05.




Había sido entretenido en un inicio ver el entrenamiento entre Derek y sus betas, pero después de los miles intentos fallido de los betas Megan se había aburrido y no había encontrado mejor consuelo que su teléfono por el cual se mensajeaba con Sydney, su mejor amiga, sobre la cita que la chica había tenido con un chico menor que ella, cosa que poco le sorprendió a Megan. Sydney era una chica que acostumbraba a enamorarse con chicos más pequeños que ella y por alguna extraña razón era ella quien siempre les terminaba al no estar a gusto.

—¿Pueden intentar ser menos predecibles? —Megan despegó la mirada de su celular creyendo que el entrenamiento ya había terminado, pero solo logró ver a Erica comiendo a besos a Derek, Megan hizo una mueca ya que podía jurar que había visto la lengua de Erica, Derek se separó de ella para después lanzarla al suelo—. Ultima vez que haces eso —limpió su boca mientras se alejaba de ellos.

—¿Por qué? ¿Por qué soy tu Beta? —Erica parecía dolida por el rechazo de Derek y Megan solo pudo pensar que para Erica su alfa era un crush, alguien más grande e inalcanzable, le enterneció ya que tal parecía que Erica comenzaba a tener más confianza en sí misma.

—No. Porque tengo a alguien en mente para ti —Megan rodó los ojos ante lo misterioso que Derek podía llegar a ser cuando se lo proponía.

—¿Ya terminamos? Porque tengo cien huesos que tardarán en repararse —se quejó el menor de los Lahey mientras Megan saltaba del techo del vagón cayendo de pie sin problema alguno.

—¿Sí? —Derek se acercó a Isaac hasta tomar su muñeca—. Ahora son ciento uno —dobló la muñeca de Isaac, provocando que todos ahí escucharan como el hueso había sido roto—. ¿Crees que te estoy enseñando a luchar? —la rubia Lahey sentía su sangre hervir al ver como Derek había lastimado a su pequeño primo—. Mírame, te estoy enseñando a sobrevivir —en cuanto Derek intentó levantarse Megan le lanzó lejos, le había tomado del cuello justo después de acercarse con total sigiló y había ocultado su olor para que el alfa no notara su presencia.

—Créeme, no lo estás haciendo bien —el enojo en la voz de Megan hablaba por sí solo, ella estaba a nada de lanzarse contra Derek, sus ojos brillaban de un intenso azul verdoso y Derek no se quedaba atrás, había caído de pie y gruñía en dirección de la rubia mientras sus ojos reflejaban un rojo escarlata—. Es momento de que los niños vayan a la cama —habló entre dientes sin dejar de retar a Derek con la mirada, los betas solo miraban todo con asombro—. ¡Ahora! —gritó enojada, cosa que sorprendió a los tres ya que Megan nunca les gritaba, tan pronto como pudieron salieron corriendo de la estación dejando a los dos adultos arreglar sus problemas.

—¡No puedes interferir en lo que hago con mis Betas! —esta vez fue Derek el que gritó remarcado la palabra "mis" para así dejar en claro que él era el alfa y la chica no era más que su consejera.

—¡No interferí por tus estúpidas lecciones! —gritó de regreso la chica, al notar que si seguía gritando no resolvería nada respiró repetidas veces hasta que logró tranquilizarse—. Interferí por la maldita razón de que Isaac estaba siendo lastimado por un estúpido alfa que creé poder hacer y deshacer con personas que apenas son adolescentes —Derek ya había dejado de gruñir y se había cruzado de brazos mostrando que no aceptaría reproches por parte de la chica—. Por dios, Derek. Son adolescentes llenos de hormonas, piensan más con lo que tienen entre las piernas que con la cabeza —suspiró mientras tomaba el puente de su nariz y cerraba los ojos, era estresante pertenecer a aquella manada, Megan tardó unos segundos en volver a mirar a Derek con sus ojos en su tono natural—. Sé que te preocupas por ellos, aunque no lo demuestres del todo, al final ellos son tus betas, tú responsabilidad; pero no llegarás a ningún lado tratándolos como bestias. Ellos podrán contra los cazadores, solo si tu estas dispuesto a dejar de ser tan... tú —se pensó esto último buscando la manera de no hacer enojar a Derek, el de ojos verdes murmuró algo por lo bajo antes de soltar un suspiro y dejar caer sus manos a los costados de su cuerpo.

—Bien, lo haremos a tu modo —Megan sonrió satisfecha por la respuesta del alfa—. Pero no vuelvas a quitarme autoridad frente a ellos, escuchare todos tus consejos en privado, no frente a ellos —rodó los ojos antes de girar y adentrarse al vagón.

—Se le dice malcriar a los cachorros —bromeó Megan regresando a su característico humor, giró para salir del lugar, pero antes logró escuchar un "Lárgate" por parte de Derek, cosa que le hizo reír mientras salía del lugar.



Megan sabía que su trabajo no sería sencillo, pero trabajar desde el inicio de clases hasta que ella pidiera amablemente un descanso de tantos alumnos era algo más allá de sus expectativas, además de que si no descansaba de los problemas de otras personas terminaría loca y sin mencionar que la mayoría de los alumnos le comentaban sobre sus relaciones y el último alumno que había aconsejado le había dejado pensando en cómo demonios alguien podía tener relaciones en el tejado de una casa.

—Quiero cambiar de consejera —una chica de cabello rubio-fresa se colocó frente a Megan evitando que esta siguiera su recorrido hacia el patio—. La señorita Morrell no me agrada y usted tiene buen gusto de la moda, me gustan sus botas.

—¿Gracias? —parpadeó varias veces ante el alago de la alumna frente a ella.

—No hay de que, fue un gusto arreglar las cosas y agendar nuestra nueva cita para mañana —Lydia sonrió satisfecha antes de caminar dejando a la rubia parada mientras procesaba lo ocurrido.

—¿Acabo de aceptar un nuevo alumno? —se preguntó a sí misma mientras recapitulaba lo que había pasado y al notar que efectivamente tenía a otra alumna que aconsejar se quejó—. Odio ser adulta —gruñó antes de seguir su camino, no tardó en ser detenida de nuevo, pero esta vez no había sido aquella chica de gran confianza, sino que Stiles se había parado frente a ella con la respiración agitada y este parecía que moriría en cualquier momento—. ¿Stiles?

—Yo... Ellos... Moriré —Megan buscó en su bolso la botella de agua que siempre llevaba consigo y en cuanto la encontró se la extendió al chico con varios lunares en el rostro, él ni siquiera se lo pensó para abrir la botella y tomar todo su contenido—. Gracias —suspiró antes de mirar a la persona que le había salvado y en cuanto se dio cuenta de que se trataba de Megan Lahey sus mejillas se tornaron rosadas—. S-señorita Lahey —tartamudeó un poco y Megan solo rió un poco.

—Megan —corrigió, lo suyo jamás sería que le trataran con demasiada formalidad—. ¿Ya estas mejor? ¿Necesitas sentarte o que te lleve a la enfermería? —él negó repetidas veces antes de contestarle.

—No, no, no. Yo solo corría un poco, ya sabe entregar recados de un lugar a otro —Stiles movía sus manos con nerviosismo, no todos los días la consejera que para él parecía un ángel se preocupaba por ayudarle.

—Oh, está bien —Megan pensó un poco la situación del chico antes de proponerle algo—. ¿Pero no era mejor utilizar tu celular? —Stiles no había pensado en aquella solución y Megan lo había notado en cuanto este dejó de sonreír.

—Mierda —murmuró mientras rodaba los ojos—. Debo irme, gracias por la ayuda —se despidió de ella en cuanto Scott pasó cerca suyo y Megan observó a los dos adolescentes con una sonrisa, ellos eran divertidos y eso le agradaba.







Pelirroja W


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