〰 1 〰 Bajo la lluvia

París, conocida actualmente como la ciudad del amor...pero.

¿Antes se merecía ese nombre?. Un lugar donde la oscuridad en los corazones de la gente vivía.
¿Tenia el derecho de tener aquel nombre? Donde la pobreza estaba en cada esquina, el mal rondaba por las calles, la realeza era lo único que importaba. Donde, no existía la palabra misericordia.

Entre las tantas calles de los barrios pobres. Había sido abandonado un pequeño bebe, bajo la lluvia, llorando en la calle esperando que sus padres, no, alguien lo acogiera en su hogar, pero el mundo de aquel momento era de suerte. Esa fue su única esperanza de vida en ese momento, alguien lo recogió pero solamente cuando vio que moriría tarde o temprano, con el o sin el, solo seria usado como alimento para los perros, y si tuviera suerte ayudaría en el hogar del hombre que lo había tomado.

Sobrevivió, una hermosa oportunidad para seguir la vida, pero, mala para aquella persona en ese momento, ¡¿con que alimentaria a sus mascotas?!. Pero ya no había nada que hacer, todos lo habían visto con un bebe en brazos. Ese pensamiento se iría con los años. Después de todo, cada cosa tiene una consecuencia.

Los años pasaron con rapidez, el bebe crecería y aprendería francés con el tiempo, ayudaría en el trabajo de aquella persona, en todo lo que pudiera. Pero no era una vida de color rosa ni azul, la vida del joven solo era peor cada día. Pero seguía amando a aquella persona que llamaba "padre". Que era su atormento.

Arte. No importaba cuantas veces miraba un mismo cuadro de pintura, quedaba fascinado con aquellos trazos del pincel hechos por la mano de la persona con tan hermoso don. Sus pensamientos eran los mismo no importaba cuantas veces le decían que rea ridículo, que no valía la pena ser pintor, que era para gente débil.

Su 'padre' mencionaba que si algún día veía un dibujo, escultura o de ese tipo de cosas, lo echaría de la casa.

No le importo.

Un viejo pintor callejero, pintaba todos los días por el mercado, lugar a donde iba cuando se escapaba de casa, mirando como trabajaba, el pincel en el lienzo, los movimientos que hacía con aquel objeto sobre el material con el que pintaba, la gente que pasaba por una pintura de el. Eso, es lo que el quería ser, su suerte tan grande fue, cuando aquel viejo canoso al ver que siempre veía como miraba su trabajo con unos ojos llenos de brillo, enseñarle lo básico del arte.

Su primer y único error.

Su padre al enterarse, lo golpeo, escupió, azoto, y dejo de darle alimento hasta que dejara de juntarse con el canoso, nuevamente no le importo. Volvió todas las veces que quiso, y cada vez que lo hizo, el castigo era cada vez peor, hasta llegar al punto de dejar que los perros con rabia lo mordieran. Dejo de ir, antes de que muriera de la rabia o de los tratos de parte de su progenitor.

Su suerte era buena y mala al mismo tiempo, era tan mala, que choco con la condesa de una familia adinerada, y como fue una 'grosería' para ella, fue golpeado por sus soldados hasta que quedara totalmente en un estado horrible, para luego ser golpeado en casa por su padre borracho.

Para luego el día ser vendido y ese mismo día escapar de su amo.

Esos recuerdos rondaban su cabeza, su cuerpo semi-desnudo cubierto por una sabana, en una esquina lejos de la ciudad y casi a las afueras del reino de París, el clima era como el de aquel día que fue abandonado, bajo la fría lluvia, solo, esperando que nuevamente alguien viniera a su ayuda. Sus pupilas casi sin vida, dos puntos blancos en sus cuencas, el frío inundaba su ser, las marcas de nacimiento que cubrían la mayor parte de su cuerpo y creían que eran tatuajes.

La luna era su única acompañante, y una presencia que no era notada por nadie.

Una sombra cubrió su ser, alzando la mirada su visto choco con dos pupilas amarillas, hermosas a su parecer, mejor dicho todo en ese ser era maravilloso. 

— De ahora en adelante servirás para mi —su voz profunda inundaba los inexistentes oídos del joven, simples palabras que eran inentendibles para el.

Esos según el eran sus últimos segundos de vida, por lo que calló en oscuridad.

¿Murio?... 

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