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SLAVE
capítulo cinco

 
    




Roma. 196 d .C

Los días habían pasado, y con ellos, la distancia que separaba a Austros y Geta el uno del otro. Austros entendió que ser el esclavo del Geta... no era tan malo. Es decir, odiaba su condición, pero a diferencia de otros esclavos, el emperador sostenía en él un favoritismo y atracción únicas. Lo hacía entrenar, día y noche, si, pero no se diferenciaba tanto al entrenamiento que Macrino había impuesto en él toda su vida. Geta necesitaba un campeón, y había elegido a Austros para cumplir ese papel.

El sol comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, tiñendo la habitación con una luz suave que acariciaba las pieles desnudas de Geta y Austros. El aire estaba impregnado de una calma inesperada, como si el mundo fuera aún un lugar ajeno al poder, a las luchas y a las expectativas. Los dos se encontraban entrelazados, sus cuerpos desnudos bajo las sábanas, y el leve roce de los labios de Geta contra los de Austros hacía que el amanecer fuera algo distinto a todo lo que el joven gladiador había experimentado antes.

Sorprendentemente, esa cercanía no lo incomodaba, ni lo asustaba. En lugar de eso, algo en su interior se sentía... tranquilo. Como si, en esos momentos, lo que había fuera de la cama ya no tuviera relevancia. Geta, con sus dedos suaves, lo tocaba con familiaridad, pero también con una posesividad tan palpable que casi podía saborearse en el aire.

No estaba lejos, sus labios apenas separándose de los de Austros, mirándolo con una mezcla de ternura y control. Austros, con una media sonrisa, correspondía al beso, un gesto tímido pero cargado de algo que no sabía describir. No era solo deseo, sino algo más profundo, algo que lo atraía hacia Geta de una forma inexplicable.

Geta lo miró, con una chispa de satisfacción en sus ojos, y sin apartarse demasiado, comenzó a hablar con una suavidad que Austros no esperaba de él.

━━━━Eres hermoso. ━━━━murmuró Geta, sus ojos reflejando una vulnerabilidad rara en él ━━━━. Quien diría que tanta belleza, me pertenecería solo a mí... ━━━━hizo una pausa, sus dedos rozando el cuello de Austros. En esa situación, el gladiador vio en Geta algo más que la  autoridad que mostraba que era. Austros lo miró, y, lentamente, depositó un beso en el hombro desnudo de su dueño. Era la primera vez que Geta se mostraba tan... humano, tan alejado de la figura de emperador que normalmente representaba.

━━━━¿Le dice eso a todos los esclavos que trae a su cama, mi emperador?━━━━.preguntó Austros, sin saber por qué sentía el deseo de no saber realmente esa respuesta de parte de Geta.

Geta sonrió levemente, su mirada profunda y llena de un sentido de propiedad, pero también de algo más tierno, más sincero.

━━━━No, solo a ti. ━━━━Su mirada se intensificó, la posesividad marcando cada palabra━━━━.Desde que te vi, supe que serías mío. Los dioses te hicieron para mí.

Austros no se apartó, no retrocedió. En lugar de eso, algo dentro de él se suavizó. En su corazón no había miedo, solo una extraña sensación de que aunque no estuviera en el lugar correcto, se sentía jodidamente bien. Había algo en la manera en que Geta hablaba, en cómo lo tocaba, que lo hacía sentir querido, deseado, de una forma que nunca antes había experimentado

━━━━ Y tu... ¿te perteneces a ti mismo? ━━━━preguntó Austros, casi en un susurro. Geta analizó sus palabras, comenzando a ver la marca de nacimiento en el muslo del gladiador, el corazón que había estado allí toda su vida. Geta lo observó con una sonrisa ligera, y con un movimiento suave, acarició la marca, notando su forma perfecta, como si fuera parte de un todo mayor.

━━━━Comienzo a dudar de aquello. ━━━━respondió finalmente.

El aire entre ellos se cargó de algo más, algo que no necesitaba ser dicho, porque ya se entendía. Las palabras no eran necesarias, bajo las sábanas, con la luz del amanecer llenando la habitación. Austros no dijo nada más, pero sus ojos, llenos de una mezcla de sumisión y aceptación, le dieron a Geta todo lo que necesitaba escuchar.



El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, y la habitación de Geta aún estaba envuelta en un suave resplandor dorado. Los dos seguían en la cama, la cercanía entre ellos palpable, y la atmósfera llena de esa energía que solo surge cuando las barreras caen. Pero como todo en el palacio, la calma nunca dura demasiado.

El golpe sutil de un golpe a la puerta rompió el ambiente, y aunque Geta no se apartó de Austros, su mirada pasó por la puerta con una ligera sombra de incomodidad. Sabía quién estaba allí, y sabía que no era el mejor momento. Pero Lucilla no era alguien que se fuera a quedar afuera mucho tiempo.

━━━━Entra ━━━━dijo Geta, su tono suave pero con un dejo de autoridad que no era necesario en esta ocasión, pues Lucilla ya estaba acostumbrada a la dinámica de la casa. Austros intentó taparse su intimidad con las sábanas, pero Geta puso su mano sobre el brazo del gladiador, deteniéndolo. ━━━━.Quédate como estas. Así estás perfecto.

Austros, con confusión, dejó la sábana de lado, y obedeció, sin entender muy bien qué es lo que el emperador quería demostrar.
Lucilla apareció en el umbral de la puerta, con su usual porte impecable. Sus ojos verdes brillaban con curiosidad, y aunque su postura era elegante y distante, la intriga no podía ocultarse en sus gestos. Su mirada rápidamente se posó en Geta y en Austros, observando la escena, pero sin dar señales obvias de juicio. Sin embargo, lo que sí detectó fue la cercanía entre ellos, una cercanía que ya no podía ignorar.

━━━━Geta, lo siento por interrumpir ━━━━.comenzó Lucilla, su voz tranquila, pero cargada de intención. Caminó hasta el centro de la habitación, deteniéndose a medio paso, como si estuviera tomando en cuenta todo lo que sucedía en ese momento.

Geta, sin despegarse de Austros, simplemente la miró con una sonrisa sutil.

━━━━No es una interrupción, Lucilla. Estaba esperando que llegaras. ¿Traes noticias de Acacio?

Lucilla no pareció sorprenderse. Había aprendido a leer las intenciones de Geta en sus palabras, aunque pocas veces él fuera tan directo. Entonces, sus ojos se desplazaron lentamente hacia Austros, su mirada fija por un instante. Al notar la proximidad de ambos, un pensamiento fugaz cruzó su mente. Fue entonces cuando, en un momento de distracción, Lucilla notó la marca de nacimiento de Austros en su muslo. Su mirada se detuvo en ese pequeño pero significativo símbolo, y un cable cruzó con otro en su mente, una chispa brilló en sus ojos.

━━━━Si. Eso... ━━━━dijo Lucilla, con una calma que no reflejaba del todo la sorpresa que sentía━━━━. Acacio aún está recuperándose de su pierna, los médicos le dieron un mes para sanar, no podía levantarse así que vine en persona a decírselo.

━━━━Supuse que su recuperación sería lenta. Pero segura. Avísale que cuando se recupere, lo enviaré de nuevo a conquistar nuevos horizontes. ━━━━Lucilla abrió ligeramente la boca para hablar pero Geta siguió━━━━. Roma no puede esperar. ━━━━el tono de Geta volvió a cargarse de autoridad, y aunque las sábanas cubrían su cuerpo desnudo, y no vestía de esas caras togas y capas que usualmente usaba, el cambio se sentía.

━━━━¿Y él es tu nuevo...?━━━━Lucilla reprimió decir la palabra que pensaba: juguete.

El tono en su voz no era acusatorio, pero sí cargado de una ligera intriga. Geta la miró de reojo, como si supiera que la pregunta era inevitable.

━━━━Es un gladiador excepcional. Mi, gladiador. Un hombre que tiene un futuro en este palacio. ¿Por qué preguntas? ━━━━respondió, su tono algo más defensivo de lo que él mismo esperaba. Había algo en la pregunta de Lucilla que no le gustaba, pero no lo mostró abiertamente.

Lucilla dio un paso más cerca, mirando a Austros con detenimiento, aunque sin parecer demasiado evidente en su interés.

━━━━Nada, simplemente me llamó la atención ━━━━respondió Lucilla, su tono ahora más suave, pero su mirada aún fija en la marca━━━━. Su forma de pelear es... única. ━━━━Austros asintió, sin embargo no podía evitar encontrar una especie de insulto en aquellas palabras. ¿Cómo se supone que no sabría pelear si era para lo que lo criaron toda su vida? ¿Que podía esperarse de él cuando solo lo habían entrenado como cordero para el matadero y solo le quedó luchar para sobrevivir?

Geta, sabiendo que había algo más en sus palabras, se inclinó ligeramente hacia adelante, sin dejar de mantener su tono firme.
Antes de que pudiera preguntar más, Geta, como si quisiera poner fin a la conversación, se mantuvo sentado en la cama firmemente, su tono ahora más fijo, pero con un dejo de suavidad que era casi imperceptible.

━━━━Si no tienes nada más que decir, te agradecería que nos dejaras disfrutar de nuestra mañana. No tienes que preocuparte por Acacio. Mándare los mejores médicos para que esté en buenas manos.

Lucilla, notando que Geta no estaba dispuesto a entrar en más detalles, asintió lentamente. Sin embargo, algo en su mirada siguió persistiendo, una duda que no se desvanecería tan fácilmente.

━━━━No te preocupes, Geta. Solo... cuídate ━━━━dijo Lucilla, y con un último vistazo a Austros, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a ambos con sus pensamientos y tensiones flotando en el aire.

La puerta se cerró suavemente, y Austros y Geta se quedaron en silencio por un momento. La incomodidad que se había sembrado por la entrada de Lucilla comenzó a desvanecerse, pero la pregunta de ella seguía rondando en la mente de ambos, sobre todo, en la mente de Geta.











En un rincón apartado del Coliseo, lejos del rugido del público y el olor metálico de la sangre, Austros y Marco se encontraban sentados sobre un banco de piedra. Ambos estaban sudados y con las marcas del entrenamiento aún frescas en la piel. El silencio entre ellos no era incómodo; era el tipo de pausa que compartían quienes conocían las penurias del otro.

━━━━Entonces, ¿cómo te trata tu nuevo amo? ━━━━preguntó Marco, rompiendo el silencio con una sonrisa sardónica mientras enrollaba una venda alrededor de su muñeca.

Austros lo miró de reojo, sin saber si la pregunta era una broma o una provocación. Sin embargo una ligera sonrisa asomó su rostro. Suspiró y respondió, intentando sonar neutral:

━━━━No puedo quejarme.

━━━━¿No puedes o no quieres? ━━━━Marco se inclinó hacia adelante, bajando la voz como si temiera ser escuchado━━━━. Vamos, dime, ¿es tan exigente como Macrino o te deja respirar entre combates?

Austros apretó la mandíbula y apartó la mirada hacia la arena vacía. Las imágenes de Geta invadieron su mente: su mirada penetrante, la manera en la que lo
fornicaba, su posesión sobre el, los dulces momentos cuando simplemente lo besaba, la forma en que hablaba como si cada palabra fuera una orden disfrazada de halago.

━━━━Es diferente ━━━━admitió finalmente ━━━━. No espera que sea solo un guerrero. Quiere que sea algo más.

Marco alzó una ceja, divertido.

━━━━¿Algo más? Eso suena... interesante. ¿Qué significa eso, Austros? ¿Te viste envuelto en algo más que sangre y espadas?

Austros le lanzó una mirada de advertencia, pero Marco solo rió, levantando las manos como en señal de rendición.

━━━━Está bien, está bien. No te lo sacaré. Pero no puedo evitar notar que ahora llevas ropa más limpia, y esa cicatriz que tenías en la mano parece haber sido tratada con un ungüento caro.

Austros bajó la mirada hacia sus manos, donde las heridas del pasado seguían teniendo marcas, pero estaban bien curadas. Marco tenía razón, claro, pero admitirlo sería como traicionar su lealtad a Macrino.

━━━━¿Cómo está él? ━━━━preguntó Austros, cambiando de tema.

Marco entendió al instante a quién se refería.

━━━━Macrino sigue fuerte, aunque... ━━━━Hizo una pausa, buscando las palabras ━━━━Creo que no le gusta estar fuera de todo esto. La villa es cómoda, pero no es su mundo. Sabes perfectamente que tú eras su gladiador estrella. Ahora solo nos tiene a los que les sobra.

Austros asintió, sintiendo una punzada de culpa.

━━━━No está acostumbrado a perder ━━━━murmuró━━━━. Pero al menos está vivo.

━━━━Eso, gracias a ti ━━━━respondió Marco con seriedad━━━━. Lo que hiciste, entregarte por él... no cualquiera lo haría.

El silencio se apoderó de ellos nuevamente, roto solo por los ecos de los gladiadores entrenando en el fondo. Finalmente, Marco se levantó, estirando los brazos.

━━━━Bueno, chico de los lujos, más te vale que sigas vivo. No quiero enfrentarme a ti en la arena.

Austros sonrió levemente, aunque su mente seguía atrapada en los recuerdos.

━━━━Lo mismo digo, Marco.

Se levantaron y volvieron al trabajo, pero las palabras de Marco resonaron en Austros mientras regresaban a los entrenamientos.

  

El calor de las antorchas iluminaba el imponente salón del palacio de Geta y Caracalla. Sobre las mesas, cubiertas de manteles de seda, descansaban manjares exquisitos:
jarras de vino dorado, frutas exóticas, carnes asadas con hierbas aromáticas y dulces bañados en miel. La música de los liraístas y el murmullo de los invitados se mezclaban con risas y brindis.

En el centro del gran salón, el anfiteatro improvisado aguardaba.
Los gladiadores estaban alineados, esperando la orden para pelear.
Entre ellos, Austros y Marco permanecían en silencio, observando a los nobles que, indiferentes a su humanidad, apostaban y reían, celebrando las muertes que presenciarían como mero entretenimiento.

La voz del maestro de ceremonias resonó:
━━━━¡Que comience el espectáculo!

Austros fue empujado al círculo central del anfiteatro, enfrentándose a un gladiador corpulento, con cicatrices cruzando su pecho y una mirada de ira contenida. El público estalló en vítores mientras ambos tomaban sus armas: Austros, una espada ligera; su oponente, un hacha imponente.

El combate fue brutal. El hacha del gladiador cortó el aire varias veces, buscando herir a Austros, pero este, ágil y calculador, se movía como una sombra, esquivando cada golpe. Aprovechó una distracción para herir al hombre en el costado, pero el gladiador, rugiendo de dolor, contraatacó con furia, logrando rasgar la pierna de
Austros.

La multitud gritaba, dividida entre los dos combatientes. Austros respiró profundamente, el sudor empapando su rostro. No podía perder. No con los ojos de Geta observándolo desde el trono elevado. Con un movimiento rápido, desarmó al gladiador, empujándolo al suelo. El hombre, rendido, levantó las manos en señal de súplica.

Austros levantó la vista hacia Geta, esperando su veredicto. Geta, con una sonrisa fría, levantó el pulgar... y lo bajó lentamente.

Austros, sin dudar, hundió su espada en el pecho del gladiador.
La multitud rugió su nombre.

Horas después, mientras el festín continuaba, Austros encontró a
Marco en uno de los pasillos del palacio. Marco, con una copa en la mano, miraba hacia el horizonte desde un balcón.

━━━━No sé cómo puedes soportarlo ━━━━dijo Marco sin mirar a Austros.

━━━━¿A qué te refieres?

━━━━A todo esto ━━━━respondió, señalando hacia el salón lleno de nobles riendo y bebiendo━━━━.
Banquetes interminables, derroche de riquezas, mientras afuera la gente muere de hambre.

Austros permaneció en silencio.
Marco continuó:
━━━━Vi a un niño en las calles esta mañana. Se peleaba con un perro por un trozo de pan mohoso. Y aquí estamos nosotros, matándonos por diversión de ellos.

Austros apretó los puños. Sabía que Marco tenía razón, pero estaba atrapado en un mundo donde su supervivencia dependía de complacer a sus dueños.

━━━━No elegimos esto, Marco ━━━━dijo finalmente. Intentando no pensar demasiado en ello. No le gustaba asimilar... el sufrimiento en general.

━━━━Tal vez no, pero eso no significa que tengamos que aceptarlo sin cuestionarlo ━━━━replicó Marco, con una mirada desafiante.━━━━ Los emperadores deberían morir. El poder que poseen es ridículamente corrupto.

━━━━ Ten cuidado con lo que dices, y lo que insinúas, Marco. — susurró Austros, mirando a su alrededor. ━━━━ Siempre hay alguien que puede oírte.

━━━━ Pues que me oigan, ¿crees que tengo miedo, Austros? Lo perdí hace mucho tiempo ya.

Austros no siguió la conversación, pero las palabras de Marco eran como una espada que lo habían atravesado.

Austros, aún con el cuerpo adolorido tras el combate, se dirigía a sus aposentos. La oscuridad de los pasillos apenas iluminados por antorchas parecía envolverlo en un silencio que le ofrecía un respiro tras la brutalidad de la arena. Cada paso resonaba en el mármol, acompañado por el eco de sus pensamientos. Había luchado bien, como siempre, pero su cuerpo estaba agotado, y la conversación con Marco seguía rondando su mente.

Cuando llegó a la puerta de su habitación, sintió que algo no estaba bien. Una presencia detrás de él. Se detuvo y giró ligeramente, encontrándose cara a cara con Caracalla. El emperador había estado siguiéndolo, y ahora, bajo la luz vacilante de las antorchas, su expresión era una mezcla de ira, deseo y algo más difícil de descifrar.

━━━━Austros ━━━━dijo Caracalla, su voz baja pero cargada de tensión━━━━. Qué interesante espectáculo has dado esta noche.

Austros no respondió, manteniendo su postura rígida y tratando de medir la situación. Caracalla avanzó un paso más, invadiendo su espacio personal.

━━━━Siempre tan orgulloso, siempre tan estoico... ━━━━continuó Caracalla, su tono casi burlón━━━━. Pero yo sé lo que hay detrás de esa máscara de gladiador invencible.

Austros frunció el ceño, incómodo por la cercanía y el tono de Caracalla. Dio un paso hacia atrás, pero el emperador lo siguió, acorralándolo contra la pared.

━━━━Mi señor, estoy cansado. Si no tiene nada más que decir... ━━━━intentó Austros, pero Caracalla lo interrumpió.

━━━━Silencio ━━━━ordenó, su voz ahora firme y autoritaria. Sus ojos fríos lo escrutaron como si intentara desentrañar cada pensamiento en la mente de Austros. Luego, sin previo aviso, Caracalla agarró a Austros por el rostro, sus dedos firmes apretando su mandíbula mientras lo miraba con una intensidad perturbadora.

━━━━¿Crees que puedes ignorarme? ¿Crees que puedes darme la espalda? ━━━━siseó, acercándose más. Su respiración chocaba contra la de Austros, y antes de que el gladiador pudiera responder, Caracalla inclinó la cabeza y lo besó. El beso no tenía nada de afectuoso. Era feroz, posesivo, un intento de dominio más que de conexión. Austros intentó apartarse, pero el agarre de Caracalla era fuerte, y la pared detrás de él lo mantenía atrapado. La tensión en el aire era sofocante, y cada segundo parecía alargarse mientras Caracalla se imponía con una mezcla de fuerza y desesperación.

Caracalla no se detuvo después del primer beso. Su mirada ardiente y cargada de deseo estaba fija en Austros, quien aún respiraba con dificultad, atrapado entre la pared y el emperador. El silencio en el pasillo solo aumentaba la intensidad de la escena. La tensión entre ambos era sofocante, un enfrentamiento de voluntades que se mezclaba con un peligro latente.

━━━━¿Vas a quedarte ahí como una estatua, gladiador? ━━━━Caracalla murmuró, su voz un susurro bajo y cargado de un desafío retorcido. Sin esperar respuesta, volvió a inclinarse hacia Austros, esta vez sujetándolo con más firmeza, su mano descansando en la nuca del gladiador mientras su boca se apoderaba nuevamente de la de él.

El beso era rudo, carente de cualquier delicadeza, como si Caracalla intentara imponer su autoridad incluso en ese momento. Sus labios presionaban con una ferocidad casi salvaje, y su cuerpo, aunque mas bajo, buscaba aplastar cualquier resistencia. Austros tensó los puños a sus costados, luchando entre el impulso de empujarlo y el peligro de enfrentar la ira del emperador.

━━━━¿Por qué siempre tan desafiante? ━━━━susurró Caracalla contra sus labios, su voz un arma envuelta en seda━━━━. No puedes escapar de mí, Austros. Siempre termino consiguiendo lo que quiero.

━━━━No soy un juguete ━━━━respondió Austros con los dientes apretados, su voz baja pero firme. Aunque su cuerpo temblaba de rabia contenida, mantuvo el contacto visual, retando al emperador a pesar de la desigualdad de poder.

━━━━No, no lo eres ━━━━admitió Caracalla con una sonrisa torcida━━━━. Eres mucho más que eso. Pero no te equivoques, me perteneces, como todo lo que pisa este palacio. Así que, jugaremos de todos modos.

El aire entre ellos estaba cargado de emociones contradictorias: rabia, deseo, y algo más oscuro, algo que que Caracalla parecía alimentar con cada palabra y cada movimiento. Su mano subió por el cuello de Austros, como si quisiera saborear el control que creía tener, pero en sus ojos había un brillo que traicionaba su aparente seguridad.
Una necesidad desesperada, casi patética, que lo hacía aún más aterrador.

━━━━Bésame. No te resistas ━━━━ordenó el emperador. Observando los labios de Austros con más fervor que antes.

━━━━ ¿Y si me niego? ━━━━ retó Austros, frunciendo su seño con resistencia.

━━━━ Le diré a mi hermano sobre tu rebelde amiguito, entonces. ━━━━ respondió Caracalla, desesperado, posando sus manos por arriba de la ropa de Austros, en su pecho.

━━━━No. ━━━━ se plantó Austros, temiendo lo peor. Entonces, Caracalla le dio vuelta el rostro dándole una cachetada. Austros se quedó atónito, intentando procesar la situación.

━━━━ Harás lo que se te ordene, esclavo. ━━━━ la mano de Caracalla volvió a tomar su rostro, observándolo vilmente.

Austros analizó sus palabras, mientras se quedaba quieto en su posición. La idea de ser castigado no lo atormentaba, pero no era algo que desease. Obedientemente, se quedó quieto, y cuando Caracalla se inclinó para besarlo nuevamente, siguió su retorcido juego, su mano viajó a los rizos del emperador, apretándolos ligeramente. Sus ojos estaban cerrados, y aún así, algo no cuadraba. Sin embargo, ¿por qué el beso iba intensificando?

Caracalla mordió los labios de Austros en una acción posesiva, haciendo que sangren ligeramente. El sabor metálico de la sangre se filtró en el beso y Caracalla sonrió, satisfecho. No era un movimiento tierno, a diferencia de Geta. Era rudo, tosco, e incluso lo hacía de una forma que hacía que le doliese.

Austros, sufría, aunque el movimiento era placentero, era brusco, violento, carente de afecto. Caracalla volvió a besar a Austros en los labios, succionandolos, y luego se apartó ligeramente. Observando los verdes ojos de Austros desde los suyos, tan azules como el hielo.

Caracalla respiraba con la misma intensidad que el esclavo, pero su expresión era victoriosa.
━━━━Recuerda esto ━━━━le dijo mientras se ajustaba la toga, como si nada hubiera pasado━━━━. Recuerda quién está realmente al mando.

Se dio la vuelta para marcharse, pero antes lo miró con una sonrisa torcida, como si se sintiera victorioso por la invasión de ese límite. Austros, se quedó solo, en completa oscuridad. Respirando con dificultad, tratando de asimilar lo que acababa de pasar.




MATTT'S NOTE:

Hola gente, después de unos días pude actualizar. Ahora bien, pero que les guste la historia. Pero tengo 3 posibles finales y dejaré que ustedes voten cuál prefieren

1) final feliz

2) final triste

3) final inesperado

Según que prefieran lee, moldearé el resto de la historia. Ya faltan dos capítulos y seguramente haga el salto del tiempo hasta que llega Lucio, que serían 4 años ya que Lucio llega en el 200 d.C

Sin más que decir, espero que estén disfrutando la historia, nos leemos ♥️🫡.

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