LA MANO
Un dolor de estomago inaguantable.
Su pasatiempo inconciente: comerse las uñas hasta lastimarse.
Miedos, ansiedades gastadas, obsesiones crónicas. Mariano no aprende. No entiende que en su cabeza están los temores y los nervios y no por sus manos, sus dedos.
El dolor persiste, se dobla por lo fuerte que es; como si las entrañas se les desgarrasen.
Vuelve a llevarse las uñas a la boca, con eso cree calmar lo que le está pasando.
Sin embargo, la dolencia aumenta y Mariano emite un alarido desgarrador.
"No te cortes las uñas así. No sabes qué pueda llegarte a pasar"; en su cabeza da una y mil vueltas aquello que su profesora le repetía como letanía.
Esa mujer siempre fue rara y escalofriante, como si al hablar estuviese maldiciendo o invocando al karma, viéndolo bajar por la pendiente de las desgracias.
Era sombría, lúgubre. Solo su sonrisa se salvaba de aquel agujero negro que era au aura pero, casi nunca, sonreía.
Mariano gritó desesperado cuando el hilo de sangre comenzó a bajar por la comisura, manchando el piso y nublando su vista.
"Te saldrá una mano del estómago si sigues así", vaticinó la docente, pero Mariano no le creyó.
Volvió a proferir un grito, más agudo que el anterior, viendo con pavor cómo su abdomen se abría de cuajo y salía por aquel agujero unas falanges siniestras que llegaron hasta su rostro y se metieron violentamente por los labios abiertos y atónitos del chico.
—Te advertí pero no quisiste hacer caso. Ahora, qué harás—sonrió con pena la sombría mujer.
Pero Mariano ya no la escuchaba, su boca estaba ocupada devorándolo completamente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top