Desconfianza

*Raúl es un hombre de 57 años de edad que espera el colectivo 100 para llegar a su trabajo, luego de unos minutos, aparece Micaela, estudiante de medicina en la Universidad de Lanús, que se dirige a su curso de mañana tomando el 37.
Raúl rompe el silencio.*

Raúl: —"Primero me levanté, ahora tengo que ir a la fábrica, salgo a las 5... ¿Y después? Después voy a visitar a mi sobrina Sofia que hace mucho que no la veo, claro, tendría que avisarle a Claudia..."—

*En eso interrumpe la muchacha, que lo miraba extrañada*

Micaela: —"Perdón, pero, ¿usted está bien? Lo digo porque está hablando solo y, ya sabe, eso es extraño..."

Raúl:—"¡Oh!- repuso el hombre.- Nada de eso señorita, resulta que estoy repasando lo que voy a hacer en el día...y si lo digo en voz alta, seguramente no me olvido."—sonrió el señor de traje y barba marrón.

Micaela: —"Pero no podría pensar en voz baja o hablar de algo mas... divertido?"—replicó la chica de cabellos rubios y ojos color cielo, que vestía un conjunto abrigado que la mantenía cálida en esa mañana fresca y gris.

Raúl:—"Y... ¿Que seria algo divertido?"-Dijo mientras se acercaba a ella.

*Micaela se empieza a sentir intimidada por Raúl y no sabe que responder*

Micaela:—"Bueno..."—dijo algo nerviosa.— "No lo se..."-

Raúl:—"Hablemos de vos, que seguro tenes algo "Divertido" que contar"— río él.-

Micaela: *resignada* —¿Porque debería hacerlo? Ni siquiera lo conozco para contarle de mi vida.

Raúl: *pensativo* —Ah! Con que es usted desconfiada... Miren a la jovencita, insegura de si misma para establecer una simple conversación.
Es así como está el mundo ahora, con miedo, miedo a confiar, a fin de evitar secuestros, desapariciones y eso...
¿Por qué sera que nos cuesta tanto expresarnos y nos resguardamos en nosotros mismos para poder estar a salvo del exterior?—reflexionó el hombre de mediana edad acariciando su gran barba frondosa.— ¿Que cosas, no?.—dijo ocupando el espacio personal de la muchacha, quien pronto vio el 100 frenando delante de ella, entró allí con prisa para luego dejar atrás a Raúl, que solo pudo observar como éste se alejaba, dejando así, con el sol reflejado, la luz en el espejo lateral.—

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