Capítulo 17. Jack
Tras haber finalizado el registro con el secretario del hotel, consigo las llaves de mi habitación, a la que voy con un paso acelerado. Tengo que encontrarme con el otro ángel que está aquí abajo y contactar con el cielo lo antes posible. Las palabras todavía suenan raras, pero me alegra poder volver a estar en la Tierra. Lo que más me ronda en la cabeza ahora mismo es mi familia, pero sé que no puedo ir a verlos. ¿Qué les iba a decir? ¿"Hola, soy tu hijo, el que se murió hace años"? Trato de eliminar esas tonterías de mis pensamientos, centrándome en encontrar mi habitación. Todavía me siento algo extraño, quizás sea por el alma a la que me han juntado o lo que sea que hayan hecho, pero es algo incómodo. Es una especie de dolor en entre el pecho y el estómago, aunque es tan leve que es más una molestia.
—Apresúrate, tenemos que contactar con Ivan —dice una voz que no conozco desde una habitación que tiene la puerta abierta.
¿Cómo ha podido saber que me encontraba aquí? Ni siquiera se ha asomado por la puerta. Cuando entro, identificando el número de la habitación con el mío, veo a un hombre echado sobre la cama. Debe rondar los treinta años y está pendiente de un pequeño aparato que sujeta entre sus manos.
—Hola —saludo, algo tímido—. Soy Jack.
—Lo sé, te estaba esperando —comenta con una sonrisa un tanto irónica—. Soy Mike. Pongámonos manos a la obra. —Se levanta de la cama mientras cierro la puerta y me enseña el aparato que había estado sujetando en sus manos—. Esto es un teléfono móvil, con él puedes llamar a otras personas desde cualquier parte e incluso mandar SMS, es decir, mensajes de texto. Para utilizarlo necesitas algo de dinero, pues las llamadas cuestan una cantidad, dependiendo de la longitud, y los mensajes también.
—¿En serio? ¿Puedo contactar con alguien desde cualquier lugar?
Tomo el aparato entre mis manos, es pequeño y gordo, y tiene diez botones con los números, del cero al nueve. En cada botón aparecen entre tres y cuatro letras, aunque no entiendo muy bien para qué. ¿Para mandar un SMS como decía Mike? Probablemente, aunque no sé cómo se supone que se utiliza. Luego, tiene dos botones bajo la pequeña pantalla, uno rojo y otro verde. No sé para qué sirven, al igual que el resto que hay.
—Para encenderlo le tienes que dar a este botón, y te saldrá un menú. Aquí, lo único que vas a utilizar son estos tres apartados —dice, señalando los tres primeros—. Llamar, mandar mensaje y contactos. Para llamar entras ahí y marcas el número. Si no te lo sabes, pero lo tienes, vas a contactos, navegando con esta tecla —Le da a la tecla del ocho, que también tiene una flecha hacia abajo— y desde ahí buscas el que quieres y le das al verde para llamarlo. Si alguien te llama y quieres coger, le das al verde. Si no quieres coger, le das al rojo. Para mandar un mensaje es casi que lo mismo. Para escribir tienes que darle a la tecla que tiene la letra que quieres y tienes que presionar varias veces, dependiendo de la posición de la letra. Por ejemplo, si quieres poner la letra be le tienes que dar dos veces rápido al uno. ¿Entiendes?
—Creo que sí. Iré experimentado, si no —respondo, mirando maravillado el teléfono.
—Lo único, no puedes contactar al cielo con ello. Te explicaría cómo funcionan, pero es demasiado complicado. En resumen, allí no existen los teléfonos, por lo que no puedes llamar a nadie. Además de que se encuentran en otro mundo. Ahora, vamos a contactar con ellos y entonces te enseñaré más cosas.
Asiento, guardándome mi nuevo teléfono en el bolsillo. Me encanta que sea tan pequeño y lo pueda llevar en cualquier lado sin preocuparme. Recuerdo que debemos hablar con Ivan para avisarle de que he llegado aquí sano y salvo, y a partir de eso podré ponerme manos a la obra. Quiero poder terminar lo antes posible con esto.
Mike se quita el colgante que lleva, el cual es bastante parecido al que yo tengo, pues es también un amuleto para canalizar la energía que necesitamos para utilizar nuestros poderes. Recita unas palabras que recuerdo haber dado en algún momento de mi entrenamiento, aunque nunca supe que utilidad tenían hasta ahora. La piedra que cuelga de la cadena plateada comienza a brillar con mucha intensidad, y cuando ya comienza a despejarse puedo ver el rostro de Ivan y de Matt.
—Al habla Mike. Informamos que la llegada de Jack ha sido exitosa. Ahora procederemos a aprender la información básica sobre la Tierra y sobre la misión a realizar.
—Me alegro de que hayas llegado bien —comenta Matt, con una sonrisa, a lo cual sonrío de vuelta.
—Después de aprender todo eso, Jack, deberás comenzar con la misión. Mike ha hecho todo lo posible para conseguir que parezca que eres un investigador de otro precinto policial, que ha venido para resolver los asesinatos que están teniendo. Por lo que tendrás acceso fácil a la información clasificada, pero aún así deberás andar con cuidado.
—¿Lo dices por aquello que me dijiste antes?—pregunto, recordando que me dijo algo acerca de seres sobrenaturales que no se trataban de los ángeles exiliados.
—Sí. Por cierto, ¿qué tal te encuentras? Algunos ángeles tienen algunos... Efectos secundarios, por así decirlo, debido al alma que se introduce en su cuerpo. —Cambia de tema, pero no me importa pues recuerdo los dolores que estaba teniendo hace un rato.
—Bueno, no sé. Me encontraba un poco mal antes. Ahora no tanto, pero me están dando unos dolores extraños en el área del estómago. Supongo que tendrá algo que ver con lo que dices.
—Así es. Las almas que os introducimos son algo especiales, por lo que tienden a resistirse cuando las cambiamos de cuerpo.
—¿Especiales? ¿A qué te refieres con eso? —cuestiono, imaginándome lo peor.
—Son almas sobrenaturales que todavía no se han desarrollado. Son difíciles de encontrar, pero hay suficientes como para poder mandar a algunos de vosotros a la Tierra. Últimamente está creciendo el número de este tipo de almas, y los ángeles exiliados también se dieron cuenta de ello. Como ya sabrás, Jack, los exiliados no pueden vivir permanentemente en la Tierra a no ser que consigan un alma de estas y, además, el alma humana de la persona que la lleva. Hacen lo posible por conseguirlas, es por eso que tanto te digo que vayas con cuidado. Pueden sacar el alma sobrenatural que tienes y si eso ocurriese...—Su mirada se vuelve sombría.
—No le asustes —interviene Matt—. No te va a pasar nada, Jack. Estaremos vigilando desde aquí y te avisaremos si ocurre algo o si percibimos algo sospechoso.
—Pero—comienzo, ignorando a Matt—, ¿por qué son almas que no se han desarrollado todavía?
—Cuando un ser sobrenatural tiene un hijo con humano, el bebé que nace contiene dos almas: una humana y una sobrenatural —explica Ivan—. Sin embargo, la sobrenatural no es lo suficientemente fuerte como para desarrollarse y que el humano se pueda convertir del todo, al menos durante un tiempo. Los seres sobrenaturales pueden detectar cuándo alguien tiene este tipo de alma en su interior, por lo que esperan a que se desarrolle para unirlos a sus grupos. Pero, como te decía, los exiliados han estado robando estas almas durante los últimos años, así que han estado forzando a las personas que las llevan a convertirse antes de tiempo para que no mueran a manos de estos "ángeles". Nosotros podemos coger las almas de los seres ya convertidos, pero los exiliados no son capaces porque no tienen los recursos para hacerlo. Pero no solemos tomarlas, ya que sería muy obvio para ellos. Coger un alma no desarrollada no lo es tanto porque no los tienen vigilados todo el tiempo.
—Estoy tan confuso —contesto—. No entiendo nada... ¿Por qué no me dijiste esto antes? ¿Eso significa que llevo un alma sobrenatural dentro mía? —Hago una mueca de disgusto—. ¿De qué tipo de ser es?
—De vampiro, en este caso. Hay de todo tipo, pero buscamos la que iba a ser más compatible contigo.
—¿Cómo sabéis cuál es la más compatible?
—Depende del ángel. Si solías ser un humano normal y corriente, casi cualquier alma funciona. Si eras un ser sobrenatural, entonces tenemos que buscar una que sea de tu misma especie. Por eso, te hemos buscado un vampiro —responde y de repente todo comienza a dar vueltas.
—¿Quieres decir que...? ¿Yo era uno de ellos? —Miro a Matt, el cual está observando sus manos para no tener que mirarme a la cara; eso solo me dice que él lo supo todo este tiempo.
—Quizás dije más de lo que debería —contesta Ivan simplemente, mirando a Matt.
—Jack... Siento no habertelo dicho antes, pero pensé que no serviría de nada porque ya estabas aquí en el cielo. Y, sé que esto no es excusa, pero tenemos prohibido hablar de los seres sobrenaturales a personas que no deben saber sobre ellos.
—Pero... ¿cómo? —pregunto, todavía sin poder creerme lo que está ocurriendo.
—Ahora no es el momento de hablar sobre ello. Debes continuar tu misión. Esperamos volver a oír de ti pronto.
Antes de que pueda decir nada, el amuleto se apaga, volviendo a ese color morado oscuro que solía tener. Me quedo mirándolo, como si estuviese esperando a que apareciesen de nuevo, pero nada ocurre. Cómo voy a poder hacer mi misión si lo único que va a estar rondando por mi cabeza es que uno de mis padres era sobrenatural.
—Lamento esto, pero tenemos que ponernos manos a la obra, Jack. No hay tiempo para este tipo de cosas. Yo tengo que ocuparme de mi misión y tu de la tuya, de lo contrario, mucha más gente va a morir y eso es lo contrario de lo que queremos.
—Sí, lo siento —disculpo, aunque no sé ni siquiera por qué.
Mike me enseña diversas cosas sobre la Tierra, cosas que había olvidado y otras que antes no existían. Me trajo un coche que ya sabía utilizar debido a que también existen en nuestro mundo, y algunas cosas más, como dinero y ropa. Había algo de comida en la mini-nevera del hotel, aunque no vaya a consumir mucha, debido a que realmente no necesitamos comer. Él se va poco después de terminar de explicarme qué debo y no debo hacer en este lugar, dejándome solo con mis pensamientos.
Estoy exhausto, dolorido y confuso, pero sé que no puedo permitirme ningún momento de descanso. No estoy de vacaciones, he venido para realizar una tarea y sé que eso es lo que se espera que haga, por muchos problemas personales que esté teniendo. Sin embargo, lo primero que quiero hacer antes de empezar con mi misión es llamar a Denisse. El hotel es el sitio con mayor concentración mágica, gracias a los Gobernadores, pero, aún así, no es mucha. Por lo que tengo que tener algo de cuidado y no gastar más mágia de la que debería.
—¿Qué es esto? ¿Jack? —oigo su voz tras hacer lo mismo que Mike me enseñó, y algo se me revuelve en el estómago.
—Soy yo —digo, mientras espero a que la luz del alumeto desaparezca para poder ver su cara.
—¡Jack!—repite, esta vez con más emoción—. ¿Qué tal todo ahí abajo?
—Bueno... —No puedo evitar pensar en la conversación que apenas tuve con Matt e Ivan—. No he hecho gran cosa todavía. Otro ángel que está aquí me enseñó algunas cosas, pero aún no tuve tiempo de empezar a investigar.—No miento, pero tampoco lo estoy contando toda la verdad.
—Oh, pensé que igual ya habrías averiguado algo sobre lo ocurrido con tu padre —dice, algo nerviosa, pues sabe que no me gusta hablar mucho sobre él.
—Todavía no. Pero lo haré. —La miro, y una oleada de nostalgia se apodera de mí—. Te echo de menos.
—Yo a ti, también. Espero que puedas volver pronto.—Me mira con una sonrisa tierna, pero en sus ojos puedo ver la tristeza que siente.
—Lo sé. Haré todo lo posible por volver cuanto antes. Solo quería oír tu voz, no sé cuándo podré volver a contactarte —confieso—. Intentaré hacerlo lo máximo posible, pero mi magia tarda un rato en renovarse, incluso con el amuleto y este lugar. Así que tendré que ahorrarla.
—Lo entiendo. No te preocupes. Veré si puedo colarme en las llamadas que hagas a Matt.
—Bueno, en realidad... —digo, recordando que ella no sabe nada sobre los Gobernadores—. No es solo a Matt a quien llamo. Es también a un Gobernador.
—Oh, vaya... Pero, de todas formas, tenemos una buena relación con Matt. Seguro que consigo algo—sonríe.
—Gracias. Espero verte pronto, por ahora debo irme. Tengo que comenzar a investigar.
Tras despedirnos, saco el teléfono móvil que me dio Mike hace un rato para contactar con el jefe de policía. Me dijo más o menos lo que debía hacer para empezar la investigación y una de esas cosas era llamar a la comisaría para avisar de que iba a estar al tanto de los nuevos casos.
Él ya sabe quién soy, más o menos, pues ya se encargaron de ello antes de mi llegada. Eso solo hace las cosas más fáciles. Tras una conversación corta, quedamos en que me pasaré a verle para que me pase una copia de todos los informes y para darme un tour por las diversas escenas del crímen. Sin querer perder ni un segundo más, tomo el coche y me dirijo a la estación de policía para encontrarme con Luke Pierce, el general a cargo de la investigación con el que he estado hablando.
—Un placer conocerle, señor Wilson —saluda el general Pierce, refiriéndose a mí con el apellido que utilizo en la Tierra.
—Igualmente. Puede llamarme Jack —respondo, formalmente, dándole la mano.
—Por supuesto. No quiero entretenerte mucho, Jack —Sale de detrás de su mesa, recogiendo una gran pila de informes guardados ordenadamente en diferentes carpetas de manila— así que mejor que vayamos directos al grano. Estos son todos los informes sobre los diferentes asesinatos. Aquí vas a encontrar toda la información que recopilamos sobre las personas fallecidas. También hay un caso de una superviviente, que está entre estos también.
—Muchas gracias —digo, tomando los informes—. Será mejor que los dejé en el coche para no olvidarlos después.
—Claro. En cuanto los dejes, te llevo a la primera escena del crímen. Mientras tanto voy a hacer una cosa, te veo en el aparcamiento.
Mientras espero a Luke, hojeo uno de los informes: el de mi padre. Hay muchos detalles sobre su vida y, también, su muerte. Pero, lo que más me duele, es que también hay información sobre mí y mi fallecimiento. Suena muy extraño decirlo, nunca se me habría ocurrido que la policía estuviese investigando mi caso, pero es lógico que lo hiciesen. La curiosidad se apodera de mí, como de costumbre, haciendo que quiera saber más sobre mi propio caso. Quiero saber si en algún momento acusaron a alguien, si econtraron evidencia o algo por el estilo, pero al mismo tiempo sé que debo centrarme. Pienso en ello durante el recorrido en coche, mientras que Luke me cuenta algunas cosas que apenas escucho, pero esos pensamientos se desvanecen cuando me bajo del coche.
Por algún casual, puedo olerlo en el aire. La muerte, la sangre, la vida de mi padre. Es como si se hubiesen impregnado en los ladrillos y el asfalto de la calle, como si quisieran contar una historia. Y, entonces, unas pocas imágenes de aquella noche vienen a mi mente. Es momentos antes de mi muerte, solo que esta vez lo veo a cámara lenta.
Es un monstruo, pienso. Es el único pensamiento que tuve al verle aquella noche.
Pero en este recuerdo, sus ojos brillan con una inusual intensidad, con un tinte rojizo que no parece ser el reflejo de una luz. Son sus propios ojos. Siempre tuve razón. Él era un monstruo.
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