7. Loco, majareta
Cuando le aseguró que no era un asesino, ella le creyó al instante, sin necesidad de pruebas. Sus ojos, genuinos, lo decían todo. Tenían un reflejo triste, como si fuera un destello de infelicidad que apareció en el mismo momento en que ella se atrevió a formular aquella horrible pregunta, de la cual se arrepentiría enormemente en los días venideros.
- Lo siento mucho, no debí decir eso. No te conozco, no sé cómo eres, y, por lo tanto, no soy nadie para juzgarte.
- ¿Cómo sabes el origen de mis tatuajes? —se interesó él, extrañado de que una muggle supiera tales cosas, y sin muchas ganas de reabrir heridas pasadas. Todas las tribus de las que Alice había hablado fueron, en su tiempo, las famosas antecesoras de las primeras escuelas de magia que se crearon, y dieron la base de la hechicería tal y como los magos la conocían en la actualidad. Los manuscritos que se conservaban únicamente estaban al alcance de los brujos más prestigiosos, y para consultarlos, hacía falta un permiso especial firmado por el Ministro de Asuntos Mágicos.
- Mi padre guardaba unos libros de mi madre. Ella era historiadora, ¿sabes? Su especialidad eran las tradiciones oscuras de culturas antiguas. Así que yo crecí leyéndolos, imaginando a través de sus páginas cómo había podido ser ella en vida.
- ¿No llegaste a conocerla? —preguntó, asombrado. Alice era demasiado joven para estar huérfana de los dos padres.
- Ella murió cuando yo tenía once años. No tengo muchos recuerdos de nosotras, solamente que se pasaba todo el día trabajando o de viaje. No hay momentos felices. Sólo en las fotografías que nos tomaba mi padre.
- Lo siento —murmuró—. Es una lástima que muriera cuando tú eras tan joven, y también extraño que se muriera con tan poca edad. Deduzco que era joven cuando falleció, ¿no es cierto? — ella asintió— ¿Qué le pasó?
- Murió en una explosión. Fue un accidente laboral.
- ¿Cómo puede una historiadora trabajar con algo que origine una explosión? ¿O es que estaba leyendo en una biblioteca que se quemó?
- Fue en uno de sus viajes. Recorrían Irlanda junto a un compañero. Querían buscar respuestas acerca de una marca que habían encontrado, un dibujo extraño. Los caminos allí son estrechos, invadidos por la vegetación y un tanto peligrosos. Cayeron por un precipicio y antes de que pudieran salir del vehículo, el motor del coche se incendió y con el depósito lleno de gasolina, salieron volando por los aires.
- ¿Sabes qué tipo de marca era ésa de la que hablas, cómo era su forma o de dónde provenía?
- No sé mucho acerca del asunto. Mi padre evitaba hablar de ello. Creo que le producía dolor. Intenté indagar un poco, pero me fue imposible. Cuando tenía diecisiete años descubrí las carpetas de mi madre en el sótano, donde ella guardaba la información de lo que estaba investigando. Las leía a escondidas, hasta que mi padre me pilló y me prohibió hacer más preguntas. Volví de nuevo al lugar escondidas, pero los documentos habían desaparecido. Supuse que mi padre los escondió.
- ¿Recuerdas algo de lo que leíste?
- Bueno, aparte de lo de los tatuajes, no mucho.
- Es importante, por favor. Haz memoria, busca en los recovecos de tu mente.
- Está bien ―se detuvo unos minutos a pensar―. En sus escritos aparecía mucho la palabra "Azkabán", aunque nunca supe qué significaba.
Sirius, al oír eso saliendo de los labios de Alice, se quedó atónito, casi paralizado. De un momento a otro, se puso pálido. No entendía nada. No podía imaginar el motivo por el cual la madre de esa chica se había metido en investigaciones de un carácter tan oscuro, únicamente tenía claro que de ninguna forma podía ser algo bueno.
La familia Bennett estaba relacionada con la magia de una manera u otra, y lo más sorprendente de todo era que Alice parecía ser sincera en referencia al conocimiento de los documentos que su padre le escondió. Ignoraba completamente su contenido y no se imaginaba, ni por asomo, el peligro que corría estando relacionada con tal información.
- Sirius ―dijo mientras le colocaba las manos en los hombros―. ¿Estás bien? Has emblanquecido de repente. Da la sensación de que estés todavía más enfermo que antes.
- Es sólo que estoy cansado, niña ―mintió él, que en realidad se hallaba inmerso en un estado dubitativo. No sabía cómo debía tratar lo que acababa de descubrir y tampoco se atrevía a ir a más con sus preguntas. No quería que Alice sospechara, ni entablar una conversación demasiado larga con ella después de lo que acababa de suceder. Que ella insinuara, sin apenas conocerle, que podía ser un asesino, le había herido el orgullo muy profundamente, con lo que volvió a la actitud impertinente anterior.
- Si quieres, puedes quedarte a dormir aquí ―le ofreció ella señalándole el sofá-cama que había preparado unos minutos atrás―. De hecho, es lo más conveniente. Deberías estar ya reposando si te quieres recuperar pronto. El corte tiene que cicatrizar bien y si no te mueves mucho, evitaremos que te salten los puntos. Aún no estás preparado para desplazarte.
- No quiero entorpecerte más, niña, ni tampoco que pienses que me aprovecharé de ti o que tengas un sueño intranquilo porque sospechas que te robaré cualquier cosa mientras duermas ―respondió él, molesto, recalcando los verbos "entorpecer", "aprovechar" y "robar". Ella se dio por aludida, pero no le siguió el juego. Se sentía triste por el fallo que acababa de cometer. Desde que había cometido ese error fatal, la sensación de que a la mañana siguiente se despertaría sin hallar rastro de aquel desconocido, la atormentaba. Y eso, precisamente, era lo más curioso del caso. Algo en ella le indicaba que estaba unida a ese extraño mediante un hilo invisible, y necesitaba descifrar el misterio. Su intuición raramente le fallaba.
- Me he equivocado, Sirius. Sé que mañana por la mañana, cuando me levante, todo estará en su sitio. Tú no te habrás llevado nada, pero... ―susurró mirando al suelo, avergonzada.
- ¿Pero? ―repitió Canuto, acercándose a ella con mirada provocadora, indagador, cosa que hizo que Alice tardara más en contestar por los nervios.
- Pero lo que no sé es si te encontraré a ti. Temo que lo que dije haga que te alejes de mí incluso antes de que estemos cerca, y no quiero eso.
- Tú misma no parabas de repetir hace un momento que no me conocías y que eso te preocupaba. Creo que eras más sensata entonces, niña ―le recordó, obstinado―. Y, vigila, no puedes, o según mi opinión, no deberías ir por ahí hablando de esa manera. Los hombres indecorosos podrían malinterpretar tus intenciones. Tienes que ser más prudente. No debes contar esas historias de tu madre a nadie más, y mucho menos a un extraño. Podrían tomarte por chiflada ―advirtió él, intentando disimular su preocupación por el posible riesgo que corría la chica poseyendo datos secretos de las tradiciones internas de Azkabán―, ¿sabes?
- El mundo entero está loco — aseguró— . Una loca más no molesta a nadie.
- No todas las locas son como tú, Srta. Bennett. Ese es el problema, es donde recae la importancia de la cuestión. Tú tienes medios, conocimientos que te hacen comprender ciertos temas que se quedan lejos del alcance de los vulgares.
- ¿Los vulgares? ¿Quiénes son, Sirius? ¿De qué hablas? ―preguntó, muy perdida en una conversación sin sentido. Le costaba seguir el ritmo de Canuto, sus giros... Sobretodo sin saber a qué se refería éste.
- No lo sé, a veces no sé ni lo que digo. Estoy loco, majareta. Estuve a punto de perder el oremus, así que yo de ti no me fiaría mucho si estuviese en tu lugar ―relató en una ambigüedad absoluta, que no hacía más que incrementar el interés de Alice―. Solamente ten esto presente: los vulgares pueden ser muy peligrosos cuando alguien se pasa de listo y rompe los esquemas. Es muy importante que lo recuerdes, niña. Al fin y al cabo, yo no estaré siempre para recibir los golpes.
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¡Holaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué os parece? ¿Sirius está loco o se lo hace para proteger a Alice? ¿Será capaz de perdonar la pregunta que ella ha formulado?
Este capítulo es para celebrar la publicación del noveno libro, "Harry Potter y el niño maldito". ¡No puedo esperar a tenerlo entre mis manos! A ver si pronto pasan la obra de teatro a película... // After All This Time? ALWAYS // #pottermore
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