7.
32 kilos.
— No es suficiente...
— ¿¡No es suficiente!? —el azabache se estremeció escandalizado.
— Rog va a dejarme.
— ¡Deja de hablar idioteces, Brian! —exclamó Freddie histérico—. ¡Roger no va a dejarte! ¡Te está apoyando por algo!
— ¡Soy una maldita morsa! ¡Va a dejarme!
— ¡Te estoy diciendo que no! —exclamó para luego suspirar pesadamente—. Brian, Roger está preocupado por ti, no duerme, se la pasa cocinándote cosas que te gusten, busca por todos lados terapeutas y médicos... también es difícil para él, ¿sabes? Y no estás gordo, al contrario, estás... esquelético...
— Pues yo no veo eso —interrumpió Brian en referencia a lo último intentando pensar que lo que Freddie había dicho en torno a su pareja era simplemente para que él comiese.
— Porque estás enfermo, Brian —puntualizó el persa colocando su mano en su cíen—. Debes dejar de lado todo lo que te dijeron tus compañeros... ¡tenías 15 años! Han pasado alrededor de diez...
— No solo eran mis compañeros —dijo Brian y prosiguió a retirarse como pudo.
Freddie suspiró, a fin de cuentas quizás su amigo no tuviese remedio alguno.
(...)
— ¡Bri! —el rubio corrió hacia él—. ¡Encontré un médico! Dicen que sus referencias son excelentes, ¡incluso lo recomiendan otros médicos!
Brian sonrió débilmente, contento de que Roger se preocupase.
— ¿De verdad, amor?
— ¡Sí! —sonrió este—. Te pedí una hora para la próxima semana, aunque debemos ir a América. Allá atiende.
— ¿Un médico americano? —pregunto Brian confuso ¿de verdad a aquello había llegado?
— Así es —respondió Roger—. En Nueva York, partiremos pasado mañana, así podemos conocer la ciudad.
— ¿Partiremos?
— ¡Por supuesto! —exclamó Roger—. No pienso dejarte solo en esto, prometí apoyarte y eso haré, te sacaré adelante y todo volverá a ser como antes... como cuando recién empezamos a salir y salíamos al cine... o al parque... o a donde sea, pero salíamos juntos... ¿r-recuerdas?
— Claro que lo recuerdo, bebé —suspiró disponiéndose a abrazarlo, entendiendo la pena y preocupación que Roger poseía en su corazón—. Va a volver a ser como antes.
— Gracias... gracias... —musitó el rubio dejándose abrazar y abrazando también.
— Te amo, ¿sí?
— Yo también.
Lo besó tomándolo por la cintura y él correspondió.
Correspondió temiendo por el futuro.
Correspondió temiendo por Brian.
(...)
Terminaban de hacer las maletas. Bueno, Roger ya había hecho las suyas hacía un rato y ayudaba a Brian con sus cosas. Se quedaría allá para cuidarlo y asegurarse de que comiera.
— ¿Por cuántos días estaremos? —preguntó Brian.
— Una semana —respondió Roger doblando una camiseta y dejándola en la maleta.
— Nunca he viajado en avión —comentó Brian—. ¿Qué hay de ti?
— Tampoco —respondió Roger—. Pero siempre hay una primera vez, ¿no?
A Brian le sorprendía el optimismo que mantenía Roger, más sabiendo lo preocupado que estaba.
Lo que no sabía, era que tras la sonrisa y el brillo en sus ojos azules, el rubio estaba histérico, asustado y sumamente nervioso por lo que le podía pasar a su novio.
No sabía cómo ayudarlo más allá, lamentablemente Brian no quería escuchar, no quería comer y simplemente bajaba y bajaba de peso constantemente.
Mientras terminaba de guardar, sintió unos brazos alrededor de su cintura y con una sonrisa dio vuelta la cabeza para ver a su novio y besarlo dulcemente.
Brian correspondió, como siempre.
Brian correspondió pensando que si subía de peso, Roger lo dejaría.
Brian correspondió sintiéndose gordo.
— Te amo —le dijo, a lo que Brian nuevamente se sintió vivo.
Solamente se sentía así con él.
Aunque de todas formas, aún temía que su supuesta "obesidad" provocara que Roger ya no lo amase.
— Y yo te amo más, Roggie.
Siguieron besándose un rato más hasta que decidieron seguir haciendo las maletas, sería un viaje largo, supuso entonces.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top