Llegada al laberinto
La oscuridad que antes tranquilizaba con la suave brisa, deja lo peor a la imaginación. Esas sombras no se alejan y jamás lo harán hasta que el último respiro del laberinto se escuche y haga eco en cada rincón de esta desolada ciudad.
Listo todo está para recibir a los veinticuatro participantes del Skeleton Maze de este año. Su anfitriona, RedSkeleton, ha preparado una bienvenida espeluznante. Este año, los patrocinadores se lucen trayendo comida y comodidad a los competidores, ya que el año pasado las quejas sobre el trato dado a estos llovieron por doquier.
La transmisión en vivo exclusiva del juego de supervivencia está en sus últimos minutos de conteo, miles de personas ya comienzan a entrar al sitio de Internet esperando que inicie. No es el dinero que los deja disfrutar de la primicia, sino los secretos que alimentan al laberinto.
Con estilo de alfombra roja, los carruajes carcacha se aproximan, la única diferencia es que nadie espera a estas celebridades al bajar. Musculosos adefesios bajan en pares con unos cuantos costales cargando. La comodidad del viaje no va incluida en el contrato. Al llegar la última carroza, las metálicas puertas se cierran y un sabor amargo se expande a las afueras del edificio, el laberinto gruñe al sentir la presencia de nuevos invitados.
Algunos murmullos logran escucharse entre los mal pagados adefesios, después de todo este trabajo no les gusta en lo absoluto. Las criaturas hacen el mayor esfuerzo después de los participantes aquí en el laberinto y nunca han tenido un solo día libre. No es que lo merezcan tampoco, sería mera amabilidad si tan solo alguien fuera amable en este lugar.
Uno a uno, los personajes van siendo acomodados en sus respectivos cuartos sin habla ni vista. Las correas que llevan en las manos se aflojan por unos minutos, pronto no las necesitarán porque la fiesta va a comenzar. A pesar de los gruñidos que logran escucharse entre los participantes, muchos de ellos parecen estar felices de estar aquí. El ser parte del laberinto es una oportunidad única. Por lo menos eso fue lo que los convenció a venir aquí en primer lugar. Sigue siendo sorprendente como los representantes de estos personajes deciden darles está prueba de resistencia tan... refrescante.
Personajes de todas formas y colores muestran su entusiasmo con gritos ahogados y movimientos de baile llenos de energía. Mientras ellos gozan de felicidad, los adefesios pasan a revisar e identificar a cada uno con un artefacto metálico en mano. Dicho artefacto es un escáner un poco oxidado, ciertamente no es lo más novedoso en el laberinto. Cada escáner puede obtener información importante sobre el personaje como nombre, edad aproximada, habilidades, energía o años de vida restantes, cantidad de glóbulos rojos, y resistencia. Solo lo esencial. Los patrocinadores prefirieron invertir en otras cosas más importantes que en artículos de reconocimiento.
La primera persona que escanea el adefesio número 2 es humano, tiene la muñeca izquierda cubierta con un guante largo, como todos los participantes. El beep doble que genera el escáner al tener contacto con la oreja del personaje produce un eco en la habitación. Algunos otros presentes muestran señales de vida al estremecerse ante el sonido. "Todo normal" piensa el adefesio, o pensaría si pudiera hablar humano. Sin escanear a los demás personajes en la habitación, el adefesio número 2 se retira de la habitación azul.
En la oficina principal, que en realidad es una habitación llena de cámaras descompuestas y monitores viejos, la anfitriona se encuentra tomando la siesta. Siendo está la habitación más sofisticada del laberinto, uno esperaría que tuviera ventilación apropiada o algún tipo de decoración agradable. Sin embargo, lo único que los patrocinadores quisieron mejorar en ella fue la distancia entre los monitores y el sofacama floreado. La anfitriona incluyó entre las cosas necesarias para este año cambiar los monitores a unos más modernos, pero era eso o mantener a sus adefesios dentro del laberinto. Después de días sin dormir, la bestia peliazul se encontraba recostada muy incómoda en el piso ya que el sofacama estaba infestado de pulgas. Aún así, una siesta era un alivio inmenso para ella. Momentos como ese ocurren muy pocas veces en la vida, momentos de tranquilidad.
El sonido de la puerta siendo golpeada bruscamente hizo a la peliazul suspirar pesadamente y levantarse sin abrir los ojos. Una vez de pie, la anfitriona paso una mano por su corta cabellera y abrió los ojos. A paso cansado, dió tres pasos hacia la puerta y la abrió encontrando al adefesio número 2 frente a ella. Levantó la vista provocando que su cuello se estire hacia atrás y volvió a suspirar estirando sus manos hacia arriba con las palmas abiertas. El adefesio depositó el escáner en sus manos y ella lo miró por dos segundos y lo aventó a la esquina de la habitación.
—Te dije que no usarás ese escáner con humanos— murmura mientras busca entre los artefactos tirados uno que se le asemeje al escáner —este debe funcionar, se ve decente.— dice tendiendo una pequeña tableta de vidrio al adefesio.
El gigante se retira por el pasillo en tinieblas y la bestia vuelve a su siesta. Todo está en orden. Siempre lo estará.
Damas y caballeros, autores desalmados, ha llegado la hora que todos han estado esperando. Las puertas del laberinto resuenan en todos lados y la transmisión en vivo revienta los servidores.
Bienvenidos a Skeleton Maze, el laberinto esqueleto.
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