⇱ Bellerose ⇲

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The prettч gırl ɯıth αn old heαrt

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───── ⋆ Láilah Bellerose⋆─────

El nombre Lailah es la misma que la palabra hebrea para "la noche" laylah . La identificación de la palabra "noche" como el nombre de un ángel se origina con la interpretación de "Rabí Iojanán" "Por la noche [Abraham] y sus servidores desplegados contra ellos y los derrotó" como 'por [un ángel llamado] noche'.

Lailah es el único ángel con un nombre femenino y características claramente femenino. Quizá pueda sonar raro que sus padres hubiesen decidido nombrarla Láilah, teniendo en cuenta su significado, pero lo hicieron debido a sus ojos de oscuridad que, en cuanto los vieron, les recordaron a una noche de verano. Nunca consideraron a la noche como algo peligroso o malo. Por el contrario, la adoraban. Las estrellas en el firmamento les hacían sentir acompañados. Para ellos no había nada más hermoso que la noche misma, y por ende era apropiado llamar así a su hija.

───── ⋆ Apodo ⋆─────

Nix. Es raro ya que alguien la llame por su nombre. Quienes llegaron a conocerlo cuando recién se integró a la Comisión están muertos ya, fallecidos en misiones; pero no le molesta mucho el apodo que tiene, le da igual. Comenzó como una referencia a la diosa griega de la oscuridad, Nyx, por obvias razones, pero terminó ligeramente modificado. "Láilah" ya se siente apersonal y está muerta, de cualquier manera.

───── ⋆ 100 años ⋆─────
(Línea del tiempo 2019)

Nació el 14 de mayo de 1919, en Montreal, Canadá; biológicamente es muy difícil precisar su edad, los saltos del tiempo son los responsables de ello. Mantener el conteo de los años es complicado. Quizá lleve trabajando 50 años para la Comisión, quizá más.

A ciencia cierta se sabe que a la edad de 20 años fue reclutada por la Comisión y el tiempo dejó de transcurrir para ella, algo que adora. Está dispuesta a durar más años allí por tal de seguir huyendo del reloj...aunque no sabe para qué.

───── ⋆ Nacionalidad ⋆─────

Canadiense 

─── ⋆ Género y Orientación ⋆───

Femenino, heterosexual.

───── ⋆ Personalidad ⋆─────

¿Una palabra? Ausente. No habla mucho del pasado, pero claramente parece vivir en él, por mucho que quiera negarlo y dejarlo atrás. Es muy callada y reservada en cuanto a hablar de ella misma se refiere y a pesar de ello le encanta ser el centro de atención, tener fascinada a la gente sólo con el caparazón, para que no la cuestionen sobre lo que hay en el interior. Mientras más muestres de ti, menos interés tendrán. Así mismo, le encanta estar rodeada de detalles y atenciones, fue criada entre ellos.

Es parte de su naturaleza estar coqueteando a diestra y siniestra, incluso inconscientemente, con quien le llame la atención; no le da vergüenza en lo más mínimo y menos aún porque siempre consigue a su objetivo. El reto de conseguirlo resulta excitante pero una vez lo tiene ya no lo quiere. Sólo se trata de alimentar su ego. Jamás establece una relación sentimental, sino meramente carnal. No tiene ni el tiempo ni las ganas de involucrarse así con alguien. Been there, done that. Un error que amenaza con cazarla hasta la muerte.

Siempre se le puede ver perdida entre sus memorias o ideas, lo que la hace una mujer muy distraída. Enserio. Olvidaría hasta su cabeza de no ser porque la tiene pegada al cuello. Para poder tener presentes sus recordatorios lleva en los dedos de las manos un montón de pequeñas cintas de colores. No tiene una organización en cuanto a estas. Simplemente ve una y sabe a qué hace referencia. No es algo que le guste mucho, considera que hacen un contraste desagradable con su pulcra presentación, pero depende de ellos. Más aún cuando no está en sus mejores días y olvida con mayor facilidad las cosas (han habido momentos extremos en que los listones de nada han servido).  Al inicio la Encargada tenía sus dudas al respecto de la efectividad de Láilah, pero le demostró que no hay nada que temer. Se transforma cuando está en misión.

Creció en una época en la que la mujer debía ser la esposa perfecta, mujer callada e invisible esclava del deseo de los hombres. Una sumisa. Acataba las indicaciones que cualquier hombre le daba, a pesar de que no le gustaba en nada, no obstante, ahora es una mujer muy independiente y excesivamente intolerante a las conductas machistas y/o sexistas. No tiene reparo en colocar en su lugar a  quienes traten de aprovecharse de ella...al menos ya no. No sólo le costó tiempo, sino también sangre y lágrimas. Jamás volverá a ser aquella patética mujer. Sigue pagando su debilidad.

Tiene un repertorio de groserías inmenso aunque casi nunca maldice, no le gusta decir groserías. Cuando las dice es porque está verdaderamente frustrada, y por lo general son en francés. No tiene pelos en la lengua en cuanto a decirle sus verdades a la gente y tampoco  tiene tacto para suavizar las cosas que dice. Algo que aprendió de su trabajo. Para ser delicada con alguien, la persona en cuestión debe importarle muchísimo. No hay nadie que pueda clamar importarle.

 Tiene una paciencia asombrosa y gracias a ella ha prosperado tanto dentro de la Comisión. No es alguien a quien se le tema abiertamente, sino más bien se le respeta, aunque muchas veces es subestimada por su apariencia, silencio y actitudes. Cuando eso sucede no tiene dificultades en demostrar que a fin de cuentas es una asesina a sangre fría como muchos de los allí presentes. 

Es guapa, lo sabe, le encanta y siempre sacará provecho de ello. Se encuentra muy cómoda disfrutando de su sexualidad.  Está tan obsesionada por mantenerse joven y bella que no le importó mucho que el precio a pagar serían las vidas de gente inocente. Quizá eso la vuelva una egoísta de primera, pero no le importa en lo más mínimo. Al menos, eso es lo que se dice por las noches para consolarse a sí misma...para justificarse y mantener su miedo a raya. Está dispuesta a matar, dañar, engañar, y seducir a quien tenga que hacerlo por demostrar que tiene un papel relevante al menos en algo, aunque sabe que es fácilmente desechable. Para ser la dueña de su vida y decisiones.

───── ⋆ Historia ⋆─────

Mirada perdida, Láilah no habla sobre su pasado, y para ser alguien que vive en el ayer pero se concentra en el hoy, eso es algo extraño. Nació en el seno de una familia acaudalada, de allí que le guste vivir con lujos. No tenía una relación muy estrecha con su padre. Estefano se decepcionó cuando su mujer dio a luz a una niña y no un varón. Hombre de negocios en toda la palabra, no se relacionó con ella y la usó de moneda de cambio para la fusión de empresas.

Su madre no se alegró ante la noticia del embarazo más allá de finalmente asegurar su lugar como señora de la casa. Claramente también se decepcionó con que su primogénito fuera mujer. A diferencia de su padre, su madre la trataba con cierto cariño, aunque no tenía tiempo para ella. Su vida social lo era todo, después de todo era la mujer de uno de los hombres más poderosos del momento y debía actuar como tal. Láilah pasaba más tiempo con sus niñeras que con ella. El tiempo que no le daba se lo compensaba con regalos y permisos. Fue una niña, literalmente, malcriada. Nadie le podía negar y era intocable. Era imposible bajarle los aires de superioridad y presunción.

Su educación fue muy estricta, la estaban preparando para un matrimonio exitoso, aunque a ella eso le diera igual porque era lejano. Una dama de alta clase debe comportarse con perfección. Educada en casa, aprendió de historia, literatura y todo lo que resultara aceptable. Sus clases de inglés fueron un martirio. Aprendió a punta de golpes a hablarlo y a veces se siente muy resentida al respecto. Su acento ya resulta indetectable, hasta que habla muy rápido.

Fue muy feliz cuando finalmente tuvo la edad para comenzar a ser parte de la vida social de la familia. Se había vuelto digna de la atención de la sociedad. Una atención que venía acompañada de estándares que su madre constantemente le recordaba. "Una dama aprende a no abrir la boca, linda. A la gente le interesa tu apariencia, no tus ideas" Su madre le enseñó lo que era vanidad. Aunque el precio de la belleza fuera desgastante. Ella la colocó en el camino de las dietas. "Los pómulos resaltados son más bonitos. Debes perder peso, no ganarlo"

Un día su residencia se incendió y su madre no logró salir a tiempo para quedar intacta. Había sufrido severas quemaduras de tercer grado en su rostro, cuello y a lo largo de su torso. Quedó totalmente desfigurada, ya no había rastro de la hermosa mujer que fue. Saberlo la sumió en una terrible depresión. Su padre quedó horrorizado y la rechazó. El valor de su madre, su belleza, había desaparecido. Poco después falleció, su padre no hizo muchos intentos por salvarla. Prefería enviudar que ser esposo de un monstruo. Dalia murió en el hospital,  su unica compañía siendo su hija sosteniendo con fuerza su mano y rogándole que no la dejara sola. Láilah, sin darse cuenta, había idealizado a una madre ausente. Pero era mejor ausente que muerta. 

Después de aquello, a los dieciocho años trató de huir de su hogar pero fue, literalmente, regresada siendo arrastrada de los cabellos. Sin su madre de por medio, Láilah tuvo que sobrellevar sola los ataques de ira del hombre. Nunca la había golpeado, su fría indiferencia era todo. Jamás lo ha hablado con nadie. Hasta le fecha, parte de sus pesadillas tienen su rostro y las escenas de sus recuerdos. Duró dos años siendo víctima de aquella violencia hasta que finalmente llegó a un punto de quiebre. "¿Qué vas a hacer, Láilah? ¿Vas a matarme? " le preguntó con burla cuando ella le apuntó a la cabeza con una pistola. Sus manos temblaron pero no dudaron. Era él o ella, tan fácil como eso.  

 Grande fue sus sorpresa cuando, después de haber soltado el gatillo y asesinado al hombre, una mujer apareció en la estancia. La Encargada. Le advirtió lo que sería de ella ahora que era una asesina, le reveló su futuro, uno que no le gustó en lo más mínimo. Esposa de alguien como su padre, forzada a dar un heredero e internada en un manicomio por su crimen.  La mujer le ofreció la oportunidad de esquivarlo, no lo sabía en ese entonces pero ella era una ficha importante que había que desaparecer de la línea del tiempo, y esquivar así a los años mismos. No fue difícil convencerla. Estaba rota, perdida y no tenía nada.

Sus primeros años en la Comisión fueron una pesadilla. Láilah no tenía la fuerza física para soportar todo el entrenamiento por el que los hacían pasar, ni la fuerza mental. Tampoco sabía obedecer instrucciones y eso le ganaba varios castigos. Echó a perder varios de sus primeros trabajos por ser incapaz de asesinar al objetivo. Una cosa había sido a matar a su padre  y otra era matar a alguien que no conocía.

Cometió muchos errores. Confió en gente que no debió hacerlo y eso casi la destruyó. Fue débil y alguien se aprovechó de eso. Trata se olvidar lo sucedido pero su memoria parece ser muy selectiva sobre lo que olvida y lo que se le aparece hasta en sueños. Debe llevárselo a la tumba, se lo merece.

───── ⋆ Apariencia ⋆─────

Es de tez ligeramente bronceada, ojos negros (a ellos les debe que la hayan nombrado Láilah), tupidas pestañas obscuras y un pelo rizado azabache que le llega a la altura de la cintura. Adora tenerlo recogido en elaborados peinados, y rara vez lo trae suelto sin más. Tiene, además, un característico lunar arriba del labio de la parte izquierda de su rostro. Sus delgadas cejas y sus labios le dan una imagen de delicadeza, que sólo es aparente. Es de complexión muy delgada pero es toda curvas. Mide 1.63 cm, lo que le da una buena estatura en conjunto con sus zapatillas, mismas que usa cada que tiene la oportunidad. Vanidad a más no poder.

Siempre está ataviada de joyas, cada una más bonita que la anterior. Adora, así mismo, el maquillaje. Siempre trae los labios de un intenso carmesí y las pestañas siempre las resalta con rímel. Lo único en su apariencia que resulta descuidado son sus manos, pues sus dedos están llenos de recordatorios en forma de pequeñas cintitas de colores un tanto desgastadas, y sus uñas están muy cortas, resultado de que se las muerda constantemente cuando está nerviosa, estresada o preocupada. Dato curioso: Siempre huele a vainilla, es como su sello personal.

Por lo general siempre usa vestidos: largos, cortos, sencillos, extravagantes. Faldas, blusas escotadas. No le da vergüenza enseñar piel si así lo desea, se siente muy cómoda y segura de ella misma. Cualquier cosa que le favorezca a su figura, aunque dependiendo de la fase a desarrollar en su misión esto puede variar, pues usará ropa que le permita el fácil movimiento para atrapar a su presa.

───── ⋆ Un poco más... ⋆─────

✯ Su máscara en la Comisión es una máscara de carnaval: un antifaz dorado bordado exquisitamente y coronado por plumas negras que le cubre totalmente de la nariz para arriba, en la parte de abajo es una máscara totalmente blanca con los labios marcados del mismo color del antifaz. La Encargada le dijo que era un tanto extravagante. "¿Por qué crees que lo escogí?"

Siempre usa tacones, ha aprendido a correr con ellos aunque resulte menos práctico y exista constantemente la posibilidad de romperse un pie por ello.✯

✯ Evita usar la violencia para someter rápidamente a sus víctimas, ella vota más por seducirlos con su encanto. Prefiere que sus blancos vayan a ella en lugar de ir a ellos. Por lo regular nunca se ve envuelta en persecuciones. Generalmente le otorgan objetivos masculinos, pues ha demostrado mucha efectividad al deshacerse de ellos.

Se gana rápidamente la confianza de la gente, pues ella muestra una cara de la que casi nadie sospecha✯

✯ A veces siente que su vida no vale la pena. Cambió un tipo de esclavitud por otra. Entonces, ¿para qué sigue allí? ¿Hay propósito verdaderamente en estar extendiendo tanto su existencia si, con el alcohol en sus venas, se da cuenta que no espera nada de la vida? ¿Si quiera es feliz? Le da miedo averiguarlo porque intuye las respuestas.

Detesta ser tocada, puede responder agresivamente por ello de manera instintiva. Aunque juegue mucho con sus víctimas jamás llegaría al punto de tener que acostarse con una para liquidarla. Le da repulsión la mera idea. Le trae recuerdos que la paralizan.✯

✯Le gusta mucho cantar mientras se baña, siempre y cuando no la escuchen.

Jamás celebra su cumpleaños. Ese día siempre está de malas. Es un recordatorio de que nada ha logrado en la vida. Sólo sobrevivir no es lo mismo que vivir pero es con lo que debe resignarse. Sin contar que le tiene miedo a envejecer.✯

✯ Su padre casi la arrastra a un matrimonio por conveniencia. Aquel compromiso fue quizá  lo más cercano que nunca estará a una relación formal (Sin contar una ocasión en Las Vegas, porque lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas) La idea de verse atada a sí misma a alguien de esa manera la asqueó y marcó.

Le tiene pavor a los hospitales. Si está herida, es más probable que recurra a ella misma darse las puntadas necesarias aunque corra riesgo de infección. Nunca entra a las instalaciones de ellos por su propio pie y si lo llega a hacer está alterada, tensa y a la defensiva.✯

✯Aunque no lo reconozca, tiene constantes cuadros de ansiedad y tiende a automedicarse. Se muerde las uñas cuando está nerviosa o estresada. De igual manera, sus estrictas dietas cruzan la línea entre el cuidado y un desorden alimenticio.

Ha tratado de averiguar qué hizo su padre con el cuerpo de su mamá. ¿Lo enterró? ¿Lo cremó? ¿Lo echó a una fosa común? La Encargada nunca ha cedido a decírselo, por más que le ha rogado. Le gustaría poder visitar su zona de descanso, si es que la hay.✯

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Mırror mırror on the ɯαll ɯho's the fαırest of them αll?

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Ft. SnowBearFrost-2

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