Capítulo dos: "Un nuevo comienzo"

CAPÍTULO DOS: UN NUEVO COMIENZO.

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Isla de los Perdidos, dos años después

ABRÍ LOS OJOS, escuchando la voz de Mal que rogaba para que me levantara de mi cama, y estaba bastante cómoda como para hacerlo.

A malas ganas le terminé haciendo caso mientras la pelimorada me miraba con una radiante sonrisa, y yo le dedicaba una pésima cara. Con desgana ordené mi cama, guardando en el medio un conjunto que había usado ayer en una celebración con los chicos. Cerré el guardarropa con frustración al no encontrar mi collar por ningún lado.

Salí de mi habitación cerrando la puerta de esta de un portazo, con el malhumor reinando en mi rostro. En mi pequeño camino hacia el pequeño lugar que utilizábamos como cocina, pude escuchar a los demás villanos ideando algún plan malvado para dominar al mundo, nada que no hubiera escuchado antes.

Fui hacia el viejo refrigerador, intentando abrirlo para luego sacar lo que parecía ser un yogurt de frutilla, sorprendentemente intacto. Agradecí internamente el haberlo encontrado sin abrir. —Genial, todo para mí —dije relamiéndome los labios.

Inmediatamente sentí como unos grandes y fornidos brazos me rodeaban la cintura, dándome la vuelta para quedar cara a cara.

—Buenos días —el hijo de Jafar me saludo con una tierna sonrisa.

—Buen día. —respondí sonriente enrollando mis brazos en su cuello.

El mini "coqueteo" duró menos de un minuto ya que fue interrumpido por los insoportables gritos de la villana con cuernos.

—¡Despierten pequeños mal nacidos! —su despreciable voz sonó por toda la casa en la vivíamos. Probablemente haya despertado a toda la Isla.

Maléfica comenzó a saludar felizmente a todos y cada uno de los integrantes de aquella casa. Parecía tan emocionada, como si por fin hubiera conseguido su libertad.

—¿Que rayos le sucede a esta loca? —miré a Jay, con cuidado de que la villana no me escuchara.

Él solo rió ante mi comentario y negó con la cabeza sin obtener la respuesta sobre mi pregunta. Sujetó mi mano y me condujo hasta el comedor que usábamos para almorzar y con suerte poder cenar algunas sobras. La vida en la Isla era una mierda.

Jay pudo notar mi mirada perdida mientras revolvía mi yogurt, sin mostrar señales de tener hambre.

—Hey, ¿Sucede algo? —sacudió levemente mi hombro sacándome de lo que se podría llamar un trance. Lo observé detenidamente.

—No.

— De acuerdo. —apenas terminó esa frase, centré mis ojos sobre el aperitivo. — Oye —volvió a llamar mi atención.

—¿Si?

—¿Vas a comer ese yogurt? Porque si tú no lo quieres yo...

Lo interrumpí riendo suavemente.

—Claro, ten —le extendí mi comida, palmeándole su robusto brazo. Me despedí con un beso en la mejilla observando como un leve sonrojo se adueñaba de su cara, por lo que solo atiné a reírme de su reacción para después tomar rumbo hacia la entrada.

Quería salir a tomar un poco de aire.

Esto de vivir en la Isla no era tan fácil.

Había llegado hace ya casi tres años y nunca logré comprender porque eran tan crueles con nosotros. Después de todo, los hijos de los villanos no tenían la culpa de lo que sus padres hayan hecho hace probablemente más de mil años.

Como todos dicen, pasado pisado. Creo que Bestia debería comenzar a tener en cuenta eso.

Él, al igual que su esposa, compartían esa esencia de bondad que lograba ver el lado bueno de la vida. Sin embargo, siempre creí que el Rey de Auradon era muy prejuicioso, al igual que su mujer, Bella.

Y comienzo a creer que nunca más podré volver a pisar Auradon.

No al recordar la cruel manera en la que los traicione.



























Reino de Auradon.

El futuro Rey se detuvo frente a la gran ventana de su castillo, observando con curiosidad aquella Isla.

Curiosidad de saber cómo sería vivir en ese lugar.

Desvío su mirada hacia el modista cuando este le movió la cabeza para quedar mirando al frente y seguir tomando medidas. Pronto sería proclamado Rey de Auradon y por supuesto que necesitaría un buen atuendo para la celebración.

—¿Cómo es posible que vayas a ser coronado Rey en un mes? —la voz de su padre resonó en la extensa habitación — ¡Eres un bebé! —se burló de su hijo.

—Cumplirá dieciséis, querido —acotó su madre.

—Hola, papá —Ben saludó a sus padres con una sonrisa para mirarlos.

—¿Dieciséis? Es muy joven para ser Rey. —dijo Bestia —Yo no tomé una buena decisión hasta que tuve cuarenta y dos —rió el hombre.

—Decidiste que nos casaramos a los veintiocho —Bella lo acusó con la mirada. Ben sonrió por la graciosa reacción de su madre.

—Eras tú o una tetera, amor —respondió el monarca, guiñándole un ojo al menor de los presentes en la sala. —No es cierto —aclaró al ver la expresión en la cara de su esposa.

El futuro Rey rió ante la pequeña discusión entre sus padres.

—Mamá, papá... —Ben estaba a punto de acercarse a ellos cuando el diseñador hizo una seña para que se quedara en su lugar. —Ya elegí mi primera proclama oficial.

Ambos adultos se observaron entre ellos, sorprendidos por el anuncio de su hijo. Con una radiante sonrisa miraron a Ben de vuelta, indicándole con la mirada a que su hijo prosiguiera.

—Decidí que los chicos de la Isla de los Perdidos ahora podrán... vivir aquí en Auradon —al ver la cara de sus padres, rápidamente el joven siguió su comunicado nervioso —Cuando miró hacia la Isla... siento que fueron abandonados.

Su padre fue el primero en hablar, muy incrédulo ante lo dicho por su hijo —¿Los hijos de nuestros enemigos? ¿Entre nosotros? —preguntó incrédulo.

—Solo serán algunos al principio —aclaró Ben —Los que necesitan que los ayudemos —dijo —Ya fueron elegidos. —el próximo rey finalizó su anuncio.

Bestia se acercó furioso hacia su descendiente —¿Eso piensas?

Bella intervino a causa de la reacción de su marido —Yo te di una segunda oportunidad. —lo tranquilizó la Reina — ¿Quienes son sus padres? —preguntó intrigante, tratando de mostrarse lo más pacífica posible, al igual que su esposo.

—Cruella de Vil —comenzó Ben —Jafar —a este punto, se podría decir que la cara de ambos monarcas era un espectáculo —La Reina Malvada —prosiguió, y se preparó para lo que se le venía a continuación —Y Maléfica —el joven finalizó, tensamente, esperando expectante la respuesta de sus progenitores.

—¡¿Maléfica?! —el actual Rey explotó de la furia al escuchar ese nombre, al mismo tiempo que el modista saltaba del susto por lo recién ocurrido. —¡Ella es la peor villana que existe! —dijo Bestia enojado.

—Papá, escúchame... —Ben quiso tomar la palabra pero fue interrumpido por su padre.

—¡No quiero escucharlo! —mientras tanto, el diseñador se retiró de la sala, muy asustado por la actitud del Rey. —Son culpables de crímenes horribles —él había tomado la decisión de encerrarlos en un lugar sin posibilidad de salir. Claramente no iba a acceder con facilidad a la decisión de Ben.

—Papá, sus hijos son inocentes —cuestionó el más joven. —¿No crees que merecen una mejor vida? —el adolescente siempre tuvo esa característica que lo representaba tanto: la bondad. Él tenía esperanza en que ambos mundos podían llegar a vivir en paz, sin maldad por doquier.

Al igual que el modista, ambos guardias que custodiaban la entrada se retiraron, dejando así privacidad para la familia real.

Ben sabía que su padre podía llegar a ser bastante terco, pero bastó solo con su mirada suplicante para que el Rey terminara accediendo —Supongo que sus hijos son inocentes. —dijo el mayor, orgulloso y con una leve sonrisa por la actitud de su hijo. Era demasiado bueno como para hacer lo que estaba por hacer, y era por eso que iba a ser un buen reemplazo. Auradon necesitaba a un Rey que tenga fé y esperanza sin importar quien sea, y Ben era la amabilidad en persona.

—Bueno, bien hecho —Bella sonrió, contenta por la decisión de su hijo. —¿Nos vamos? —se despidió del adolescente con un leve beso en la mejilla y fue hasta donde su esposo, para luego entrelazar su brazo con el de él y retirarse del salón.

Ben caminó con cautela hacia la extensa ventana que tenía la sala, mirando con peculiaridad a la Isla que tenía frente a sus ojos.

No estaba seguro si la elección que había tomado era la correcta, pero algo por dentro le decía que había hecho bien en darles una oportunidad a los chicos de ese lugar, que aunque sean los hijos de los peores villanos, había un pisca de bondad en ellos, y él se encargaría de que eso se haga realidad.

Por otro lado, Ben extrañaba demasiado a la que solía ser su mejor amiga hace varios años atrás. Gracias a sus padres, sabía que actualmente ella se encontraba en la Isla de los Perdidos, y entre los demás descendientes, se encontraba Ondina.

Por supuesto que la había elegido, pero para no desatar por completo la ira de su padre, decidió omitir ese detalle.

El joven sabía lo que se le aproximaba. Tarde o temprano, ambos adultos se enterarían del regreso de la sirena, y sabía que no se lo tomarían para nada bien.

Pero Ben quería que ella estuviera ahí acompañándolo, sin importarle que haya sucedido en el pasado. Si él pudo superarlo, ella también, ¿No?



































Isla de los Perdidos

"LARGA VIDA AL MAL".

Era la frase que se podía leer en el grafiti que Ondina se encontraba terminando.

They say i'm trouble, they say i'm bad —cantó la sirena con su adorada voz, mientras se daba la vuelta para bajar del cajón de madera al que estaba subida —They say i'm evil, and that makes me glad —al mismo tiempo que caminaba, chocó los hombros con mala gana a dos jovenes de la Isla, ignorando por completo su existencia, mientras estos la observaban como tontos encantados por su belleza.

A dirty no-good, down to the bone —cantó Jay mientras descendía de una escalera oxidada —Your worst nightmare, can't take me home — detrás de él, se podía ver la misma frase del grafiti de Ondina, a diferencia que, en este se podía apreciar la figura de Jafar, el villano de Aladdin y Jasmin. Mientras que en el de la chica, se podía observar las caras dibujadas de los reyes de Auradon, siendo estas tachada por unas cruces de color rojo, indicando su claro rechazo hacia el otro lado.

So I've got some mischief, in my blood —la hija de la Reina Malvada apareció, caminando sensualmente sobre una mesa llena de comida chatarra y algunas personas, logrando que levantaran sus platos ante la caminata de Evie. —Can you blame me? I never got no love —cantó mientras se deslizaba por la baranda, al mismo tiempo que un joven le seguía el movimiento, embobado por la hermosura que reflejaba la muchacha.

—They think i'm callous, a low-life hood —saliendo velozmente de una ventana, el hijo de Cruella de Vil camino hacia el lavadero de la Isla, a la vez que robaba un pañuelo de un hombre totalmente desprevenido —I feel so useless, misunderstood —cuando subía las escaleras, aprovechó su agilidad y robó una manzana que con suerte encontró volando en el aire. Le dio una grande mordida, para después devolvérsela al pobre niño dueño de la fruta.

Mirror, mirror, On the wall —cantaron al unísono Dina, Mal y Evie —Who's the baddest of them all? —caminaban por las largas calles de la Isla, con ciertos aires de superioridad —Welcome to my wicked world —entonaron juntas, llegando a la lavandería del lugar —Wicked world —cantaron esta vez, encontrándose con Jay y Carlos.

I'm rotten to the core, core, Rotten to the core —melodearon a la par, abriendo la puerta del lavadero —I'm rotten to the core, core, Who could ask for more? I'm no think like the kid next like the kid next door —cantaron mientras molestaban a los trabajadores e interrumpían las actividades, pero como sabemos, para estar en ese lugar, lo que estaban haciendo era simplemente divertirse. —I'm rotten to the, I'm rotten to the, I'm rotten to the core. —todos sujetaron unos utensilios utilizados para trabajar y comenzaron a golpear todos los barriles por haber y por habido, haciendo así una especie de ritmo musical.

Siguieron corriendo por unos túneles que los llevaría a una de las tantas ferias que solían hacer dos veces en la semana.

Y como era de esperar, los descendientes estaban aburridos de la vida, y solo querían algo de diversión.

Y no tardaron en hacer notar su presencia.

You can call me lovely, can you call me crazy, but you loved it, you couldn't deny it —la sirena apareció entre la multitud, en un puesto de bebidas, en donde se llevó varias miradas de parte de los hombres al estar cantando con esa voz que podía enamorar a cualquiera.

Call me a schemer, Call me a freak, How can you say that? I'm just unique —canto Mal con cierto egocentrismo junto a una vidente, quien la miro con mala cara al interrumpir su predicción. Y antes de irse, grafiteo una M en color morado, en honor a su madre y a ella, marcando su claro territorio.

What, me a traitor? Ain't got your back? Are we not friends? What's up with that? —Jay hizo una de las suyas, robando así algo que para él era una tetera, pero para su padre Jafar, una lámpara.

So I'm a misfit, So I'm a flirt, I broke your heart, I made you hurt —Evie usó su sensual voz para coquetear con el hombre que vendía materiales de moda, cosa que llamó la atención de la peliazul. Sujetó el pañuelo que el chico tenía en su cuello, y lo desenredó, a la vez que ella desaparecía entre las coloridas telas.

The past is past, Forgive, forget, The truth is, You ain't seen nothing yet —Carlos empezó a molestar a los venderos agarrando la mercancía y transportándola de aquí para allá.

Mirror, mirror on the wall, Who's the baddest of them all? —las tres chicas del grupo se encontraban en el uno de los tantos depósitos que habían en la Isla, mientras Jay y Carlos hacían tonterías para fastidiar a los viejos comerciantes. —Welcome to my wicked world, wicked world. —y con esa frase, los cinco jóvenes salieron de aquel lugar para aparecer entre la gente, ahuyentando a todo aquel que no fuera como ellos; malo desde la cuna.

En cuestión de segundos, las personas se iban sumando; algunos villanos, sus hijos, sus secuaces.

Y desde que llegó a la Isla, Ondina pudo asegurar que fue feliz por primera vez.

Todos cantaban eufóricos, sintiendo la maldad correr por su venas mientras bailaban al compás del canto de los villanos, realizando así un tremendo espectáculo, y a pesar de vivir en la Isla, a simple vista cualquiera podría llegar a pensar que realmente eran felices en ese lugar.

Sin embargo, no era de esa forma. La vida allí no era la mejor, pero tarde o temprano hallaban cosas que podían hacer para matar el tiempo.

Y podía jurar que en ese mismo instante, se olvidó de todo, su pasado, su familia, sus amigos, y disfrutó del momento, viendo como todos permanecían igual que ella.

Por más que sus padres los hayan condenado a la vida miserable que llevaban, sin importar que desde pequeños estuvieran llenos de crueldad y malicia, por primera vez los villanos se sentían libres.

Y la querían, querían su libertad, y próximamente cinco de ellos se encargarían de eso.

Y nos les importaría absolutamente nada.

Damas y caballeros, con ustedes; La Isla de los Perdidos.

I'm rotten to the core, core, Rotten to the core, I'm rotten to the core, core, Who could ask for more? —todo el mundo bailó junto a los jóvenes descendientes. —I'm nothing like the kid next, like the kid next door, I'm rotten to the, I'm rotten to the...

I'm rotten to the core...

Terminando de cantar, Dina vió como una mujer pasaba con su hija, y notó que esta llevaba una paleta en su pequeña mano.

La pelirroja robó el dulce que la bebé sostenía entre sus dedos, y lo levantó como si de un trofeo de tratara, riendo junto a los demás.

Robar, asustar, lastimar. Ese era su estilo de vida ahora.

Sin embargo, las risas cesaron de un momento a otro, siendo reemplazadas por gritos asustados y personas corriendo mientras chillaban del miedo, dejando confundida a Mal quién estaba de espaldas al igual que Ondina.

Ambas pudieron percibir una no tan buena vibra detrás de ellas, y la sirena decidió alejarse y posicionarse lejos, exactamente al lado de Evie y Jay, quien pasó su enorme brazos por los hombros de la chica.

Ambos se miraron mientras sonreían cómplices.

Al dirigir su mirada hacia Mal, vio como delante de ella se encontraban dos tipos fortachones, y otros dos atrás de estos. Pudo suponer que eran escoltas de la madre de su amiga, y después de todo no estaba tan errada.

—Hola, mamá —pronunció Mal, sabiendo perfectamente quien estaba detrás de los dos hombres desconocidos.

—¿Ahora te dedicas a robar? —Maléfica empujó a sus secuaces, haciéndolos a un lado para que la puedan ver —Que gran decepción.

—Se lo robé a un bebé —justificó la pelimorada con un toque de gracia.

—Esa es mi chiquita cruel. —felicitó falsamente la villana, para después sacarle el dulce a su hija. —Devuélveselo al horrible niño —le ordenó a uno de sus escoltas, luego de escupirlo y dejarlo más sucio de lo que estaba.

—Pero ma...

—Son los detalles, Mal —dijo Maléfica —Los que hacen la diferencia entre malo, y diabólico —habló haciendo énfasis en la última palabra. —Cuando tenía tu edad, yo ya había hechizado...

—Cada reino del mundo —terminó Mal y de manera apenas audible, Ondina, recordando las miles de veces que Maléfica se dedica a presumir sus logros.

—Tú, tengo que hablarte —señaló hacia su hija, atrayéndola a ella y hablar de algo privado, dejando intrigados a los cuatro adolescentes restantes.

—¿Que le estará diciendo? —consultó Carlos, curioso.

—No tengo ni idea —contestó Jay, confundido por lo que estaba sucediendo.

—Solo espero que no sea nada malo —pidió Evie.

—Nunca nada es bueno si viene de parte de Maléfica —bromeó Ondina, conociendo la historia de la villana con cuernos.

—¡Oh, novedades! —exclamó la mayor, llamando la atención de los chicos chicos. —Casi lo olvido —comentó ansiosa mientras reía, y la sirena pudo notar la falsedad en su tono de voz. —Los cuatro —comenzó señalándolos —Fueron elegidos para ir a otra escuela, en Auradon —finalizó, dejando atónitos a los presentes, especialmente a Ondina.

No se sentía segura para volver a su antiguo hogar, y no sabía cómo reaccionarían los que algún día fueron su familia y amigos al verla allí de vuelta.

—¡¿Qué?!

—¡No iré a un internado insoportable repleto de princesitas primorosas! —se quejó Ondina asqueada, mientras Mal concordaba con lo dicho por su amiga.

—Pero tú fuiste una...

—Cierra la boca —gruñó entre dientes la pelirroja callando a Jay, mientras este se reía por la reacción de la chica.

—¡Y príncipes lindos! —agregó Evie, totalmente emocionada por la idea de ir a vivir a un reino, pero se calló al ver la mirada de sus dos mejores amigas.

—Sí, y yo no uso uniformes si no son de cuero de verdad —añadió el hijo de Jafar riendo mientras Maléfica le lanzaba una mirada de fastidio.

Carlos se acercó temeroso —Yo leí en algún lado que en Auradon tienen perros —dijo el hijo de Cruella —Mamá dice que son animales rabiosos que comen a los niños que no se comportan bien —mencionó recordando las historias que su madre solía contarle todas las noches antes de ir a dormir, pero el susto que Jay le pegó lo saco de sus pensamientos, empujándolo por haberlo asustado.

—Si mamá, nadie quiere ir —siguió Mal.

—A nadie le gusta esa mierda —apoyó Ondina.

Maléfica suspiro irritada —¿Crees que el plan no funcionará? Tenemos que dominar el mundo —pronunció con esa maldad típica de ella —¡Ignorantes! —llamó a sus secuaces mientras estos la seguían.

La villana comenzó a caminar hacia el hogar donde vivían, chistando el nombre de su hija en el camino al ver que ninguno de los descendientes seguía a Maléfica. —¡Mal!

Y sin tener más opción, los cinco caminaron detrás de la mujer.

En el trayecto Ondina se puso a pensar que si bien no sería recibida de la mejor manera, volver a Auradon sería la oportunidad perfecta para planear algo y así liberar a las personas de la Isla.

Tenía presente que algunos villanos habían sido encerrados con razón, pero sus hijos no tenían porque sufrir allí, ellos no tenían la culpa de lo que sus padres hicieron hace mil años atrás.

Y encontraría la forma de cumplir ese deseo.

Sin darse cuenta, ella y sus amigos ya estaban dentro de la casa, parados frente a la villana la cual se había sentado en una silla que para ella, era su trono.

—Patético —pensó la pelirroja.

—Tienen que ir y hallar al Hada Madrina, y tienen que traerme su varita mágica —concluyó el malvado plan que tenía en mente, y Ondina se sorprendió por haber ideado lo mismo que ella. —Será fácil.

—¿Que ganaremos? —intuyó la de ojos azules.

—Pues algún trono, heredarán coronas...

—Creo que se refería a nosotros —opinó Carlos mientras señalaba al grupo.

Maléfica tiró la lima de uñas que tenía en sus manos, acercándose a su hija. —Lo hago  por ti y por mi, bebé. ¿A ti no te encanta cuando una buena persona sufre?

—Sí, como cualquiera —afirmó Mal.

—¡Entonces tráeme la varita! Y tú y yo veremos eso y mucho más —gritó haciendo sobresaltar a los presentes en la sala. —Y con esa varita y mi cetro, ¡De una vez por todas dominare el bien y el mal a mi voluntad! —dijo alzando la voz, ilusionada con tener poder sobre todo, como Ondina lo soñó ese día.

—Nuestra voluntad —intervino la Reina Malvada mientras Cruella y Jafar se ponían de acuerdo con lo dicho por la madre de Evie.

—Si, nuestra voluntad —contestó Maléfica sin prestar atención a los otros adultos. —Y si te rehusas, te castigaré por el resto de tu vida —determinó la villana.

—¿Que? ¡Mamá! —Mal iba a hablar a su favor pero su madre la calló, retándola a un duelo de miradas entre ellas, jugando con el poder que ambas tenían.

Finalmente, Maléfica ganó.

—Agh, bien —la pelimorada se fue, harta de la actitud de su madre, siendo acompañada por sus cuatro amigos

—Yo gano —fue lo último que pudieron oír los cinco chicos antes de dispersarse entre ellos para cada uno ir con sus padres, mientras que Ondina quería salir a pensar.

Antes de poder abrir la puerta un brazo en su cintura la detuvo.

—¿A donde vas? —preguntó Jay.

—Debo pensar las cosas, no creo que pueda volver así como si nada a Auradon. —se explicó la pelirroja.

—¿Necesitas que te acompañe? —le sugirió el moreno.

—No hace falta, Jay —respondió cariñosamente ella.

—De acuerdo —aceptó con una sonrisa —¿Nos vemos luego?

—Sí, claro —contestó ella. Se despidió con un beso en la mejilla, casi en la comisuras de su labios, pero sin llegar a estos.

A medida que seguía caminando, los pensamientos le carcomían la cabeza.

Comprendía que sus amigos hayan sido seleccionados, ¿Pero ella? Sabía muy bien que Bestia no había sido quien la había elegido, él la odiaba, y ni por el amor a Dios dejaría que pisara otra vez Auradon mientras esté bajo su mando, por lo que no tuvo otra opción que pensar que el Rey no era el mismo, y solo un nombre se le vino a la cabeza.

Ben.

No iba negarlo, habían momentos en los que extrañaba al castaño de ojos marrones, pero no podía evitar sentirse mal por lo que había hecho años atrás y en cómo se estaría sintiendo él ahora mismo.

Pero ahora tenía una nueva vida, y debía empezar desde cero.

Al ver que ya se estaba haciendo demasiado tarde, Ondina comenzó a caminar a su hogar para poder cenar algo e irse a dormir.

Mañana era el día.

El día de un nuevo comienzo.






























mo's notita:

heeeeyyy, como andan?? espero que supeeerr❤️ Bueno acá esta el segundo capítulo. La verdad no me convence del todo, y aclaro que había mucho más pero lo borré porque se me hacía bastante largo y no quedaba bien tanta información en un solo apartado. Luego veré si lo incluyo en el tercer cap o lo borro

ACLARACIÓN: el primer capítulo está narrado en primera persona, y el inicio de este también, a diferencia del resto que está narrado en tercera persona.

Sucede que el principio de este capítulo lo escribí hace un montón, y como hoy lo terminé, me acordé que quedó la primera parte narrada en PROTAGONISTA y el resto narrado en OMNISCIENTE, y no lo quise cambiar porque ya estaba muy cansada.

en fin eso. los/as quiero muchoo y espero les guste y disfruten la lectura 🤍

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