon? —Se volvió a ellos Niimura con la voz más amenazadora que podía transmitir. Por algo era el líder de un par de lunáticos— Otra palabra más y serán comida de Cerberus... —por sus ojos corta-almas iba tan en serio.
Dicho eso, se retiró dejando solamente a Jonathan y a Dareki como instructores del pelirrojo. ¿Qué podría salir mal? La pregunta antes del apocalipsis.
—Y bieeeen —comenzó a decir el de gorra, posando su mirada aburrida en los otros—, ¿vamos a hacer un pacto con el diablo? Porque Pegaso no sabe ni cuál es su derecha.
—¡Hey! ¡Claro que sí sé! —espetó disgustado el nombrado. Se empezó a ver las manos como buscando la respuesta en ellas— Un momento... ¿Soy diestro, verdad?
Dareki tuvo que reírse tras convencerse de lo poco realista que llegaba a ser Gingka, mientras Jonathan sabía que aquello sería para largo. Y no fue así, pues ni siquiera duraron 15 minutos para cuando decidieron darse por vencidos.
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Gingka quiso deshacerse de la presión llenado su estómago, y no había otra cosa que pudiera ayudarlo con ello que una hamburguesa extra grande. Decidió comerla en un parque normal, donde no escucharía a sus compañeros quejarse de sus malos movimientos.
Su padre, en un momento para motivarlo a no dejarlo a medias, le dijo que sería igual que el Beyblade; con pasos que debía aprender y usarlos cuando era necesario. No basta decir que fue la mentira más atroz contada, según su hijo. ¿Cómo la gente conseguía saber cada ritmo? Al igual que todos los deportes, Gingka supuso que era tan solo práctica... Mucha, además.
Para no molerse la cabeza otra vez, iba masticando su comida con rapidez. Desataría su estrés con una batalla luego, necesitaba energías antes, ya que todas se las arrebataron en la tonta clase.
Tonta clase, tonto baile, ¡tonta fiesta!
Frunció el ceño aun con hamburguesa entre sus dientes. De verdad, no entendía la rareza de las personas por danzar, o sus apegos a las cosas elegantes.
—¿Por qué la cara larga? —Se hizo presente una voz rasposa, bastante odiosa y... Felina, justo sentado alado de él.
El de bufanda casi se ahoga por el susto. Vaya, a veces no se creía cómo bloqueaba el mundo llegando a no ver tan siquiera cuando se le acercaban.
—¡Hola! ¿Qué tal, amigo? —Johannes poseía una bolsa en sus brazos, llena de todo tipo de comida, incluso dulces caducados— ¿Qué tal te fue en la clase? —ignoró el repentino infarto del otro.
—¡Y t-tú! ¿¡Qué haces aquí!? —habló en voz chillona Gingka. El susto no se le había pasado, pero por suerte su comida no había caído— ¿¡Y cómo sabes de eso!?
—Tengo una red de información muy confiable —y miró a la multitud de gatos al frente, los cuales pedían en maullidos un poco de botana.
—Ah... —el pelirrojo quiso pasar de la pregunta, así que fingió demencia— Bastante mal, no aprendí nada... ¡Aunque no me preocupa! No tengo ganas de hacerlo tampoco.
—¿Qué, tan malo eres bailando? No es sorpresa —se rió como desgraciado, creando un rostro irritando a Gingka—. No me mires así, es tu culpa... ¡Bailar es lo más sencillo del mundo, claro que sí! ¡Miau!
¿Hasta Johannes lo admitía? ¿En qué mundo paralelo estaba viviendo? De seguro necesitaba con urgencia que le rebanaran las piernas.
—Pues para mí no es tan fácil.
—Pero si tu compañera era Dareki, apuesto a que ella sabe bailar hasta debajo del agua... ¡El problema eres tú! ¡No tienes pasión! —mencionó el chico gato tirando migajas a sus mascotas. Era como ver a un anciano con palomas— te movías sin ganas.
—¿Pasión? —levantó la cabeza manteniendo una mirada curiosa.
El otro asintió dejando su bolsa en la banca, levantándose de golpe y estirándose hasta quedar de puntillas.
—Mira, para lanzarte unos pasos dignos de un ángel —comenzó a explicar Johannes moviendo los brazos con suavidad, imitando a una ola. La gente del parque tal vez lo confundía con esos vagabundos pasados de copas—, debes dejarte llevar por la música... Que pase a través de tu cuerpo y se adueñe de él ¡así, así! —y terminó haciendo todo tipo de danza, incluso algunas que ni siquiera parecían existir.
El joven pegaso estaba súper harto de solo recibir el consejo de "dejarse llevar por la música", el cual no le ayudaba ni en saber cuál era su pierna izquierda. ¿Había un requisito para bailar? ¿Había que ser elegido? ¿Los genes? Muchas preguntas con respuestas para nada sencillas de comprender.
—¡Ya dejen de decirme eso! —Espetó dejando ver su frustración Gingka con puños oprimidos. Simplemente la cosa no le iba y ya está, era un blader, algo fuera de ello no saldría bien.
—Tranquilo, amigo... —Subió sus manos Johannes, avivando más la furia del pelirrojo que aliviándolo— Por lo que vi, estabas nervioso... ¡Oh! Pero creo tener la solución —reveló en una sonrisa pícara, la misma que indicó que algo fuera de los entendimientos humanos recorría su mente.
Su contrario solo consiguió encarnar la confusión en un gesto. Nada más anhelaba que la fiesta fuese pronto para terminar todo y combatir con cualquiera que se le cruzase, lo deseó con más fuerzas al ver la sonrisa del peliazul abriéndose paso por su cara.
¿Nervioso dijo? No es que tuviera miedo o vergüenza que los demás le viesen bailar, si ahí eran amigos desde hace un buen tiempo y los conectaba confianza entre ellos. No entendió esa frase, aunque él le repetía haber descubierto la respuesta al problema principal.
Ambos tuvieron que terminar su almuerzo por el camino al taller de Madoka. Pudieron llegar en el minuto justo —dijo el de los gatos—, porque la dueña del local y Kyoya se hallaban allí, siendo los ratones de prueba.
—¡Ya ves que sí se pudo! —celebró alzando su gloria Johannes, viendo con emoción a Gingka y a la mecánica moverse como Dios manda.
—Wow, no pensé que esos minutos extras de hace rato te iban a ayudar muchísimo —comentó la chica yendo al mismo paso que su acompañante, siendo guiados por una melodía dulce de la radio.
Increíblemente pudieron lo imposible de forma tan inesperada que ni el mismo pelirrojo conocía quién era en ese momento. ¿Así de simple debía ser? Entonces el berrinche de antes fue un desperdicio total. No sabía qué clase de magia negra usó Johannes con él, pero servía a la perfección que parecía ilegal.
—Si solo es esto, de seguro podré con todo a partir de aquí —sonrió orgulloso el de bufanda aun sosteniendo a Madoka. Igual, el baile era lento, llegaría a manejarlo.
—Bueno, ya está —Kyoya apagó la radio con rapidez y se cruzó de brazos. En el fondo estaba más sorprendido que los demás—. Ya consiguió aprender, ¿me vas a dar a Leone? Perdí todo el día en ese lugar que ahora quiero aplastar a unos cuantos —se dirigió a la castaña, quien no pudo contener un suspiro.
—Claro, claro... Ya voy a eso —prefirió no discutir ella. De todos modos tenía dudas mordiendo su curiosidad, así que miró a Johannes—. Pero ¿cómo pudo Gingka aprender tan rápido? ¿Tú lo ayudaste?
—¡Seré inteligente pero perdería mis nueve vidas en intentar eso! —confesó el chico felino sin pena, lo que dejó un enorme agujero en donde se suponía iba la respuesta— Nada más me di cuenta de que Dareki lo pone nervioso y hace el ridículo.
—¿¡Qué!? —Se metió en un grito Gingka, estando con un rojo pintando su ser, pero no precisamente de molestia— ¡¿Cómo que Dareki?!
—¡Ah, ya veo! —se rió burlesca Madoka, por fin entendiendo el asunto. La verdad es que tenía bastante sentido viniendo del amigo que no sabía manejar cosas del amor— Con que solo era eso... De ser el caso, hubieras elegido a otra compañera si ella te hace sentir así.
—¿Se me fue todo el día porque Gingka no controla su estúpido enamoramiento? —no midió sus quejas Kyoya. Por eso con él no iba ese temita— Eso es de tontos....
—Sin duda alguna, viejo —afirmó Johannes dándole toda su aprobación al peliverde.
—¡Ustedes son los peores! ¡Sigo aquí! —chilló Gingka más rojo que su cabello. No quisiera creer que así de obvio era— ¡No estoy enamorado! ¡Si lo estuviera ya lo sabría!
Los demás no reprimieron una ceja arqueada ante aquello. La inocencia de ese chico jamás podría ser dañada, ni estando perdido en un mundo maligno. Pero sí, la mayoría de sus amigos conocían sus sentimientos como si se hubiesen aprendido un manual, de no ser porque él no lo expresara con palabras, incluso la ciudad entera se daría cuenta.
Gingka aun dudaba de tener dicha emoción hacia ella, ¿desde cuándo la vio con otros ojos? Se esforzó en hallar la respuesta, hurgando los recuerdos donde ambos vivieron entre todo tipo de situaciones alocadas. Unos cuantos de ellos llegaron desde la amistad, el odio, y finalmente al apego máximo.
Claro, no era un experto en dicho asunto del amor. Obvio no se percataría de estar llevando colgado un cartel con letras en mayúsculas un "Estoy enamorado".
El chico recorrió las calles nuevamente, intentando despedirse de tales pensamientos. Aun no se creía que solo fuese algo tan... Bajo. Para ser un Blader legendario, salvador del mundo, ganador del torneo mundial de Beyblade y de Battle Bladers, solía actuar como un cachorrito cuando se trataba de ella.
Al igual como lo es el baile, el muchacho no comprendía el cariño a tal punto. ¿Cómo se expresaba? Incluso más importante ¿cómo se controlaba? ¿Se podía desinstalar al igual que una aplicación del teléfono? Sería muy útil, aunque creía no ser posible. Al menos dichos temblores y la torpeza debían ser erradicados, de cualquier modo.
Su pobre corazón no podía encontrar el camino correcto para salir de ese embrollo, con su mente llena de consejos patentados por sus compañeros, no lograba resolver eso. Pediría consejos a Yahoo respuestas otro día, porque la fiesta era esa misma noche, y según Ryo si no iba, las hamburguesas desaparecerían por unas cuantas semanas.
El deber de dominar esas emociones se convirtió en lo principal, la celebración era importante, eso lo sabía; entonces no dejaría mal a su padre, lo haría solo por él. El ímpetu que se quedara en casa, porque nada estropearía el momento.
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La noche se hizo a un ritmo alarmante, quizás nada más para Gingka, quien tuvo los típicos problemas de novato con el traje de pingüino en un principio.
Se quejó de lo sofocante de su ropa en el resto del camino al lugar de la fiesta hasta que pudo observar los detalles que su padre le dio a la reunión. Reservaron un lugar bastante grande, ocupado a tope de personas y luces en cada rincón. Las voces de mucha gente se llegaban a escuchar incluso desde fuera, no sería una velada discreta.
Tanto como elegancia y diversión podían coexistir allí, creando el ambiente perfecto. La música indicada del momento iba y venía entre los sitios donde lograba entrar, pudiendo ofrecer la mayor comodidad para los presentes. ¿Qué sería de una fiesta de Ryo sin esos gastos? A sus invitados solo lo mejor.
Desde la honorada familia Konzern hasta los talentosos miembros principales del templo Beylin, no había integrantes que no fuesen elogiados por las cámaras curiosas de los reporteros. Lo más probable es que el periódico del siguiente día avisaría a la ciudad del aniversario, aparte de los recurrentes anuncios animados con Blader DJ esparcidos en las calles.
No solo se trataba de celebrar entre gente de alta clase, la WBBA preparó eventos incluso en el mundo por ello —dando ofertas en sus piezas y regalos sorpresas a combatientes merecedores—, teniendo luchadores hábiles dignos de la asociación. No fue sorpresa que los apodados Blader legendarios estuviesen rondando por allí. La mejor fiesta de todas, mencionaba en voz alta Ryo cada dos por tres.
—¡Eh, eso es mío!
—¡Quien se va a villa pierde su comida!
—¡Esa ni siquiera es la frase!
Gingka y Masamune no perdían el tiempo en solo charlar y conocer a los demás, el bufet no derrochaba su encanto debido a que el director había cubierto todo en esa parte. No tardaron tanto en preguntar qué tal le iba al otro una vez los bocadillos estuvieron disponibles.
—Estoy más preocupado por el traje que por que se atragante —comentó el «Phoenix inmortal» a Hikaru, la cual le dio la razón total junto a Tsubasa.
Las cosas iban de maravilla, a pesar de los dos chicos arrasando incluso con las migajas. Faltaba poco para la hora de usar finalmente la pista de baile y el aviso lo daría Blader DJ —que por pedir de rodillas se le cedió el puesto—.
—¡Bueno, amigos míos! —Comenzó a dar inicio el ahora presentador, vistiendo igual de "formal" con solo un moño negro en su típica ropa— Preparen esos pasos que tenían llenos de polvo, porque es tiempo de mover el esqueleto —anunció brillante preparando la música.
Ryo y sus ayudantes se cuestionaron extrañados de nuevo si fue la mejor idea dejarlo a él en ese puesto.
Mientras tanto, ese fue la alarma que activó a Gingka ¿debía ir? Si nadie le invitaba no, no iba a perderse las fresas con chocolate por hacer el ridículo. Masamune no entendió del todo la preocupación de su amigo, el cual no quitó su mirada de las personas yendo al centro del salón.
—¿Qué pasa? ¿Vas a ir? —inquirió el pelinegro con mil manchas en la cara.
—No, ni loco...
Parando a pensar, el de bufanda no había visto a Dareki desde que entró... ¿y si era verdad lo de los nervios? Negó repetidas veces hasta tener en claro la poca cordura de Johannes. Seguía aferrado a darle más credibilidad a un árbol que al loco de los gatos.
Quiso buscar a la de mechones de todos modos, así que sus ojos vagaron alrededor queriendo detectar a esa pequeña diablilla. Su padre andaba conversando en un grupo, sus otros amigos ya se habían ido a la pista y lo más cercano a Dareki que vio fue a Shouto con Jonathan recostados a la pared, alejados del mundo entero.
—¡Bueno, yo me voy! —advirtió Masamune dejando atontado a su rival— ¡Con Toby y Zeo vamos a dejar ardiendo el lugar!
—¿Ah? ¿Tú vas? —Gingka no quería quedarse como el único resignado, al menos con él podría no ser el solitario perdedor de la mesa.
—Claro, será divertido ¿para eso no estamos aquí? —sonrió totalmente dispuesto sin notar las pocas ganas del pelirrojo de ir— ¡Número uno en el beyblade y aquí también! —exclamó antes de correr a toda máquina con los demás.
Finalmente Gingka quedó en medio de la soledad con un trozo de pastel en la mano. Escuchó al DJ decir algo más y a la música dar inicio, luego un montón de zapatos golpeando contra el suelo pero yendo al ritmo perfecto de la canción. Las risas combinadas con aplausos inundaron la habitación en un santiamén, no cediendo paso para el silencio. Quizás el pequeño blader pegaso era el único que no se hallaba festejando siendo un evento relevante.
Bueno, pensó terminando su postre, más comida para mí. Iba a regresar con el siguiente bocadillo pero en cuanto reconoció la voz de Dareki detrás, supo que ni un poco de tranquilidad obtendría por el resto de la noche.
—¡Uy, ya te vi! ¡Escurridizo!
Casi estaba por revisarse los signos vitales, que antes pareció saltar por el segundo paro cardíaco del día. Tonto cuerpo de espagueti que respondía tan mal a ella.
—Hey —saludó en un manto fingido de calma.
—¡Buenas noches! Uh... ¿Por qué tan solito? —Dareki se acercó, admirando sin pena la vestimenta del chico. Él y Kyoya con trajes debían ser puestos en una repisa.
—Estaba aprovechando el pastel, ahora que todo mundo se fue quedó de sobra —actuó restarle atención al asunto. Si miraba por encima llegaba a divisar un par de siluetas menearse a todas partes.
Para ser gente de buenos hábitos alcanzaban a pasar por gente parrandera sin problemas.
—Pero si allá se está poniendo la cosa buena... —sacó sus intenciones la pelinegra al mover las cejas juguetona, colocando sus manos en su espalda— ¿quieres ir conmigo? No por nada fueron las clases de Shou ¿verdad?
De forma maquinal, Gingka se iba a negar aludiendo lo accesible del bufet, aunque su plan se vio en descenso cuando alguien lo tomó del hombro.
—Exactamente —apareció el mencionado peliplateado junto con Jonathan. Ambos con el único propósito de arrastrarlo como dé lugar—, así que vamos todos porque yo no desperdicié mi tiempo para que te ahogaras con los dulces hoy ¿entiendes, Hagane? —hizo énfasis en el apellido controlando su desdén.
Al sentir el apretón intencionado de Shouto en su hombro, el pelirrojo no quiso dar otra queja. Mejor caerse bailando que lo que sea que ese muchacho debía estar organizando a su tortura.
—¿Trajiste la cámara? —le susurró Dareki al sonriente Jonathan mientras se adentraban a otra sala.
—Estaría loco si no la traigo —respondió de vuelta sacando el dicho objeto de entre su chaleco—. Hoy no salgo sin el fail de alguien.
Y Gingka se sintió acorralado. Eran unos desgraciados aprovechados esos tres, todos a sus modos. Sin embargo no solo sus ganas de salir huyendo por las amenazas le achicaron su confianza, también estar entre demasiadas personas bailando y carcajeando a un solo paso.
La canción del momento duraba más de lo esperado, dejando pequeña la fuerte voz de la chica que le había dicho algo, perdiéndose en las melodías fuera de este mundo. ¿Por qué de pronto Gingka comenzó a sudar? Las multitudes no lo hacían sentir tan incómodo, menos ese tipo de canciones... La interrogante le fue aclarada tras mirar a Dareki sostenerlo de su muñeca.
Que el poder del cielo lo ayudara pronto, poco le estaba llegando a importar el enojo de Shouto gracias a sus explosivos sentimientos deseando escapar. Si estaba enamorado debía hablar seriamente con Cupido, que le quitara la horrorosa flecha de una vez antes de quedar como tarado en frente de mil espectadores. Menos mal no andaban en una batalla bey, llegaría a manejarlo mucho mejor.
Continuaron caminando un rato hasta que quedaron más sumergidos en la oleada de personas, quienes ni cuenta de su presencia inquieta. Shou y Jonathan de alguna manera se quedaron atrás al chocar con un par de señoritas queriéndolos de pareja.
Y la pelinegra no se alejaba nada de Gingka.
Olvidó cómo mover las piernas.
—¡Ojalá pongan la macarena! —propuso en risas la joven alzando los brazos a cualquier lado, disfrutando la música tan dinámica que seleccionaron recién. Aun sin percibir la mudez profunda de su compañero.
El pelirrojo miró a todos llevarse genial con su entorno, ignorando el hecho de que podrían quedarse sordos con el volumen y sus propias voces. Desvió su atención a la forma encorvada de los labios de su contraria, creando una espléndida sonrisa que dejaría minúsculo al universo entero.
Incluso olvidó a cómo parpadear.
Y ella no dejaba de bailar como si fuese su última noche, provocando que su vestido se acoplara a sus movimientos tan apasionados. Siendo descarada, se robó los suspiros de Gingka, quien no podía ni mantenerse concentrado para respirar ¿cuántas canciones iban ya?
Su mente se desconectó, intercambiando la música del fondo a un eco de sus propios latidos, solo por ver el color violeta de tales ojos dedicarle una mirada de reina... ¿Qué día era?
—Y-Yo... —Él apenas pudo soltar ese murmuro, apretando su camiseta sin querer soltarla, porque en cualquier instante su corazón saltaría en manos de ella.
—¿Qué pasa? —Dareki fue apagando sus movimientos de a poco, observando con leve preocupación a Gingka— ¿te duele algo?
Sí, el no haberse sincerado cuando tuvo la oportunidad.
Prefirió con encima de su dignidad el creer que solo no era bueno bailando, a que Dareki le provoca tal estado. No era culpa de la chica, fue de Johannes por haberle revelado la verdad, ahora le costaba un par de mareos constantes.
—No... No puedo... —su rostro impregnado de confusión, miedo y nervios activaron las alarmas de su amiga.
Apenas la pelinegra dio un paso, el chico pegaso se dio la vuelta huyendo sin comentar más al jardín del establecimiento. Chocando con quien fuese, evitando ofrecer disculpas, escapando no midiendo límite a su velocidad. En el camino cerrando los ojos, porque sabía la furia que Shouto —y la preocupación de Ryo— lo iba convertir en piedra tal cual lo haría Medusa.
Un poco de paz rogaba, fuera de la sofocante cercanía con desconocidos. Si sus amigos le llamaron pues se aguantarían hasta que decidiera volver, ya que de allí no saldría hasta navidad.
Por suerte la puerta del jardín estaba abierta, como si la hubiesen preparado para ese momento de tensión. Pasó rápido y la zona de varios árboles con el césped bien podado lo lograron sosegar levemente. El ruido ya no era un problema del todo, parecía ser el mejor sitio para esconderse.
Gingka, con manos en las rodillas y encorvado hacia adelante, tomó el aire necesario. Un poco más y ya estuviera en el suelo bajo la excusa de haberse desmayado. ¿Cómo no podía odiar más el baile después de eso? Si no se moría por el capricho del cosmos de querer hacerlo aguantar más mareos en el futuro.
—Eso estuvo cerca... —comentó a lo bajo, dejando caer gotitas de sudor que en su frente se acumularon. Sus manos y piernas no se recuperaban todavía de los temblores.
Después de eso inventaría una excusa floja a su padre, por si acaso.
—¿Gingka? ¿Qué tienes? —Era Dareki sosteniendo la puerta.
Diablos, esa mujer no lo volvería loco debido a que ya lo tenía de tal forma.
—¡A-Ah! —volteó veloz subiendo sus manos, negando a mil por minuto— ¡N-Nada! ¡No me pasa nada! ¡Solo necesito aire!
—¿Aire? ¡Casi te mueres, tonto! —contradijo ella cerrando la puerta para poder aproximarse a él.
Viendo lo que quería hacer, Gingka retrocedió regresando a los fatales nervios. De ser posible mandaría todo al demonio y saltaría la cerca pronto.
—¿Qué pasa? No te voy a comer... —intentó sonreír la chica— Quiero saber qué sucede, Gingka... Tu papá te anda buscando.
—No... No es nada —volvió a mentir pasando sus manos por encima de sus bolsillos, quitando el resto del sudor disimuladamente—. De verdad, de verdad... Quiero estar solo.
—¡Pero!
Dareki avanzó y su amigo hizo lo contrario, descarriando sus ojos a algún punto donde ella no fuese su centro de atención. Al ver aquel comportamiento taaan extraño, la pelinegra no pudo aguantar otra más, entonces lo aprisionó de las muñecas, dándole una expresión de seriedad que no es muy recurrente en su forma de ser.
—¡No seas como Kyoya, habla! ¡O voy a gritar por ayuda!
—¡No sé bailar!
La joven arqueó la ceja, no satisfecha. Qué tontería. ¿Tanto drama por eso? No a cualquiera le gustaría bailar, no había por qué hacer un berrinche. Pero no esperó que el otro continuara con tanto miedo en su voz.
—¡No sé bailar cuando estoy contigo! —apretaba los ojos, aun cuando se alejó un poco, abrazándose a sí mismo lleno de un temor sobrenatural— ¡No puedo estar cerca de ti sin que empiece a temblar! ¡¿Y por qué rayos mi corazón se acelera?!
Sin habla, la de ojos violetas se quedó inmóvil donde mismo, procesando con lentitud cada palabra. La cara de Gingka ni por asomo lucía estar inventando todo.
—¡Quiero tenerte a mi lado pero a la vez no, porque no sé cómo manejar esto! —Sus mejillas sin dudas iban a hacer erupción. Consiguió abrir apenas los ojos, sin la valentía necesaria para girarse a la confundida chica— ¿A-A caso...? ¿A caso tú me gustas? ¿Esto... Es amor?
Las sensaciones potentes iban disminuyendo, ahora que dejaba salir lo que dejó encerrado mucho tiempo. Como una olla de presión, esparcía humo a su debida lentitud. Tendría la nota mental de solucionar las cosas pendientes antes de cualquier asunto importante.
—Creí que sí, pero ahora... Es confuso —continuó hablando en respuesta al silencio de Dareki y aprovechando la privacidad del jardín— ¡Y no quiero ver a mi papá molesto, así que es mejor alejarme! ¡No quiero aprender pasos complicados jamás! —por fin, recogiendo pedacitos de determinación unió miradas con ella.
Ambos se hallaban más que sonrojados, no ayudó el hecho de que ni una palabra saliera de alguno para terminar de aclararse. Solo se sentía un torrente de pensamientos debajo de las solemnes miradas de los dos jovencitos. ¿Tan callado podía ser un sitio? Con suficiente empeño llegarían a oír cómo el pecho del otro brincaba desde su puesto. Las estrellas desfilaban con orgullo en los expandidos ojos de ambos, iluminando cada vez más el sendero que ellas prepararon para ese momento.
Ni el hablador de Jonathan —que, expectante, junto a Shouto y Hikaru yacían en la entrada— podía encontrar algo con lo cual romper el ambiente.
—Ah... —La primera en dar señales fue Dareki. Se llenó los pulmones de mucho aire, inflando incluso sus mejillas.
—Por favor —imploró el pelirrojo sin cambiar de ideas—, entiend-
No mencionó nada ya cuando los brazos cálidos de Dareki lo rodearon, pudiendo unirlos en un enérgico abrazo que hizo flaquear a Gingka, sacándole los suspiros restantes, ahora él siendo el inmóvil. Ella, escondida en su pecho, alzó la cabeza, obteniendo el panorama perfecto de un chico pegaso en un estado de shock tierno.
—Entonces comencemos a bailar lento desde ahora... —seguido de susurrarle, llevó una de sus manos a la de su compañero, guiando la otra a su hombro derecho, formando la posición perfecta de una danza de dos personas novatas.
No supo en qué segundo Shouto llevó una guitarra consigo —quizás cuando la tomó prestada del escenario ideando una zona romántica indicada— pero tomando el instante, lució su canto y habilidad en la música, tocando la tonada más suave que se sabía. Tuvo que rendirse con el hecho de que de Gingka no recibiría una cosa tan majestuosa más allá de lo que sucedía, al menos bastaba estar presenciando todo.
♪ slow dance with you
I just wanna slow dance with you ♪
Al compás pausado de las melodías que recién comenzaron gracias al peliplateado, Dareki pilotó el baile al mismo nivel de la canción, indicando a Gingka de cómo ir por fin. Era igual que lo que hizo anteriormente junto a Madoka, no se topó con ninguna dificultad a la hora de seguirle los pasos. La pareja se tomó sus segundos, resguardándolos como si fuesen diamante dentro de los recuerdos más gloriosos, disfrutando el perfume del otro con antaño para poder llevárselo consigo en cualquier momento donde necesitaran de su ser.
¿Así debía ser los bailes? El pelirrojo comprendió la razón de tales danzas lentas después de adornar su sonrojado rostro con una sonrisa vivaz; la gente saboreada del momento con aprecio, permitiendo que el tiempo no contara el final. Que los dos corazones vibrantes chocaran estando tan unidos, percibiendo las emociones flotantes que en los pasos se dejaban ir.
♪ ...I don't know what to do without you
I don't know where to put my hand ♪
Cerraron los ojos de nuevo sintiendo mejor la experiencia, apretaron sus manos en una delicadeza extrema. No expusieron nada más, cediendo ante la bella calma de la velada.
—Hikaru, ¿pudiste encontrar a Gingka? —Ryo se unió a los muchachos de la puerta, volteando en seguida a la escena del frente, que describió con algo más que el significado de conmovedor. Se llevó una adorable sorpresa, pidiéndole al sagaz Jonathan que grabara todo rápido— Mi niño es todo un galán... —no evitó contagiarse con la sonrisa placentera que la pelinegra y su hijo llevaban.
♪ ...And I don't need the world to see
that I've been the best I can be ♪
Posteriormente Jonathan dejó la cámara en manos de Ryo para entrar al relajado entorno con Hikaru, llevada tal cual princesa, ella aceptando bastante receptiva empezando a danzar junto a él.
Dareki y Gingka seguían tan apegados que al director no se le escapó ningún detalle del baile, filmando incluso al ahora apasionado cantante.
♪ but I don't know think I could stand to be
where you don't see me ♪
—Creo que... Bailar lento es mi cosa favorita —pensó el blader pegaso sin quitar su acreciento gesto de los labios.
Prefería extraviarse en aquellos pasos en el infinito junto a los candentes ojos de Dareki, porque si el amor era experimentar tales síntomas a cambio de aquello, no se negaría más nunca. Comparar hacer el tonto frente a las personas por tan solo acortar la distancia entre sus manos en cada momento así, dejaría en claro la respuesta de sí aceptar o no.
Las estrellas se quedarían con gran envidia al saber que ambos con su fulgor podrían dejar ciegos a quienes consiguieran adorar su afable baile. Los árboles y flores se dejaban ir sin prisa con el viento gélido de la noche, mientras la pareja irradiaba su propia calidez.
Tal vez, solo tal vez, Gingka sí estaba enamorado después de todo.
♪ ...And autumn comes when you're not quite done
And the summer passes you by ♪
Qué más daba si miradas extrañas se le dirigían al no ir con la música como debía, si iba a su paso junto a ella de seguro el mundo se borraría dejando a los dos sumergidos en su raro amor, nadando en el extenso mar de sentimientos aun sin descubrir. ¿Dejarse llevar por la melodía? Para nada, que el cariño y la emoción trazara las líneas las cuales iba a seguir.
♪ but I don't know think I could stand to be
where you don't see me ♪
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. . • Notas de la autora • . .
Perdón si el inglés no es del bueno.
Con 6,436 palabras según el Word, he terminado el one shot que debió ser corto en primer lugar. (?) Pero la idea salió por tan solo escuchar Slow dance with you de Hora de aventura. En la multimedia está una versión masculina ya que Shou es quien canta al final.
(Johannes aparece porque tengo un headcannon de que él se volvió bueno después. Shouto y Dareki son mis OC's, Jonathan es de Doc Sora)
En fin, ahora que estamos en estos tiempos, quizás tenga más ideas de hacer cosas aparte de esta ship -que casi llena mi perfil de Wattpad-, pero en estos momentos no estoy dispuesta a muchas cosas... Ni ganas tengo de contestar mensajes o entrar a Facebook. Mi estado emocional está cada vez peor, y escribir poco a poco historias así me está motivando a no ser perezosa.
Aunque vamos a olvidarnos de la excusa típica de una depresiva de plástico (?) Espero que hayan disfrutado el escrito, que no es el mejor de mis trabajos, pero con eso puedo dar señales de vida. Nos vemos en otros libros, bye bye~
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