Respuestas
No tenía palabras. ¿Cómo podía saber todas esas cosas de mí?
―Yo no... cómo...
―No te angusties ―dijo, tratando de calmarme―. Sé bien de lo que eres capaz porque llevo mucho tiempo observándote. Y lo sospeché desde la noche de la explosión en que Stair abrió el portal para inculparme porque sabía que yo había contactado con Ella, y que iba a renunciar. Pero ningún rastreador puede renunciar, pase lo que pase, sin cargar con las consecuencias.
― ¿A qué te refieres?
―Ya te lo he dicho ―repitió con tranquilidad―. Los rastreadores no son más que la guardia personal que se encarga de realizar los asuntos más sucios y desagradables del canciller en el resto de la dimensionalidad. Meros mercenarios, asesinos a sueldo, sin escrúpulos. Están entrenados para matar, no conocen la bondad o la misericordia. Se les enseña que un disparo calla a quien les molesta, y que el dinero puede compensarles por todas las cosas horribles que hagan en esta vida ―admitió con amargura―. Son marionetas de los altos cargos, sucias marionetas con las manos manchadas de sangre inocente.
Aquello parecía una pesadilla.
―... entonces me estás diciendo... que ni siquiera respetan... el código slader... ―dije sin dar crédito.
Asintió.
―No respetan nada, Eliha ―puntualizó, mientras parte de él viajaba lejos―. Por fortuna yo tuve a bien abandonar. Presenté algo parecido a una dimisión unos días antes de que el canciller abriera el portal. Mis planes eran quedarme por ahí, porque Ella me había dicho que la persona a la que buscaba se encontraba en aquel lugar, y que yo debía intentar encontrarla antes de que Stair lo hiciera. Pero todo salió mal. Y tuve que irme. Por, en cuanto sospeché de ti contacté con Ella, y me pidió que dejara a Arnold encargado de transmitirte mi mensaje y me marchara lejos. Pero que no te perdiera de vista.
Lo peor es que en ese momento no me quedó otra que creer.
Supe que decía la verdad, y creí, por primera vez, en todo lo que me había negado a asumir hasta que Anet murió, pero que yo ya sabía. Porque yo lo sabía.
―Fuiste... una cabeza de turco ―culminé―. Y ahora... sería tú palabra... contra la suya.
Y aquellas figuras negras que había visto en el palacio...
Asintió con tristeza.
―Así es, inculparme de un delito tan grave como para condenarme a la Insurreccional era lo único que evitaba que yo supusiera un problema, y servía para zanjar el asunto del portal sin siquiera tener que fingir una investigación. Lo único que escapó a su plan fue que yo logré escapar, y que Arnold te advirtiera. Y eso no lo esperaba. Él ya sabía que alguien como tú había llegado a este mundo y se rumoreaba sobre tu paradero. Así que abrió la anomalía para encontrarte, y lo logró, igual que yo. Pero yo fui más rápido.
― ...no hablé con nadie esa noche... no hice...
―Sí creo recordar bien, destruiste solo una nave base y sobreviviste sin males mayores a una explosión que habría mandado a un hospital a cualquier slader con la piel en carne viva. También creo recordar que después te condecoraron con la beca para unirte a las juventudes, ¿Me equivoco?
Mierda.
―La beca fue solo porque ...
―Escogerte para las juventudes le aseguraba tenerte cerca, y controlar todos tus movimientos. Mientras intentaba librarse de tí, Eliha Dakks, el último de los náhares, lo único en el universo que amenaza sus planes.
En ese momento me morí de miedo. Pero todo encajó de verdad.
― La noche... de Sahaim... ―dije en voz alta como para mí mismo―. Yo asumí que... había intentado matarme...
―Eres agudo Dakks, no sabía si te habrías dado cuenta.
― ¿Sabes algo más... al respecto? ―pregunté.
―El antiguo propietario de aquella tienda no se jubiló, amigo ―terció con rostro sombrío pero una media sonrisa―. El propio Stair lo asesinó. A él y al viejo Faruk, otro de nuestros guerreros, el mejor alquimista que he conocido, y que, si no me equivoco, te había prestado su ayuda en una ocasión de la que Stair creyó que no lograrías salir. El mismo Stair poseyó su cuerpo. Solo el mal primigenio posee el don de la magia más oscura que existe. Es el único capaz de invocar al Espíritu Linterna. E intentó pactar con él para que raptara a tu amiga y terminases en la I 3:21 de donde supuso que nunca regresarías.
― ¿Amy? ―repuse agitado sin salir de mi asombro― ¿Qué pinta ella... en todo esto?
―Ella es importante para ti, ¿Cierto?
Asentí, aterrado porque era suficientemente listo para intuir cuál sería la respuesta.
―Ella era lo suficientemente valiosa para ti como para ponerte a prueba. Hay una cualidad que diferencia a los seres como tú, antes que cualquier otra, y es la osadía, Eliha Dakks. La I-321 genera terror en todo ser viviente. Solo alguien como tú habría cruzado el portal para buscar a una persona que amase ―suspiró―. Pero su plan fracasó. Según mis fuentes su pacto con el Espíritu Linterna era matarte. Pero Jack O'Lantern es el señor del engaño y como tal no conoce palabra. Admiró tu osadía, así que te dejó ir.
No. Joder. Cómo no me habría dado cuenta antes... él no es quien dice ser, Dakks. Las palabras de Anet retumbaron una vez más en mi cabeza, haciéndome revivir lo inútil que me había sentido cuando murió en mis narices, después de enviarme aquel mensaje.
―Pero no era la primera vez que intentaba matarte, Dakks ―suspiró―. Recuerdas ese olor en el interior de la reserva cuando alguien convocó a un espíritu vengador para que poseyese a un paria...
Asentí.
―Era una magia... muy oscura...
―Obra suya ―sentenció―. Igual que liberar al demonio Assein que os atacó en el instituto y que tenía todas las probabilidades de matarte.
Todo tenía sentido. En el momento en el que el Assein dijo "Tantos años encerrado" algo despertó en mi interior. Una extraña sensación que me dijo que no estaba allí por casualidad. Pero no sabía nada. Todo ese tiempo había sido un maldito ignorante.
Guardamos silencio por unos instantes, traté de descansar.
Tomar aire era como recibir otra cuchillada. Y nunca me había sentido tan mal. Aquel hedor no desaparecía, y sabía que ella aún aguardaba expectante entre aquellas paredes.
Era irónico porque aquel tipo era su servidor, y, sin embargo, seguía intentando salvar mi vida. La gran pregunta sobrevino a mi curiosidad y no pude contenerla más. Tenía que saberlo. Y era ahora, o nunca.
― ¿Y... los náhares?
Me miró con atención, como midiendo las palabras para escogerlas cuidadosamente.
―La parte de la historia de la creación que nadie conoce, Eliha ―comenzó― dice que la muerte creó una octava raza.
― ...los Náhares...
Asintió.
―Sabes que esa parte de la historia siempre queda incompleta ―aclaró, con tranquilidad, aún concentrado―. La realidad es que para crear a Nasser la muerte extrajo una última flecha. Una flecha especial, que guardaba en la empuñadura de su espada, Shaggasht.
«Con esta hizo un corte al gran druida en la mano izquierda, untándola de su sangre. Después, pidió a este que tomase el viejo arco y que, de un disparo, atravesase su corazón. El viejo obedeció. Y la flecha atravesó el corazón de Asshal, o, como el resto del universo la conoce, la muerte.
Ella extrajo la flecha de su propio cuerpo. Impregnada de ambas sangres. Y fue ella misma quien utilizó el arco para apuntar de nuevo al cielo. La historia cuenta que permaneció durante horas, expectante, bajo la bóveda celeste. Hasta que obró el milagro. Una enorme estrella fugaz surcó el firmamento y la flecha de la muerte la atravesó, haciéndola caer.
Esta estrella se convirtió en Nasser, el primer cazador, pero también el primero de los Náhares. Un joven al que el viejo druida cuidó como a un hijo por el sagrado encargo de Asshal. Un ser que a efectos reales era un cazador, pero al mismo tiempo era mucho más que eso. Reunía en su interior las cualidades necesarias para derrotar al mal primigenio en ese momento. Su destino sería enfrentarse a él y encerrarlo en el séptimo infierno... pero en contra de lo que todos creen, fracasó. Y el séptimo señor de los Ajawa, el Necromante, le poseyó. Llegando al poder bajo la forma de Nasser.
Sus descendientes fueron cazadores, pero no Náhares. Desde entonces Asshal repitió el proceso varias veces, escogiendo a un ser mágico, normalmente un druida o una mujer embarazada de un sombra que fuera también cazador, y al que considerase digno heredero de Nasser. Los conducía al Hogar de los Inmortales, y les hacía repetir el procedimiento para que un nuevo Náhar naciese de las estrellas, llevando la sangre de sus padres y la suya propia».
Mierda.
Mi padre era un slader, descendiente de una estirpe de sombras. Y por eso yo había tenido tanto contacto con ellos durante toda mi vida. Por eso había conocido a Agnuk, que era un sombra, también cazador, y que terminó siendo mi mejor amigo. Igual que mi padre con su padre.
― ...no puede ser... ―dije, ya no porque no le creyese, sino porque me sentía perdido.
Mi cabeza iba a estallar.
Aquello tenía que ser un sueño. Una pesadilla. Algo de lo que despertaría. Pero por más que recé a los inmortales, no desperté. Seguía allí. Y aquella conversación era real.
―Pero así es, Eliha ―culminó con seriedad―. Tú eres el último de los náhares, y el único que existe en este momento y existirá hasta dentro de cientos de años ―suspiró―. Eres el heredero de Nasser, hijo de sladers con un linaje mágico emparentado en las tribus de sombras, e hijo de la muerte. Por ello puedes hacer cosas que nadie podrá hacer. Y por ello el canciller ha intentado matarte, y seguirá intentándolo. Porque eres lo único que lo separa de cientos de años más haciendo lo que quiera con la dimensionalidad. Lo único que le puede arrebatar su trono y devolverlo al lugar al que nadie logró enviarle nunca. Lo único que le separa de su objetivo, que es abrir las puertas de los Siete Infiernos para liberar el mayor mal que hayamos conocido, y devolver la destrucción al universo para asistir al retorno del Tiempo de Oscuridad.
― ¿Y qué hago... ahora? ―balbuceé―. ¿Tendré que matarle?
Asintió.
―Lo harás, pero en el momento apropiado. De momento debes regresar, y procurar seguir con vida, Eliha Dakks ―sonrió―. Volveremos a vernos.
No pude hacer ninguna pregunta más. Había elegido el momento adecuado para dar aquella conversación por terminada, porque mis pulmones no aguantaban más.
Solo sé que un portal se abrió y alguien me dejó en un lugar seguro.
https://youtu.be/UwLtyvGdNbc
(Gracias por la paciencia y feliz semana!)
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