Capítulo 6.
Capítulo 6.
Caminé lentamente hacia el aula que correspondía, sujetando los tirantes de mi mochila con nerviosismo y con el corazón acelerado. Podía jurar que se saldría de mi caja torácica si no comenzaba a intentar controlarme.
«Es decir, ¿si no había salido corriendo de la biblioteca, por qué tendría que hacerlo en la clase de Poesía?».
Al fijarme en que el frío pasillo estaba desolado, miré hacia la puerta del aula de Poesía y me di cuenta de que estaba entreabierta. Las sombras de las ramas de los árboles se reflejaban sobre el marco de la entrada, a pesar de que la tarde gris reinaba en el ambiente. Sin embargo, aunque todavía el corredor no se abarrotaba de estudiantes, supuse que la puerta del salón de clases estaba despejada para cuando los estudiantes comenzaran a llegar.
Me sobresalté cuando accedí al aula por completo. Luego me quedé congelada al percatarme de que Nick estaba sentado, escribiendo concentrado y de forma despreocupada sobre un papel.
—Nick —tragué saliva e intentando disimular el susto que experimenté, caminé hacia mi asiento—. Creí que no estaría nadie y decidí venir minutos antes —me expliqué ruborizada.
Sin embargo, ignoró mis palabras y continuó escribiendo.
—¿Hiciste la tarea? —preguntó por lo bajo, con sus ojos fijos en el papel.
—Ah, sí, sí —rasqué mi nuca y coloqué la mochila junto a mi asiento—. Creo que logré terminarla —sonreí nerviosa—. ¿Y tú? —me atreví a preguntar al tomar asiento—. ¿Lograste hacerla?
Después de mantener el silencio un par de segundos que me parecieron eternos, respondió:
—De hecho, logré escribir mi poesía en la madrugada.
Mis sentidos se activaron al escuchar su respuesta. De repente, leves imágenes se recrearon en mi mente una vez más al escuchar mentalmente mis gemidos y recordar sus ojos grises observándome a través de la ventana de su habitación cuando el reloj marcó las 3:33 de la madrugada.
Por un momento, sentí que mi garganta se atoraba al escuchar detalles de su parte que me causaban vergüenza comprobar.
«No lo hagas, Rose. No preguntes. Cállate».
—Así que estabas trasnochando por la tarea —presioné mis manos y sonreí nerviosa, manteniéndome en mi posición para no mirarlo a los ojos.
—Así es, solo estaba en la biblioteca buscando más referencias y arreglando algunos detalles —suspiró profundamente, como si le fastidiara explicarse.
Tragué saliva, presioné mis manos y froté mis dedos al entrelazarlos sobre el escritorio. Un silencio que me incomodó se hizo presente entre ambos, hasta que...
—Al parecer, tú también estuviste trasnochando.
En ese preciso momento, sentí como si mi corazón se hubiese paralizado. Los vellos de mi piel se erizaron y un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Al sentir que contenía la respiración, me giré levemente y me atreví a mirarlo desde mi posición.
—¿Me-Me has visto? —pregunté por lo bajo, casi con la voz atorada en mi garganta.
Justo cuando hizo ademán de responderme, justo cuando vi sus labios rosados entreabrirse, Tiffany entró al aula de repente y se acercó a él con normalidad.
—Sabía que te encontraría aquí —le sonrió.
—¿Qué haces aquí? —Nick frunció el ceño levemente.
—Bueno, es que quería invitarte a una fiesta —se explicó muy emocionada.
Me tensé e intenté recomponer mi posición junto al escritorio. Nick permaneció en silencio. Sin embargo, su actitud no parecía incomodarle a ella.
—Hola, Rose —Tiffany me saludó con normalidad.
—Ho-Hola —sonreí con pesadez y me dispuse a sacar de mi mochila la tarea que había realizado para la clase que se aproximaba.
—No lo sé —Nick suspiró y fijó sus ojos grises sobre el papel—. Si no tengo asuntos más importantes que hacer, te avisaré.
—Nick, por favor —Tiffany le hizo pucheros—. Esta es una oportunidad para que podamos divertirnos juntos. Es una fiesta para los estudiantes de nuevo ingreso, pero seguramente muchos se infiltrarán.
Sonreí con timidez, intentando obviar el hecho de que Tiffany estaba tratando de invitar al chico de mis sueños a tener más sexo desenfrenado en alguna alocada fiesta universitaria.
«Espera, ¿dijo "fiesta para los estudiantes de nuevo ingreso?».
—Supongo que tú también irás, ¿verdad? —Tiffany me preguntó muy emocionada.
—¿Yo? —balbuceé—. Bueno, me invitaron a una fiesta, pero no sé si sea la misma —sonreí nerviosa y tragué saliva.
—Vaya, me alegra saber que ya estás haciendo amigos —realmente, parecía sorprendida, pero no la podía culpar, porque también era toda una novedad para mí.
Nick presionó los labios para sí mismo y continuó concentrado en lo que hacía.
—Por curiosidad, ¿puedo saber a qué fiesta te invitaron? —preguntó Tiffany. Parecía algo preocupada por mí.
Nick me observó por unos segundos con seriedad, como si estuviese interesado en la respuesta que le diría a Tiffany. Sin embargo, ella parecía ansiosa de que le respondiera. La situación me hacía sentir un poco presionada.
—Bu-Bueno, es una fiesta en la casa de Wesley Doyle.
—¡Qué emoción! —chilló Tiffany—. ¡Entonces, te invitaron a la misma fiesta!
—Sí, bueno... —rasqué mi nuca—. Es que nos hemos hecho amigos y...
—Está bien, iré —Nick le respondió a Tiffany de repente, interrumpiéndome—. Ya luego me dirás a qué hora paso por ti —le dijo mientras me miraba fijamente a los ojos, estudiando mis expresiones.
Presioné los labios y me giré sobre el asiento junto al escritorio, esquivando sus ojos grises y mirando hacia otra dirección mientras intentaba recomponer mi compostura.
—Me parece perfecto —le dijo emocionada y desde mi posición percibí que ella se acercó mucho más a él con sugerencia, mostrándose coqueta—. Ya verás que tú y yo la pasaremos muy bien. Te lo aseguro...
Desde el reflejo de la pantalla de mi teléfono, observé que ella estaba acariciando su rostro. Sin embargo, a él no parecía molestarle su acción, a pesar de que yo seguía justo en el mismo lugar.
Luego algunos estudiantes comenzaron a entrar para acomodarse en sus respectivos asientos, esperando que la profesora llegara para comenzar con la clase de Poesía. Tiffany detuvo sus evidentes acercamientos hacia Nick y se despidió de él con un beso en la mejilla.
Sin embargo, aunque ella no lo hacía con la intención de fastidiarme, debía admitir que sentía unos ridículos celos que me carcomían. A pesar de eso, tuve la valentía para mantener la calma y disimular el cómo me sentía. Me sorprendía comprobar que después de todo lo que había sucedido en el día, no había salido corriendo como lo hubiese hecho en otra ocasión.
—Al menos podrías intentar disimular tu forma de "espiarme" —me dijo Nick de repente mientras continuaba concentrado en lo que escribía sobre el papel—. ¿O debo decir, tu forma de "acosarme"?
Me giré sobre mi asiento, dirigiendo mi vista hacia él con el corazón acelerado y con mis mejillas calientes.
—Yo no hago tal cosa —las palabras casi no salían de mi boca. Sentía que se me atoraban en la garganta, porque estaba mintiendo. Estaba mintiéndole a Nick Adams.
Frunció sus rosados labios e ignoró mi respuesta.
—Es decir —tartamudeé—, ni siquiera sé quién eres. No te conozco muy bien.
Presionó su mano sobre el papel en el cual escribía.
—Yo no sería capaz de...
—Buenas tardes, jóvenes —de repente, la profesora me interrumpió al entrar al aula—. Prepárense, porque luego que culminemos la clase en general, cada uno de ustedes tendrá que exponer su tarea, la que les había asignado para el día de hoy —colocó sus cosas sobre su escritorio y continuó explicándonos—: Deberán leer la poesía que han creado y escrito. No olviden que la temática es sobre la poesía oscura, así que espero que estén listos para exponerlas y explicarlas al final de la clase.
«Mierda, eso no me lo esperaba».
No estaba preparada para ese tipo de interacciones en clase, así que por un momento pasó por mi mente que era una buena opción salir corriendo del aula y no volver nunca más a la universidad.
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