Monarca.
Me llaman bruja.
Me dicen hechicera.
Me nombran viuda.
Pero soy la monarca: brillante, reina, venenosa.
Los hombres son peligrosos.
Los sentimientos hacia ellos son peor aún.
Por tal motivo, deben ser castigados.
Uno sumió mi existencia para siempre bajo el lúgubre estigma del abandono y la traición. Juré buscarlo en cada figura masculina que se presentara; por eso es que pacté en sangre y fuego con el mismísimo mandinga.
Mi vida fue un tormento: desde el mismo día en que le entregué mi corazón a Segundo, el dueño de mis sueños y mis lamentos.
Luego de su desamparo, creí morir de amor y tristeza. Pero el más allá de las entrañas de la tierra me trajo el augurio de transformación en un ser sobrenatural ávido de venganza y terror.
Mi tiempo transcurre en un prostíbulo denominado "Mariposa viuda negra". Allí es donde mis ansias de revancha y me sed de amor carnal convergen.
Aquel tugurio es el cofre donde guardo miles de secretos... y centenares de cuerpos.
Cada acompañante me cree una "mujer fácil" de "vida libidinosa"... y dejo que sean fieles a sus sucios pensamientos.
Se entregan a mi, cuales corderos en el ara de sacrificios.
Mis piernas se despliegan como alas asfixiantes al deseo de devorar aquella humillante hombría que cuelga bajo el pubis de ellos.
Yo solo finjo perderme en el placer vano de sus vanaglorias... y ellos... ¡pobrecillos ellos! Caen bajo el sopor de mi embriagante veneno de pasión.
Mis noches son cortas... las de ellos... eternas. Nunca más ven la luz del sol y ningún otro fulgor que les depare guía o, tal vez, esperanza.
Son mi pago por cerrar el trato con el Señor Oscuro, el Azazel de mi perdición.
He acumulado tantos corazones como galones de eternidad para cubrir mi ira en contra de los hombres.
Por eso es que vuelo de uno a otro. Por eso les arranco ese músculo palpitante y succiono su sangre y su energía, mientras veo como sus ojos se apagan y se hunden.
Dicen que Segundo me dejó por rumores pútridos de un desliz amoroso de mi parte. Que su llanto lastimero podría haber llenado el lecho infecundo de cualquier río seco... pero solo fueron excusas para dejarme tirada como un trapo inservible en la rua del destino fatídico.
Por eso mi razón de atormentar cada ánima masculina: son los responsables de que nosotras, las mujeres, aquellas que dejamos nuestro existir para dárselos a ellos, volemos tan alto en nuestro altruismo, para luego quemar nuestras alas y nuestro ser en el impiadoso sol de la vergüenza y el juicio social.
Es por esto que cada hombre solitario, mañoso y ufanado son una réplica corrupta y distorsionada de aquel que me mató en vida y al que juré escarvarle el pecho con mis afiladas garras.
Así que, si me ven, cuidado: no vaya a ser que la belleza de La Monarca les traiga el mal agüero de un final sin mortaja y con olvido.
Holaaaaa!!!!! Tercer relato por el día de la Mujer. Este va dedicado a mi querida hermana, amiga y comadre Vilma Rubio.
Me propuso el desafío de escribir algo relacionado con el tema "Mariposa Traicionera" de Maná. Le agregué algo más: algo referido a la leyenda de La Viuda.
Gracias querida comadre por este reto!
Y para todos ustedes, que lo disfruten!
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