Capítulo 9: El segundo faro y el cocinero Eruptor
(Por su parte...)
Andrew temblaba, pero podía percibir dos fuentes de calor: una era su propia cola con forma de sol en su punta (aunque esta temblaba igualmente con el frío de su dueño), y Eruptor, quien estaba cerca de él con un pequeño caldero que humeaba, como si estuviera... ¿cocinando?
"¿Te has despertado?" le preguntó Eruptor, rápidamente poniendo un poco del contenido de su caldero en un tazón y dándoselo a Andrew. Dentro, había un líquido verde algo extraño, "Toma, mi especialidad: sopa de guisantes"
Antes de nada, el joven dragón pudo dar un vistazo a su alrededor: se encontraban en una cueva débilmente iluminada y algo congelada: algunos lados de las paredes estaban tan cubiertas de hielo y se asemejaban a pequeños espejos. Eruptor había montado una pequeña fogata donde descansaba el caldero donde había cocinado
"¿Q-qué pasó?" preguntó Andrew, aun temblando de frío (sus escamas estaban tan congeladas que se veían algo azules), "P-pensé que r-regresaríamos... a la n-nave"
"Bueno... hay una gran tormenta y... me perdí. Pero descuida, cuando te tomes eso, seguro que te sentirás mejor"
Andrew dudó de que fuera a ser así, pero sabiendo que era lo único caliente cercano, tomó un sorbo. Cuando entró a su boca, una sensación de nauseas le invadieron, pues era horrible al gusto. No obstante, trató de disimularlo, para no lastimar moralmente a Eruptor.
"Está... muy bien..." dijo tratando de ocultarlo, pero al parecer el monstruo de lava ya lo sabía.
"Vamos, dilo de una vez" replicó, "Ya sé que debe estar horrible..."
Y, como si fuera algo bastante importante para él, se alejó un poco, se arrodilló y se puso a llorar como un niño a quien le rompieron su juguete favorito. Como curiosidad, las lágrimas de este eran tan calientes que derretían la nieve cercana.
"¡¿Por qué a nadie le gusta mi sopa?!" lloraba.
Aunque era verdad, Andrew quería buscar una forma de ayudarle... hasta que recordó algo: exhalando una pequeña llama de su característico fuego azul. Al contacto, la sustancia cambió a aquel color y luego volvió a su color original en un segundo. Luego, el joven dragón se atrevió a otra probada: ahora, era tan delicioso como un jugo de bayas dulces.
"¡Mmmm!" exclamó, "¡Está delicioso!"
"No trates de hacerme sentir mejor..." sollozaba aún Eruptor.
Andrew, ahora sintiéndose mucho mejor, se acercó al pequeño caldero exhaló su fuego, sacó un poco con el tazón y se lo hizo probar a Eruptor. El hombre de lava de inmediato se tranquilizó mientras probaba su nueva sopa.
"¡Hey! ¡delicioso!" exclamó, "¿Qué hiciste?
"Pues digamos que le agregué un poco de esencia azul" le dijo Andrew.
"¡Genial!" Oye novato, ¿podrías ser mi asistente de cocina cuando regresemos?"
"Pues... tal vez... pero, recuerda que tengo un par de prioridades como estudiante y jugador"
"Bah, ya arreglaré las cosas con el equipo de balón-ovejero. Oye, mira tu cola..."
Andrew notó que la luz de la cola había vuelto a encenderse, esta vez más clara que antes. Al moverla, este se percató que señalaba a la parte más oscura y fría de la cueva. Levantándose finalmente, Andrew y Eruptor se adentraron a aquella profundidad, donde las luces de la cola del joven dragón y los brazos ardientes del hombre de lava eran lo que lograba atenuar el lugar.
"¡Wow!" exclamaron ambos.
Era como ver a través del vidrio de un acuario: un enorme muro de hielo se hallaba frente a ellos, pero tan transparente como para ver el interior. Dentro y congelada, se encontraba una mesa hecha de piedra y con forma de sol, muy similar a la que habían encontrado en el planeta desértico.
"¡Es el faro!" exclamó Andrew, "Pero... está atrapado..."
"¡Descuida, compañero!" dijo Eruptor, comiéndose un chile, "¡Es hora de entrar en calor!"
Se supone que aquello sería picante para el gusto de cualquiera, pero en Eruptor, era como lanzar una llamarada a una vela: la potencia de su fuego era tal que Andrew sentía como si fuera el sol una mañana de verano. Con tal calor, el Skylander lanzó bolas de fuego a gran velocidad y, en poco tiempo, consiguió hacer un agujero tan grande hasta llegar al altar de piedra.
"Bien, es mi turno..." dijo Andrew antes de tocar el altar.
Como con el anterior, aquel altar brilló y lanzó un poderoso rayo de luz hacia arriba, derritiendo toda la nieve y hielo que estaba por encima de él y disparándose a la atmósfera del planeta.
"Dos menos, queda uno" dijo Andrew mientras celebraba que lo habían encontrado. Sin embargo, antes de que dijera que sería bueno salir de allí y regresar a la nave, algo en la sombra de la cueva se movió.
Y no solo uno, sino muchos. Al principio, creyeron que eran rocas, por lo que no les prestaron mucha importancia, pero ahora sí: eran los mismos gorilas que les habían atacado antes y se habían envuelto como bolas. Sus narices aún parecían congestionadas y sus caras parecían atontadas, como mareadas. Al notar a los dos intrusos, se aproximaron a él.
De inmediato, Andrew intentó atacar, pero resbaló con un pedazo de hielo en el suelo y uno de los gorilas la atrapó. Eruptor entonces le dio un golpe en la cara para que soltara a su amigo. Sin embargo, este no le soltó, sino que aguantó el golpe y le contestó con un izquierdazo.
"¡Eruptor!" exclamó Andrew.
Eruptor intentó levantarse, pero con un estornudo, su brazo quedó congelado. Después, le siguieron las piernas, brazos y el cuerpo. Al segundo siguiente, estaba totalmente congelado.
Andrew luchó para escapar del agarre del gorila y, sin tener muchas opciones, le mordió su mano, provocándole dolor y dejándole libre. Ahora, su preocupación era Eruptor: él era un monstruo de lava, pero para que no pudiera liberarse de inmediato... necesitaba algo caliente...
"¡Eso es!" exclamó el dragón al darse cuenta. De inmediato, se lanzó volando y esquivando agarres de las bestias hasta llegar al caldero de sopa de Eruptor.
A continuación, se lanzó de nuevo esquivando a los gorilas, con dirección a Eruptor. El peso del caldero hacía más difícil aquel trabajo, pero logró atravesar el ultimo tramo hasta llegar a...
"¡Aaaaaaah!" gritó, pues uno de esos gorilas mocosos se metía en el camino.
Hubo un golpe y mucha confusión, Andrew cayó sobre el suelo de la cueva, al lado del Eruptor congelado, mientras que el gorila tenía la cabeza atrapada en el caldero.
"¡Rayos!" exclamó mientras jalaba el asa para poder sacárselo de la cabeza.
Estaba terriblemente atascado, pero finalmente consiguió sacarlo con un fuerte jalón. Tanto así que el caldero salió volando y cayó sobre la prisión de hielo de Eruptor, resquebrajándola. El hombre de lava, al ver ello, usó todo el calor que pudo para escaparse y consiguió romper el hielo.
"Fiu, es la segunda vez que me convierten en paleta" bromeó este, "Gracias bro"
"No hay de qué..." respondió Andrew, mirando al gorila que los miraba mientras tenía en su cara rastros de la sopa de Eruptor, "Pero creo que debemos salir de aquí"
Sin embargo, ocurrió algo que no esperaban: la bestia relamió la sopa que aún quedaba y dio un fuerte suspiro. Entonces, Andrew notó que ya la criatura no estaba resfriada y, por un momento, parecía que quería sonreír.
"¿Soy yo, o le gusto la sopa de guisantes?" preguntó Eruptor.
"¡Eso es!" exclamó Andrew, dirigiéndose a su compañero, "¡Necesitamos un buen lote de tu especialidad!"
"¡A la orden!"
Andrew tomó a Eruptor y lo llevó a través de la horda de bestias de las nieves. Una vez conseguido, el Skylander agarró un caldero de repuesto y se puso a cocinar con fuego encendido por el joven dragón, mientras que este trataba de contener al grupo de criaturas con un muro de fuego azul. Esto duró solo por unos segundos, pues su supuesto resfriado gélido apagó las llamas. Para su suerte, ganó el tiempo suficiente para Eruptor.
"¡Bien compañero!" le advirtió Eruptor, "¡Tu ingrediente secreto!"
"¡Sí!" contestó Andrew, mientras volaba en dirección al caldero y exhalaba una buena cantidad de su fuego en éste.
Ni bien estuvo listo, Andrew levantó el caldero y, retomando el vuelo una vez más, sobrevoló al grupo de criaturas derramando un poco de aquella sopa en casa uno. Cuando acabaron y cada una de las criaturas ya no estornudaba estas empezaban a rugir... pero no de enojo, sino más bien de felicidad. Apenas lograron notar eso, varios de ellos los atraparon en un abrazo de agradecimiento.
"No hay de qué..." intentó respirar Andrew mientras le apretaban demasiado.
"No sé si esto es peor a que nos ataquen..." dijo Eruptor en la misma situación.
Para su suerte, los hombres de nieve les soltaron cuando empezó a percibirse un pequeño temblor. Al mirar al exterior, los dos compañeros se dieron cuenta de que estaban salvados, pues la nave espacial estaba fuera, listos para subirlos.
(Más tarde, ya saliendo del planeta...)
"No me lo creo" comentó Pop Fizz.
"Pues debes creerlo" se rio Eruptor, "Ya Hugo puede devolver esa hoja de recetas a la biblioteca. Ahora mi receta es perfecta"
"Lamento romper tu burbuja de sueños Eruptor..." le dijo Jet Vac, "Pero es gracias al novato que tu receta es mejor ahora. Es como tu ingrediente secreto"
"Es bueno tenerte con nosotros, Andrew..." dijo Spyro, pero se detuvo cuando se dio cuenta de algo malo, "¿Andrew? ¿Qué te pasa?"
Andrew se tocaba la cabeza mientras una pequeña descarga de rayos luminosos aparecían en su cabeza.
"¿Te duele la cabeza?" preguntó Flashwing.
"Es... ese dragón..." consiguió decir Andrew, manteniendo su compostura. En su mente, aquel dragón lunar le llamaba:
"estás siguiendo su plan... te alcanzaré en Neo-Abydos... para contarte todo... cuidado con los asteroides... y los StarGoits..."
"¡Andrew!" le despertó Flashwing, "¿Estás bien?"
El dolor había cesado, pero aún le resonaban las palabras en los oidos. Por su parte, JV estaba escaneándole con una extraña función de su arma.
"Umm..." dijo luego de analizar los datos, "Al parecer una onda de transmisiva de energía opuesta a su poder de sol a entrado en su cerebro por un corto periodo de tiempo"
"¿Eh?" preguntó Pops Fizz confundido por esa explicación.
"Que algo o alguien con su poder opuesto se ha contactado con él en su mente" explicó Sprocket.
"¡El otro dragón!" exclamó Elf, "Debió ser él"
"Sí... fue él..." contestó Andrew, pudiendo hablar nuevamente, "Me dijo que nos encontraríamos en un lugar llamado Neo-Abydos, y que tuvieramos cuidado con asteroides y StarGoits"
"Lo analizaré" indicó Silver en el sistema, "Acá está... Neo-Abydos, el tercer planeta de la lista... y qué raro... solo han activado dos faros, pero los rastros de energía se duplican... puede ser un error pero una fuerza extraña interviene en un análisis más preciso"
"Ayudaré con eso..." apoyó Sprocket en la computadora.
"¿Y qué son StarGoits?"
"Son una clase de criaturas espaciales..." continuó Silver, "Veamos, por lo que los datos sugieren, son..."
"¿Insectoides de tamaño mediano con pinzas y garras envueltos en una especie de flama tétrica verde?" inquirió Eruptor.
"Uh... excepto por la flama tétrica verde, la descripción coincide, ¿cómo lo averiguaste?"
"Porque son las que se acercan con una mirada desafiante en medio de un campo de asteroides" señaló Eruptor.
La aventura se complicaba: frente a la nave un inmenso campo de asteroides y, volando a través de este, con las pinzas listas para perforar la nave, aquellas criaturas que describió Eruptor se dirigían a toda prisa a por ellos.
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