Capítulo 12

— ¿Cuánto llevamos caminando ya? — cuestionó Amaris, con evidente cansancio en su voz.

— Unos... tres días y medio; la verdad es que ya perdí la cuenta. — le respondió Armin.

— Ya no aguanto; éste laberinto es una tortura. — se quejó Danna.

— Eren casi muere en la trampa de tiburones. — agregó Mikasa.

— Estoy bien; sólo perdí un brazo pero ya volvió a crecer. — dijo a la vez que sacudía su mano izquierda.

— ¿Puedo usar a Eren como escudo? — preguntó la mayor.

— No. — le contestó Mikasa.

— Vamos, él puede regenerarse y yo no; es algo injusto que los humanos no tengamos habilidades especiales para defendernos.

— ¿Seguro que vamos por el camino correcto, Armin? — le preguntó Amaris.

— Sí.... tal vez, ahg ¡no lo sé!

— ¿Nos perdiste? — preguntó ahora Eren.

— No, no. Miren, creo que es por aquí... ¿o ya pasamos por ese camino? No, mejor por ahí. — algo dudosos, el resto del grupo siguió a Armin. Estuvieron caminando durante un rato viendo como el pobre rubio estaba perdiendo la cabeza tratando de hallar el camino; después de un rato llegaron a un punto sin salida, pero la peor parte es que era un punto sin salida por el cual ya habían pasado. — ¡Demonios! Podía jurar que era por aquí...

— Hemos estado dando vueltas en círculos... — dijo Eren.

— Creo que nos vendría bien un descanso, en especial a ti Armin. — sugirió la pelirroja poniendo una mano en su hombro.

— Jamás avanzaremos si seguimos así. — dijo el rubio.

— Es menos probable que avancemos si estamos tan cansados; dale un respiro a tu mente, estás muy estresado como para pensar bien. — Armin suspiró; aunque le costara admitirlo ella tenía razón. Habían estado caminando tres días con sólo pequeños descansos para comer y el hecho de no encontrar la salida aún lo tenía bastante estresado.

— Está bien.... creo que un pequeño descanso no nos vendría mal. — respondió por fin, a lo que la pelirroja le sonrió.

Eren se dejó caer en el suelo mientras Mikasa se sentaba junto a él; Danna, por otra parte, se mantuvo a una distancia prudente del resto de personas; estaba tan exhausta que no tardó mucho en dormirse.

Mientras tanto, Armin y Amaris se sentaron lado a lado apoyados en una de las paredes de arbusto que, a pesar de no ser muy cómodas, eran todo lo que tenían por el momento. El rubio pasó una de sus manos por su cabello, aún sin poder dejar tranquila a su agitada mente que, al  contrario que él, parecía no querer descansar.

Estaba anocheciendo; las altas paredes no los dejaban ver bien la posición del sol, pero el color anaranjado que podía distinguirse en el amplio cielo les indicaba que pronto anochecería.

Los dragones yacían dormidos sobre el fino césped que cubría todo el laberinto, y el sueño comenzaba a hacerse presente en todos menos Armin y Amaris; tal vez era porque estaba preocupada, pero la ojigris no podía dormir tranquila sabiendo que su amigo estaba tan agotado mentalmente. Lo conocía lo suficiente como para conocer sus límites, y estaba segura de que los había sobrepasado hace mucho; probablemente sólo trataba de esforzarse de más y era demasiado exigente consigo mismo.

Amaris sabía como era eso; aunque lo de ellos se dio en circunstancias distintas, Amaris solía exigirse mucho a ella misma, a tal punto en que hacía cosas que ella misma sabía que no podía hacer. ¿Y con qué propósito? Complacer a alguien a quien no le importaba.

La noche cayó rápidamente, claro, al estar en casi invierno parecía anochecer más pronto. La luz de las incontables estrellas era la única luz que tenían en ese momento, y mientras todos los demás ya se habían dormido, Amaris decidió hacer algo para subirle el ánimo a Armin.

Después de todo, era muy probable que no tendría otra oportunidad para hablarle de ese tema en particular mientras su hermana estuviera despierta.

— Armin. — lo llamó; él la volteó a ver aún con la mirada perdida. — ¿Quieres que te cuente algo sobre mí? — le propuso. Ella sabía lo mucho que Armin deseaba conocerla, así que aprovechó eso a su favor; además de que se sentía lista para contárselo, por supuesto.

— ¿Algo como qué? — y para su sorpresa, no lucía bastante interesado.

— Es... — desvió la mirada hacia donde estaba su hermana mayor, asegurándose de que siguiera dormida. Armin se extrañó un poco al notar ésto, pero hizo como si no hubiera visto nada. — es sobre mi mamá. — el contrario abrió mucho los ojos de repente.

— ¿Qué tiene tu mamá? — preguntó con algo de temor; temor a lo que Amaris le iba a decir a continuación, ya que jamás le había dicho nada sobre su madre.

— Ella fue- es muy mala con nosotros, — se corrigió sobre la marcha, dando a entender que su madre jamás cambió. — con todos nosotros. — aclaró ahora haciendo referencia a sus otros hermanos.

— ¿Mala en qué sentido? — cuestionó.

— En todos, supongo; o tal vez sólo estoy exagerando pero.... el caso es que no es una buena madre. Ella nos hizo cosas horribles a mí y a mis hermanos, y lo peor es que nunca pareció arrepentirse de sus acciones.

— ¿Qué pasó con ella?

— No lo sé, tampoco quiero saber... al menos Danna piensa que no debería preocuparme por eso. Aún así yo también cometí muchos errores; quería complacer a mi mamá en todo lo que me pidiera, y créeme cuando digo que nos pedía muchas cosas.

— ¿Qué clase de cosas?

— Tareas del hogar; nada demasiado malo, creo. Los seis vivíamos en una pequeña casa al sur de Rose, teníamos una pequeña granja y nos dedicábamos a criar animales y esas cosas. El problema es que mamá nunca quería hacer nada en casa; ella nos dejaba todas las tareas a nosotros mientras ella se la pasaba durmiendo todo el día. En ese entonces, cuando tenía como 8 años, yo me encargaba de los cultivos; los plantaba, los cuidaba, los veía crecer y finalmente los cosechaba; todo yo sola. Quería hacer feliz a mamá y eso hizo que no me diera cuenta de lo horrible que era, y fue entonces cuando empezaron a suceder cosas...

— ¿Cosas?

— Terminé por separarme de mis hermanos uno a uno; no tenía idea de lo que pasaba y antes de me diera cuenta fue mi turno.

— No entiendo nada; — le expresó Armin. — ¿sucedieron cosas? ¿Te separaste de tus hermanos? ¿Fue tu turno? ¿Turno de qué?

— Ella me vendió.

✨ Cuando me di cuenta llegué a las mil palabras jsahajsja, dejaremos lo que sigue para el siguiente capítulo.

Cuídense y tomen mucha agua.

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