━III. Touché
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CAPÍTULO TRES
TOUCHÉ
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CON LOS LABIOS APRETADOS, LORELEI RESOPLÓ pesadamente por su nariz, con su mirada puesta sobre el molesto rostro del chico.―Que maldita bienvenida.―ella se burló. En su cabeza, revaluó sus palabras, específicamente, la palabra maldita. Por alguna razón, sintió que no era algo que ella normalmente diría. Es como si alguien se la hubiera pegado. Y la única persona a la que había escuchado decir eso era a Newt.
Mientras miraba a su alrededor, otro sonido llegó a los oídos de Lorelei. Pasos fuertes golpeando la superficie de hierba. Fue entonces cuando otro chico apareció a la vista, abriéndose paso hasta el centro del claro. El chico se dobló sobre sus piernas, tratando así de recuperar el aliento con las manos presionadas sobre sus rodillas. Luego levantó la cabeza, revelando adecuadamente su apariencia a la chica.
La palabra niño inmediatamente llegó a la mente de Lorelei. Era mucho más joven que los demás, probablemente era el más joven de ahí. Sus mejillas regordetas estaban pintadas de color carmesí por todo lo que había corrido. Una mata de cabello oscuro y rizado invadía su cabeza y en general, era más bajo y rellenito en comparación con todos los chicos de ahí. Pero de todos modos, sus ojos se abrieron cuando sobre se posaron sobre la recién llegada.
No de nuevo. Lorelei refunfuñó en su cabeza.
―Está bien, ya la miraron demasiado. De vuelta al trabajo.―Newt dijo y la multitud de chicos se dispersó para volver a sus puestos. La conmoción que se calmó fue como quitar un peso de los hombros de Lorelei. Suspiró profundamente. Newt, Alby y el niño se quedaron junto a ella.
―Alby, ¿por qué hay una chica aquí?―el niño miró al chico mayor y a la rubia. Sus ojos se llenaron de confusión y curiosidad. Se había acostumbrado a estar solo con chicos y sin poder recordar nada de su pasado, por lo que se asombró ante la presencia de alguien del sexo opuesto.
―No lo sé, Chuck.―Alby dijo dándole una palmada en el hombro al niño, ahora conocido como Chuck. Los ojos del primero al mano en el Claro estaban hundidos en sus pensamientos. La chica había provocado una gran conmoción. Era una adición completamente nueva al Claro. No era otro chico mojando sus pantalones o llorando, sino, una luchadora con belleza, que ya había dejado en claro que no permitiría que se metieran con ella.
―Estoy aquí.―Lorelei interrumpió su conversación con un breve movimiento de mano.
―Claro, eh...―balbuceó torpemente el chico de cabello rizado, rascándose la nuca antes de mostrarle una sonrisa de bienvenida. ¿Cómo se suponía que iba a reaccionar frente a una chica cuando no recordaba haber tenido alguna experiencia?―Hola, soy Chuck.
―Eso he oído.―ella respondió, refiriéndose a cuando Alby dijo su nombre apenas unos segundos atrás. Sus labios se formaron en una pequeña sonrisa, sintiendo que el chico era bastante inofensivo e inocente. Ella sentía una buena vibra viniendo de él.―Al parecer soy... Lorelei.
Los ojos de Alby se posaron sobre ella.―¿Ya recuerdas tu nombre?
―Si.―Lorelei simplemente respondió, bajando la mirada hacia el suelo cubierto de hierba. Aún no comprendía mucho. No le importaba su nombre, toda esa situación era desconcertante y confusa. Tal vez solo era un mal sueño y tal vez pronto se despertaría. Pero por el momento, se sentía bastante real.
Lorelei miró hacia las grandes aberturas entre las paredes y frunció el ceño al ver varios chicos entrando al Claro.―Llegaste más tarde de lo habitual.―Alby dijo al notar su expresión. Prácticamente podía ver las preguntas flotando en su cabeza.―Puedes hacer el recorrido por la mañana. Ahora, probablemente tengas hambre. Sartén debería tener la cena lista pronto.―explicó y se volvió hacia Newt.―¿Estás bien manejándola?
―Si, por supuesto.―el rubio respondió.
―De nuevo, aquí estoy.―Lorelei dijo, frunciendo los labios. Los habitantes simplemente compartieron una breve mirada antes de que Alby se fuera con Chuck y Newt comenzara a caminar al lado de la chica en silencio, dirigiéndose directamente a la cocina.―¿De dónde vienen esos chicos?―ella preguntó.―¿Qué hay más allá de los muros?
―Lo sabrás en la mañana.
―Entonces... ¿esperas a que sonría y mantenga la boca cerrada cuando no tengo la menor idea de dónde estoy o qué diablos está pasando?―Lorelei preguntó con rigidez.
―Nadie dijo que tienes que mantener la boca cerrada, simplemente no podemos decirte hasta la mañana. Tendrá más sentido durante el recorrido, ¿de acuerdo?―Newt explicó.
―Dios, ¿se supone que debo preocuparme por el recorrido?―la chica preguntó, deteniéndose en seco y haciendo que el chico se volviera hacia ella con las cejas arqueadas.―No estoy aquí para ser exhibida como si estuviera en una especie de museo. ¡No sé quienes son ustedes, o porqué no hay ninguna otra chica, o qué hay detrás de esos malditos muros! Sentiría mucha más confianza si me dieras algunas respuestas reales en lugar de un "bienvenida al Claro".
La chica terminó su perorata, apartándose un mechón de cabello del ojo. Newt pasó su lengua sobre sus labios agrietados y procesó sus palabras en silencio. Él pensaba que ella era diferente, mucho más diferente que los Clarianos y no solo por su género. Pero toda su aura y actitud le hacían querer contárselo todo en ese momento, a pesar de las instrucciones de Alby.
―Está bien.―murmuró lo suficientemente fuerte para que ella lo escuchara.―Después de la cena, responderé tus preguntas. Pero esto queda entre tú y yo, ¿entendido? Porque si Alby se entera, me meterás en problemas y no todos los habitantes aquí son tan comprensivos.
Lorelei sabía que esa era la mejor oferta que iba a recibir en ese momento, así que estuvo de acuerdo.―Entendido.
Luego, ella lo siguió. Podía sentir miradas curiosas sobre ella, pero las ignoró. Se sentía como la oveja negra entre un rebaño blanco, pero eso era algo a lo que no le prestaría atención. Parpadeando, un nuevo aroma llegó hasta la nariz de Lorelei. El olor a carne y verduras. Eso hizo que el monstruo en su vientre gruñera.
Mirando por encima del hombro, los labios de Newt se curvaron en una sonrisa de complicidad cuando los dos entraron en una cabaña abierta, con alacenas de madera mezcladas con ollas y sartenes, migas de hierbas y especias esparcidas. Los ojos de la chica se posaron en una figura alta y voluminosa. Un chico estaba de espaldas a ellos. Estaba tarareando una melodía al azar, mientras revolvía una olla humeante.
―Hey, Sartén.―Newt habló, haciendo que el chico se diera cuenta de su presencia. Se dio la vuelta para revelar su rostro. El chico tenía piel oscura, pelo corto, y un hueco entre los dientes. Sartén les dedicó una sonrisa sincera, una sonrisa que inmediatamente le dio a Lorelei una sensación de consuelo. No estaba examinando cada centímetro de su cuerpo, ni le estaba dando una sonrisa descarada, solo estaba siendo genuino.
―¡Hey, Newt! Y tú debes ser la chica nueva.―él sonrió con sus ojos posados sobre la rubia.―Soy Sartén.―le tendió la mano, como Alby lo había dicho antes, excepto que ahora ella si estrechó la mano del chico y ella le devolvió la sonrisa.
―Lorelei.
―¿Crees que puedas servirnos algo de comida un poco más temprano, Sartén?―Newt tamborileó sus dedos contra la madera. Tenía una sonrisa encantadora, de la que la rubia luchó por apartar la mirada. ¡Basta, Lorelei!
Sartén agarró dos cuencos oxidados y asintió con la cabeza.―No le puedo decir que no a una cara bonita, ¿no?
―Ah, gracias, Sartén.―Newt dijo con dulzura y una sonrisa. El cocinero se echó a reír y meneó la cabeza. Cogió un cucharón y lo sumergió en la olla de la que salía humo. Lorelei observó cómo llenaba los dos tazones con carne y verduras con una salsa marrón. Claramente, era una especie de estofado.
Su lengua lamió sus labios y sus dedos se crisparon; si el olor no era suficiente, la vista ciertamente lo era. Sartén metió una cuchara en ambos tazones y se los entregó. El calor se filtró a través de la piel de la chica. Sus ojos miraron al chico.―Gracias.
―Cuando quieras, dulzura.
Siguiendo a Newt, Lorelei se dejó caer en uno de los bancos de madera. Dejando el cuenco en el suelo, no dudó en llenar su cuchara hasta el borde para después meterse la comida a la boca. Sus ojos se abrieron y sus encías se calentaron.―Mierda―, ¡caliente, caliente, caliente!
El chico rubio rió, las arrugas bajo sus ojos se abultaron con diversión. Rodando los ojos, Lorelei sacó la lengua y extendió su mano frente a ella con la esperanza de que se enfriara rápido.―Oh, ten cuidado. Probablemente todavía está caliente.―Newt comentó, para después reír de nuevo, metiendo a la boca su propia cuchara.
―Vaya, gracias por el aviso.―la chica se burló, para después soplar la cuchara y metérsela a la boca.
Apareció otra figura. Lorelei entrecerró los ojos; un chico coreano, alto y de figura ancha se sentó al lado de Newt, murmurando un saludo. Su mirada se posó sobre ella y sus ojos se abrieron como platos.―Que...
―Dios mío, no de nuevo.―la chica gimió, rodando los ojos por segunda vez. Las comisuras de los labios de Newt se elevaron mientras le explicaba al chico a su lado lo que había pasado. Sus ojos oscuros se apagaron de forma pensativa.
―Bueno... Shuck.
―Estoy encantada de conocerte también.―Lorelei resopló, tragando un poco de estofado. El sarcasmo que se escuchaba en voz llamó la atención del chico coreano de inmediato. Él sonrió levemente y arqueó las cejas con una pequeña sonrisa.
―Te ves como plopus.―comentó, quitándose el sudor y el polvo que cubrían su piel y su ropa. Newt estaba a punto de regañar al corredor por se grosero, pero Lorelei se adelantó a responder.
―Touché.
Los ojos del chico brillaron mientras se volvía a mirar a Newt.―Me agrada.
―Minho, Lorelei. Lorelei, Minho.―Newt presentó a los dos adolescentes, quienes simplemente intercambiaron sonrisas sarcásticas. El chico rubio inmediatamente vio las similitudes en sus personalidades y supo que se llevarían bien.
―¿Qué te parece nuestra humilde morada?―Minho preguntó.
―La bienvenida puede necesitar algunas mejoras, pero me gusta el estilo shabby-chic que tiene el lugar.―resopló, sus ojos azules examinaban las mesas y los bancos que rodeaban el área. Los dos chicos rieron. Para cuando terminó su comida, el resto de los habitantes del Claro habían comenzado a hacer fila para recoger sus propias cenas. Newt se despidió de Minho y la guio a través del terreno hasta otra cabaña, esta vez más grande.
―Esta es la finca.―dijo mientras empujaba una puerta para abrirla.―Solo unos pocos duermen por aquí. Los Guardianes, el primero y segundo al mando, etc.―dijo entrando con la chica.―Entra.
Newt procedió a subir unas escaleras de aspecto desvencijado y cuando Lorelei se unió, esta se preocupó de que la madera se partiera bajo su peso. Afortunadamente, llegaron a la cima sin accidentes. Caminaron de puntillas por el pasillo estrecho, pasando puerta tras puerta hasta que se detuvieron frente a una puerta en particular.―El resto duerme en las hamacas afuera. Pensé que no querrías estar rodeada de esos shanks por la noche.―Newt abrió una puerta.―Todo tuyo.
Al darse cuenta de que le estaba indicando a que echara un vistazo, Lorelei entró a tropezones a la habitación, con los pies pegados al suelo mientras sus ojos examinaban el interior. Una cama, desvencijada, estaba en el medio del cuarto con una fina manta cubriendo la parte superior. Un pequeño mesa de luz toscamente armada, con un montón de ropa y sábanas estaba a un lado. Realmente no era nada especial, pero Lorelei lo encontró acogedor.
―Y mi habitación está al lado, por si alguna vez necesitas algo.―Newt agregó rápidamente.
Lorelei se dio la vuelta con una sonrisa en su rostro.―Gracias.
―Supongo que ahora quieres respuestas, ¿no?―el chico recordó el trato que habían hecho. Su sonrisa se redujo y asintió en silencio, la inquietud invadió cada hueso de su cuerpo.
Aquí vamos.
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