II. Gris
En el día del fansign llovió en Seúl, mucho más que cualquier otro día en ese mes. Agradecía a todo lo bueno del mundo haber llevado un paraguas, llegar antes y que el lugar del comeback era un espacio cerrado. Una vez que la presentación hubo terminado, caminé hacia un pasillo alejado del grupo de chicos que hacían su camino fuera del recinto. Saqué mi ticket del bolso de mano y me peiné con los los dedos.
Asistir a otros conciertos y convivencias me había preparado para todo. Casi siempre iba con amigas de la facultad, pero esta vez había decidido ir sola. Un chico del staff, luego de comprobar que todos tuviéramos tickets, nos llevó a mí y a otras cien personas hacia una sala con cien sillas individuales, en frente de las cuales se encontraba un pequeño escenario con siete sillas y mesas con sus respectivas botellas de agua y Sharpies en negro y plateado.
Me senté en una silla con el número cincuenta impreso en un papel. A mi lado derecho estaba una cuerda de seguridad, seguramente los chicos estarían descansando allí; a mi izquierda se sentó una chica de complexión media, bastante baja, por lo que podía notar. Usaba lentes redondos sin cristal y un atuendo casual. Sus mejillas me recordaban a las de mi mejor amiga de la infancia. Sentía que la había visto antes, pero aún siendo familiar no quise molestarla.
Revisé mi bolso de mano para comprobar que llevaba todo. Los álbumes, de mi amiga y mío, con sus respectivas photocards, stickers para Namjoon, dulces para Jin, un peluche del sol para Hoseok, mochis para Jimin, un llavero de Sakura Cardcaptor para Tae, una figura de Iron Man en lego para Jungkook y una carta para Yoongi. La misteriosa carta sobre la que mi amiga no quiso contarme nada.
Los chicos entraron al recinto una vez que estaban secos y retocados. Por un momento solo se escucharon gritos, luego el saludo del líder y posteriormente la señal para que pasara la primera persona. Yo solo pensaba en la carta. Varias veces estuve a punto de abrirla, incluso cuando el número treinta en las sillas estaba caminando hacia las escaleras para saludar a Jin. Sacudí mi cabeza y me pellizqué la mano, recordando que ella me diría al terminar el evento y tratando de calmar mi curiosidad. Suspiré mirando hacia el techo. ¿Por qué me torturas así?
–Hola...–escuché una voz tímida y dulce a mi lado.
Vi a la chica subir un poco sus lentes con los nudillos mientras me miraba de reojo. Mi corazón dio un vuelco. Eché un vistazo a los lados antes de responder.
–¿Me hablas a mí?
–Sí.
–Oh, ¿hola?–dije ladeando un poco la cabeza.
–Te he visto en la facultad.
–¿En serio? ¿En qué carrera estás?
–Bueno, no estoy en tu facultad pero te he visto–vi un sonrojo aparecer en sus mejillas y la miré con curiosidad–. Estudio música en una escuela de artes cerca de...
–¡Oh! ¡Yo también te he visto!–interrumpí–. El otro día te vi en la tienda de música cerca de la facultad, cuando se cayeron unos discos–saqué uno de los que tenía en el bolso–. De no ser por ti, no hubiese comprado estos, creí que estaban agotados–dije con una sonrisa–. ¿Cómo se llama mi pequeña salvadora?
–Yoojung.
–¡Mucho gusto! Soy Dahyun–le tendí la mano.
–Mucho gusto–estiró un poco su brazo y estrechó su mano contra la mía. Era suave, delgada y fría.
–¿Quieres mi suéter?
–¡No! Estoy bien...
–Bueno...–miré hacia arriba buscando algún tema de conversación–. ¿Quién es tu bias?–dije mirándola finalmente.
–Nunca he podido decidir, todos son muy talentosos... pero de decir uno tendría que decir Jungkook.
–¡Chicas! Es su turno.
–A ambas, ¡qué suerte!–dije con una sonrisa.
–¿Viniste sola también?
–Sí–asentí con la cabeza–, necesitaba hacer algo...
–¡Chicas!
–¡Sí, señor!–asentimos y caminamos rápido hacia el pequeño escenario.
Esperé en el borde de la escalera a que Yoojung terminara sus cinco minutos con Jin. Se hablaban entre ellos como si se conocieran de siempre, sonriendo con amabilidad y entrelazando sus manos. No sabía a quién mirar, por un lado Jin era muy apuesto, con esos ojos profundos y su gestos juguetones, por otro, Yoojung tenía unas pestañas muy largas que quedaban encerradas entre sus ojos, que formaban dos líneas al sonreír y una forma de usar sus cejas para expresarse bastante graciosa.
Una vez que hubo terminado caminé hacia el mayor con una sonrisa, los dulces en la mano y los álbumes en otra.
–¡Hola!
–¡Dahyun! Qué bueno verte, ¿comiste hoy?
–Sí, ¿y tú?
–Sí... ¡Dos álbumes!–se sorprendió al ver que uno estaba debajo del otro–. ¿Qué hablamos sobre esto?
–¡Lo siento! Mi amiga tiene derecho, no vive aquí–puse mis manos entrelazadas frente a mí e hice un puchero.
–Bueno... a ver–firmó ambos álbumes y leyó una de las preguntas–. «¿Quién es el miembro más guapo?», pues yo, ¿no es obvio?–estiró los labios y colocó sus dedos formando una "L" debajo de su barbilla. Me tapé la cara.
–Basta, me sonrojo–bromeé.
–No te resistas a los encantos de Jin oppa.
–¡Detente!–sonreí–, eres demasiado guapo, me voy a desmayar–hice el ademán de abanicarme con mi mano–. Tengo una pregunta, no la coloqué porque es más personal, ¿cómo te sientes con el cabello rubio?
–Fabuloso–colocó su barbilla entre sus manos y reímos juntos–. ¿Qué es esto?–dijo tomando la bolsa.
–Son dulces americanos, seguro te gustan.
–¿Qué son?
–Gominolas y algo con leche cocida, le dicen dulce de leche, arequipe y tiene más nombres.
–Ohhh, se escucha muy bueno. ¿De dónde sacas tantas cosas?
–Tengo mis contactos... adiós–dije guiñando el ojo para moverme al siguiente puesto–. ¡Hola! Dime que comiste hoy, por favor, no puedo verte perder más peso.
–¡Lo sé! Lo siento, es que si subo de peso luego me cansó cuando bailo.
–Trata de mantener un equilibrio, Jimin. Te traje estos–saqué los mochis del bolso–. A ver cuándo te pintas el cabello de rosa.
–¡Sakura mochis! Son deliciosos, muchas gracias. A ver qué dice aquí. «¿Inglés o español?»–marcó ambos.
–¿Por qué?
–¡Son igual de difíciles!
Luego de que se me acabara el tiempo con Jimin saludé a Namjoon con un rápido choque de manos, un saludo que habíamos inventado mientras estudiábamos en Nueva Zelanda. No quería decirle a mi amiga que él estaba en el grupo también, así que me limité a decirle que se fue a su ciudad natal otra vez para no levantar sospechas. No sabía por qué, pero me sentía mejor así, era como nuestro pequeño secreto.
Hablamos en inglés sobre nuestra estadía en el intercambio, recordando los viejos tiempos, y Hobi, quien estaba a su lado, nos dedicó una mirada rápida para después decirle a Yoojung «Ignóralos, son unos presumidos», mientras reían. Habían juntado a dos soles, ¿eso era posible?
Le di las pegatinas a Namjoon, le coloqué una en la frente y avancé con los álbumes firmados hasta Hoseok. Hablamos sobre el mixtape que aún no había sacado y dijo que estaba trabajando en eso por lo que parecía ser la veinteava vez que le preguntaba en el mes. Le pedí disculpas por ser tan intensa y le entregué el sol de peluche que había preparado para él.
Se sorprendió y lo abrazó con fuerza para luego dedicarme una mirada cálida, estirando su mano hacia mí para que entrelazáramos los dedos. «Ojalá pudiese abrazarte como lo hice con el peluche», dijo mirándome a los ojos. Sentí mi corazón derretirse y apreté su mano. «Hoseok, detente o llama una ambulancia». Soltó una carcajada sonora mientras soltaba mi mano y me entregaba los álbumes. «Espero verte pronto», dijo mientras se despedía con la mano.
El siguiente era Taehyung, que estaba haciendo el rap de Cypher pt. 3. Me dio el micrófono para que cantara el coro con él e intenté que mi voz no sonara tal mal. Desgraciadamente no tenía ese talento. Taehyung se rió y le dediqué una mirada en reproche.
–Lo siento, te veías graciosa. ¿Cómo estás, Dahyun?
–Humillada–dije con un llanto fingido–, ¿y tú qué tal?
–Feliz de verte–me dedicó una sonrisa amplia–. ¿Cómo se encuentra nuestra querida Chanel?
–Nerviosa a morir–dije mientras firmaba junto a su cara ambos álbumes–. Hoy va a hacer la audición para entrar al conservatorio de su ciudad.
–¡¿Es en serio?!–me miró con los ojos muy abiertos.
–Muy en serio.
–Pero no ha acabado la carrera aún ¿o sí?
–Ya casi, quiere ir asegurando que va a entrar.
–No pensé que terminaría gustándole...
–Yo tampoco, honestamente, pero me alegra que haya despertado su amor antes de que se hiciera más tarde.
–Ya se acabó el tiempo–dijo una chica del staff detrás de él.
–¿Tan rápido?–replicó Taehyung.
–¡No te preocupes! Cuando tengas un tiempo libre hay que salir a comer...–me levanté trayendo el álbum conmigo–. ¡Oh! Se me olvidaba–saqué el llavero de mi bolsillo y se lo tendí.
–¡Es Kero!–vi cómo se le iluminaron los ojos mientras estrujaba el llavero en su pecho–. Muchas gracias, Dahyun. En serio.
–Agradéceme con un helado en vacaciones–dije sonriente.
Finalmente había llegado con Yoongi. A quien saludé amablemente mientras me sentaba y le tendía los álbumes.
–Hay algo que quiero darte–le tendí la carta–. No es mío, sólo cumplo con ser la paloma mensajera.
–Como siempre–sonrió mientras la tomaba–. Ya es hora de que conozca a la señora misteriosa ¿no crees?
–Ojalá pudiera venir, vive en otro continente.
–Oh... tengo una amiga que vive muy lejos también, no sé de ella desde hace mucho. ¿Crees que debería buscarla?
–¿Por qué no deberías?
–No creo que quiera saber de mí...–hizo un puchero mientras jugaba con sus dedos.
–En ese caso, deberías al menos saludar, si ya no quiere saber de ti no te va a responder, pero no lo sabrás si no la encuentras primero.
–Y no la voy a encontrar si no la busco, lo sé... ¿Y si...?
–¿Min Yoongi, el genius jjang jjang man boong boong, quien "es tan hábil con su lengua que te manda Hong Kong con su rap no importa si eres hombre o mujer" está nervioso?
–¿Puedes dejarme en paz, Dahyun?
–Nunca–sonreí.
–La leeré en el hotel–, dijo levantando la carta–. Saluda a tu amiga de mi parte–me devolvió la sonrisa.
–Seguro.
Con una pequeña reverencia me despedí y pasé al último, pero no menos importante, Jungkook, quien ya llevaba los lentes de Yoojung puestos.
–Te quedan bien–dije con una sonrisa.
–Gracias–dijo con timidez–. Tengo una pregunta, ¿por qué noona siempre viene a nuestros eventos?
–¡¿Noona?! ¡No me digas noona! Me haces sentir anciana, dime Dahyun.
–Lo siento–dijo mostrándome una sonrisa burlona y cálida.
–Me gusta apoyarlos, son de los grupos más humanos que he conocido y se merecen todo lo bueno del mundo. Por eso me gusta traerles regalitos.
–Pero...
–Jeon Jungkook acepta este Iron Man y déjame cuidarlos tranquilamente–dije mientras estiraba la figura hacia él.
–Lo que te iba a decir era que no tienes que gastar dinero innecesariamente para vernos ni darnos regalos, pero si son de Iron Man puedes venir cuando quieras–dijo mientras jugaba con sus brazos.
–Interesado.
–Sólo bromeaba–me tocó la mejilla con el nudillo–. Ya se nos acaba el tiempo, que estés bien, come mucho.
–¡Tú igual!
Bajé las escaleras y caminé hasta donde se encontraba Yoojung sentada. Continuamos hablando y riendo hasta que acabó el fansign. Luego de despedirse, los chicos salieron por el lado derecho y la puerta del lado izquierdo se abrió para que pasáramos. Yoojung y yo corrimos hasta una heladería, donde seguimos hablando hasta tarde, esperando a que dejara de lloviznar. Era mucho más baja que yo, cosa que me parecía extremadamente adorable, sus gestos eran delicados y su tono de voz, aunque tímido, seguía siendo dulce.
Caminamos hasta su casa una vez que nos corrieron del local a punto de cerrar. Seguía lloviendo un poco, así que compartimos paraguas durante el camino. Coincidíamos en muchas cosas, escuchábamos los mismos grupos, nos gustaba el mismo tipo de lectura y amábamos la comida. Me agradaba conocer a una persona tan parecida a mí, pero no podía dejar de sentirme nerviosa a su lado. Evitaba mirarla demasiado, pero mis ojos no parecían obedecer y batallaba entre lo que quería y lo que mi cuerpo decidía hacer.
Una vez que llegamos a su casa, cerca del edificio donde vivía, nos despedimos con la mano luego de intercambiar números telefónicos. Le puse un corazón negro a mi contacto sólo por jugar, pero me sorprendí cuando me devolvió el teléfono y su contacto también tenía un corazón, esta vez blanco. La veía alejarse lentamente mientras apretaba el asa de su bolso entre las manos. Abrí los ojos como platos cuando giró sobre sus pies y me dio un beso rápido en la mejilla, para luego correr a la puerta de su casa, dejándome con la mano en el lugar donde sus labios habían estado.
Hice camino a mi casa y al llegar me acosté en el nido de cobertores y almohadas que hacía llamar mi cama. Revisé el reloj universal mientras me ponía la mano en la frente, comprobando que la repentina calentura que tenía se había ido, y resolví llamar a mi amiga. Era casi la hora de su audición, seguro se sentiría mejor si hablaba con alguien. Al tercer timbre contestó.
–¡Hola!
–¡Dahyun! Qué bueno que llamas, ya casi es hora de la audición, ¿cómo te fue?
–A mí bien, bastante bien–dije reprimiendo un sonrojo, a pesar de que no me veía nadie–. ¿Tú cómo estás?
–¿Nerviosa?–rió por lo bajo–. Me tiemblan las manos, parece que tengo Parkinson–reímos juntas.
–Todo va a salir bien, Taehyung y yo confiamos en ti.
–Gracias, de verdad. ¿Cómo está Yoongi?
–Blanco como siempre, se tiñó de negro y le quedó castaño–se me escapó una risita.
–Oh... a que está guapo, ¿verdad?
–Todos me parecen guapos, nunca pude escoger bias, el mal de Bangtan–suspiré–. Envidio que pudieras conseguir bias tan rápido.
–Me siento una loca obsesionada, no te sientas tan mal por mí–reímos.
–Ahora que recuerdo–dije rememorando la conversación que tuvimos semanas atrás–, ¿me vas a decir qué pusiste en la carta?
–Es una historia un poco larga.
–Tengo tiempo de sobra.
–Verás, ¿sabes que él y yo somos de Daegu, no?
–Sí, una ciudad de muchos habitantes, ¿qué tiene?
–Verás, yo...–hizo una pausa, como dudando entre sí sería correcto decirme o no–, yo estudié con él. Bueno, no con él, pero estuvimos en el club de música de la escuela.
–¡¿Es en serio?!
–Sé que suena muy loco, pero sí... durante mucho tiempo me gustó, lo negué hasta su último año en el colegio y cuando quise que pasara algo no dejábamos de hacer cosas estúpidas. Luego se fue, yo me fui y nunca supe nada de él...
–... hasta Bangtan–me quedé en silencio unos segundos–. Esto es increíble, ¿por qué nunca me dijiste?
–No estaba segura de qué debía hacer. Lo siento.
–No, no, no te preocupes... ¿Sabes algo?, hoy Yoon...
–Ya tengo que irme, me llaman. Te amo mucho. Estaré informando cómo van las cosas–soltó un gritito.
–Te amo más, ¡mucho éxito!–alcancé a decir antes de que el pitido se mezclara con el silencio de la habitación.
«¿Sabes algo?, hoy Yoongi dijo que tenía una amiga de la que no sabía desde hace mucho y me preguntó que qué debería hacer. ¿Habrá posibilidad de que seas tú?»
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