Página 46.
Mierda.
Eso es lo único en lo que puedo pensar ahora.
Tu madre entró a la habitación cuando nos estábamos besando. (Y no precisamente en la mejor posición, maldición, ¿Qué haría yo si mi hija está sentada a horcadas encima de otra chica, besándola con la polera subida hasta el cuello mientras esa chica le toca los pechos y el trasero?)
Y su reacción no fue la mejor de todas. Su cara se puso pálida, se quedó petrificada y, si no fuera porque me fui como un rayo, de seguro se hubiera desmayado (claro, antes de matarme por profanar a su hija).
Hoy no has venido, no contestas mis mensajes y te extraño.
(¿Soy una mala chica si sólo me preocupo por volver a tenerte entre mis brazos?)
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