𝟎𝟑.ㅤFRATERNIZING WITH THE ENEMY

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𝟎𝟑. ͏ ͏capítulo tres ͏ ͏── ͏ ͏primer ͏ ͏vol.
fraternizando ͏ ͏con ͏ ͏el ͏ ͏enemigo.

A PESAR DE QUE APENAS HABÍAN TRANSCURRIDO DIEZ MINUTOS DESDE SU INTENTO DE ACABARSE MUTUAMENTE, ESTA VEZ UN SILENCIO INQUIETANTE LOS HABÍA INVADIDO. Continuar con la pelea ya no servía de nada, al fin y al cabo la cápsula de escape continuaba su curso por el espacio así ellos quisieran o no.

—¿Qué has hecho, Sith?

La voz de Skywalker la había tomado por sorpresa. Ryder lo escrutó con las cejas alzadas, haciendo un esfuerzo titánico por no empuñar su sable y poner fin de una vez por todas al Jedi.

«Paciencia, mi joven aprendiz», le susurró el lejano eco de su maestro en su mente.

—¿Qué he hecho yo? —repitió ella, con una mezcla entre la incredulidad y la frustración—. Por si no te has dado cuenta, Jedi, no fui yo quien activó la cápsula. Lo habrá hecho el imbécil del General Grievous para poder escapar de tu inútil amigo.

Anakin señaló de mala gana hacia el panel y se cruzó de brazos.

—¿El panel también lo destruyó Grievous?

—Apunté a tu cabeza —se defendió Ryder, encogiéndose de hombros—. Si no te hubieras movido, el panel estaría intacto.

—Y yo estaría muerto.

—Bueno, esa era la idea.

Anakin se la quedó viendo unos segundos, como si por dentro estuviera meditando sus palabras. Por una parte, se veía tentado a continuar con el debate de quién recargaba la culpa, pues era demasiado terco como para permitir que aquella chica tuviera la última palabra; pero, por otro lado, era consciente de que lo último que necesitaban en ese momento eran más discusiones.

Finalmente, volvió la mirada hacia adelante y suspiró, enfocándose en intentar pensar en qué haría Obi-Wan si se encontrara en su lugar.

—R2 —llamó Anakin a su droide luego de unos minutos de sopesar alguna posible solución—. Conéctate a la cápsula y ve si puedes sacar algo útil.

El astromecánico respondió con un «beep» antes de obedecer y enlazarse a un panel. El silencio alrededor se hizo más profundo con cada segundo que pasaba, mientras el mencionado R2 se dedicaba a investigar los datos de la cápsula.

Por su parte, Ryder sentía como si estuviera dentro de una terrible pesadilla. No era la primera vez que se hallaba atrapada con uno de sus enemigos Jedi. De hecho, toda la situación se le hacía bastante familiar, ya que recordaba haberse encontrado en un momento muy parecido algún tiempo atrás, cuando su maestro aún vivía y la guerra entre la República y los separatistas estaba en pleno apogeo.

No obstante, jamás creyó que volvería a encontrarse en una situación como esa, donde no tuvo más opción que seguir a su maestro y colaborar con sus enemigos para sobrevivir. Ahora todo indicaba que tendría que hacerlo de nuevo; y, en esta ocasión, con el asesino de su mentor.

Pasaron unos interminables minutos hasta que el droide por fin se desconectó del panel, finalizando su escaneo.

—¿Qué encontraste, amigo?

R2 emitió una serie de pitidos desalentadores antes de proyectar una pantalla holográfica con datos dispersos y dañados.

—¿Eso qué significa? —preguntó Ryder, fijando la mirada en Anakin.

—Significa que la comunicación quedó inutilizable —respondió, examinando la pantalla con preocupación. Luego se volvió hacia la chica con un gesto de fastidio—. Al parecer alguien nos ha dejado aislados y sin posibilidad de controlar la cápsula manualmente.

Ryder cruzó los brazos y sostuvo la mirada de Anakin con una mezcla de desafío y resignación.

—Ya te dije, Skywalker, no fue mi intención dañar nada más que tu cabeza.

Anakin ignoró su respuesta y volvió a dirigirse a R2.

—¿Puedes intentar repararlo?

R2 emitió un largo pitido, indicando que los daños eran demasiado extensos para ser solucionados de forma inmediata.

—Maldición —murmuró Anakin, frustrado.

—Qué bien —ironizó Ryder, poniendo los ojos en blanco—. Tu droide también es un inútil.

R2 soltó una nueva serie de pitidos que, aunque Ryder no entendía el lenguaje droide, debían ser puros insultos. Anakin extendió un brazo en frente del astromecánico, como si intentara evitar que se lanzara sobre ella.

—No hables así de R2, ¿entendido? —advirtió el Jedi, señalándola con un dedo—. Él al menos se esfuerza, ¿qué me puedes decir de ti?

Pero antes de que la chica pudiera burlarse en su cara por defender a un estúpido droide, un fuerte temblor repentino sacudió la cápsula, arrojando a ambos contra las paredes. Ryder maldijo en voz baja mientras se agarraba al asiento.

La cápsula acababa de entrar en la atmósfera de un planeta desconocido envuelta en un brusco descenso. A pesar de los destrozos, el panel no tardó en emitir unos cuantos ruidos alarmantes que parecían indicar lo obvio: atravesaban problemas críticos.

—¡Agárrense! —exclamó Anakin entre dientes, tratando de maniobrar para enderezar la cápsula y evitar un aterrizaje catastrófico.

Aunque todos sus intentos fueron en vano, ya que la cápsula continuó cayendo en picada hasta que se estrelló contra la tierra. En medio del brusco aterrizaje, Anakin terminó cayendo encima de Ryder.

Ambos brazos de Anakin estaban extendidos a los costados de Ryder, con las manos apoyadas en el suelo. El fornido pecho del Jedi se encontraba peligrosamente cerca del suyo, lo cual provocaba que la joven pudiera sentir la agitada respiración del chico y su suave aliento chocando contra su rostro.

Los ojos color avellana de Ryder se posaron en los ojos azules de Anakin, los cuales parecían brillar bajo las luces intermitentes de la cápsula recién accidentada.

Los dos se miraron por unos segundos más, aunque claramente incómodos por la repentina cercanía. Ryder fue la primera en reaccionar, dándole un fuerte empujón que lo hizo caer de nuevo al suelo.

—Brillante —resopló Anakin en un tono sarcástico, recuperándose del breve momento de debilidad—. Eres muy brillante; empezar una pelea dentro de una cápsula de escape fue una idea espectacular.

Ryder le miró de mala gana desde su lugar en el suelo. Ya habían pasado por una conversación parecida antes de aterrizar, ¿necesitaba volver a echárselo en cara?

—A ver, Jedi —respondió, enfatizando la palabra «Jedi» con disgusto—. ¿Cómo se supone que iba a saber que Grievous activaría todas las cápsulas en ese momento? Además, no hubiera intentado nada contra ti si no hubieras asesinado a mi maestro, imbécil.

—Oh, ¿he herido tus sentimientos? —se burló Anakin—. Diría que lo siento, pero realmente estaría mintiendo.

Ryder puso los ojos en blanco y fue la primera en incorporarse de un salto, evitando responder a su comentario infantil. Anakin no tardó en imitarla, y ambos salieron de la cápsula, seguidos de R2.

El planeta al que habían caído era completamente desconocido y Ryder no estaba segura de reconocer algo de sus alrededores. Lo único que podía ver eran montañas de arena y un sol brillante e intenso que calentaba todo a su paso. Se giró hacia Anakin al oírle maldecir en voz baja.

—¿Acaso sabes dónde estamos?

—No —reconoció Anakin, echando una mirada a su alrededor. Su semblante permanecía serio y su mandíbula se apretaba, mientras él se perdía en sus pensamientos. Finalmente se volteó hacia el astromecánico—. R2, ¿puedes escanear la atmósfera?

El droide soltó un pitido afirmativo y sacó una especie de antena de la cabeza. Ryder, entretanto, decidió volver a entrar a la cápsula para buscar algún kit de primeros auxilios, ya que no sabían con exactitud lo que podrían encontrarse en aquel planeta y sería mejor estar preparados para lo que fuera.

En cuanto Ryder volvió a salir, R2 ya había terminado su escaneo y, acompañado por otros molestos pitidos, había proyectado un holograma que mostraba un mapa aproximado del planeta y algunas coordenadas.

Ryder frunció el ceño al reconocer el sitio en el que se encontraban.

—Pyrona —confirmó Anakin en voz baja—. Estupendo.

Pyrona era un nido de cazarrecompensas, contrabandistas y fugitivos. Un punto de encuentro aprovechado por diversos gremios y sindicatos criminales, cercano a Coruscant, el corazón de la República Galáctica.

Ryder había estado una o dos veces allí, cumpliendo las misiones de su maestro, por lo que sabía que no era un sitio en el que debía quedarse mucho tiempo. Era peligroso.

—Supongo que ya no tenemos más opciones que trabajar juntos si queremos salir de aquí —dijo Anakin, llamando la atención de Ryder—. Tú ya pareces saber mi nombre, así que, si no te importa que te lo pregunte, ¿cuál es el tuyo?

—Me llamo Ryder —respondió ella, esbozando una pequeña sonrisa sarcástica—. Aunque no creo que vivas lo suficiente para recordarlo.

—Bien, ahora que ya establecimos nuestros nombres —prosiguió Anakin, ignorando su evidente amenaza—, ¿qué te parece si hacemos un trato? Yo no te mato a ti, y tú no me estrangulas a mí. ¿Qué opinas?

Ryder lo miró con una ceja levantada, sopesando sus palabras. Era consciente de la lógica del trato que Skywalker le estaba proponiendo, más sabiendo que se encontraban en un planeta tan peligroso como Pyrona en el que ambos podrían ser blancos tentadores para los mercenarios. Pero, a su vez, sentía que le pedía un disparate. No solo estaban en bandos enemigos, sino que Anakin había asesinado al hombre que la había terminado de criar como si fuera su padre.

—No puedo prometerlo —admitió, encogiéndose de hombros—. Estamos aquí por tu culpa, después de todo.

—¿Mi culpa? —repitió él, incrédulo—. Pero, ¿no crees que sería más inteligente trabajar juntos para sobrevivir en lugar de luchar el uno contra el otro?

—Tú eres un Jedi y yo una Sith —dijo Ryder, cruzándose de brazos—. Nunca podríamos trabajar juntos. Sobre todo después de que asesinaras a mi maestro.

Anakin suspiró antes de poner los ojos en blanco y volver a mirarla con cansancio.

—Por milésima vez, Ryder, yo no asesiné a tu maestro.

—¿Así que me estás diciendo que la cabeza de mi maestro simplemente se interpuso en el camino de tu sable de luz? —preguntó con sarcasmo—. No soy imbécil, Skywalker. Te vi matarlo, y no fue un accidente.

Fue entonces que Anakin comprendió que Ryder era la otra aprendiz de Dooku, el reemplazo de Asajj Ventress, y de pronto sintió cómo si la unión entre lo que quedaba de su brazo real y el mecánico se tensara ante la revelación. Sin embargo, no permitió que la chica notase su sorpresa y recuperó rápidamente la compostura.

—De acuerdo, déjame explicártelo para que incluso tú puedas entenderlo. En una pelea, el oponente tiende a tomar represalias y atacarte. ¿Es lo bastante fácil de entender para ti, Ryder? —Anakin suspiró, ligeramente molesto, y la miró durante unos segundos antes de agregar—: ¿Qué dices, Masterless? Ahora tenemos que trabajar juntos. ¿Crees que puedas cooperar o vamos a tener que liquidarnos?

Ryder realmente quería golpearlo. Quería darle un puñetazo en la cara y borrar su patética sonrisa. Por eso tuvo que recordarse que, por desgracia para ella, él tenía razón y que, estando solos en un planeta repleto de cazarrecompensas y otros tipos de criminales, debían trabajar juntos.

—Bien —suspiró Ryder—. Supongo que no tengo elección.

Anakin enarcó una ceja en su dirección, la sonrisa altanera todavía presente en sus labios.

—No ha sido tan difícil, ¿verdad?

—No tientes a la suerte, Skywalker —advirtió Ryder—. Tal vez no pueda matarte por el bien de los dos y para salir de aquí, pero eso no impide que te golpee.

—Adelante, Ryder —la provocó él—. Golpéame. Te apuesto lo que quieras a que apenas lograrías hacerme estremecer.

Ryder le observó durante unos segundos, mientras él se limitaba a sonreír. Y entonces, antes de que Anakin pudiera detectar sus movimientos, Ryder se abalanzó sobre él y le dio un puñetazo en la cara, provocando que cayera de culo. 

—¿Qué estabas diciendo? —preguntó, esbozando una sonrisa socarrona. 

Anakin la miró con el ceño fruncido, mientras se frotaba ligeramente la mandíbula que ardía tras el puñetazo.

—No ha estado mal. 

Ryder lo miró con arrogancia. 

—Bueno, si ya terminaste con tus jueguitos, tal vez sea hora de ir a buscar una forma de salir de aquí. 

—Bien, pero la próxima vez —repuso con una sonrisa satisfecha—, puedes apostar a que te noqueo en diez segundos.

La castaña levantó una ceja, a la vez que una mueca divertida comenzaba a formarse en sus labios. Empezaba a cuestionar cómo era que ese tipo había obtenido tanta fama en la galaxia, siendo que era un completo idiota.

—Lo que tú digas —respondió ella, sarcásticamente. Sin aguardar siquiera que se levantara, Ryder comenzó a caminar con la vista fija al frente—. Ahora date prisa, Jedi. Y será mejor que le digas a tu droide que también se apresure, o los dejaré a ambos atrás.

Anakin se puso de pie con cierto fastidio y echó un vistazo hacia R2, quien soltó unos cuantos pitidos furiosos.

—Sí, lo sé, lo sé —susurró Anakin—. Yo también quisiera hacerlo, amigo, pero ahora no tenemos más opción. —Hizo una pausa para soltar un breve suspiro y agregó—: Mejor ya vámonos antes de que se ponga como una fiera de nuevo.

Y ambos la siguieron, a pesar de que Anakin estaba de acuerdo con R2 en que todo sería más sencillo si la perdían por el camino. En el fondo, él sabía que era mejor tener una aliada si quería salir de allí pronto. Luego podrían volver a ser los enemigos de antes.

¡Buenas! Reaparezco de entre los muertos con una nueva actualización 👻👻

La verdad es que los últimos meses estuve medio desaparecida de prácticamente todas las redes, además de estar atravesando problemas personales, me vi atrapada en un terrible bloqueo escritor sumado al síndrome del impostor. No importa lo que escriba, todo me parece un asco jsjsjs. Ni hablar del flop constante en el que está la app. Pero buenooooo, de a poco intento salir adelante

No tengo mucho para decir la verdad, tengo el capítulo 4 en proceso pero no estoy segura de cuándo lo voy a poder publicar porque, pese a tener la historia planificada, me cuesta sentarme a escribir. Así que nada, las actualizaciones de momento se van a mantener lentas

En fin, espero que les haya gustado el capítulo, estaré leyendo sus comentarios <3

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