IX
¿Sonreír?
Era algo hueco, algo vacío, sonreír en este mundo tan cruel, no tenía sentido. Los momentos felices duraban poco, siempre terminando en tragedias, en este mismo momento ya no le temía a la muerte, sino a la felicidad, una felicidad que siempre ha terminado en tragedias. Una felicidad vacía, en este mundo no se puede ser feliz. Ahora lo entiendo, mi madre lo sabía, al igual que el hombre que sea mi padre, ellos sabían que no se podía ser feliz en este mundo, ellos sólo buscaban placer momentáneo para no sufrir.
Y yo, en busca de mi felicidad siempre eh sufrido, pero claro que lo sabía, Elliot siempre lo dijo, la felicidad y la tristeza van de la mano, no puedo existir una sin la otra, sin embargo él siempre fue optimista, positivo, el murió creyendo que en su otra vida sería feliz, que tendría toda la felicidad que en este mundo cruel y despiadado no pudo tener, pero... No hay nadie quién asegure la existencia de la otra vida.
Si es que existe, es reconfortante pensar que él y el viejo están reunidos viendo el ocaso más bello sobre el mar, esa idea me trae paz. Pero yo, aún estoy viva en este mundo, aunque quiera morir, no puedo hacerlo, me he resignado a hacerlo infinidad de veces, pero siempre hay una mano que me saca de ese abismo, como si aún no fuera mi momento. Estoy condenado a vivir viendo morir a mis compañeros y aldeanos sin ser capaz de hacer algo por ellos.
Imágenes de las víctimas de los titanes pasan por mi cabeza, no importa que tan similares sean, nunca podré acostumbrarme a ellas. ¿Cuántas muertes habré presenciado ya? Jamás terminaría de contarlas, todas fueron siendo aperitivos de esos monstruos, todas teniendo eso en común, aún así cada muerte me causa una horrible sensación, quedando petrificada viéndolos morir.
Elliot murió salvando a uno de sus compañeros de la Legión, tomando su lugar en la muerte. Fue cortes hasta el final, el cedió su boleto de vida a su compañero, que meses más tarde murió siendo pisado por un titán clase cinco. Lo único que me quedo de él aparte de los hermosos recuerdos compartidos, quedó su mano derecha. La mano de la promesa.
Una promesa en el aire.
Una promesa más de las que jamás llegarán a cumplirse por el simple hecho que uno ha partido antes de lo que se creía al prometer cierta cosa. Odio las promesas por el simple hecho de que en este mundo lo único que tenemos asegurado es morir. En este cruel mundo lo único que se pude prometer y jurar es morir.
Bajo la mirada recordando la noche anterior en que hice prometer a Hanji y Petra lo imposible, regresar con vida. Ni yo sé si podré vivir hoy para cumplir con mi parte de esperarlas con los brazos abiertos. Si ellas volvieran sanas, y yo no sobreviviera sería igual a Elliot dejando promesas al aire, promesas que se quedarán hasta el final de los tiempos sin cumplir.
No puedo morir aquí. No sin haber cumplido con mi promesa.
No seré como tú, Elliot. Sobreviviré como sea, haré lo que sea con tal de cumplir con mi promesa. Eso te lo aseguro.
Por el simple hecho de ser miembro de la Legión de Reconocimiento fui asignada a la retaguardia junto con otros cadetes, se podría decir que lo más fácil se nos fue dejado a nosotros, ya que seríamos los más rápidos en entrar al muro Rose una vez que ordenen la retirada.
— ¡Ackerman fuiste asignada a la retaguardia! — escuché decir a uno de los soldados a mis espaldas mientras preparaba el equipo de maniobras, levanté la mirada girando disimuladamente hacia el soldado, no pude evitar que en mi mente divagara una imagen del rostro de Levi, su liso y corto cabello azabache, sus ojos tan fríos, tan inexpresivos color oliva.
En todo lo que llevaba del día no había pensado en él. A mi mente se formaron preguntas como si él estaba bien, si lo volvería ver, si regresaría esta vez. La voz de Zoe cantando resonó en mi interior, inmediato mis mejillas comenzaron a arder, sacudí mi cabeza espantando todo pensamiento incorrecto, él tomando mi mano, ¡jamás! En este momento me siento realmente sucia e impura por tener ese pensamiento de los dos, de la mano junto a la mía. Levi es mi capitán, no construyas otra imagen de él más cercana.
— ¡No soy ni tu hermanito, ni tu hijo al que tengas que estar protegiendo! — le dijo el chico de ojos verdes a la azabache.
El oxígeno dejo de entrar a mis pulmones en cuanto los vi, había dejado de respirar, jamás olvidaré esos rostros llenos de inocencia y terror, el trío de Shiganshina estaban delante mío, como me lo temía se habían unido al ejercito y ahora serían puestos a prueba. Sentí un nudo en el estómago, ellos estaban aquí delante mío, en aquella época eran tan solo unos niños, y ahora hasta eran más altos que yo, unos adolescentes dispuestos a dar su vida por la humanidad.
Solté un pesado suspiro alejándome de ellos, si ellos han sobrevivido yo también puedo hacerlo, una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro al imaginarlos sentados en una misma mesa que yo, conversando. Si tan solo las cosas fueran diferentes me hubiera gustado tener una larga conversación con ustedes, quizás hubiéramos sido buenos amigos.
Hoy no sólo sobreviviré por cumplir mi promesa con Hanji y Petra, he encontrado otra razón para sobrevivir, el trio de Shiganshina son mi otra razón.
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