Capitulo 4
La recién llegada se encontraba en una habitación extrañamente decorada, pero la opulencia de su entorno no la confortaba. Se sentía atrapada en un lugar extraño, rodeada de personas cuyos gestos apenas comprendía. Reconocía a algunos de los personajes de la telenovela "El Sultán", pero la realidad en la que se encontraba era mucho más intimidante que cualquier ficción.
Daye se aseguró de que la chica estuviera adecuadamente cuidada. Ordenó a varias sirvientas que le llevaran comida y ropa, y se aseguró de que una guardia estuviera presente en todo momento, en caso de que la chica decidiera intentar algo imprudente.
La chica, mientras tanto, intentaba adaptarse a su nueva realidad. Recordaba fragmentos de la telenovela, tratando de utilizar esa información para comportarse de la manera adecuada y evitar problemas. Una de las sirvientas le trajo un cuenco con agua y una bandeja con frutas y pan. La chica, hambrienta y sedienta, aceptó la comida con gratitud, pero sin bajar la guardia.
Mientras comía, trataba de pensar en un plan. Necesitaba encontrar una manera de comunicarse con alguien que pudiera entender su situación. Sabía que algunos personajes de la telenovela hablaban varios idiomas, pero en su estado actual, no estaba segura de poder encontrar a alguien que hablara su idioma.
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En los aposentos de la Madre Sultana
—Madre, ¿qué haremos con esta mujer? Parece tan perdida... —dijo Hatice, preocupada.
—Lo sé, hija. Pero hasta que no sepamos más sobre su origen y sus intenciones, debemos ser cautelosos. Enviaremos a alguien para que la vigile de cerca y nos informe sobre cualquier cosa que haga o diga —respondió la Madre Sultana.
—Debería llamar a Nigar Kalfa... —dijo Hatice, preocupada.
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En el barco en el Mar Negro, Alexandra continuaba resistiéndose a su destino. Las otras esclavas, algunas de las cuales ya habían aceptado su suerte, intentaban calmarla.
—Alexandra, por favor, come algo. No puedes seguir así —le rogaba una de las esclavas, María.
—No puedo. No quiero. Prefiero morir antes que convertirme en una esclava del Sultán —respondió Alexandra con determinación.
—Debemos ser fuertes. Quizás, una vez en el palacio, encontremos una oportunidad de escapar —dijo María, tratando de infundir esperanza en su amiga.
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De vuelta en el palacio, la chica decidió explorar su habitación en busca de cualquier cosa que pudiera ayudarla. Encontró varios artículos de lo creía era de tocador. Mientras examinaba la habitación, escuchó un ruido en la puerta. Se volvió rápidamente, solo para ver a Daye entrando, seguida por una joven sirvienta.
Daye la miró con una mezcla de curiosidad y firmeza.
—Necesitamos saber más sobre ti, muchacha. La Madre Sultana ha ordenado que te vigilemos de cerca. No puedes quedarte aquí sin revelarnos tu identidad y tus intenciones —dijo Daye, mientras la sirvienta se mantenía a su lado, lista para asistir en caso de necesidad.
La chica sintió un nudo en el estómago. —Realmente me preocupa lo que sea que me este diciendo, pero por enésima vez no entiendo nada— dijo cansada desviando la mirada
Señaló su oído e hizo gesto de habla con la boca y un gesto negativo con la mano—yo... no entiendo... tu idioma... — la miró esperando que pudiera entenderla.
Daye frunció el ceño, pero pareció comprender todos aquellos gestos y lo aceptó por el momento.
—Está bien. Por ahora, te permitiremos quedarte aquí. Pero recuerda, estaremos observando cada uno de tus movimientos —advirtió Daye.—deberán darte más atención para enseñarte el idioma y puedas comunicarte lo mas pronto posible— dijo antes de salir de la habitación
La chica se quedó sola de nuevo, sintiendo que el tiempo se agotaba. Necesitaba encontrar una manera de comunicarse y entender más sobre este mundo en el que había caído. Sus pensamientos se dirigieron al Sultán Suleiman. Tal vez, si lograba llamar su atención, podría explicarle su situación. Pero eso sería un riesgo enorme, uno que podría costarle la vida. Realmente le preocupaba la Sultana Hürrem.
—Bien... repasemos. Aparecí en medio de la ceremonia de ascenso a Sultán, así que probablemente piensan que soy una terrorista, pero me dejaron aquí y no he sido tratada tan mal. Quizás mi posición no es tan mala después de todo. Luego pude ver a Daye, algo increíble, y más increíble aún, a la Madre Sultana y su hija Hatice. Es una pena lo de su futura locura —caminaba de un lado a otro, hablando en voz alta—. Probablemente la Sultana Hürrem, o mejor dicho Alexandra, ya esté de camino aquí. Sería maravilloso conocerla en persona, aunque en esta época ella todavía es un poco irritante. Si supiera su idioma, sería fácil ayudarla. Un momento —se sentó en un mueble cercano—. Puedo cambiar algunas cosas. Hatice no tendría por qué volverse loca por culpa de ese Ibrahim, y podría facilitarle el camino a mi Sultana, evitando muchas muertes de algunos terceros. Pero debo tener cuidado, no quiero llamar la atención y enemistarme con mi futura Sultana. Y Mahidevran... ella será un problema ahora.
—¡Por Allah bendito! ¿Qué tanto dices en esa lengua extraña? —dijo Sumbul Aga de repente.
—¡Ahhh! —gritó la chica, girándose hacia la salida de la habitación.— ¡Sumbul! —asustada dejó escapar su nombre.
—Suena muy extraño... ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Acaso estás fingiendo? —dijo Sumbul Aga, sospechando.
—Yo... —la chica se sintió amenazada, aveces sentia que les entendía pero no del todo— escuche tu nombre—la chica señalo su oido— Sumbul —luego lo señalo a el.
la chica esperó preocupada de su reacción, pensando que quizás Sumbul llegó a una conclusión peligrosa, sería imposible que lo conociera y menos su nombre, se golpeo mentalmente, debería a partir de ahora preguntar antes los nombre, y no gritarlos luego de reconocerlos.
—Creo que logro entender que escuchaste que me llamaron asi—relajo su expresión y la vio— yo Sumbul —dijo Sumbul señalándose y luego apuntándola a la chica.
— ¡Leorvis Otorongo! —la chica emocionada dijo su nombre muy rápido
—No entendí nada, ¿Lorves trongo?— Sumbul intento ingenuamente repetir aquel nombre pronunciado con rapidez.
La chica lo miró divertida y negó con la cabeza—Leor...vis oto...rongo.—dijo lentamente.
— ¿Leovis otongo?— Sumbul intento repetir una vez mas.—Te llamare Vis— Sumbul sentencio cansado. Señalo a si mismo diciendo Sumbul y luego a ella Vis.
La muchacha comprendió rápidamente que quiso decir y lo aceptó, al parecer el nombre que eligió en cierta lengua indígena seria muy difícil para ellos tambien. No los culparía curiosamente a ella tampoco le enseñaron en su tiempo, apenas y se conocía algunas palabras.
— Como sea yo solo estoy aquí porque el Sultán quiere verte a ti Vis — dijo tranquilamente, olvidando por un momento que ella no entendía nada—Vis— Sumbul la llamó.
Ella inclinó su cabeza sin entender, tranquilamente lo miro, no entendió que quiso decir pero ahora se llamaría Vis aparentemente.
Kelly~☆
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