El terror de los exámenes y los planes malvados
Regresé a casa de madrugada, sin haber visto rastro de actividad paranormal en la zona, lo cual me tranquilizaba, aunque no me sacaba del entuerto en el que estaba metido. Abrí la puerta de entrada, casi arrastrando mi bolsa de armas. Y entré derrotado. Preguntándome hasta qué punto y por cuál de las múltiples razones que podían terminar en fracaso, aquel podía convertirse en el último día de mi vida.
― ¿Has vuelto a pasar fuera toda la noche? ―preguntó Miriam, quien se había levantado pronto para repasar, y permanecía con sus libros extendidos en la mesa del salón. Me observó sin dar crédito. Por fortuna tuve a bien esconder mi bolsa de armas en el cobertizo, previendo que aquello podía ocurrir― ¿Dónde te metes, Eliha? ¡Alan llega en una hora y hoy son los exámenes! ―me riñó.
Muy típico de Miriam, que había asumido el papel mandona, y "señorita angustias", como la llamaba Luca ―sin ser consciente de que ella también necesitaba alguien que la comprendiese, y no estaba tan lejos como se empeñaba en buscar, aunque quizás esa sea otra historia y por el momento no os interesa―.
Me acerqué a la mesa distraídamente, después de excusarme diciendo que no podía dormir y había salido a dar una vuelta, me metí un croissant a la boca sin mediar palabra, y subí las escaleras como un deshecho de ser inmundo. Después me metí a la ducha, y lo siguiente que recuerdo fue escuchar a Noko gritándome.
― ¡Eliha, por favor! ―suplicaba mi compañero golpeando la puerta con fuerza― ¡Alan llega en veinte minutos y hoy no podemos llegar tarde! ¡Y Luca y yo aún nos tenemos que duchar! ―gritó desesperada la voz de Noko con su extraño acento japonés― ¡Te lo pido por el orgullo friki!, ¡Hazlo por Harry Houdini! ¡Pero, por favor, abre la puta puerta!
Entonces una vocecilla dentro de mí dijo: "Idiota, te has dormido en la ducha". Y, en efecto, era verdad. ¡Pero la culpa fue del agua caliente!, ¡Quién me mandaría a mí adaptarme a las costumbres humanas!
Salí corriendo, tropezando con la mampara de la ducha y cayendo de rodillas al suelo. Me puse lo primero que pillé, que mi toalla de la playa llena de salitre y arena. Y con eso la ducha a la mierda.
Y abrí la puerta lo más deprisa que pude.
― ¿Se puede saber qué haces con tu vida, Eliha? ―Se quejó enfadado―. ¡Llevo diez minutos aporreando la maldita puerta! ―de súbito frunció el ceño― ¿Y esa cara de sueño? ―preguntó― ¿Has pasado toda la noche estudiando?
"Si tú supieras" una vez más.
―Lo he intentado, pero creo que no lo haré de nuevo ―inventé.
―Nada peor que un mal mentiroso ―Se burló Luca, que pasaba entonces por el pasillo. Noko se giró y señaló su cara.
― ¡Habéis estado estudiando juntos y no me habéis avisado! ―Se quejó, frustrado―. Sois lo peor.
Después se metió al baño y cerró la puerta. Yo le saqué el dedo corazón a Sicilia, como suelen hacer los humanos, y le dediqué una de esas medias sonrisas que dicen: "Verás cuando te agarre del cuello" Él prescindió de la ducha aquella mañana, y bajó las escaleras riéndose, para empezar a discutir con Miriam tan pronto se adentró en el salón.
A diez minutos de que Alan llegase con su coche, Adamahy Kenneth, Sicilia y yo nos encerramos en el viejo cobertizo. Las caras de sueño lo decían todo. Los nervios. Los corazones latiendo con fuerza. Y unas cuantas conclusiones que teníamos que poner en común.
― ¿Encontrasteis algo? ―pregunté después de todo, suspirando mientras me apoyaba con las manos en la pequeña mesa de estudio bajo la única ventana de aquel cuchitril. Del techo solo pendía una bombilla, y en todas las paredes se agolpaban armarios con toda clase de trastos y burocracia.
Amy asintió.
― ¿Crees que, si pudieses enfrentarte a él en su forma humana, y no en plenas condiciones mentales, serías capaz de atraparlo o algo así? ―preguntó.
―Por si no quedaba claro, quiere decir sin que te mate ―añadió Luca, apoyado con tranquilidad en una de las estanterías.
No era una mala idea.
―En la forma humana Jonno será fuerte, pero no demasiado más que yo ―admití―. No sería para nada una mala idea, y acabaría con el problema de la transformación en pleno ambiente de fiesta.
―Lo suponía ―sonrió satisfecha.
Después se sacó un papel del bolsillo
―Anoche encontré una especie de filtro, o lo que sea, que dice que con rociarse sobre su cuerpo mientras esté en su forma animal y asegurarse de que lo inhala, el licántropo retornaría a su forma humana durante varias horas, y no podría transformarse ―explicó, haciendo delicias mis oídos.
―No tan rápido, Dakks ―Me interrumpió Sicilia―. Tiene un pero.
Vaya con los peros. En mi lengua es una de las voces más temidas del diccionario. Después de Ella, claro está.
―No me gustan los peros ―Me quejé.
―Lo sé, a mí tampoco, pero debemos considerarlo ―atajó Adamahy Kenneth―. Su forma física cambiará, Dakks. Pero su temperamento no, su mente seguirá embotada. Será un humano con intenciones de licántropo. Podría ser extremadamente violento. Matar a su mejor amigo. Así que no soluciona del todo la situación.
Suspiré.
―Soluciona bastante ―agradecí―. Si me voy a enfrentar a él sin poder matarlo, siempre tendré más posibilidades de dejarlo seco bajo su forma humana.
Asintieron.
―Pero necesitas unos cuantos ingredientes. Aquí los he apuntado ―suspiró Amy preocupada―. Y no sé si seremos capaces de conseguir esto.
Ojeé la nota, escrita a mano:
Ingredientes:
Acónito (0,5 gramos/l); Mescal (30 g/l); Hierba del diablo triturada (100 g/l); Polvo de hada (1 g/l); Plumas de Quetzal (1 pluma/l); Belladona (50 g/l); Esporas de Alandro (0,5 g/l); Sales oscuras de la región de Ankar (0,25 g/l)
Indicaciones:
Tiempo estimado de elaboración: 45 minutos
No usar agua sino un Litro de orina de Acadia como medio de disolución.
Mezclar a temperatura de ebullición de la orina de Acadia (360º F), y mantener temperatura constante durante los quince primeros minutos. Después enfriar de súbito y dejar reposar por media hora.
Para alargar el efecto en el tiempo añadir vísceras de sanguijuela vivas y Radgnok molido.
Se aconseja su aplicación con difusor apuntando al hocico del licántropo, para favorecer su inhalación.
Hará efecto en un plazo de cinco minutos, pero solo sobre su apariencia física. La persona seguirá mostrando un carácter muy violento y se deben considerar precauciones al respecto.
Suspiré. Más que satisfecho, y sonreí.
―No sé cómo podrás conseguir tutto questo antes de questa noche. E con los exámenes de magia y lucha esta tarde ―añadió Sicilia con preocupación.
Amy tomó aliento hondo, intentando tranquilizarse.
―Por no mencionar que no tenemos ni idea de dónde se consigue toda esta sarta de...
Me reí.
―Tendré que comer en Mok y visitar el mercado de magos para encontrar todo esto ―suspiré bastante aliviado―. Tengo tres horas de margen desde el final del último examen humano hasta que inicien los mágicos en los ministerios. Una compañera ha reservado a medio día un aula para practicar filtros, y sé que me ayudará con esto ―sonreí satisfecho―. Así que, puedo hacerlo ―concluí, en parte aliviado― Muchas gracias, chicos.
Luca se giró y asintió con convicción y Amy hizo un gesto de aprobación.
―Pero todavía no hemos terminado ―Sicilia me agarró del brazo cuando comenzaba a caminar hacia la puerta―. También troviamos algo con lo que podrías dejar a Jonno cao una vez sei en su forma umano, y sin levantar sospechas si lo fai benne.
Arqueé las cejas, visiblemente interesado en esa proposición.
―Cosa que sería muy útil, puesto que no me gustaría tener que dar más explicaciones de las necesarias sobre qué hago peleándome con un compañero de clase. Ni mucho menos que alguien llamase a la policía y...
―No ha terminado ―Me cortó Amy riéndose.
A veces olvido cómo son mis bucles mentales.
―Perdón ―reconocí levantando las manos.
Ellos sonrieron.
―No hemos encontrado cómo fabricar la medicación que se les administra para evitar las transformaciones por completo. De lo contrario salta a la vista que no necesitaríamos esa primera poción ―suspiró Amy, frustrada.
Luca asintió.
―Pero rebuscando un poco más de il necessario per las estanterías, sin desordenar nada, lo prometto ―admitió riéndose―, logré encontrar una pozione lo suficientemente potente per olvidarte de cualquier bestia si consigues que la beba. Con lo de cao voglio dire a dormido, ovviamente ―se apresuró a añadir―. Lo de matar non 'e il mio stile, io sonno pacífista, ya lo sabes.
Asentí.
Los dos nos reímos. Al final terminaría aprendiendo italiano. O moriría en el intento.
―Veamos ese filtro ―concedí―. Y hagámoslo rápido, porque Alan estará aquí en menos de dos minutos.
Se sacó otra hoja de papel del bolsillo, y me la tendió. Escrita de su puño. Costaba leer la letra, pero me las apañaría. Ya bastante habían hecho.
Ingredientes
Belladona (800 g/l); tila (150 g/l); agua marina (1 l); babosas vivas (5 u); veneno de mantícora (1 ml diluido en 1 l de agua marina. Extremo cuidado al manipular); Corazón de macho cabrío (1 u); Sangre de Ox (0,5 l); pez lambar vivo (6 u); polvo de diamante gris (1 u).
Apreciaciones y preparación
Tiempo estimado: 40 minutos.
Iniciar la preparación con la mezcla del veneno de mantícora en el excipiente, el agua salada. Ser extremadamente cauto con la manipulación de este veneno y muy exacto en la cantidad. De cometer un error los efectos pueden ser letales.
Preparar en frío, sin calentar para evitar que el agua se evapore. Una vez añadidos todo calentar a temperatura de ebullición (212º F) durante diez minutos, removiendo con una espátula de madera de sauce.
Tarda 1 hora en hacer efecto.
Provoca sueño profundo, y al despertar malestar general, y pérdida parcial de memoria de las últimas horas. Los síntomas han de remitir en unas horas.
El resultado ha de ser un líquido viscoso, mezcla heterogénea, de color granate.
La dosis para administrar por vía oral depende de la criatura. Hombre Lobo; 10 gotas en una bebida mientras presentan su forma humana. La duración con 10 gotas se estima en diez horas.
Después de mirarlo y releerlo durante unos instantes no pude evitar mirar mis compañeros con una mezcla de curiosidad y orgullo profesional difícil de contener. Habían sido capaces de hacer en unas horas lo que yo había encontrado imposible lograr. Cada uno de ellos era un misterio sin resolver. Un misterio que, por aquel entonces, y aunque no entrase en mis planes, ya me suscitaba demasiada curiosidad.
―Es perfecto ―dije, sencillamente entusiasmado―. Me las arreglaré para prepararlas al medio día, y después de los exámenes acudiré a casa para prepararme con vosotros. Nos iremos juntos y una vez en la fiesta, puesto que la transformación no se producirá hasta las doce, me acercaré a Jonno cuando ya haya bebido bastante, que seguro, será antes de medianoche porque ya sabes las historias que cuenta esta gente de él cuando salen de fiesta. Estará borrachísimo, y todo el mundo lo habrá visto ―continué, improvisando lo que, para nosotros por entonces, era el plan del siglo―. Entonces me acercaré y lo invitaré a una copa, que, puesto que es un alcohólico, igual que yo por otra parte, pero eso no viene al caso ―Amy rompió a reír y me golpeó en el hombro como para que acortase, no pude esconder una sonrisa―. Como decía, una copa que no rechazará. Verteré una cápsula de esto ―dije agitando el segundo filtro― en su bebida, y dejará de ser un problema en menos nos demos cuenta.
―¿Y la primera poción? ―preguntó Amy con curiosidad.
Suspiré.
―La prepararé por si en caso de emergencia nos hiciera falta. Aunque quiero confiar en que si jugamos con los tiempos y la primera surte su efecto antes de las doce, no tendremos que usarla.
Ella asintió con convicción y Luca colocó su mano con la palma hacia abajo sobre la mesa, al tiempo que el motor del coche de Alan ya se sentía en la puerta. Amy sonrió y colocó la suya encima. Yo les observé con extrañeza.
―Somos un equipo ―afirmó Sicilia con convicción―. Tú haz lo que nosotros ―Me aclaró.
Hice lo propio y coloqué mi mano sobre las suyas. Las subieron y bajaron con energía y Luca gritó: "Invoca al Lupo!"
Amy le correspondió y yo también.
Después recogimos las mochilas y salimos del cobertizo de prisa.
― ¿Y qué diremos sobre Jonno cuando se quede dormido? ―preguntó Amy. Noko y Miriam ya estaban en el coche y Alan comenzó a pisar mientras cruzábamos el jardín.
―Diremos que le ha dado un coma etílico ―continué―. Y todo el mundo lo creerá porque cualquier día le ocurrirá de verdad. Y él nunca recordará lo que pasó antes. Tú, Amy, llamarás a una ambulancia, y a la mañana siguiente lo visitaremos en el hospital para tantear el terreno e intentar hablar con él para que acuda a los ministerios y se medique.
―Suena bastante factible ―admitió Luca convencido.
―Y todo gracias a vosotros ―sonreí asintiendo todavía sorprendido―. Os debo una vida, y bien larga.
Luca bufó medio riéndose. Un: "ya sabes lo que pienso de esto, no seas pesado", en toda regla. Mezclado con el: "ya estás otra vez con tus expresiones bizarras de extraterrestre".
―No debes nada ―sonrió Amy por su parte―. Solo un montón de anécdotas para contar en el futuro. Si es que alguna vez la humanidad cobra sentido y acepta la evidencia.
Nos miramos y sonreímos con cierta timidez, cosa que Luca, por suerte, no pudo advertir dado que se había adelantado y ya casi llegaba al coche suplicándole a Alan que no se marchase sin nosotros.
Miriam y Noko, nerviosos, nos echaron una buena bronca durante todo el camino por haber tardado cinco minutos más de la cuenta en día de exámenes. Amy, ensimismada, aprovechó para repasar su libro de biología, que no había podido tocar en toda la noche. Luca miró tranquilamente por la ventanilla, con sus auriculares conectados a Transilvania de Iron Maiden. Y yo me encomendé mentalmente a todos los espíritus y los dioses que conocía para salir con vida de los exámenes esa tarde. Porque de lo contrario, y sin haber avisado a nadie de que existía la posibilidad de morir en esos exámenes, sería el fin de demasiadas personas esa noche.
La realidad era que yo aún no lo sabía, pero los exámenes y el plenilunio no eran lo único a lo que temer en ese momento. Aquella mañana había llegado hasta mí para poner el final definitivo a algo que venía protegiendo desde hacía meses. De forma inevitable. Y colocándome en el aprieto más serio de mi vida. Peor que cualquiera de los que hubiera vivido antes en todo examen de lucha. Y si lo hubiera sabido, me habría puesto los pelos de punta.
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