- Prólogo -
La niña corre por la verde colina mientras la brisa juega con su larga cabellera castaña. Con una mano toma su sombrero color crema para evitar que el viento se lleve de este, su blanco vestido ondea al ritmo del viento, ha llegado a lo más alto de la cumbre que corría, queda anonada de la majestuosa vista que tiene desde ese punto.
— Gané — dice dulcemente festejando con pequeños aplausos.
Sus mejillas teñidas de carmesí delatan la agitación por la reciente carrera a la cima que había tenido con su mejor amigo, quien no tarda mucho en posicionarse junto a ella, le quita su sombrero revolviendo su cabellera con cariño mientras ríe.
— Oye — se queja la niña cruzándose de brazos.
El chico la mira con detenimiento a su mejor y única amiga, una sonrisa nostálgica aparece en sus labios, la va a extrañar, más de lo que podría imaginar.
El crepúsculo entonces aparece, ha llegado justo a tiempo para contemplarlo, los colores tan vivos, haciéndolos entrar en una indescriptible paz, quizás sea este el último que vean juntos. El color rojo mezclándose con el anaranjado y el vivo amarillo, un espectáculo realmente bello. Los chicos se mantienen en silencio observando aquel ocaso tan único, escuchando del canto del viento al pasar entre las hojas de los árboles, el cantar de las aves silvestres y todo eso en compañía de su dulce amiga, es simplemente perfecto.
— Elliot — lo llama en un susurro, el chico enfoca sus negras canicas en ella, con una mirada llena de tristeza mezclada con una ternura — ¿Cuál es la sorpresa?
El joven suelta un pesado y largo suspiro, volviendo a enfocarse en observar el cielo, el atardecer esta llegando a su fin. El rosa comienza a mezclarse con el resto de los colores.
— ¿Es bonita la sorpresa? — vuelve a cuestionar la niña con sus ojos muy abiertos algo impaciente. El chico suelta una pequeña risa nerviosa revolviendo su pelo con la mirada en el verde pasto.
— Cumplí quince años...
— Eso ya lo sé, te cociné un pequeño pastel y lo comimos en la casa del árbol — interrumpió ella desviando la mirada al horizonte.
Se quedan en silencio.
— Me uniré a la Legión de Reconocimiento — rompió el silencio, la chica abrió los ojos de par en par ¿acaso había oído mal?
— Tu... Tu... ¿Me dejarás? — salió con un hilo de voz, las lágrimas comenzaba acumularse en los ojos de la chica.
El joven abre sus ojos a manera de sorpresa, acaricia su mejilla con una pequeña sonrisa intentando por calmarla, no quería verla llorar.
— Akane — la llama limpiando con su pulgar las lágrimas que han abandonado sus ojos — Acabaré con todos los titanes por ti, para que juntos veamos el más hermoso ocaso sobre el mar.
— ¿Lo prometes? — dijo ella con un pequeño brillo en sus ojos, uno de esperanza, el chico sonrió confiado. El rostro de ella se iluminó por su sonrisa, una tierna sonrisa.
Las estrellas comienzan asomarse, mostrando de un manto nocturno igual de bello que el ocaso.
— Akane, escucha, no importa donde esté mientras podamos compartir el mismo cielo, ver las mismas estrellas, tener la misma luz de luna, ver los vivos colores del ocaso, quiere decir que no estamos tan lejos. Recuérdalo.
Dos años han pasado desde que el joven se fue, ella se había vuelto más linda, sus rasgos comenzaban a tomar forma, tenía ahora catorce años; sin falta, subía a lo más alto de la cumbre apreciando el espectacular ocaso. Recordando cada palabra de esa noche en la que él partió. Se sienta apreciando los vivos colores que decoran el cielo, toma el pequeño reloj plateado que el joven le había dejado como señal de que volvería con ella, la muestra de su promesa.
— Mañana es — pronunció llevándose el reloj a su pecho con una pequeña y tímida sonrisa. En su último carta había dicho que se había graduado quedando entre los diez primeros lugares, el puesto número noveno y que el día mañana participaría en su primera expedición fuera de los muros.
La castaña no podía evitar sentirse feliz por su amigo, su único y más preciado amigo. Había cumplido ya uno de sus metas, el unirse a la Legión. Ahora iba por su segunda meta, el salir de los muros, salir de esa enorme jaula.
Las horas pasaron más rápido de lo que pensó, las campanas suenan y la gente del pueblo corren alrededor de estos despidiéndose de quienes saldrán. La joven camina apresurada buscando un lugar donde pueda ver, debido a su baja estatura todo mundo le impide la vista. Comienzan los murmuros entre la multitud. "Es él, la esperanza de la humanidad" "El hombre más fuerte de la humanidad"
La joven sube sobre un montón de paja, teniendo una buena vista, comienza la búsqueda de el chico de negras orbes. Miles de rostros pasan delante de ella sin dar con su amigo, es entonces que sus ojos dan con los del tan aclamado capitán Levi, un escalofrío recorrió su cuerpo por la frialdad de aquellos orbes, lo reconocía. Elliot le había hablado brevemente de él en uno de sus muchas cartas. Expresando que él lo superaría, sería mucho más fuerte que el capitán y así ver el soñado mar juntos. La chica siguió recorriendo los rostros de cada soldado hasta que dio finalmente con él.
Ambos se sonrieron compartiendo de un pequeño momento.
La puerta se abre y ellos parten galopando, dejando así atrás los muros que los contienen.
Pronto pasó un año desde esa primera despedida donde imploraba a Dios por su regreso; en cada expedición ella sin falta lo veía partir, y siempre lo esperaba ansiosa hasta su regreso. Cada carta la guardaba en un pequeño baúl, atesorando como su única conexión aún con él, que cada que sola se sentía, las leía una y otra vez, ahí él le contaba todo lo vivido en cada uno de sus expediciones, dándole hasta el más mínimo detalle. Fueron cuatro las expediciones en las que había vuelto con vida, sólo cuatro, en la número quinta el chico había fallecido, pudo verlo partir con esa sonrisa tan única en su en su rostro como solía hacer, pero no pudo recibirlo de igual manera.
Elliot estaba muerto.
La única persona que más apreciaba se había ido.
Nuevamente había quedado sola en este cruel mundo.
No tenía una madre en la cuál refugiarse, no sabía ni quien era su padre, no lo existía y Elliot su único y mejor amigo había partido, no había nadie más, estaba sola.
Nota de la escritora en el 2021 (6 años después de haber publicado esta cosa):
Pues primero que nada quiero que sepan que me da muchísimo cringe este fanfic xd
No me gusta en lo absoluto, y simplemente sigue existiendo por qué al parecer muchos lectores le tienen cariño y según están "interesante"
En fin, aborrezco a los personajes, la historia y todo, igual no interrumpo su lectura, sigan con lo suyo ^^
Disfruten el fanfic (?
Nota 2 de la autora: estoy editando el fanfic para que no de te tanto cringe
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