1.

Brian y Roger eran novios hacía ya dos años.

Se amaban más que a nadie y se tenían una plena confianza en el otro. Brian acababa de salir de la universidad, mientras que Roger se encontraba en penúltimo año.

A pesar de no vivir juntos, pasaban la mayoría del tiempo con el otro, compartiendo, charlando, besándose y amándose.

Sin embargo, todo este lío empezó un día que Roger llegó de improviso a la casa de Brian para ir a una de sus numerosas citas con el rizado.

El rubio ya había estado notando extraño a su novio, tenía una actitud un poco diferente y cada vez estaba más delgado.

Estaba preocupado por él, pero cada vez que le preguntaba si estaba bien, el de rizos le contestaba que sí, que no se preocupara, o simplemente lo interrumpía con un beso o cambiándole el tema.

Sí, claramente a Brian le pasaba algo.

Pero Roger no lograba descifrar lo que era, por más que lo intentara, o tratara de hacer hablar al mayor, este de una forma u otra lograba desviar el tema o simplemente evitarlo.

Roger había llegado una o dos horas antes de lo acordado con el fin de sorprenderlo y estar más tiempo con él.

Como tenía llave, simplemente abrió la puerta con cuidado para no hacer ruido, y cerrando la puerta de la misma forma, prosiguió a subir las escaleras lentamente.

Planeaba ir y abrazarlo por la espalda exclamando un "¡te atrapé!" como muchas otras veces había hecho, pero se detuvo en seco al oír la voz de Brian gritándole a alguien.

— ¡Idiota! ¡Gordo de porquería! ¿No te das cuenta que Roger merece algo mejor? De seguro está contigo por lástima, nadie podría amar a alguien como... como yo...

Y luego escucharlo romper en llanto, cosa que le rompió el corazón.

— ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Maldito!

Sentía golpes en la pared y al no soportar más sin saber qué le pasaba a su amado, simplemente entró a la habitación con el corazón en la boca, encontrando así al de rizos sin camisa, pero con los jeans y los zapatos puestos, con la cara contra la pared y los puños en esta, mientras lloraba.

Brian lloraba.

— ¿Amor?

El contrario se mostró notoriamente sorprendido y algo asustado, temeroso, cual zorro en el bosque que se esconde de un fiero cazador.

Brian era el zorro, y Roger el cazador que acababa de atraparlo.

— ¡R-Roggie! —tartamudeó limpiándose rápidamente los ojos y yendo a abrazarlo rápidamente con la esperanza de que el chico no se hubiese percatado de lo que sucedía.

— Amor... ¿Qué sucedió...? —preguntó Roger separándose solo un poco para poder mirarlo a los ojos y acariciar su mejilla.

— Nada, mi vida, solo que... estaba... eh... practicando una obra, sí —respondió este.

— Tú dices que eres fatal actuando —repuso Roger algo confuso—. Amor... sea lo que sea que pase... puedes decirme...

— Lo sé, Roggie... por... por eso, no... no pasa nada.

Roger sabía que eso no era cierto, sabía que algo estaba sucediendo con Brian, si antes lo sospechaba, esto lo confirmaba totalmente.

— D-Demonios —masculló Brian separándose rápidamente y colocándose la primera camiseta que vio.

— Amor... ¿Qué sucede...?

Roger nunca había visto a Brian sin camisa, a pesar de lo mucho que llevaban de relación.

Por lo que se sorprendió al notar las marcadas costillas en su abdomen.

— Ya te dije, Roggie —respondió Brian de forma suave—. No pasa nada.

— Brian... te conozco... sé cuando te pasa algo y cuando no —argumentó el rubio sin dejar de observar esos hazeles orbes que tanto le fascinaban.

No quería ver aquellos hermosos orbes llenos de lagrimas.

Brian suspiró.

— Solo practicaba una obra, amor, no tienes que preocuparte.

Pero aquellas palabras no fueron suficientes para el rubio, quien le preguntó numerosas veces durante la cena y las otras salidas qué era lo que le pasaba, pero Brian seguía manteniendo la misma postura de la supuesta "obra" o le cambiaba el tema.

Voy a averiguar lo que te pasa Bri.... y te voy a ayudar sea lo que sea. Lo juro.

Amor, ¿puedo preguntarte algo? —le preguntó.

— Ya hiciste una pregunta, cielo —sonrió Brian y Roger quiso imitarlo, pero no pudo. La preocupación simplemente le ganó—. Era broma, adelante, bonito.

— Cuando iba subiendo... yo... escuché algo de... mí.

— ¿De ti?

— Sí... de mí —siguió Roger—. Diciendo que... bueno, tú lo decías, que... ¿merezco algo mejor? O que nadie podría amarte...

Brian permaneció callado mirando al plato con la vista fija en él. Incómodo.

— ¿Por qué piensas eso, Bri? —se atrevió a preguntar tomando su mano.

Brian dejó la suya, estática bajo la de Roger, quien sentía como su novio iba poco a poco apretándola.

— Eres mucho para mí —admitió en un susurro poco audible dentro del ambiente del restaurante, pero que Roger oyó de todas maneras.

— Bri... no soy mucho para ti... —habló Roger suspirando levemente—. Ninguno de los dos es mucho para el otro... sobretodo tú... eres mucho mejor que yo en varios aspectos... ¿por qué merecería algo mejor? No quiero, ente comillas, "algo mejor", Bri... te quiero a ti.

— Y yo también a ti.

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