━XXVI. Más que valiente

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CAPÍTULO VEINTISÉIS
MÁS QUE VALIENTE.
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DESCANSANDO SU CABEZA CONTRA EL HOMBRO DE MINHO, Lorelei miró sus piernas extendidas. Después de sacar a Alby de las enredaderas —quien, gracias a Dios, no había sido comido gracias a la voluntad de Thomas de asegurarse que estuviera atado a la hiedra de forma segura—, se habían puesto a descansar, apoyados contra las paredes mientras esperaban a que las puertas

Parpadeando hacia abajo para examinar sus manos, la rubia trató de limpiar el barro seco y los residuos que se aferraban a su piel de porcelana, agradecida de que los latidos de su corazón hubieran vuelto a la normalidad. Probablemente era lo más tranquilo que se había sentido toda la noche, sabiendo que muy pronto todo terminaría. Lo habían logrado, estaban vivos. Eran supervivientes del Laberinto. Todavía estaba en shock por lo que sucedió entre ella y ese Penitente, pero en ese raro momento, su cerebro le permitió relajarse.

—Lo siento...—la voz de Minho rompió el silencio, sus ojos se encontraron con los de Thomas.—Siento haberte dejado atrás.—luego suspiró profundamente y apoyó la mejilla en la cabeza de Lorelei.—Lamento haberte sacado de ahí contra tu voluntad.

—Estabas asustado.—el novato murmuró en voz baja, encogiéndose de hombros.—Olvídalo.

—Aún así, no es una excusa. Se supone que debemos apoyarnos unos a otros, no correr ante el primer problema.—resopló, frustrado consigo mismo.

—Después de todo lo que has pasado...—Thomas frunció el ceño y negó con la cabeza mientras se tragaba el nudo de la garganta con fuerza.—No te culpo, ¿de acuerdo?

—Nunca te había visto tan callada, Barbie.—el Guardián de los Corredores decidió cambiar de tema, fijando sus ojos en la figura a su lado. Una pequeña risa salió de sus labios.

—¿Qué pasó, Lori?—Thomas cuestionó audazmente, observando cómo la sonrisa se desvanecía lentamente de su rostro.—Tus ojos, estaban... rojos, yo...—hizo una pausa.—Nunca había visto algo así antes.

—Yo tampoco.—Minho agregó gentilmente, colocando una mano en la rodilla de su amiga. Mordiéndose el labio inferior con fuerza, Lorelei pudo sentir que la ansiedad regresaba a su sistema.

—No sé qué pasó.—contestó, sintiendo que su garganta ardía.—Yo... nunca me había sentido tan impotente en mi vida.—cerró los ojos y trató de estabilizar su respiración.—Ella se está volviendo más fuerte.

—¿Quién se está volviendo más fuerte?—Thomas preguntó sin darse cuenta, captando la mirada de complicidad que los otros dos compartían.—¿Lorelei?

Gimiendo, la rubia se pellizcó el puente de la nariz derrotada. Y después de todo lo que habían pasado, no podía pensar en una razón para no ser honesta con él como lo había hecho con Newt y Minho.—Hay una voz en mi cabeza, ella insiste en que está ganando control sobre mi, y no tengo idea de qué hacer. ¿Responde eso a tu pregunta?

Con los ojos muy abiertos, sus ojos color chocolate pasaban entre el corredor y ella, como si dijera "¿en serio?" Pero a juzgar por las expresiones miserables en sus rostros, supo que hablaba en serio.—Lori, no sé qué decir. ¿Crees que... ella te estaba controlando cuando mataste al Penitente?

—Eso es lo más probable.—chasqueó la lengua.—No hay forma de que pudiera derrotar al Penitente por mi cuenta, así que... si, lo hacía.

—Bueno, ella también te salvó la vida en el proceso.—señaló Minho. Eso era algo que la rubia no había pensado.—Entonces... ¿eso es algo, verdad?

—... supongo.—fue todo lo que respondió, unos segundos después, un crujido ensordecedor sonó desde la esquina de la pared en la que habían estado descansando. Sus corazones comenzaron a latir con fuerza y no pudieron evitar compartir unas sonrisas de alivio. Caminando sobre sus pies, los chicos volvieron a colgar a Alby en sus brazos mientras la rubia caminaba con dificultad detrás de ellos. Doblaron en la esquina para ver que las puertas del claro se habían abierto con éxito.

Mientras el humo se disipaba, sus figuras aparecieron a la vista de los habitantes, que comenzaron a gritar y aplaudir felicitándolos. Nadie había sobrevivido a una noche en el laberinto... hasta ahora. Y todos habían regresado con vida.

—Con cuidado, cuidado.

Dejaron el cuerpo inconsciente de Alby en el suelo. Más habitantes del claro corrieron hacia ellos mientras que los que estaban cerca se apiñaron alrededor de ellos, haciéndoles preguntas.

—¿Qué pasó ahí afuera?

—¿Cómo lo hicieron para sobrevivir?

Todos los ojos pasaban sobre el primero al mando, Thomas, Minho y Lorelei.—¿Vieron un penitente?—Chuck preguntó una vez que todos se calmaron.

—Si, vimos uno.—Thomas confirmó modestamente, mirando por encima del hombro a la rubia, quién, francamente, no podía pronunciar ninguna palabra en ese momento.

—No solo lo vio, lo mató.—Minho concluyó, antes de compartir una mirada discreta con la chica, sabiendo que probablemente no era el momento adecuado para explicar lo que estaba sucediendo con ella. No podía elogiarla por matar a uno de esos monstruos sin revelar todo lo demás.

Cada par de ojo ahí brillaba con incredulidad. Mientras tanto, Newt se levantó del suelo para mirar a Lorelei con alivio. Examinó la mirada de miedo en sus ojos; parecía que le hubieran quitado toda la confianza. Sus brazos se envolvieron alrededor de ella de manera protectora. No importaba el hecho de que, a pesar de lo hermosa que era, se veía como el infiero.

Cerrando la proximidad entre ellos, ella envolvió los brazos alrededor de su torso, con fuerza. Sus labios estaban sobre su cabello y su mano ahuecó con cariño su nuca.—Pensé que no te volvería a ver...—sus palabras salieron, casi sin aliento.—¡Lo que hiciste fue tan jodidamente estúpido...!

—Lo sé.—ella murmuró, acercando sus cuerpos lo más posible. Podía sentir cada hueso de su cuerpo temblando. Claramente todavía estaba nerviosa, pero Dios, estaba aliviado de verla a ella y a sus amigos regresar del Laberinto con vida y en una sola pieza.

Finalmente se separaron, y el rubio arenoso ahuecó las mejillas de la chica entre sus manos con ternura, limpiando cualquier rastro de lágrimas con sus dedos. Y cuando ella le devolvió la mirada, Lorelei notó lo absolutamente destrozado que se veía. Como si no hubiera pegado un ojo desde que ella corrió al laberinto. Poco sabía ella que él, Chuck, Leo, Sartén y montón de otras personas se habían sentado junto a las puertas todas la noche, impacientes y preocupados como locos.

—Ella fue más que valiente.—Minho apareció a su lado, rascándose la nuca de forma tímida.—En realidad, me deja en vergüenza.

—Cállate, Minho.—Lorelei chasqueó la lengua, escondiendo su rostro en el pecho de Newt mientras trataba de ocultar una sonrisa tímida y sus mejillas sonrojadas.

—¿No puedes aceptar un cumplido?—él rió.

—No de tu parte.

—Bien. No conseguirás nada más de mí, Barbie.

—Cuando hayan terminado.—Gally se entrometió en la conversación con amargura, mirando a la rubia.—Todos vamos a tener una reunión en el Salón del Consejo, ahora.

—Yo también te extrañé, Galbear.—Lori forzó una sonrisa, sabiendo que el chico comprendería el sarcasmo en su voz. El pelirrojo apretó la mandíbula y simplemente se marchó furioso, sin decir una palabra más. Bueno, eso es... una mejora.

—Vamos, tú.—Newt rodó los ojos y entrelazó sus dedos con los de ella para llevarla al Salón del Consejo. Recordó vívidamente haber estado allá después de hacer sangrar los oídos de Robbie y, sorprendentemente, ver cuántas personas la respaldaban. Con suerte, esta vez, sería más fácil. Ella rompió las reglas al igual que Thomas.

Lo peor de todo es que tendría que seguir escuchando la voz de Gally.



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