Extra 15

Extra 15

Una primera vez para los dos

Dos años de relación con Luo Binghe era algo que Shen Jiu no había esperado. Tener una relación no era algo que estaba en sus planes, con un discípulo que en su primera vida lo volvió una vara humana, estaba mucho menos en sus planes que simplemente tener una relación romántica.

Pero ahí estaban los dos, con una relación que ya había cumplido dos años y que parecía no tener un fin cercano. Shen Jiu no veía motivo para terminar con la relación, de todas formas.

Luo Binghe era una pareja impecable y una ama de casa estupenda. Todos los días cumplían con la misma rutina. Shen Jiu se levantaba y se preparaba tranquilamente en el cuarto que, hacía unos meses, habían empezado a compartir. Se arreglaba mientras escuchaba a Binghe cocinar y hablar con Shen Fu. Al salir se aseguraba de que Shen Fu estuviera bien arreglado y, cuando se aseguraba de eso, se sentaba y le servían el desayuno. Luego de eso salía a sus clases, mientras Binghe atendía asuntos en el reino demoniaco o bien pasaba tiempo con sus hermanos marciales. Los más grandes ya no necesitaban de las clases como los más jóvenes, así que salían a misiones o bien ayudaban a entrenar a los más jóvenes. Ming Fan, por ejemplo, casi no salía a misiones desde que se casó, solo se quedaba con Shen dando algunas clases o bien ayudándolo con las mismas.

Luego de eso, durante el almuerzo, Shen comía con su madre, Xiaoyun y Yingying. Su discípula había mejorado sus recetas en la cocina gracias a su shidi, aunque estaba queriendo mejorar más. Sin embargo, Shen y Huaying no permitían que se esforzara demasiado, menos con los ocho meses de embarazo que ya tenía. Por ese motivo, Ming Fan llevaba meses sin salir de QingJing, preocupado por su esposa y su futuro bebé, a pesar de que el embarazo de Ning Yingying no era de riesgo.

Recordaba el día en que ambos fueron a la casita de bambú para darle la noticia, un viernes mientras cumplían con la reunión de siempre que se había vuelto una costumbre para ellos. Luo Binghe quedó boquiabierto y en blanco durante varios segundos. Ming Fan y Ning Yingying se preocuparon por su estado, pero pronto el cachorro salvaje saltó a abrazarlos muy feliz, diciendo que sería el mejor tío de todos. Shen Jiu al menos no había reaccionado tan exageradamente, pero sí se había emocionado al saber que su discípula tendría un hijo con un hombre que la amaba y que valoraría a esa familia con su vida. Si abrazó a Yingying y Ming Fan por más tiempo del necesario, a nadie le había importado. Shen Fu, por su parte, saltó emocionado diciendo que iba a jugar mucho con su primo y que le enseñaría todo lo que sabía.

Shen Jiu no estaba seguro de que sus discípulos quisieran que Fu-er le enseñara a su hijo todo lo que sabía, menos cuando vieran al pequeño bebé regresando lleno de barro y hojas y con animales de dudosa procedencia. Shen ya tuvo bastante con la cosa que comía bambú la cual, antes de sacarlo de QingJing, terminó encontrando a otra cosa que comía bambú y se reprodujeron. Si no fuera porque los envió al castillo de Luo Binghe, QingJing estaría deforestada.

Como fuera, luego de eso Shen daba las últimas clases y supervisaba parte del entrenamiento antes de regresar a casa. En su casita de bambú se encargaba de los reportes o cualquier otra cosa que necesitara de su atención, como instruir a Fu-er, y luego cenaba con Binghe, Fu-er y su madre. Su hijo era el primero en caer dormido, seguía su madre y por último ellos dos. Y ahí, terminaba su día.

Lo que pasaba en el medio, podía variar demasiado.

Había días en que tenía que asistir a las reuniones de señores de pico, donde hablaban de diversos temas y se daban algunos reportes sobre el crecimiento de cada pico. Shen jamás olvidará el día que tuvieron que hablar sobre unos libros publicados que contaba la historia de dos parejas mangas cortadas que hacían tantas cosas sexuales imposibles que Shen Jiu casi tenía una desviación de qi ahí mismo. No era para tanto, libros como esos había en todos lados. Lo traumático de todo esto era el hecho de que las parejas de esos libros eran Luo Binghe y el mismo Shen Jiu, y la otra pareja ¡era Yue Qi y el mono bruto!

¡Shen Jiu no tenía que ser un experto para darse cuenta de que la pervertida sucia que escribió eso era la hermana de Liu Qingge! ¡No lo engañaría con su seudónimo Liu Su Mian Hua! ¡Shen había visto a través de ese maldito juego de palabras!*

Durante esa reunión, fue la primera vez que Shen Jiu vio a Liu Qingge rojo hasta las orejas, evitando mirar a cualquiera de sus hermanos marciales, en especial a Yue Qi. Mientras que Qi-ge estaba intentando llevar a cabo la reunión con normalidad, aunque Shen Jiu había notado el temblor en sus manos y el sonrojo en sus orejas. Liu Mingyan era una pervertida que había usado a su hermano para crear contenido erótico imposible y Shen Jiu solo quería golpearla. Pero, ¿por qué hacer eso y no desviar la atención de la niña hacia otro foco?

Fue así como luego de dos meses, Río helado en el bosque bambú** y El anhelo de la luna por el sauce*** dejaron de ser noticia en el mundo para dar paso a la mayor obra de arte de Liu Su Mian Hua: El frío corazón de mi rey.

Sí, su plan para desviar la atención de Liu Mingyan en ellos había resultado efectivo. Y Shen estaba seguro de que Shang Qinghua jamás se enteraría de que él había ayudado a Mingyan a descubrirlos. En su defensa, él solo defendía el arte y la libre expresión. Shang Qinghua no tendría que quejarse tanto.

También hubo otros problemas que rompían parte de la rutina. Por ejemplo, una pequeña invasión demoniaca liderada por un grupo que no obedecían las órdenes de Luo Binghe, pero le tenían tanto miedo que habían optado por invadir CangQiong cuando Binghe no estaba presente.

Duraron una hora. Y Shen se atrevía a decir que menos.

En esta ocasión, Yue Qingyuan sí estaba presente, junto con su amante no proclamado todavía, Shang Qinghua y Shen Jiu. Los demás maestros estaban ocupados en otras cosas, así que los mangas cortadas de CangQiong tuvieron que hacerse cargo de todo. Nada complicado en realidad, luego de dar su opinión, Yue dio la orden para que los discípulos echaran a los demonios de la secta. Con la fuerza que adquirieron en esos años y la unión que desarrollaron, no les costó demasiado a ninguno hacerse cargo de todo. Incluso los discípulos de AnDing habían logrado herir a un par de demonios usando el arco y la flecha.

No fue la invasión más interesante y pronto todos regresaron a su rutina diaria.

También hubo un día en donde Fu-er trajo consigo un animal encontrado en el reino demoniaco, una cosa peluda y de ojos grandes que ronroneaba como gato. Si hubiera sido un gato, Shen lo hubiera aceptado, pero esa cosa tenía el tamaño de un cachorro de Tigre y no iba a permitir que viviera en su casita de bambú. Fue así como Luo Binghe tuvo otra mascota en su castillo y Shen Fu un castigo nuevo.

Y días así, con Fu-er llevando cosas raras a casa, había demasiados. Tantos, que Shen ya lo tomaba como parte de la rutina diaria.

—Deja esa cosa afuera, Fu-er—regañó Shen Jiu cuando Shen Fu quiso meter a la casita de bambú, de manera disimulada, un cachorro de Tigre Dragón Luna Llena.

—Pero...papá...—Shen Fu abrazó al cachorro contra su pecho, recibiendo varios lametones—Es muy pequeño todavía.

—No me importa, no criarás esa cosa aquí, Shen Fu. Devuélvelo donde lo encontraste.

Shen Fu hizo un puchero, negándose a dejar ir a ese cachorro que era considerablemente grande como para que viviera en la casita de bambú.

—Pero, papá...prometo cuidarlo bien.

—Bien, lo criarás bien, pero no aquí. O llevas eso afuera o se lo llevas a Binghe, pero aquí no.

—¡Nunca me dejas tener ninguna mascota!

—¡Porque ninguna de tus mascotas es convencional!—Shen Jiu frunció el ceño y se cruzó de brazos—Si trajeras algo más normal a casa te lo permitiría, pero nada de esto puede considerarse una mascota aceptable. Ahora sácalo de aquí.

La última frase fue dicha con el tono de ultimátum que Shen Jiu usaba cada vez que estaba llegando a su límite. Y Shen Fu lo conocía muy bien, por eso resignándose mandó un mensaje a Binghe para pedirle permiso para llevar una mascota nueva a su castillo. Como si esa bestia fuera a decirle que no.

En esos años, incluso antes de que terminaran en pareja, Luo Binghe malcrió a Shen Fu como si fuera su propio hijo. Lo llenó de regalos y mimos, jugaba con él y lo ayudaba a entrenar. También solía cocinar las comidas que a Fu-er le gustaban y lo alentaba a seguir con sus investigaciones y adopciones de animales raros. Shen Jiu lo regañaba por eso, pero Binghe decía que si Fu-er era feliz así, entonces él no podía hacer nada al respecto.

A Shen Fu le encantaban los animales, pero Shen Jiu nunca creyó que fuera lo suficientemente responsable como para tener uno. No cuando era niño. Pero Fu-er ya iba a cumplir dieciocho años, era lo suficientemente grande como para tener una pequeña responsabilidad como lo era tener una mascota. Después de todo había demostrado eficiencia en las pequeñas misiones a las que fue enviado y era aplicado, usando su tiempo libre para ensuciarse buscando cosas que nadie más sería capaz de buscar.

Quizás debería hablar con Qinghua para pedirle un contacto.

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Binghe se acostó a su lado luego de asearse, usando una sencilla túnica negra que se abría en su pecho. Como si Shen estuviera interesado en esa parte de su cuerpo. No era más que músculo desarrollado por el entrenamiento. Bueno, un músculo muy desarrollado por el entrenamiento.

—¿Pasa algo?—preguntó tomando un mechón de cabello de Shen Jiu para jugar.

Shen se acomodó en la cama, para estar de costado como Binghe. Solo que él no usó su brazo para apoyar su cabeza.

—Mañana es el cumpleaños de Fu-er.

—Lo sé, he estado preparando su regalo desde hace días.

—Dime que no es nada que traerás aquí.

Binghe rio, todavía jugando con su mechón de cabello.

—Tranquilo, es algo que armé en el castillo para él. Sería muy difícil trasladarlo aquí.

—Bien—Shen Jiu suspiró—, al menos no es algo que ponga en riesgo mi pico.

—Tranquilo, no pensaba hacer nada de eso—Binghe sonrió, acercándose a Shen para empezar a repartir pequeños besos en su rostro—. No quiero ganarme un regaño tuyo, cariño.

—Tonto—dijo Shen, pero se acercó más cuando Binghe bajó los besos por su mejilla para dirigirse a su boca.

Aceptó el beso, abriendo la boca para darle paso a Luo Binghe. Los besos de esta bestia eran buenos, muy buenos considerando que dejaban a Shen deseando más a veces o con una sensación de satisfacción que no había tenido antes. Pero bueno, si lo pensaba, Luo Binghe tuvo años de práctica constante con la cantidad exagerada de amantes que tenía.

La mano grande y callosa de Binghe paseó por su cuerpo, acariciando los hombros por sobre la túnica interior que Shen usaba para dormir. Sus traviesos dedos se colaron por debajo de la tela, tocando la tersa y pálida piel, acariciando juguetonamente mientras su boca seguía jugando con la de Shen Jiu.

Una mordida suave a su labio inferior marcó la separación de sus bocas y el inicio del recorrido de besos de Binghe por su cuerpo. No tendrían nada, no llegarían a más que besos y caricias, pero a Binghe le gustaba correr su túnica para besar más de su piel. Sus labios recorrían la piel de sus hombros y su cuello, especialmente su cuello, y descendían hasta sus clavículas, el límite impuesto por Shen Jiu. Usaba su lengua también, causando estremecimientos cada vez que lo hacía en una zona sensible del cuerpo del cultivador.

—A-Jiu—murmuró Binghe, subiendo sus besos por su cuello hasta llegar a su oreja—, abre un poco más las piernas para mí.

Acto seguido mordió el lóbulo de su oreja, una corriente eléctrica pasó por su columna y hundió los dedos en la espalda de Binghe.

—¿Vas a frotarte como un perro en celo?—susurró divertido Shen Jiu, abriendo un poco más las piernas—Si vas a hacerlo, hazlo bien o dormirás en el suelo.

Una mordida fue dirigida al cuello de Binghe, quien gimió al sentir sus dientes apretar su piel con más fuerza de la que debería ser necesaria. Shen Jiu chupó la zona, dejando una marca que sabía que Binghe no haría desaparecer porque era un desvergonzado de mierda. Pero a él le gustaba, una parte primitiva de él se satisfacía con marcar a Binghe.

La cadera de Binghe se apretó contra la suya, frotando sus miembros. Binghe estaba emocionado, demasiado para recién comenzar, pero Shen Jiu sabía que era a raíz de la abstinencia y al hecho de que era un demonio celestial, esta maldita raza parecía tener alguna manía con el sexo y tenían una resistencia que Shen prefería erradicar del cuerpo de Luo Binghe. Todavía no tenían sexo por completo, pero no quería imaginarse cómo sería el día que lo hicieran y que Shen le dijera a Binghe Has lo que quieras.

Era mejor no pensar en desgracias.

Cuando comenzó a frotarse contra él, Shen Jiu jaló del cabello a Binghe y sus piernas le apretaron la cadera.

—Más despacio—advirtió y movió él mismo la cadera para indicarle la manera en la que quería que Binghe lo hiciera.

Como un perro bien entrenado, Binghe obedeció y se movió de la manera en que Shen Jiu quería que lo hiciera, mientras todavía lo sostenía del cabello. Disfrutaba de ver las expresiones de Binghe cuando estaban en situaciones así, era un placer diferente el ver a este gran mestizo que alguna vez fue un gran emperador mendigarle por un poco de placer, dispuesto a cumplir con sus caprichos. Ver a un ex señor de harén, que hacía con sus mujeres lo que quería, ser dominado de esta manera era un plus extra a su placer carnal para Shen Jiu. Binghe siguió moviéndose como Shen Jiu quería, haciendo que su cuerpo se estremeciera con el placer. Fue luego de unos minutos que finalmente terminó, manchando su cómoda túnica para dormir. Pero Binghe todavía estaba duro, apoyado contra él sin atreverse a moverse ni frotarse contra su cuerpo.

—Buen chico—dijo Shen acariciando su cabello—, acuéstate de espaldas, te ayudaré.

Binghe no tardó en obedecer ni Shen Jiu de estar sobre él, con las piernas a cada lado de la cadera del chico. Desató el cinturón de la túnica y la abrió, dejando salir libremente el miembro anormalmente grande Binghe.

Shen Jiu sabía que si todavía no había hecho nada más con Binghe no se debía solo al hecho de que no creía que fuera el momento, sino también al miedo que le causaba esa cosa que Binghe tenía entre las piernas. Era una bestia, en muchos sentidos de la palabra.

Se inclinó sobre Binghe para besar su cuello, lamiendo la suave piel y mordiendo las zonas que, en ese tiempo, descubrió que eran sensibles. Su mano viajó por el pecho de Binghe, un pecho marcado y musculoso que no supo cómo fue que obtuvo en el Abismo. No sabía si era una especie de ejercicio intensivo o qué que se pasaba ahí abajo, pero sea como sea, no hizo más que moldear de manera extraordinaria el cuerpo de Luo Binghe.

Mientras besaba y mordía el cuello de Binghe, su mano se aventuró a tomar el miembro de su pareja y lo acarició de arriba abajo. Todavía recordaba la primera vez que hizo esto. No había sido sencillo. Luego de años siendo abusado sexualmente por Qiu Jianluo, tener la confianza para tocar un cuerpo masculino ajeno no era algo fácil. Al inicio, cuando solo eran caricias sobre la ropa, Shen Jiu tuvo dificultades para permitirle a Binghe tocar más allá. Incluso muchas veces tuvieron que frenar porque un miedo repentino invadía a Shen Jiu y hacían que empujara a Luo Binghe. No tenía sentido, él sabía que Binghe no le haría nada que él no permitiera, pero eran impulsos que no podía detener.

Le tomó un tiempo a Shen Jiu ganar confianza para tocar a Binghe y permitirle avanzar más. Entre las cuestiones por las cuales todavía no tenían sexo por completo, era este problema propio de Shen Jiu el que los limitaba.

Pero Binghe era paciente y tomaba lo que Shen Jiu podía ofrecerle. Aunque no era algo que a Shen Jiu le gustara.

Binghe acabó en su mano, la esencia blanca y viscosa esparciéndose por sus dedos. Dejó el cuello de Binghe para depositar un suave beso en su boca antes de salir de encima y acostarse a su lado, buscando algo para limpiar su mano.

—A-Jiu es tan bueno con este Binghe—murmuró Binghe cariñosamente, abrazándolo por detrás y escondiéndose en su cuello.

Shen Jiu limpió su mano con un pañuelo y observó su túnica manchada.

—Sí, soy muy bueno. ¿Puedes correrte? Necesito ir por una túnica nueva y algo para limpiarme.

Binghe sonrió y lo atrajo hacia él para besarlo, un beso suave y dulce. La bestia resultó ser muy cariñosa y pegajosa cuando tenía un orgasmo.

—Iré yo, no te preocupes—murmuró contra sus labios antes de levantarse y atarse de nuevo la túnica para no mostrar su escultural cuerpo a nadie.

Nunca se sabía si su madre o su hijo se levantaban de noche por algún motivo. Para su suerte, Binghe había colocado en su habitación talismanes para silenciar el espacio.

Shen Jiu se acostó en la cama y miró el techo antes de tomar de su mesa de noche un talismán y enviarle un mensaje a Binghe para que trajera algo para comer.

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Su pico se llenó de gente, eso era algo que Shen Jiu sabía que pasaría al ser el cumpleaños de Shen Fu y este al ser tan...cercano a varios discípulos y a sus tíos. Los discípulos de QingJing sacaron mesas al aire libre y prepararon tanta comida como para alimentar a un ejército entero. Luo Binghe, como siempre, estaba esclavizado en la cocina con algunos de sus hermanos marciales, mientras Fu-er estaba hablando animadamente con Yang Yixuan y un discípulo de QianCao con el que tenía una amistad cercana. Shen Jiu suspiró, ocultando el regalo por el cual tuvo que ir esa mañana para Shen Fu. Yue Qi sonrió cuando lo vio, alegando que le encantaría.

—Papá—saltó Shen Fu acercándose a él.

Yang Yixuan lo seguía, diciendo que tuviera cuidado o se caería. Shen Fu reía y lo ignoraba, continuando con su andar saltarín y alegre.

—Fu-er, ¿por qué tanta alegría?—preguntó Yue Qi, sonriendo dulcemente a su único sobrino.

Y el único que tendría, si quería un niño que tuviera uno propio con Liu Qingge.

—Yang shidi me regaló esto, mira papá, es hermoso.

Shen Jiu sonrió y miró al niño, el cual se encogió en su lugar y dio un paso hacia atrás. Sintió la mano de Yue Qingyuan apoyándose en su hombro para que no saltara sobre el chico, aunque no lo haría. Todavía tenía que darle su regalo a Shen Fu, no podía estrangular a Yang Yixuan por haberle regalado a su pequeño hijo una pulsera con un Cristal de Hielo de la Montaña en ella.

—Sí, muy lindo. Por cierto, también tengo que darte mi regalo—dijo Shen Jiu, todavía escondiendo detrás de su manga el regalo de Shen Fu.

—¿Y qué es?—dijo Shen Fu, emocionado por recibir su regalo.

Shen Jiu suspiró y descubrió el peludo y pequeño regalo que tenía en su mano, el cual movía la cola oliendo a su alrededor con curiosidad.

—Creo que tienes la edad suficiente para hacerte responsable de tu propia mascota. A esta sí puedes criarla aquí en QingJing.

Shen Fu no tardó en tomar en sus brazos al pequeño cachorro de perro que había comprado Shen. No era un perro normal, era un perro espiritual, un tipo de animal que algunos cultivadores criaban. Y Shang Qinghua, para su fortuna, tenía el contacto de algunos de ellos. No le tomó mucho a Shen Jiu conseguir el indicado para su hijo. Ese pequeño cachorro marrón sería perfecto para que Shen Fu criara en QingJing sin que el pico corriera ningún peligro.

De repente, los ojos de Fu-er se llenaron de lágrimas y abrazó al pequeño cachorro el cual le lamió la cara.

—Gracias, papá—dijo mientras lloraba, sonriendo al ver a su pequeña mascota en brazos.

Yang Yixuan quiso acercarse a él, pero Shen Jiu lo miró advirtiéndole que si lo hacía le rebanaría los brazos con XiuYa. Claro que fue una advertencia muda, Shen Fu no podía saber que estaba amenazando al idiota que quería cortejarlo.

—La persona que me lo vendió dijo que solo el dueño debe ponerle nombre, de esa manera será solo tuyo y te obedecerá solo a ti.

Shen Fu asintió enérgicamente y miró al cachorro, el cual le devolvía la mirada mientras permanecía quieto entre sus brazos.

—Me recuerda al color del lugar donde viven los Gusanos de Seda de Oro...Ah, ya lo sé—Fu-er sonrió feliz—, serás Niba****.

Una suave luz iluminó al cachorro y a Shen Fu, antes de que desapareciera repentinamente y quedara grabado en la oreja del animal el nombre del mismo en color blanco. La marca del dueño había sido puesta ya en el pequeño cachorro y ahora solo sería de Shen Fu.

—¿Niba?—rio Lu Song acercándose—La verdad, sí parece.

—Lo sé—sonrió Shen Fu, volviendo a poner entre sus brazos a Niba—, vamos, Song ge, quiero presentarles a todos a Niba.

Alejándose en un trote constante, Shen Fu fue con los demás invitados a mostrarles al nuevo miembro de QingJing, el pequeño Niba.

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El cumpleaños de Fu-er había terminado, su hijo estaba en su cuarto durmiendo con su mascota y Shen Jiu estaba tomando un respiro de tanta gente y festividad de ese día. No era el tipo de personas que disfrutara de los lugares repletos de personas, menos si se le sumaba personas jóvenes llenas de energía. Luego de tanto ajetreo, Shen Jiu estaba en la sala de su casita de bambú, tomando un té mientras suspiraba agotado. Su madre se había despedido hacía una hora y solo quedaba él ahí, mientras Luo Binghe ayudaba a lavar la vajilla usada ese día.

—Shizun, ¿estás bien?—preguntó divertido Binghe entrando en la casita de bambú—¿Demasiada juventud para este viejo maestro?

—¿Demasiadas ganas de dormir afuera para este estúpido discípulo?

Binghe rio, besando su mejilla mientras masajeaba sus hombros.

—No entiendo por qué le molesta a shizun que este Binghe le recuerde su edad, después de todo, no deja de ser deseable para este discípulo—murmuró la bestia insolente masajeando sus hombros suavemente.

—No es algo de lo que tenga dudas, después de todo te acostaste con mi madre más de cuarenta años mayor que tú—le recordó Shen Jiu.

Las manos de Binghe titubearon en ese momento antes de continuar con su tarea.

—Eso fue un golpe bajo, shizun.

Lo era, porque hasta el día de hoy Binghe se sentía incómodo al saber que tuvo sexo con su suegra. Para Shen Jiu fue incómodo al inicio, pero ahora solo lo usaba para molestar a Binghe.

—Bien.

Las manos de Binghe se detuvieron un momento antes de correr la túnica de los hombros de Shen Jiu para inclinarse y besar la piel expuesta. Shen se giró a mirarlo, deteniendo las manos que habían comenzado a meterse debajo de su túnica.

—¿Qué haces?

Binghe lo miró y sonrió antes de morder juguetonamente su hombro.

—Castigo a shizun.

Shen Jiu le dio un golpe con su abanico, pero Binghe no se quejó, solo rio bajito sacando sus manos del interior de las túnicas de su pareja.

Shen suspiró y acomodó las túnicas en su lugar. Esta bestia siempre era demasiado cariñosa en cualquier momento del día, pero en la noche lo era mucho más. Aunque respetaba los límites y nunca iba más allá de lo que Shen Jiu permitía. A pesar de que hacía todo lo posible por hacer que Shen Jiu quisiera ir más allá, para que se animara a avanzar con él.

No era algo que no quisiera. En realidad, muchas veces pensaba en ese hecho. Ir más allá con Binghe en la cama, disfrutar plenamente de tener sexo con él. Había sido algo que quería, pero al mismo tiempo temía arruinar el momento por los traumas que Qiu Jianluo le generó. Si bien Binghe no se molestaría con él por eso, no quería decir que a Shen Jiu no fuera a molestarle arruinar un momento tan importante para ambos.

Deseaba a Luo Binghe, realmente deseaba hacerlo con él, pero no quería que sus miedos arruinaran ese momento que, se suponía, tenía que ser especial. Bien, le daba igual si era especial o no, solo no quería que el momento se arruinara. Por una vez, quería que algo en su vida saliera bien.

La mano de Binghe tomó su mano y la acarició.

—¿Pasa algo? Te ves muy pensativo.

—Nada, solo... ¿podemos ir al palacio? Quiero un momento lejos de QingJing.

Binghe no cuestionó, simplemente sacó a XinMo y abrió un portal para llevar a Shen Jiu hacia la zona del palacio que había decorado como la casita de bambú. A Shen le gustaba mucho esa parte, la decoración le resultaba refrescante y relajante. Binghe lo sabía, por eso mantenía la decoración en esa parte de su palacio.

En cuanto estuvieron ahí, Binghe lo abrazó por detrás, apoyando el mentón en su hombro.

—Shizun, ¿pasa algo como para que haya querido venir aquí?

Shen Jiu se apoyó contra él, el cuerpo de Binghe era cálido y ancho. De alguna manera, lo hacía sentir seguro. ¿O sería su halo de protagonista lo que hacía que se sintiera de esa forma?

—Solo quería que estuviéramos a solas esta noche—comentó Shen Jiu.

—¿Y para qué shizun quería estar a solas con este discípulo?—preguntó Binghe acariciando distraídamente su vientre.

—Si quieres me regreso, no me importa mucho tampoco—Shen rodó los ojos, la bestia rio grave cerca de su oído.

Intentó reprimir el estremecimiento, pero fue imposible.

—No, me gusta estar a solas con shizun—de repente la mano de Binghe apretó su vientre—. Shizun, ¿no estás un poco más relleno que antes?

—Primero me dices viejo y ahora gordo, ¿qué sigue después? ¿Amargado?—Shen Jiu se giró a mirarlo, el ceño fruncido.

Pero Binghe sonreía tranquilamente mientras su mano seguía sobre su vientre.

—No es una crítica mala. En realidad, me gusta que shizun esté más relleno—la bestia le robó un corto beso en los labios y luego repartió besos por su mandíbula hasta su oreja—. Me gusta tener de dónde agarrar—susurró antes de morder el lóbulo de su oreja.

Shen Jiu reprimió un suave gemido, pero el estremecimiento de su cuerpo fue difícil de reprimir.

—Bestia pervertida—murmuró pellizcando la mano de Binghe que estaba sobre su vientre.

—Auch, shizun, que cruel eres.

Sí, tan cruel. Como si ese pellizco le hubiera dolido al maldito niño masoquista que tenía por pareja.

—Te lo mereces por mocoso idiota—Shen Jiu se giró, saliendo del abrazo de Binghe para tomar su mano—. Vamos, no nos vamos a quedar de pie aquí todo el día.

Binghe lo siguió mientras Shen Jiu lo llevaba a la habitación. Una cama limpia y ordenada los esperaba, con bolsitas aromatizantes colgadas en el dosel blanco. Binghe comenzó a sacarse las túnicas hasta quedarse con la interior. Shen lo imitó, quitándose las túnicas para quedar con la túnica interior blanca.

—¿A shizun le gustaría un masaje para antes de dormir?—preguntó Binghe, con una sonrisa inocente.

Sus intenciones no tenían nada de inocentes, Shen Jiu lo sabía muy bien. Pero él también quería eso, por algo había querido llevarse a Binghe lejos de su casita de bambú donde su hijo y su madre estaban descansando. A pesar de los talismanes insonorizadores y de que ya habían hecho algo con Binghe ahí, seguía sin parecerle apropiado ir más lejos estando su madre y su hijo presentes en la misma casa.

Se sentó frente a Binghe, con las piernas cruzadas sobre el colchón. La bestia comenzó a masajear sus hombros, donde la mayor tensión se asentaba. Los dedos expertos de Binghe pasaban por sus músculos y buscaban deshacer el nudo que se había formado en ellos. No era bruto ni era suave, lo hacía todo con la fuerza justa y la precisión indicada. Shen Jiu solo podía suspirar gustoso por las sensaciones, inclinando la cabeza y dejando que su cabello oscuro cayera en cascada por el costado.

Binghe siguió avanzando con sus manos, acariciando sus hombros y bajando por sus brazos. Eran más caricias que masajes, pero Shen Jiu no decía nada al respecto porque le gustaba. Las manos de Binghe eran expertas en provocar, con tantas esposas algo debió de haber aprendido. Si fuera un idiota novato Shen Jiu se compadecería de todas las mujeres con las que se acostó.

Las grandes manos de Binghe volvieron a sus hombros y apretaron suavemente, en un punto que estremeció a Shen Jiu. Bajaron lentamente por sus brazos, pasando por sus manos y pasando sus dedos por el dorso de ambas. Volvió a subir con la misma lentitud, mientras se acercaba al cuello de Shen Jiu, su aliento cálido chocando contra su piel. Los suaves labios acariciaron esa zona, como un roce tímido que hacía cosquillas. Pero no había nada de tímido en la manera en que su lengua rozaba su piel, cálida y húmeda. Cuando subieron a sus hombros, Shen Jiu las tomó y las alentó a tocar al frente sin miedo. Era un permiso para Binghe que entendió perfectamente. Mientras inclinaba su cabeza para sentir los labios en su cuello, las manos de Binghe acariciaron su pecho por sobre la túnica y Shen Jiu llevó su mano hacia el muslo del semi-demonio que estaba a su costado. Lo acarició, alzando la túnica y apretando cuando sintió una succión en su cuello.

—¿Qué te dije de las marcas?—preguntó todavía acariciando el musculoso muslo de Binghe.

—¿No te dije que podía hacerlo desaparecer cuando quisiera?—murmuró sensual Binghe—No te preocupes, cariño, nadie sabrá lo que hicimos esta noche—una lamida larga siguió a lo largo de su cuello y Shen Jiu suspiró encantado con la sensación.

Una de las manos de Binghe se coló dudosa dentro de su túnica para tocar su pecho, pero cuando vio que Shen Jiu no lo rechazaba, avanzó con confianza y rozó sus dedos con uno de sus pezones. Shen Jiu se estremeció, llevando su mano hacia arriba para atrapar a Binghe y acercarlo a su boca para besarlo. Su mano se mantenía en la parte posterior de la cabeza de Binghe, manteniéndolo contra su boca mientras ambos se besaban lentamente. Los labios de Binghe eran expertos en el arte de besar y sabían muy bien cómo moverse para tentar a Shen Jiu a abrir su boca. La mano que tocaba su pecho comenzó a bajar más y fue ahí donde Shen lo detuvo, mordiéndole el labio inferior en el proceso.

—¿Qué haces, mocoso? ¿Acaso este maestro te dio permiso de tocarlo ahí?

Binghe al principio se había sentido culpable por avanzar sin permiso, recordando los problemas que Shen Jiu tenía todavía con respecto a este tema. Pero cuando escuchó sus palabras, quiso besarlo de nuevo. Shen Jiu se alejó y lo tomó del cabello para evitar que siguiera avanzando.

Pensó que en cualquier momento se sentiría incómodo, pero hasta ahora, solo se estaba sintiendo tentado a seguir más y más.

—Shizun, este discípulo quiere complacerlo. Por favor, permítale que lo haga.

Shen Jiu sonrió, el tono suave y suplicante de Binghe le agradaba. Lo emocionaba bastante también.

—¿Eso quieres?—Shen separó la mano que estaba en su pecho y se levantó para darse la vuelta y estar de frente a Binghe—¿Quieres complacer a este maestro?

Pasó sus manos por sobre los hombros de Binghe, acariciando sensualmente para provocarlo. Aunque Binghe era fácilmente excitable.

Pasó sus brazos en un abrazo flojo, mientras se acercaba al cuerpo de Binghe.

—Sí, shizun, por favor, permite que te complazca.

Shen Jiu sonrió, acariciando la nuca de Binghe mientras se acercaba a su cuello para besarlo. La bestia era sensible en esa zona y siempre que Shen lo besaba ahí, terminaba aceptando cualquier cosa que le pidiera.

Binghe hizo su cabeza hacia atrás, aceptando los besos mientras sus manos se mantenían quietas en la cintura de Shen Jiu. Era una bestia obediente e inteligente, quizás debería premiarla por su buena conducta.

Mordió el costado del cuello de Binghe, causando un gemido que pronto dio paso a otro cuando Shen lo besó, mordiendo juguetonamente el labio de Binghe y alejándose para evitar que siguiera con el beso.

—Si quieres complacer a este maestro, entonces deberás usar tu boca, Binghe.

Los ojos de Binghe brillaron con emoción. Shen se acomodó en la cama, medio acostándose contra las almohadas y abriendo un poco su túnica, incitando a su amante para que terminara de abrirla. Claro que Binghe entendió el mensaje, la bestia era muy inteligente para esto.

En otros ámbitos dejaba que desear, pero en el tema sexo era muy bueno.

Binghe sonrió, acercándose a Shen Jiu para empezar un camino de besos por su cuello, que descendía hasta la clavícula mientras sus manos terminaban de abrir la túnica. Cuando consiguió su objetivo, tras luchar brevemente con el cinturón y asegurarse de que Shen quería continuar, Luo besó su pecho. La pequeña bestia chupó sus pezones, a veces haciendo comentarios inapropiados como que lo estaba preparando para el día en que fueran padres y tuviera que amamantar, o que solo quería saber si shizun era capaz de producir leche. Era un sucio y un enfermo, y a Shen Jiu no le había excitado de ninguna manera que le dijera esas cosas. Su cuerpo solo había reaccionado al estímulo oral de Luo Binghe, nada más.

Cuando los besos bajaron hasta llegar al inicio del pantalón, Binghe se detuvo un momento antes de dejar un beso juguetón sobre la entrepierna de Shen por sobre el pantalón. Shen Jiu se estremeció, lo que divirtió a Luo Binghe, cuyas manos estaban ocupadas acariciando sus muslos.

—Sigue así y este maestro te sacará de la habitación.

Binghe rápidamente negó y comenzó a quitarle el pantalón, dejando libre el miembro semi-endurecido de Shen Jiu. Una de las piernas de Shen se flexionó y su pie empujó a Binghe para que se acercara y comenzara lo que se suponía que iba a hacer. Binghe sonrió, sacando su lengua para darle una lamida por todo el largo.

La sensación lo hizo apretar los dedos del pie, sus dientes pronto apresaron su labio inferior cuando las lamidas aumentaron y Binghe comenzó también a meterlo en su boca, chupando y usando sus labios para acariciar todo el largo.

En una charla pasada, Binghe le confesó que nunca antes había practicado sexo con un hombre. Su experiencia solo se limitaba a las mujeres. Sin embargo, no fue muy complicado para él aprender luego de leer unos cuantos libros y de visitar el Pabellón Rojo Cálido. Shen Jiu también agregaba el halo del protagonista que ayudaba a Binghe a ser bueno incluso en su primera vez de sexo oral.

La boca de Binghe pronto comenzó a trabajar y Shen Jiu flexionó ambas piernas, atrapando entre los dedos de sus pies las sábanas debajo de él. El maldito niño sabía cómo provocarlo y qué hacer. Sabía cómo le gustaba, cuándo detenerse y cuándo provocar. Era un maldito pervertido cuya mente estaba llena de cosas sucias.

Pero a Shen Jiu le gustaba de alguna manera eso.

La habilidad de Binghe era buena, su boca lo era demasiado. Estaba llevando a Shen Jiu a un estado de placer que nunca antes había experimentado. O bueno, sí lo hacía, pero solo cuando estaba con Binghe.

Sentía que su finalización estaba demasiado cerca y Shen Jiu se tensó, pensando en que todavía no quería terminar, todavía quería seguir disfrutando con Luo Binghe. Quería llegar más lejos con él. No simplemente disfrutar de esto. Quería mucho más con su pareja, que ambos pudieran disfrutar de tener sexo en su totalidad.

Detuvo a Binghe, tomando su cabello para indicarle que levantara la cabeza.

—Espera...yo...—no sabía cómo empezar a decirlo así que fue tan directo como pudo—quiero que vayamos hasta el final hoy.

Binghe lo miró, parpadeando desconcertado antes de que su mente de demonio tonto comprendiera esa oración.

—A-Jiu—Binghe se acercó a él, su semblante lujurioso pasó a ser serio de repente—, ¿estás seguro de querer llegar a ese nivel? No me molesta que sigamos así.

—¿No crees que si te lo estoy pidiendo es porque...?

—Lo sé, pero también sé lo que pasaste con él—estaba implícito a qué se refería Binghe con él—. No quiero que te obligues a hacer algo para lo que no estés del todo seguro.

—No me estoy obligando, yo en verdad quiero hacer esto contigo. Solo que...sí, es probable que pase por algún mal momento en el medio, pero es inevitable. Y posiblemente no pueda evitarlo nunca. Así que hacerlo ahora o hacerlo otro día, solo será lo mismo.

Binghe miró hacia otro lado, dudando seriamente sobre si avanzar esa noche o seguir como estaban. Shen Jiu entendía su duda, así que solo debía calmar a su pareja antes de que siguiera pensando innecesariamente en cosas que no debía.

—Binghe—cubriéndose con su túnica, se sentó mejor y se acercó al chico—, sé cuáles son tus dudas y, la verdad, yo también tengo las mías. No sobre esto, estoy seguro de que quiero hacer esto contigo hasta el final, pero me inquieta pensar en el hecho de que podría arruinar el momento a mitad de camino. No quiero eso, no quiero arruinar nuestra noche de esa manera.

—A-Jiu no arruinaría nada, yo no creo que lo haría. Lo arruinaría si se quedara callado y fingiera disfrutar solo para que este discípulo no se detuviera. Eso sí me molestaría mucho, la idea es que ambos disfrutemos, no solo yo.

—¿Y te haría sentir más seguro que te frenara cuando comenzara a sentirme así? ¿Eso haría que aceptes que lo hagamos hasta el final?

Binghe volvió a pensarlo antes de asentir.

—Sí, eso me gusta más.

—Bien, entonces...—cuando estaba por acercar a Binghe a él para comenzar a besarlo y retormar lo que habían estado haciendo, Binghe se levantó de la cama y se alejó—¿Binghe?

—Necesitamos algo más antes de hacerlo por completo.

De un mueble de esa réplica de la casita de bambú, un mueble en el que Shen Jiu guardaba algunas túnicas en su casita de bambú original, Binghe sacó una pequeña lata de plata. No veía su contenido, pero no necesitaba preguntar lo que era. Si iban a ir hasta el final, el ungüento aromatizado sería necesario para que Binghe no lo lastimara al entrar.

Para evitar más la vergüenza que estaba inundando su corazón, en cuanto Binghe estuvo cerca, Shen Jiu lo jaló hacia él y lo besó, comenzando a abrir la túnica para dejar al descubierto el cuerpo de su amante. Los músculos de Binghe estaban bien proporcionados y muchas veces sus túnicas no podían ocultarlos. Incluso cuando la túnica estaba bien cerrada, cualquiera que viera a Luo Binghe diría que su cuerpo estaba demasiado bien trabajado.

Las manos de Binghe pasearon por su cuerpo, volviendo a abrir la túnica y llevando una de sus manos al olvidado miembro de Shen. No tardó en endurecerse, llevado por las caricias de Binghe y por sus húmedos besos que habían bajado a su cuello para distraerlo. Aunque bueno, la distracción no había servido de mucho, no cuando Shen Jiu sentía uno de los dedos de Binghe acariciando su entrada.

No cerró los ojos mientras Binghe lo tocaba y lo besaba, mirando el cuarto para que su mente no viajara lejos y no se diera cuenta de que estaba ahí, en el palacio de Luo Binghe, con esa bestia sobre él haciéndole el amor. No era un hombre desagradable, era alguien a quien Shen Jiu amaba y a quien le estaba dando permiso de tocarlo de esa manera.

—Cariño—murmuró Binghe luego de morder el lóbulo de su oreja—, ¿quieres que siga?

—Sí, sigue—confirmó Shen Jiu abriendo sus piernas.

Binghe abrió la lata del ungüento y untó dos de sus dedos.

—Si te molesta, solo dilo y me detendré.

—Lo sé, Binghe.

Su amante asintió y entonces llevó uno de sus dedos a la entrada de Shen Jiu. El dígito empujó suavemente, como si pidiera permiso para entrar o como si tanteara el terreno. Por reflejo se contrajo, una acción involuntaria, antes de mirar a los ojos de Luo Binghe y relajarse poco a poco. Cuando estuvo relajado, el dedo de Binghe entró en él, lento y suave.

De cierta manera era raro. Qiu Jianluo no solía prepararlo, simplemente entraba y lo lastimaba, teniendo cuidado de que la herida no fuera tan grave para no matarlo. Pero nunca antes experimentó algo así, algo suave, lento. Un gesto de cuidado y devoción.

Era nuevo, raro, pero le gustaba.

Los movimientos de Binghe denotaban duda. Claramente temía hacerle daño o que Shen Jiu se arrepintiera a la mitad. Solo cuando se sintió más seguro, comenzó a mover el dedo con más confianza hasta hallar el punto sensible dentro de Shen.

Fue la primera vez que sintió un placer inexplicable en esa zona. Sí había sentido placer, pero nunca antes el placer que sintió cuando el dedo de Luo Binghe tocó en su interior una parte que le había hecho gemir. Ese simple gemido debió ser el detonante para que Luo Binghe comenzara a sacar y meter su dedo en su interior, tocando esa parte interna que solo lo hacía sentir mucho placer.

—Mete otro—indicó porque parecía ser que Binghe no lo haría si no se lo pedía.

El chico obedeció como un buen perro entrenado. El segundo dedo se metió con delicadeza, principalmente porque no quería lastimarlo. Fue incómodo al inicio, pero a medida que Luo metía y sacaba sus dedos, tocando esa zona sensible en su interior, Shen Jiu se iba acostumbrando más al tamaño hasta el punto de que en lo único que podía pensar era en qué se sentiría cuando Luo Binghe se metiera en su interior.

De repente, Luo sacó sus dedos y Shen Jiu iba a quejarse cuando lo vio untar un tercer y cuarto dedo en la pequeña lata.

—Es mejor que estés bien preparado antes de que entre—informó Binghe acercando los dedos a su entrada para empezar a meter tres.

Era más grande y, por ende, se había vuelto un poco más incómodo. Pero los besos de Luo en su cuello y en su pecho lo había distraído lo suficiente como para que la incomodidad pasara rápido.

Con el cuarto dedo había pasado algo similar, pero en ese caso fue Shen Jiu quien repartió besos en el cuello de Binghe, sumando algunas mordidas cuando el chico tocaba la parte sensible en su interior.

—Si te pones en cuatro, sería más fácil...—dijo Binghe tras sacar los cuatro dedos del interior de Shen Jiu.

—No, quiero que sea así de frente—sentenció Shen.

Porque sabía que si le daba la espalda a Luo Binghe, sabía que si no veía a su pareja, su mente lo llevaría a otro lugar, a otro momento, y arruinaría todo.

Binghe lo habría entendido porque no insistió más y, en su lugar, se acomodó entre sus piernas.

—Si te duele demasiado, solo dímelo.

Shen Jiu asintió con la cabeza mientras se aferraba a la espalda de Binghe. El miembro anormalmente grande y lubricado del chico comenzó a entrar, empujando la punta en su entrada. Los cuatro dedos habían ayudado bastante, aunque no habían sido del todo suficientes. Pero al menos habían sido útiles como para que Shen Jiu sintiera solo una ligera incomodidad.

Luo fue lento, repartiendo besos en su rostro y tocando su miembro para que la incomodidad no fuera mayor al placer. Shen Jiu clavó las uñas en la ancha espalda de su amante, mientras los talones de sus pies se hundían en la cadera de Binghe. Nada de esto parecía molestarle en absoluto y simplemente lo aceptaba mientras seguía repartiendo besos y caricias a su cuerpo.

—Cariño—susurró Binghe mientras dejaba unos besos en su mejilla—, en verdad, eres el hombre más hermoso que he conocido.

—¿Estás seguro que XinMo no te está volviendo loco de nuevo, Binghe?

El chico rio, dejando un beso en su mandíbula.

—Eso sería increíble entonces porque incluso sin conocer de su existencia, ya me había vuelto completamente loco—tras dejar un beso en su cuello, agregó—. Shizun siempre me pareció el hombre más hermoso de todos.

Shen Jiu no podía entender qué veía Luo Binghe en él. Realmente se le hacía imposible saberlo. Pero ahí estaba este chico tonto, diciendo estupideces que hacían latir con fuerza el corazón de Shen Jiu. Halagando un rostro que nunca antes había visto de esa manera. Considerando a un hombre cruel y egoísta, el más hermoso de todos.

Luo Binghe comenzó a moverse lentamente, haciendo que Shen Jiu comenzara a acostumbrarse al miembro en su interior. La incomodidad comenzaba a despertar recuerdos y Shen tuvo que tomar el rostro de Luo Binghe.

—Mírame—pidió y Luo Binghe le dedicó la mirada más dulce y enamorada que Shen había recibido jamás.

—Shizun.

—Bestia.

Binghe sonrió, metiéndose lentamente en su interior.

—Te amo.

Esas dos palabras no debieron haberlo sacudido como lo hicieron. No debía haberse sentido tan bien.

Avergonzado, se ocultó en el cuello de Binghe, aferrado a su espalda, sintiendo su aroma, mientras murmuraba contra su piel esas mismas palabras.

Binghe lo sacó de su cuello para besarlo, hambriento y enamorado, mientras comenzaba a moverse con más confianza.

Shen Jiu nunca antes había pensado que esto pudiera sentirse bien, que el sexo pudiera ser tan placentero. Lo era, era demasiado placentero. Posiblemente porque Binghe tenía experiencia. O quizás también porque se trataba de Luo Binghe, el único hombre por el que sentía algo como esto. Shen jamás hubiera dejado que nadie más lo tocara de la manera en que Luo Binghe lo tocaba. Nadie tenía el derecho que la bestia sí.

Podría ser enfermo, podría ser retorcido. Pero luego de todo lo que pasó, a Shen Jiu le daba lo mismo lo que pensaran de él por estar enamorado del hombre que, en el pasado, había sido alguien que lo llevó al borde de la locura. Lo único que le importaba, era que actualmente era feliz. Feliz de tener a este hombre solo para él, feliz de saber que jamás miraría a nadie más que a él. Feliz de que Luo Binghe, el emperador demoniaco que en antaño tuvo un harén inmenso, estaba irremediablemente enamorado y dedicado a él.

Cuando acabó, sintiendo que tocaba el cielo con las manos, perturbado gratamente por el placer, Shen Jiu pensó que nunca antes en su vida había sido tan feliz.

—Shizun—murmuró Binghe mirándolo a los ojos.

Sus ojos rojos de demonio brillaban con cariño. Shen Jiu sonrió.

—Bestia.


*Esto tuve que buscarlo porque no recordaba el nombre completo que Mingyan usaba para esto. Liu Su Mian Hua (柳宿眠花 ) significa Flor Durmiente entre Sauces, pero es un anagrama de Mian Hua Su Liu (眠花宿柳), que significa Ir de Putas. El Liu usado es el mismo que el de Liu Mingyan, es decir es el mismo caracter de su apellido.

**Rio helado en el bosque de bambú: Intento propio de un juego de palabras. El nombre de Binghe significa rio frío o rio helado, a Shen siempre se lo simboliza con el bambú. Así que...rio helado en el bosque de bambú no es más que un juego de palabras con respecto a lo que los representa a ellos.

***El anhelo de la luna por el sauce: Lo mismo pasa aquí. El apellido de Yue significa montaña, pero el pinyin, es decir yuè, es igual al de luna/mes, lo único que cambia es el caracter. Liu, el apellido de Liu Qingge, significa Sauce. Así que bueno, el chiste se cuenta solo.

****Niba: Barro, lodo, fango. Ní bā (泥巴)

Se suponía que debía traerlo ayer, pero la escena del smut se me había atrasado y lo terminé ayer luego de tanto esfuerzo porque estas escenas siempre me resultan muy complicadas. En breve subo los dos últimos extras y doy por finalizado toda esta obra uwu

Nos vemos! Besos :D 

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