I
Oscuridad.
Sí, sólo eso.
Todo es color negro.
Mi cuerpo se sacudió bruscamente haciendo que la piel de mis muñecas se rasgará por la cuerda fuertemente atada en ellas, pude sentir como un líquido caliente comenzó a recorrer mis brazos, era sangre, la cuerda está muy apretada, impidiendo cualquier movimiento, razón de que ya comenzará a sangrar ante la brusquedad de como es conducida la carreta.
Comencé a toser, el hombre que me tenía atada seguro que fumaba tabaco, el olor estaba impregnado en todo el lugar, causándome nauseas, olía horrible, sentía que en cualquier momento vomitaría. Alcohol, tabaco, mugre y a muerto eran los olores de aquí dentro.
— Seguro que nos dan un buen pago por esta mugrosa — habló ronco uno de mis secuestradores.
Esto sucede cuando estas sin protección en el lugar equivocado a la hora equivocada.
Por la mañana recogía flores en una de las praderas al pie del monte al que solía ir a ver el atardecer, iría a visitar a Elliot en su tumba, por lo que andaba muy temprano haciendo los deberes, recoger flores para después venderlas en el mercado y poder pagar el pasaje a Sina para ir junto con él. Mi canasta estaba ya llena de hermosas flores multicolores, hasta había tenido tiempo de hacer una corona con estas, seguro me iría bien en la venta.
Fue en el camino de regreso cuando me topé con estos hombres armados, ellos subían el equipo utilizado por los cadetes, que supongo que no tenían mucho de haberles asaltado, a la carreta. En cuanto me vieron traté de correr y utilizar el bosque a mi favor como escondite. No contaba con que eran un grupo de ocho sujetos, por lo que atrapar a una chica débil y poco ágil como yo no les tomó más de cinco minutos para atarme las muñecas, vendar mis ojos y subirme a unas de las carretas.
— También nos podemos divertir con ella, tiene buen cuerpo — saltaron una carcajada, no podía verles pero sentía sus miradas sobre mi cuerpo.
Seguían las náuseas presentes.
Tenía frío y hambre, de seguro llevo más de ocho horas aquí dentro sin nada de alimento. Había perdido mis zapatos en mi intento de huir, siempre había sido muy friolenta. Llevaba puesto un vestido blanco largo y holgado, mi cabello suelto y un pañuelo blanco atado en mi cuello, nada que pudiera protegerme del frío.
Todo tomó color lentamente.
Uno de ellos retiró la venda sobre mis ojos, tarde un poco en enfocarlo, mi visión era borrosa por el largo periodo en donde tuve la venda. Cuando logré enfocar, noté que se trataba de un hombre de piel bronceada, calvo y viejo. Sonrió de una manera que me causo miedo.
— Con esa cara podríamos sacar buen provecho — dijo exhalando tabaco. Volví a toser.
Cerré mis ojos ante un fuerte estruendo, había sido un disparo, no pude evitar gritar. El sujeto tomó una escopeta uniéndose también a los disparos contra la policía quienes venían tras nosotros, todo había sido tan inesperado.
— ¡Cabrón, más rápido que estos idiotas de los policías nos alcanzan!
La carreta aceleró, los estruendos de los disparos resonaban en mis oídos una y otra vez. Podía oír el rechinar de las llantas de la carreta por la velocidad que había tomado. Mis manos comenzaron a sudar, tenía tanto miedo. Los caballos de la policía militar se acercaban a nosotros, uno que otro caía por los disparos simultáneos a los de las tres carretas.
Uno de los caballos relinchó. La carreta de adelante se volteó, el caballo había sido herido, era imposible frenar a esta velocidad, y aunque hicieran de varias maniobras para evitar el inminente choque, que provocó en nosotros acabar de igual forma.
Hubo varios giros bruscos, golpeándome en absolutamente todo lugar, hasta que finalmente paro. Abrí con debilidad mis orbes, la carreta estaba destrozada por el fuerte impacto, el caballo comenzó a huir. Mi vestido se había rasgado. Los policías se nos acercaron sometiendo a los hombres en cuanto quisieron huir o pelear.
Mis sentidos estaban desconectados, veía todo borroso, escuchando todo como si estuviera bajo el agua. No podía dejar de toser a causa del humo levantado por el impacto de la carreta.
Sentía como la inconsciencia me iba envolviendo poco a poco. Hasta que finalmente caí por completo en ella, durmiendo.
Fui abriendo mis orbes lentamente, me cegó la luz por un momento hasta que me logré acostumbrar a ella. Estaba en lo que parecía ser una enfermería con unas vendas sobre mi brazo y piernas, aun tenía un fuerte dolor de cabeza.
— Pero que ojos tan lindos — la mujer de lentes me observaba con una sonrisa amplia y cálida, su cabellera castaña recogida en un coleta con algunos mechones sueltos, su piel era morena y sus ojos era cafés, pude reconocerla, noté la insignia de la legión en su chaqueta. Elliot en una de sus muchas cartas enviadas me había hablado de ella, Hanji Zoe, una mujer inteligente que él admiraba mucho por su carisma, decía él que tenía un gran corazón.
— A un lado cuatro ojos de mierda, solo lograrás asustarla — una voz ronca sonó en el fondo.
El dueño de esa voz se posó junto a la chica que no paraba de sonreírme. Sus fríos ojos se posaron en los míos, lo reconocí casi de inmediato, como olvidar las descripciones que Elliot escribía en cada carta, un hombre de estatura baja, de fríos orbes color oliva y cabello azabache, lucía incluso igual a mi vago recuerdo de cuando vi por primera vez partir a mi amigo. Era un aficionado a la limpieza excesiva, de pocas palabras, difícil de tratar, era como describía Elliot en cada uno de sus cartas al capitán Levi, por lo general era para quejarse de este sujeto
— Tu nombre, mocosa.
— A-Akane — respondí tartamudeando.
— ¿Akane Usui? — asentí a la pregunta de la Zoe.
— ¿Conoces a esta mocosa?
— Es la chica a la que Elliot siempre le escribía — respondió señalándome con ambas manos, el azabache me miró de reojo con sin expresión una, Elliot le tenía envidia a este sujeto, en cambio yo empezado a tener miedo, era intimidante — Es muy tierna y linda.
El azabache solo chasqueó la lengua desinteresado.
— Enano gruñón.
Eso fue el detonante para una discusión de quince minutos aproximadamente donde solo se insultaba el uno al otro con apodos y adjetivos despectivos. Elliot no exageraba como yo creía al hablar de ambos, sólo contaba la verdad. Sonreí al recordarlo, en recordar su sueño de conocer el mar para ver un atardecer. Mejor dicho nuestro sueño. Desde que tengo uso de la razón, Elliot siempre fantaseaba con algún día conocer el mar, y ver un ocaso sobre este, a pesar de que ya hayan pasado cinco años de su muerte, lo sigo recordando a la perfección, su voz, su físico. Él nunca se daba por vencido en nada. Él siempre quiso protegerme, para cumplir nuestros sueños que nunca logró.
Lleve mi mano al bolso donde guardaba aquel viejo reloj, nuestra promesa, yo la cumpliría. Yo quiero ser quien cumpla nuestras fantasías. Mis labios dibujaron una nostálgica sonrisa mientas ellos seguían discutiendo sin darme atención,
— Quiero unirme a ustedes — dije suavemente.
— ¿Eh? — frunció el ceño el enano azabache.
— Quiero formar parte de la Legión de Reconocimiento — dije viéndolo a los ojos.
— Tsk, como quieras mocosa — se dirigió a la puerta — Iré a avisar que ya despertaste al Cejotas.
Dicho esto salió dando un portazo, dejándome con la castaña de lentes quien me miraba aun sonriente.
Pues, para empezar bien la edición, tenemos nueva portada y barners xd
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