Ronda uno


—Hagan una fila enfrente de la mesa al centro— resuena por el parlante en aquella oscura habitación —cuando escuchen su nombre se quitarán el guante de la mano izquierda y la cubrirán con el líquido blanco sobre la mesa.

Los seis personajes dentro de la habitación comienzan a mirar a todos lados sin poder ver nada más que la mesa iluminada al centro.

Desconfiados, uno a uno se levanta del suelo y comienza a caminar lento guiados por la luz tenue al centro. Mientras la chica pelirroja se acerca a paso seguro, los demás se arizcan al por las leves pisadas contra el piso helado.

Al llegar frente a la pequeña mesa cuadrada, la chica intenta inclinarse hacia el frente y tomar la bandeja con el líquido blanco. Grave error. La habitación se ilumina bruscamente y los personajes solo pueden apretar los párpados tratando de aliviar el dolor por la ráfaga de luz repentina.

—Dije "hasta que mencione su nombre" ¿No fui clara acaso? ¿Que hablo sueco o porque te adelantas?— reclama agraviada aquella voz femenina por el parlante.

Aturdida, la pelirroja se queda inmóvil frente aquella mesa y espera a que los demás lleguen a acompañarla.

Mientras tanto, los otros cinco personajes salen poco a poco de sus posiciones iniciales y con la iluminación ahora disponible les es más sencillo llevar a cabo su recorrido hasta la mesa. Solo una persona está aún sentada, más bien tirada, en el piso de piedra. Una castaña se da cuenta de esto y se aproxima a su compañera para ayudarla. Esta se espanta notablemente ante el tacto de la castaña pero con una sonrisa se recarga en la mano tendida frente a ella.

Una vez están todos en una sola línea frente a la mesa, el parlante chifla en señal de que está activado pero ninguna indicación se deja oír.

—¿Que hacemos aquí?— pregunta el azabache de manera simple, su voz tan relajada como si estuviera preguntando la hora.

—No lo se y no creo que debamos hablar.— contesta la chica de ojos azules mirando al techo como si buscara alguna cámara de vigilancia.

El silencio reina por unos segundos casi eternos hasta que el crujido de la puerta hace que las cabezas de los personajes giren hacia la izquierda de inmediato. Un adefesio de dos metros se muestra ante ellos pero no les mira. Lleva consigo una pequeña caja de metal y se posiciona a a tres metros de la mesa mirando al suelo. Las miradas curiosas de los personajes aún en fila se clavan en la entidad frente a ellos. 

—Bien,— el parlante logra sacarlos de su mente —comencemos.

Las luces parpadean por dos segundos, segundos suficientes para hacer que los nervios de los personajes se disparen al perder de vista al adefesio. 

—El primer afortunado es— un sonido como un papel siendo estrujado se escucha —Yuina, ya que tienes tantas ganas jugar, empiezas tu.

La chica pelirroja se acerca a tomar la bandeja sobre la mesa y retira el guante de su mano izquierda. Ahoga un grito al mirar su mano roja y arrugada. Apretando la boca, se acerca y mete su mano al líquido viscoso cubriéndola por completo hasta la muñeca. Frunce el ceño y sacudiendo la cabeza saca la la mano del líquido. Yuina se queda parada mirando a todos lados en espera de alguna otra indicación mientras su mano se escurre.

—Muy bien, ahora ven con Río que él terminará la prueba— dice el parlante animado —la bestia con la caja.— concluye al notar la mirada confundida de la pelirroja.

Por un segundo, la capa de confianza se cae del rostro de Yuina al mirar al adefesio frente a ella. Pero después de un suspiro hondo, se encamina frente al mencionado sintiendo sus piernas más pesadas que hace unos segundos.

Una vez frente a la bestia, está le toma la mano previamente húmeda y le enciende fuego. Tan repentina es la acción que Yuina intenta alejarse con mirada alarmada, pero se da por vencida a los pocos segundos al notar que el agarre de "Río" es demasiado fuerte y que no siente su piel quemar.

Sin poder creer o entender lo que ocurre, observa su mano izquierda al estar libre dándole vueltas frente a ella. Ya no está roja ni arrugada, solo hay un símbolo que destella en la palma de su mano. Un logo de volumen tachado como indicando silencio brilla por unos instantes ante sus ojos.

—No tenemos todo el día, pégate a la pared, siéntate o lo que sea pero quítate del camino niña.— dice la voz aburrida por el parlante —Ahora tenemos a Moon Child, vamos cariño que no tengo ganas de repartir castigos tan temprano.

El azabache tuerce los ojos al ser nombrado y se encamina a la mesa repitiendo los mismos pasos que la chica anterior. La única diferencia es que él no se inmuta ante el adefesio, incluso parece aburrirle el espectáculo. La palma de su mano brilla con el símbolo de un cuadro, una obra de arte perfectamente detallada. Es esto lo único que logra sacarle una expresión a su rostro.
Uno a uno, los demás personajes son nombrados por el parlante y de cierta forma ridiculizados por aquella voz desconocida. 

Dream, quien ayudó en un comienzo a su compañera aún en el suelo, se encuentra maravillada mirando el cambio en su mano. El símbolo de una nube relampaguea en su palma provocando un escalofrío en su espalda.

Hope, con sus ojos azules recorre la figura de Río antes de tenderle su mano voluntariamente. Temiendo que la manga de su suéter se encienda por el fuego, pide al adefesio le de unos segundos para doblarla. Al ver su mano como nueva después del procedimiento, suspira cansada y mira su palma izquierda. La clara imagen de su mismo rostro se refleja en esta delineado por brillo. Sosteniendo la respiración se aleja hacia una esquina del cuarto, esperando indicaciones.

Vistiendo de rosa y negro, Goldat se encamina frente a Río. Parpadeando repetidas veces, intenta descifrar lo que ocurre a su alrededor. Tan perdida en su mente está que no se da cuenta cuando su mano regresa a su color normal. El chasquido del parlante la hace reaccionar y antes de caminar lejos del monstruo mira una píldora resplandecer en su palma.

Finalmente, Toot camina despreocupado hacia el adefesio. Tan confiado está que debe reprimir el impulso de chocar nudillos con Río al notar su mirada fría sobre él. Su palma muestra una imagen en movimiento, un animal corriendo detrás de su cola. 

Al dar por concluidas las pruebas de identidad, la voz informa por el parlante que tienen cinco minutos para probar bocado antes que inicie el juego. Después de todo tienen derecho a una última comida. 

*

En una habitación contigua, los seis personajes están parados contemplando la nada. Absolutamente nada hay para ver en aquel lugar, salvo la luz emanando del agujero en el techo.

A los pocos segundos de silencio incómodo y ante sus miradas incrédulas, la luz parpadea por un instante y frente a ellos aparecen paredes metálicas. Dichas paredes forman seis cubículos enormes pegados a las paredes, tres por pared. Cada cubículo está separado un metro y medio del otro, dejando un pasillo estrecho al centro de la habitación. Cómo toque final, cada uno de ellos lleva el nombre de los participantes presentes en un deslumbrante color dorado. 

Avanzando con cuidado entre los cubículos, Yuina siente las gotas de sudor recorrer el lateral de frente hasta terminar al final de su barbilla. Formados en fila, uno a uno van ingresando al cubículo correspondiente a su nombre. Yuina voltea hacia atrás al detenerse frente a su nombre y su corazón comienza a latir más lento de lo normal. Hope es la única persona que puede ver acompañándola, los demás parecen haberse desvanecido en el aire. La ojiazul mira a Yuina a los ojos y asiente firme con decisión. Ambas se dan la vuelta y se adentran al cubículo cuando, de la pared metálica, se desliza una puerta hacia la oscuridad. 

Una vez sellada la puerta, las luces se encienden dejando frente a ellos un monitor plano de sesenta pulgadas y unos binoculares conectados a este.

En la pantalla se muestran las siguientes indicaciones: Toma asiento, relájate, y cuando estés listo coloca los binoculares en tus ojos. Sencillo ¿No?
Toot suspira y sonríe burlesco, parándose al instante frente al monitor y colocando los binoculares en su cabeza. La pantalla muestra se vuelve roja y los binoculares hacen un sonido de corto circuito. El chico inhala y exhala exagerado mientras remueve el aparato de sus ojos. La pantalla se muestra normal, las instrucciones aún disponibles. Levantando una ceja, Toot decide intentar de nuevo y coloca los binoculares otra vez sobre sus ojos. Esta vez, los binoculares muestran un mensaje indicando que el aparato no está funcionando. Soltando una risa sarcástica, Toot pone sus manos sobre los binoculares justo en el momento que el mensaje "no remueva el aparato de sus ojos, el juego comenzará en 20 segundos" seguido de un reloj en cuenta regresiva con el tiempo indicado.

Mientras tanto en el cubículo a su izquierda, Goldat contempla la pantalla frente a ella con expresión desfigurada en su rostro. Tratando de calmar sus nervios, recurre a mirar su vestido y pasar sus manos por las pequeñas arrugas en este en un intento de quitarlas. Con las manos temblorosas se acerca al aparato y, después de un suspiro profundo, los coloca sobre sus ojos. Al instante, la pantalla se vuelve oscura y una luz tenue comienza a seguir la mirada de la chica a dónde sea que volteé como si llevara una vela con ella. En su mano izquierda aparece un cuaderno de pasta dura y la luz tiembla indicando movimiento. La habitación se vuelve helada. Mirando al frente, la chica puede ver un pequeño artículo resplandecer en el suelo. Con precaución, Goldat comienza a dar pequeños pasos al frente hasta llegar al objeto tirado. Una pluma.

En una de las dos habitaciones principales, Moon Child se debate entre reír o llorar. La galería de arte frente a él exhibe las obras de arte más aclamadas del mundo. A su vista, esto es casi el paraíso. El azabache enfoca su vista en una escena familiar, una chica pelirroja usando ropa que oculta su figura se muestra sonriente ante él. La imagen comienza a tener vida y la chica contorciona su rostro comenzando a llorar mientras deja caer su cuerpo al suelo. Inquieto, Moon Child intenta tocar a la chica consiguiendo lastimar sus dedos por el choque de estos en el cuadro. La chica continúa llorando, está vez el desgarrador sonido de su llanto logra hacer temblar las paredes y algunos cuadros caen de su lugar. La sola imagen de su amiga sufriendo comienza fastidiarle al azabache y en un momento de iluminación recuerda que esto no es real y opta por remover los binoculares. Al hacerlo logra su cometido, toda imagen desaparece al igual que la habitación a su alrededor. 

Dream lleva la boca abierta sin darse cuenta mientras camina por los pasillos de aquel místico lugar. La brisa fresca roza ligeramente sus brazos a cada paso que da entre las plantas de apariencia casi pastora colgadas del techo. Aquel lugar hace a la castaña sentir una especie de deja vu que no puede identificar con exactitud. La imagen de un sujeto vistiendo una bata larga y blanca como de laboratorio aparece y desaparece en su mente sin darle tiempo de asimilar la escena. Un dolor de cabeza punzante le provoca detener sus pasos y tomar su cabeza con ambas manos apretándola. Sin intención de hacerlo, la chica remueve el aparato de sus ojos y su vista se nubla de a poco hasta esfumarse por completo.

Los azules ojos de Hope se pasean por todos lados. La habitación frente a ella dolorosamente familiar. Caminando a pasos cortos, logra llegar al frente de la puerta donde aquellos murmullos obscenos se escuchan. Sintiendo el dolor recorrer cada uno de sus dedos, toma la manija y el frío tacto le provoca un escalofrío. Se debate unos segundos el abrir aquella puerta o huir del lugar. Cierra los ojos mientras suelta todo el aire que su respiración cortada le permite y gira la manija.

Volviendo a Toot, una serie de indicaciones se presentan frente a él mientras el juego de "ponle la cola al burro" da comienzo. Para ganar el juego tendrá que recaudar ciertos artefactos y formar la "cola del burro" para colocarla en su lugar. Simple. Al estilo Frankenstein, Toot see adentra al cementerio en busca de un par de manos suficientemente frescas como para aún tener las huellas dactilares intactas. Después de lo que aparenta ser un largo rato, el chico encuentra un par de manos femeninas con apariencia aterciopelada. Usando el machete que encontró en la entrada del cementerio, alza ambas manos hasta la superficie del casquete y las corta de un solo golpe. Con la sangre aún escurriendo, el chico coloca ambas manos mutiladas sobre las suyas como si de guantes de trataran. Los viscosos tejidos internos de estás se amoldan a su piel y se absorben asimilando ser las manos de Toot. Según las instrucciones, lo siguiente es ingresar al mausoleo y colocar la venda sobre sus ojos hasta que el animal hambriento dentro de este se haya acostumbrado con su presencia. Toot camina entre las lapidas mirando al frente, al final del camino donde está el impecable monumento de un ángel. Frente al mausoleo, mete la mano a su bolsillo en busca de la venda pero al sacarla se encuentra con dos de ellas. Una es negra de tela gruesa y rasposa, la otra es suave de tela tersa y traslúcida. Después de colocar la venda sobre sus ojos, Toot se adentra al mausoleo solo para ser devorado por el feroz cerbero dentro de este. La curiosidad mató al gato, como suelen decir.

Yuina deambula por la sala hecha de cristal. El piso refleja el techo y así mismo las paredes se reflejan entre si. Pero de su propio reflejo en la habitación no hay rastro. La pelirroja se detiene en seco al toparse con una pared transparente. Siente que poco a poco el vidrio la va encerrando en su lugar. En un intento de detener las paredes cerrándose a su alrededor, Yuina estira sus brazos y piernas frente a ella pero su fuerza no es suficiente. Termina en apretada posición fetal dentro de la caja de cristal fino. Cierra los ojos y un pensamiento vago se lleva su atención "Los cuatro reinos" susurra aquella voz en su mente. Sus ojos se abren de golpe y se altera al verse rodeada por agua al exterior de la caja que la encierra. Respirando pesadamente intenta mover sus extremidades únicamente provocando que la caja se encoja como respuesta al tacto. Por las esquinas del cristal comienza a gotear líquido y Yuina solo puede detener su respiración espectante a su destino próximo.

Con pluma y cuaderno en mano, Goldat considera el ambiente que la rodea. Anota a detalle cada aspecto de este, incluido el camino de medicamentos que lleva siguiendo por algunos minutos. Se ha dispuesto a relatar cada segundo de su estadía en ese extraño pero cálido lugar. Al final de aquel camino formado por medicamentos azul y rojo, sombras lejanas comienzan a verse. Goldat avanza lo más rápido que sus cansados pies le permiten y mientras más cerca parece estár de las sombras, más parece acercarse a su final. Solo logra distinguir a una persona entre todas las sombras presentes y ausentes al mismo tiempo. Una chica con rostro distorsionado se acerca a ella, su mente le insiste en llamarla Karen. Poco a poco se ve envuelta en la duda de que es lo que hacen todos ahí, tanto que se olvida de su único deber. Dejando el cuaderno de lado, Goldat se pierde en la chica frente a ella quien camina hacia la lejanía, hacia la oscuridad. Cada paso que avanza se convierte en una daga invisible a su costado, una inyección de morfina, una píldora bajando por su garganta. La luz disminuye a cada segundo y en algún momento se extinguirá dejando solo el eco de los pasos de ambas chicas.

Al empujar la puerta, Hope aprieta los párpados e intenta ignorar la picazón insistente en estos. Los jadeos cansados se detienen y unos pasos acercándose la ponen alerta. Suelta la puerta y aprieta los puños suspirando mientras abre los ojos lentamente. Dentro de la habitación no hay más que muebles viejos y una cama desordenada. No hay rastro de una sola alma presente, excepto la suya. Se adentra a la tan conocida habitación y la voz cansada de su hermana la hace avanzar hacia una esquina oscura que nunca antes había visto. Sosteniendo su cálido suéter avanza hasta quedar parada frente a la nada y una puerta se abre crujiendo al mismo tiempo que la oscuridad se intensifica. Hope pasa saliva sintiendo su garganta seca y cruza la puerta nueva. En el instante que la azabache atraviesa la puerta, una ráfaga de viento helado azota la puerta provocando que salte en su lugar y sus latidos se aceleren. Un remolino de viento se forma y la rodea llevándose las prendas que viste consigo. Hope mira lo poco que el viento le dejo vistiendo, ropa interior ajustada y terriblemente transparente. Decidida a no dejarse engañar por está ilusión, limpia brusca las lágrimas que recorren sus mejillas y se deja hacer por las sombras que susurran a su oído. Entre tanta obscenidad, una voz le susurra "Eso es, buena niña." Cierra los ojos y soporta lo que sea que tenga que soportar, como siempre. "Todo sea por ella" piensa antes de caer a los brazos de Morfeo.

**

Finalista (ronda uno): Sabadna de Ahgalynn

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