Nunca dejarás de sorprendernos
Asentí. Después atravesé aquella puerta sin tener ni idea de lo que me esperaba.
―Nunca dejarás de sorprendernos ―terció Jane, sentándose junto a los demás profesores, que estaban frente a mí observándome, en una actitud bastante distendida.
Habían apilado todas las sillas y mesas al fondo del aula, a excepción de unas pocas, colocadas en hilera, en las que ellos se sentaban con un montón de papeles sobre la mesa, y luego una silla que se veía pequeña frente a aquel despliegue docente. Imaginé que esperaban que yo me sentase en esa silla. Me recordó tanto al momento en el que había empezado mi viaje, delante de los jefazos de los ministerios en Ayax que parte de mí se fue muy lejos en ese instante.
―No estés nervioso ―atajó sonriente Miller, mi viejo profesor de Lengua―. Los profesores no tenemos por costumbre comernos a nuestros alumnos.
Habría tenido mucho que discutir al respecto. Deja que un zombie te muerda y quizás cambies de opinión, por docente que seas.
Cierra la puta boca, Eliha Dakks.
Obedecí a la parte adecuada de mi cerebro, y me guardé mis gilipolleces paranormales para otra ocasión.
―Pues menos mal ―Se me escapó.
Algo tenía que escaparse. Soy así.
Varios profesores rompieron a reír aunque no logré distinguir quienes porque parte de mi mente seguía muy lejos, y el resto se había quedado en aquel viejo corredor, en donde aguardaba una de las pocas personas con las que quería estar en aquel momento.
― ¿Tienes algo claro? ―preguntó Jane, haciéndose cargo de la situación―. ¿Alguna petición?, ¿Alguna demanda especial por alguna materia que te interese?
―Por lo que más quiera, Dakks, matemáticas no ―suplicó Mary, la anciana mujer que había hecho malabares para aprobarme esa asignatura.
Muchos profesores se rieron. Y yo no pude esconder una sonrisa.
―Solo le he aprobado para poder rogarle esto, Dakks ―confesó, abriendo mucho sus viejos ojos grises―. Eres un buen chico, pero las matemáticas no son lo tuyo.
No hace falta que lo jure, pensé. Tampoco iban a servirme de mucho.
―Por el contrario, y desde mi punto de vista, Eliha, sería una lástima que no continuases mi asignatura el curso que viene ―empezó Jane, casi suplicante―. La biología se te podría dar muy bien.
Tampoco era una tontería. En lo relativo a lo paranormal y, aunque en última instancia dependiese del oráculo para decidir qué carrera ―o carreras― debía estudiar. Incluso si debía ir o no a la universidad. Mi sueño siempre había sido estudiar animalística, o algo que se le pareciera.
Aunque dadas las circunstancias y considerando el hecho de que tenía todas las papeletas para estar muerto antes, al final daría igual. Pero a mis profesores que les importaba esa información. No era necesario compartirla.
― ¿Tienes pensada alguna carrera Dakks? ―Se adelantó Miller, expresando su curiosidad. O quizás solo para colmatar el hueco que dejó mis silencio en esa estancia tan llena de vida que se había sentido de repente tan vacía―. ¿Tal vez has pensado alguna carrera de la Universidad mágica en lugar de esta? ―inquirió―. Si no me equivoco habrás de continuar tus estudios paralelos, ¿No es cierto?
Me sorprendió que se hubiese tomado la molestia de estudiar mi caso en particular hasta el punto de conocer la existencia de universidades en mi dimensión, de otros grados, y de considerar mis estudios paralelos.
Miller siempre me había caído bien, lo admito, pero aquel día se me ganó del todo.
Hubo un asentimiento general. A la espera de una respuesta.
―No puedo dejarlos, quiero decir ―titubeé―, los estudios paralelos. Tengo que aprobar los exámenes de ciudadanía porque de lo contrario se me negarán todos los derechos en la dimensionalidad. Y eso es lo más importante a considerar en este momento ―expuse. Mentira. Había demasiadas cosas a considerar en aquel momento. Entre ellas que probablemente no viviría para hacer esos exámenes―. Y con la universidad no sé muy bien qué pasará dado que mi futuro depende, en última instancia, de lo que dicte el Oráculo ―expliqué―. De momento lo único que me ha dicho es que siga estudiando. Y desde los Ministerios se decidió que podía optar a convertirme en rastreador. Pero no sé qué pasará la próxima vez que lo visite, cuando cumpla los dieciocho ―suspiré―. Es complicado ―concluí con cautela.
Me observaron con cierta preocupación, y movidos por una curiosidad insatisfecha. Supongo que todos los profesores son curiosos. Hay que saber mucho para ser un buen profesor, y no solo de la materia que impartes. Y, después de todo, la curiosidad es la base de toda sabiduría.
― ¿Qué pasará con lo que diga ese Oráculo? ―inquirió, Miller― ¿Tan vinculante es su consejo?
No pude evitar reírme.
―Es que es un consejo ―afirmé―. Es una orden. Es el designio de los Inmortales para el futuro de las personas en este mundo. Todas las razas ántropas a excepción de la humana estamos sometidas a sus dictámenes. Y su voluntad ha de ser cumplida ―admití―, sin excepciones. Y, suponiendo que decida permitirme ir a la universidad, también escogerá la carrera o carreras que se me permita estudiar.
Tuve que hacer un esfuerzo por evitar reírme de las caras que pusieron mis profesores. Para mí estaba todo tan claro, y para ellos era una sorpresa tan grande que el contraste me resultaba cómico.
― ¿Ese oráculo decide lo que puedas o no hacer con tu vida? ―Jane parecía casi traumatizada.
Asentí.
―Los sladers somos seres determinados, Jane ―asumí―. Los humanos sois afortunados porque sois libres. Y no es tan común bajo el cielo.
―Si hubieras sacado este tema de debate en mis clases, Dakks, tendrías mejor nota en mi asignatura ―Se burló Assen, con su buen par de narices.
― ¿Entonces?, ¿En base a qué puedes elegir? ―preguntó mi profesora de español, bastante preocupada.
Me encogí de hombros.
―Mi plan era escoger un poco en función de lo que tenga que ver con mis gustos. Lo que se pueda relacionar con lo que me gustaría estudiar a mí si el Oráculo tuviera la benevolencia de complacerme con sus designios y se me permitiese cursar estudios superiores. Y, todo sea dicho, alguna asignatura en la que apenas tenga que estudiar, puesto que el año que viene tengo que preparar los exámenes de ciudadanía y... ― titubeé por un instante, pero luego esa parte irracional que vive en mi interior y a la que de vez en cuando hago algo de caso dijo aquel: "hemos venido a concursar. Tú suéltalo, a ver qué pasa".
―¿Y? ―Me animó mi profesora de matemáticas.
―Y el rito iniciático de los slader.
Así. Más simple que explicar que tenía que ir a algún lugar en busca de una vieja espada legendaria. Acertar. Conseguir mi tercera alma. Vencer al demonio o ser que hubiera matado al primer propietario de la espada para adueñarme de forma definitiva del alma que en ella vive confinada. Y completar mi constitución para ser un slader completo, porque, de lo contario, habría de morir.
Eso siendo optimistas. Ya que era más que improbable que llegase a emprender ese viaje dadas las dificultades añadidas a mi causa, y considerando que el hombre más poderoso del universo ansiaba con todo su ser verme muerto.
Muy alentador todo, nótese el sarcasmo.
Todos los profesores sonrieron.
―Bueno ―convino Jane, tratando de encauzar la conversación―. Te propongo que nos digas, en primer lugar, qué asignaturas has pensado. Luego te informaremos de las materias que hay disponibles para el año que viene y que se puedan ajustar más a tus demandas ―añadió―, ¿Te parece?
Asentí.
Alguna tenía en mente así que era un principio.
―Había pensado elegir biología ―Jane sonrió y lo anotó en un papel―, porque si algún día voy a la universidad me gustaría estudiar animalística o algo que se le pareciese ―Me dedicó una mirada de sorpresa y asintió con convicción, había tomado buena nota de ello―. Y, si tengo que ser sincero, no me convence ninguna otra asignatura de ciencias...
Todos se rieron.
― ¡Buena elección, Dakks! ―celebró Marcia, sonriente.
― ¿Algo más en claro? ―inquirió Miller.
Negué.
―Estoy abierto a sugerencias.
Miller, Anne ―mi maestra de dibujo― y Hellen ―la de español― intercambiaron una significativa mirada, y la última tomó la palabra.
―Varios profesores hemos estado hablando al respecto, y quizás una combinación de biología con materias de letras, artes y gimnasia sería tu mejor opción ―anunció.
―De letras te propongo que continúes con Lengua y Literatura ―me pidió Miller―, y Hellen...
―Yo quería comentarte que, sabiendo español ―sonrió orgullosa―, no creo que continuar estudiando mi materia suponga un gran esfuerzo, ¿No? ―sugirió.
Asentí.
―Por otra parte ―comenzó Ani―, has demostrado tener ciertas dotes artísticas, no como le pasa a la mayoría en este instituto ―admitió riéndose―. Las de arte son materias con menos carga teórica, y pueden encajar en tus necesidades. Mi propuesta es: Técnicas artísticas, Escultura, Medios Audiovisuales y añadirle Historia del Arte. Aunque esta última es bastante teórica, yo soy quien la imparte y tengo una metodología bastante práctica que hará que estudiarla sea muy fácil ―sonrió.
―A todo eso le añadiríamos gimnasia, dado que tus dotes con el deporte son, sencillamente, excepcionales ―admitió la Sargento, observándome con detenimiento. Creo que fue la primera vez que el asomo de una sonrisa se dejó entrever en las comisuras de sus labios desde que la conocía.
―Entonces... ―repuse.
Jane asintió.
Había tomado nota de todo.
―Tu elección curricular quedaría así: Biología, Lengua, Español, Técnicas Artísticas, Escultura, Medios audiovisuales, Historia del Arte, y gimnasia.
―Conforme ―acepté, sin pensarlo.
Todos los profesores se rieron.
―Entonces aquí tienes tus asignaturas ―concluyó Jane, que había hecho de secretaria en todo el proceso y estaba más que conforme con mi decisión de escoger biología en primer lugar―. Estaré encantada de darte clase el próximo curso, Eliha.
―En general lo hemos estado ―añadió Anne―. Has sido un alumno muy creativo ―dijo riéndose―, y también inventado excusas.
Me reí porque sabía de sobras a qué episodio vergonzoso del curso se refería. Quizás vosotros también lo recordéis. Había unos caracoles mutantes de por medio.
―Lo peor es que lo de los caracoles no fue una excusa. De verdad que la devoraron ―admití rascándome la nuca.
Rompió a reír, sin salir de su asombro. Sabía que ahora no tenía por qué mentirle.
― ¿Qué clase de caracoles comen láminas de dibujo técnico, Eliha?
―Eran caracoles mutantes...
No la había visto reír tanto a un profesor nunca, así que me di por satisfecho. Una vez pasó todo el revuelo, Miller se dirigió a mí una última vez.
―Eliha, en fin ―suspiró―. Queríamos comentarte también, y esto lo hemos venido hablando desde que tu secreto se conoció en el instituto ―comentó buscando apoyo entre los demás profesores, quienes se afanaron en asentir secundando a Miller―, que ha sido un placer tenerte por alumno.
―Por no hablar de que ha sido un curso especialmente difícil, en el que hemos perdido alumnos, y compañeros ―admitió, Jane, visiblemente emocionada―. Y en el podríamos haberlo perdido todo, de no ser por ti ―Me señaló, agradecida.
―Sabemos que no está siendo fácil ―aclaró Anne―. La política se está radicalizando, y a estas edades muchos de tus compañeros son incapaces de desarrollar una opinión propia y valiente ―suspiró―. Van a ser tiempos difíciles para la comunidad slader ―admitió con tristeza―. Pero desde el claustro queríamos que supieras que nos sentimos orgullosos de tenerte entre nosotros. Y transmitirte nuestro más sincero agradecimiento por habernos regalado tu apoyo, tu sangre fría y tu madurez en situaciones de extrema dificultad.
―Además de que hemos aprendido muchas cosas de ti ―completó Jane, devolviéndome una gran sonrisa―, y eso es lo más maravilloso que puede pasarle a un profesor a lo largo de toda su carrera como docente ―suspiró―. Uno solo decide dedicarse a enseñar porque con todo su corazón ama aprender. Y tú nos has enseñado muchísimas cosas que la mayoría de las personas en este mundo, por desgracia, todavía desconocen.
―Y tienes una pronunciación preciosa del español ―añadió Hellen, casi emocionada.
―Pero no llore señora Ribbs, que nos vemos el año que viene ―repuse, desconcertado, sin poder reprimir mi pensamiento.
Ella rompió a reír.
―Ya lo sé, es que no te encuentras con un alumno así todos los días. Y es un placer, de verdad ―terminó la frase en español.
Estoy seguro de que había muchos sentimientos detrás de aquellas dos lágrimas que se apresuró en enjugar. Había sido un año muy difícil para todos. Y en un aspecto al que la mayoría de los humanos no están acostumbrados.
―Para mí también ha sido un placer ―Le contesté en español. Aunque si llega a saber bajo qué circunstancias había logrado hablar español, quizás no hubiera estado tan orgullosa. Supongo que todo no se puede tener en la vida.
Repetí mis palabras en inglés, desconcertado porque rara vez había recibido elogios de esa talla de la boca de un humano. Y era asombroso. Había sido capaz de ganarme el corazón de muchos humanos, de los que mejor me habían conocido, y solo siendo yo mismo.
Sabía que toda la mierda de aventura que vivía era una excusa de Stair para tenerme cerca, y acabar matándome. Pero la coartada era realmente buena, todo sea dicho. Si debía convertirme en rastreador, aquella era la mejor manera posible de aprender a respetar a los humanos para saber cómo protegerlos. Aunque no tardé en recordar lo que son en realidad los rastreadores... y mi vida volvió a perder el rumbo.
Suspiré.
― ¿Estás bien, Eliha? ―preguntó Jane, confusa porque por lo visto habían seguido hablando durante mi ausencia mental y yo no di muestras de estar escuchando.
Traducción: "No hay nadie pilotando".
―Sí, claro ―respondí con rapidez―. Perdón, estoy un poco disperso.
Sonrió, aunque no pareció muy conforme con mi respuesta.
―Gracias por todo ―repetí―. Para mí también ha sido un placer tener la oportunidad de estar aquí, y he aprendido mucho ―convine. Aunque una duda de última hora me asaltó de repente― pero...
― ¿Pero? ―preguntó Jane, desconcretada.
― ¿Qué tengo que hacer con esto? ―pregunté, señalando los impresos y hojas que me acababan de entregar.
―Deposítalas abajo en la secretaría ―solucionó Miller con una sonrisa―. Después el centro se encarga de la matrícula en las asignaturas correspondientes.
Asentí.
―Gracias.
Acto seguido los dejé ahí, recogiendo sus cosas y muriendo de ganas de terminar para estar, al fin, de vacaciones. Y con toda probabilidad, lejos de la locura emocional que había sido ese curso para todos. Y a la que los humanos no estáis acostumbrados.
Salí al pasillo. Allí me esperaba Adamahy Kenneth, con su vestido azul y sus deportivas blancas. Sonrió y ambos comenzamos a andar hacia las escaleras. Libres.
― ¿Qué asignaturas has elegido? ―preguntó contenta.
―Coincidiremos en biología ―comenté―. Pero, por lo demás, el equipo Sicilia-Dakks permanecerá unido ―abrí mucho los ojos, todavía sin creérmelo.
Le tendí mi índice de asignaturas para que le echase un ojo. Lo observó cuidadosamente.
― ¿Biología con todas las asignaturas de arte y humanidades? ―Se burló―. Eres una caja de sorpresas ―añadió.
―Mira quién fue a hablar ―espeté―. Eres demasiado coherente para ser humana, ¿Sabes?
Me miró, abriendo tanto los ojos que me dieron ganas de reír.
―Verás cuando te pille.
―Eso será si puedes ―Eché a correr escaleras abajo.
Y ella me persiguió, riéndose.
Llegamos a la recepción, y me paré en la cola mientras ella jadeaba.
―Cuantos recuerdos me traerá siempre este año ―declamé, fingiendo melancolía y poniéndome dramático.
― ¿Ya te has metido en el papel de artista y todavía no ha empezado el curso? ―dijo riéndose―. Eres un show, Eliha Dakks.
―No es broma ―Me defendí―, de verdad que lo recordaré el resto de mi vida. Que no sé si será mucha, vamos, pero igual mérito tiene.
Me golpeó el brazo.
―Idiota, tienes que vivir muchos años. Si no a quien voy a ayudar yo con sus liadas paranormales que tanto me gustan ―sonrió.
Me reí.
―Les has pillado el punto, por lo que veo.
―Sobre todo cuando hay hombres lobo, y perros-dragón gigantes alados ―Se burló, teniendo el detalle de susurrar la última parte.
―Eso es un golpe bajo.
―Ese bicho es lo más alucinante que haya visto ―afirmó con entusiasmo―. Deberíamos repetirlo...
―A cualquier chica con dos dedos de frente le hubieran entrado ganas de evitarme para siempre ―Le recordé, mientras volvía a mi mente aquel momento―. Y tú te empeñas en seguir aquí como si nada, y expresas tus deseos por repetirlo. Tú eres la que, después de estar a punto de morir y haber sido raptada y poseída por el Sexto de los Señores Ajawa, decide acostarse conmigo en mitad de la nada y me hace quedar como el idiota que soy ―susurré riéndome―. Pero luego la caja de sorpresas soy yo.
Me agarró del brazo.
―Fue la noche más increíble de mi vida ―reconoció, poniéndose romántica, pero en plan burlón―. Y no dudes que la caja de sorpresas eres tú.
―Bueno, fue increíble, desde luego ―admití arqueando las cejas―. Todo excepto la parte en que casi morimos devorados por hordas de demonios ―apunté, oportunamente.
Frunció el ceño.
―Sí, eso no fue tan divertido ―admitió―. Cuánto bicho asqueroso hay en la dimensionalidad, ¿No crees?
Intercambiamos una mirada cómplice y no pudimos reprimir más las risas. Todo el mundo que había en el vestíbulo se giró para mirarnos, pero daba igual. Terminamos entregando los papeles pertinentes en la secretaría y echamos a correr hacia la calle para salir de allí.
https://youtu.be/C2vYFjVj1Jw
Entramos de forma definitiva en la recta final, en unos pocos capítulos Cazadores habrá terminado.
Solo me gustaría dedicarte este capítulo a tí, Pedro Peralta, el mejor batería que conoció mi ciudad (para mí el mejor sin más), una de las personas que más me quiso, y también mi padrino.
Ya nunca leerás esta historia, pero vives en cada una de sus letras, y en cada una de las canciones que le dan sentido. Gracias por todo tu coraje a lo largo de esta enfermedad. Hoy has perdido esta batalla, pero estoy segura de que allí donde estés ya has ganado la guerra.
Con todo mi corazón.
Tu sobrina.
Gracias por todo, amigos de wattpad. Nos leemos la próxima semana.
Lunahuatl
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top